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Fernando Alonso o cuando dices que estás contento y en realidad estás cabreado
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UN SEPTIMO PUESTO AMARGO

Fernando Alonso o cuando dices que estás contento y en realidad estás cabreado

Siempre que se termina una carrera por encima de las posibilidades de un coche un piloto está satisfecho, pero el análisis en frio de la situación de Aston Martin da para poca fiesta

Foto: Fernando Alonso ve con disgusto como la brecha respecto a Red Bull, lejos de estrecharse, se amplía. (DPPI/AFP7)
Fernando Alonso ve con disgusto como la brecha respecto a Red Bull, lejos de estrecharse, se amplía. (DPPI/AFP7)

La realidad del coche de Fernando Alonso se vio con toda su crudeza en el Gran Premio de China. El Aston Martin no está para pelear desde luego por la victoria, pero es que ni siquiera tiene nivel para estar por encima de la novena plaza. Para lograr algo destacable se depende del acierto del piloto o de que los acontecimientos de carrera jueguen a favor. No es consuelo que los otrora poderosos Mercedes estén casi igual de mal que ellos. Decepcionante es un calificativo que se queda corto.

"Hemos acabado, creo que a cuatro segundos de Russell y a diez de un Ferrari, cosas totalmente impensables -explicaba con resignación Fernando Alonso-. Cuando se nos da la oportunidad como en la salida que estamos todos en igualdad de condiciones, volvemos a ganar una plaza y divertirnos y luego, cuando los coches bajan a su posición natural, vuelve a ser un milagro que acabemos séptimos". No hay nada de teatrillo en las declaraciones del asturiano. Basta estudiar el vuelta a vuelta de los equipos para comprobar lo certero del diagnóstico.

El espejismo que ofrecen los entrenamientos clasificatorios, donde con neumático nuevo las diferencias entre los coches son mínimas, se desvanece en cuanto llega la carrera. Hubo un momento, a mitad de Gran Premio, donde se vio con toda claridad esta situación... cuando un Fernando Alonso con neumáticos blandos, no podía seguir el ritmo de Checo Pérez con neumáticos duros.

Foto: Carlos Sainz no pudo pasar de la quinta plaza. (Reuters/Edgar Su)

Red Bull, muy lejos

El Mundial 2024 consiste, más que nunca, en ver quién es capaz de mantener más tiempo la competitividad de sus coches sin que sus neumáticos se destrocen. Y en esta ecuación Aston Martin tiene los peores números.

"Hemos acabado delante de Hamilton y de Piastri, cosa que no es normal. -destacaba Alonso-. Creo que tenemos un coche de media como un segundo más lento que los McLaren y los Ferrari, ayer lo pudimos ver en el sprint y conseguimos estar peleando con ellos en carrera, así que muy contentos". Lo de contento es relativo, por supuesto. El asturiano no está en general nada contento y en sus declaraciones post-carrera fue dejando varias perlitas que delatan la insatisfacción que tiene actualmente.

Un comentario inadecuado

No solamente hay desencanto con el rendimiento del coche, porque el desproporcionado castigo de los comisarios también ha hecho mella en el bicampeón mundial. "Hoy no teníamos el ritmo y ha sido una carrera complicada en la que han pasado muchas cosas", empezó Alonso. "Solamente teníamos un juego de neumáticos duros para la carrera y cuando los pusimos en el segundo relevo salió el safety-car y digamos que el único juego de carreras que teníamos bueno. No salió bien y lo mejor será no salir a la sprint-race para ahorrar penalizaciones, para ahorrar un juego de neumáticos y tener más para el domingo", apostilló.

Un comentario, este último, que habrá hecho mucha gracia a sus seguidores, pero en nada beneficia a Fernando. El hecho que haya habido de nuevo una falta de coherencia pasmosa en los oficiales federativos, no justifica el comentario. Y no porque no le falte razón en el fondo al asturiano. Hubo acciones durante el Gran Premio que deberían haber tenido un castigo más fuerte que el que le pusieron al de Aston Martin en la carrera al esprint y fue al revés.

El problema es que nada molesta más a un comisario o a un jefe de carrera que le pongas en evidencia. Todas las veces que pongas en marcha la máquina de soltar pullas, ellos te van a estar esperando con la garrota. No se trata de justificar, sino de asumir una realidad que es la que es. Y va a seguir siendo.

Todos entendemos la frustración y las ganas de soltar recados. Cuando sabes en tu fuero interno que has tenido pilotaje para hacer cosas muy grandes, pero las decisiones deportivas y un coche poco competitivo te limitan, es humano reaccionar así. Pero Fernando tiene la experiencia y madurez suficiente, como para saber que por ese camino no solamente no va a ganar nada, sino que le van a amargar la existencia. También sabemos que esto es fácil decirlo y difícil hacerlo, pero por desgracia no queda otra.

placeholder La ilusión de ver a Ferando Alonso dando guerra a los Red Bull es efímera. El desgaste de los neumáticos enseguida pasa factura. (DPPI/AFP7)
La ilusión de ver a Ferando Alonso dando guerra a los Red Bull es efímera. El desgaste de los neumáticos enseguida pasa factura. (DPPI/AFP7)

Problemas de fondo

Por otra parte, la realidad pone en evidencia, que sin haber arrancado en una posición tan alta como tercero en parrilla, habría sido francamente difícil de lograr el séptimo puesto. Las primeras vueltas estiran el pelotón y crean unas diferencias que luego son muy difíciles de recortar en ritmo normal de carrera, más aún con un piloto que apenas comete fallos como Fernando. La vuelta rápida y verse competitivo en las vueltas finales gracias a contar con neumáticos frescos, endulza un poco la situación, pero no esconde los problemas de fondo.

Hubo una estrategia un poco rara poniendo un neumático blando a mitad de carrera cuando todos ponían duros, la entrada del safety-car pudo haber resultado más beneficiosa y no hubo lances de carrera que jugaran en algún momento a favor de Fernando y su equipo. Pero nada de ellos resultó decisivo. A pesar de arrancar tercero, si se acabó séptimo fue por pilotaje y oficio de Fernando y nada más.

placeholder El español, en acción. (EFE/Alex Plavevski)
El español, en acción. (EFE/Alex Plavevski)

"En general, ha sido una buena carrera para mí y me he divertido, pero tenemos trabajo por hacer para mejorar nuestro ritmo del domingo e igualar lo que podemos hacer en la clasificación", sentenciaba Fernando. Mucho tiene que mejorar desde luego el equipo de Silverstone si quiere postularse como ese candidato al triunfo que dice ambicionar. No se puede vivir a base de chispazos de ilusión, fruto de vueltas mágicas en clasificación y menos aún de estrategias creativas a ver si en una de esas suena la flauta.

En el cuarto año de un proyecto en el que se han invertido cantidades ingentes de dinero, la cumbre, lejos de acercarse, se ha ido alejando. Incluso antes de pasarse a llamar Aston Martin, cuando competían como equipo filial de Mercedes y se llamaban Racing Point, estaban más cerca de lo que están ahora. Basta ver donde están ahora, por ejemplo, los Alpine, para darse cuenta de la dificultad extrema de conseguir un coche ganador. Pero no es excusa. Este año no tienen falta de túnel de viento, ni mudanza de instalaciones de por medio. Tienen que empezar a reaccionar de forma inmediata.

Lo peor que le puede pasar a Aston Martin es que Fernando pierda la motivación hasta que llegue un coche mínimamente competitivo. Es difícil que el asturiano deje de darlo todo en una carrera, pero no es bueno tentar a la suerte. Hay que tener mucho cuidado, porque a veces, cuando Fernando dice estar contento, en realidad está enfadado.

La realidad del coche de Fernando Alonso se vio con toda su crudeza en el Gran Premio de China. El Aston Martin no está para pelear desde luego por la victoria, pero es que ni siquiera tiene nivel para estar por encima de la novena plaza. Para lograr algo destacable se depende del acierto del piloto o de que los acontecimientos de carrera jueguen a favor. No es consuelo que los otrora poderosos Mercedes estén casi igual de mal que ellos. Decepcionante es un calificativo que se queda corto.

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