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El adiós de Iniesta: de la soledad en La Masía a la ternura en su despedida
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LAS LÁGRIMAS DE UN NIÑO QUE SE CONVIRTIÓ EN ÍDOLO

El adiós de Iniesta: de la soledad en La Masía a la ternura en su despedida

Un adiós de película con final feliz. Llegó con 12 años a La Masía, sintió una sensación de abandono, peleó por triunfar, logró ser un ídolo y se marcha entre lágrimas y ternura

Foto: Andrés Iniesta, entre lágrimas, en el momento de anunciar que deja el Barcelona. (Efe)
Andrés Iniesta, entre lágrimas, en el momento de anunciar que deja el Barcelona. (Efe)

Un adiós de película. Así ha sido la despedida de Andrés Iniesta. Las misma lágrimas con las que rompió a llorar hace 22 años cuando le dejaron sus padres y su abuelo en una habitación de La Masía son las que ha soltado en la sala de prensa para anunciar que pone fin a su etapa en el Barcelona. Las mismas que vimos en el banquillo del Metropolitano cuando fue sustituido en la final de Copa. La enorme diferencia ahora está en la cantidad de recuerdos que se le han pasado por su cabeza en el momento que se ha sentado delante de su familia, compañeros, dirigentes y medios de comunicación para anunciar su marcha del club al final de la temporada. La voz quebrada y entre lágrimas han dejado una escena tierna y de pura sensibilidad. Cerrar un larguísima etapa, de esfuerzo y éxito, no es nada fácil para una persona que ha echado raíces durante más de dos décadas en el mismo lugar. Llegó siendo un crío y se marcha como un ídolo.

Seguro que por la cabeza de Iniesta ha pasado ese 16 de septiembre de 1996. El día en el que se subió al coche de su padre, un Ford Orion azul, y acompañado de su abuelo viajó de Fuentealbilla a Barcelona. Del pueblo manchego a la gran ciudad para hacer casi 500 kilómetros e iniciar el sueño. Sólo tenía 12 años y el Barcelona le captó tras un seguimiento en el torneo Alevín de Fútbol 7. El pequeño Iniesta llamó la atención de los ojeados azulgranas y convencieron a su familia del difícil paso que tenía que dar. Vivir en La Masía, junto a otros niños, y separarse de los padres y la hermana fue el trago más complicado para un niño tímido, introvertido y muy familiar. Esa noche fue dura, muy dura para Iniesta. Lloraba en la habitación cuando se cerró la puerta y se fueron los padres y el abuelo. “Tuve una sensación de abandono y pérdida”, reconoció años más tarde Andrés Iniesta. "Fue emotivo, pero para mí fue terrible. Horas después me quedé solo. Fue duro, como sabéis que he dicho muchas veces. Con 12 años no es fácil separarte de tu familia. Pero evidentemente ha merecido la pena tanto sacrificio y esfuerzo por parte de todos. Cuando uno quiere algo, no puede estar exento de trabajo y sacrificio. Y eso es lo más gratificante en el día de hoy”, confirmó en el acto de su despedida.

Se quedaba en La Masía, donde ya estaba el pequeño Leo Messi, aconsejado por los tutores de la decisión tan importante que estaba tomando para conseguir cumplir el sueño de jugar en el Barcelona. Era un niño de 12 años con una tremenda madurez. Le costó adaptarse en los inicios a un mundo nuevo, pero entendió enseguida que era el único camino para hacer lo que más le gustaba. Su pasión. Jugar al fútbol en un gran club. Esos primeros días en La Masía, en el equipo infantil del Barcelona, donde estaban Xavi y Puyol, y en los que entrenaba y se iba a ver a jugar a uno de sus ídolos: Ronaldo Nazario.

El niño precoz, como se le conocía, por la admiración que despertaba entre los técnicos consiguió con sólo 16 años entrenar con el primer equipo a las órdenes de Serra Ferrer. Llamaba la atención su facilidad para conducir el balón, el atrevimiento para encarar a los rivales, habilidad con la pelota y muchas cosas más. Su progresión le llevó a debutar, con 18 años, con el primer equipo. Louis Van Gaal se lo llevó a Brujas y, como ha reconocido en su despedida, es el día que más le ha marcado en su etapa en el Barça. El resto ya lo conocen: 16 temporadas y más de 30 títulos. Un ejemplo de deportista y persona. Admirado y admirable desde el principio hasta el final. Así llegó con 12 años y así se marcha don Andrés Iniesta. Con lágrimas en los ojos que nos hacen llorar a todos.

Un adiós de película. Así ha sido la despedida de Andrés Iniesta. Las misma lágrimas con las que rompió a llorar hace 22 años cuando le dejaron sus padres y su abuelo en una habitación de La Masía son las que ha soltado en la sala de prensa para anunciar que pone fin a su etapa en el Barcelona. Las mismas que vimos en el banquillo del Metropolitano cuando fue sustituido en la final de Copa. La enorme diferencia ahora está en la cantidad de recuerdos que se le han pasado por su cabeza en el momento que se ha sentado delante de su familia, compañeros, dirigentes y medios de comunicación para anunciar su marcha del club al final de la temporada. La voz quebrada y entre lágrimas han dejado una escena tierna y de pura sensibilidad. Cerrar un larguísima etapa, de esfuerzo y éxito, no es nada fácil para una persona que ha echado raíces durante más de dos décadas en el mismo lugar. Llegó siendo un crío y se marcha como un ídolo.

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