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Un proverbio chino dirá que, cuando cabreas a Fernando Alonso, resulta doblemente letal
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SEGUNDO DETRÁS DE VERSTAPPEN

Un proverbio chino dirá que, cuando cabreas a Fernando Alonso, resulta doblemente letal

Una vuelta imposible que eleve a tu coche muy por encima de sus posibilidades sale muy de cuando en cuando pero el piloto asturiano, quizá fruto de la ira, lo hizo dos veces

Foto: Fernando Alonso, al termino de la clasificación en Shanghái. (Reuters/Tyrone Siu)
Fernando Alonso, al termino de la clasificación en Shanghái. (Reuters/Tyrone Siu)

Fernando Alonso no tiene grises. Para lo bueno y para lo malo. Comete un error en la carrera al esprint donde tira por tierra una actuación personal prodigiosa, se lleva una sanción por parte de los comisarios y responde con una clasificación que desafía las leyes de la física. Los ingenieros de Aston Martin se empeñarán en buscar una explicación en la telemetría, pero no la van a encontrar. Enfadar a la bestia es lo que tiene. Se le llenan los ojos de sangre y responde con un rugido que deja temblando a la selva.

La sanción de tres puntos en la licencia y diez segundos por su encontronazo con Carlos Sainz en la carrera al esprint, probablemente fuera justa. Pero el castigo desde luego fue desproporcionado. Lo suyo debía haberse quedado en un apercibimiento o, a lo sumo, un punto en la licencia. La dureza del correctivo, elevó el enfado del piloto español a esos niveles donde sales a pista olvidando toda medida de precaución. Llovía sobre mojado con los comisarios después del Herbertgate unas semanas antes en Australia. Y, si querías caldo con una vuelta estratosférica en la clasificación del viernes, el de Oviedo respondió con dos tazas el sábado.

La rabia despierta en los seres humanos instintos no antes vistos. Esa rabia nos puede llevar a lograr cosas que sin ella resultarían imposibles. Pero, al mismo tiempo, actuar en estado de cólera puede resultar muy traicionero. Las posibilidades de cometer un error que se pague caro, aumentan en la misma proporción que la de lograr cotas que parecen imposibles. Y quien dude del tamaño de la gesta, ahí tiene dos datos: Lance Stroll, su compañero de equipo, se quedó en el segundo corte de la clasificación (Q2) y la estrella de la carrera al esprint, Lewis Hamilton, no pasó siquiera del primero (Q1).

Es normal que Aston Martin esté absolutamente entregado a su causa. No solo le renuevan el contrato diciendo que será el líder del equipo hasta el día que él quiera, sino que, cuando atacan a su jefe, responden todos como en Fuente Obejuna. La sanción que recibió Fernando no suele ser contestada por parte de un equipo cuando no tiene consecuencias deportivas. Los diez segundos de penalización aplicaban al resultado de una carrera al esprint que ya estaba perdida después de haber pinchado el neumático. No se gana nada reclamando a Ferrari y Sainz, pero qué mejor forma de demostrar a su líder su apoyo que enseñar los dientes a los comisarios por su decisión. El jefe de la manada es intocable.

Las cuatro décimas de Verstappen

Fernando Alonso se quedó a un poco menos de cuatro décimas de la pole position marcada por Max Verstappen y apenas a dos de Checo Pérez. Supermax se sacó de la manga una de esas vueltas imposibles que de vez en cuando acostumbra. Pero entre el mejor coche y un simple buen coche, que será el cuarto o quinto de la parrilla, estaba esa exigua diferencia. Más de un enfervorizado cronista futbolístico decía que el balompié permite hazañas de David tumbando a Goliat imposibles de ver en Fórmula 1. Quizás deban ver lo vivido hasta ahora en el Gran Premio de China para revisar su enfoque y comprueben hasta qué punto el piloto cuenta.

Es muy sencillo hacer el análisis. Los dos pilotos de Red Bull acabaron la clasificación uno tras otro; justo después de Fernando, los dos de McLaren; y, acto seguido, los dos de Ferrari. A partir de ahí, suertes diversas con la inspiración de Nico Hulkenberg o los fallos poco habituales de Lewis Hamilton. Pero cuando dos pilotos de un equipo están en la práctica a la décima, si alguien se cuela en una fiesta, se nota enseguida. El jefe de Aston Martin, Mike Krack, lo resume de una forma muy clara: "Tiene ese extra que nadie tiene".

Foto: Alonso y Sainz tuvieron sus más y sus menos. (Florent Gooden/AFP7)

La reclamación de Aston Martin a Ferrari y a Carlos Sainz se basa en que un piloto que haya provocado una bandera roja no debería seguir participando en la sesión. En efecto, la salida de pista del madrileño en el primer intento de vuelta rápida de la segunda fase de la clasificación provocó que la sesión se detuviera. Independientemente del resultado, esta queja tiene mucha pinta de venganza contra los que creen que se fueron injustamente de rositas en el incidente entre los dos pilotos españoles. Y esto es también parte del mundo de Fernando Alonso. No perdona. Con razón o sin ella, es implacable contra el que se sale de la línea que él ha marcado.

El bicampeón mundial resumía así su estado de ánimo al término de la clasificación: "Estoy contento con la tercera posición. Tanto la Q1 como la Q2, transcurrieron sin problemas y avanzamos a la Q3. Luego, estuve a punto de abortar mi última vuelta en la Q3 porque perdí algunas décimas en el primer sector. Recuperé parte de este tiempo de vuelta, así que seguí adelante y me alegro de haberlo hecho". Mensajito a los rivales: aún quedaba pólvora en el trabuco.

La clave de los neumáticos

La carrera al esprint dio muestras también de la imposibilidad de sostener esa magia a una vuelta a lo largo de un Gran Premio. El talón de Aquiles del Aston Martin es su incapacidad de mantener los neumáticos en estado óptimo en recorridos largos. Es el mismo problema que tienen los Mercedes, pero corregido y aumentado. Lo que nos está enseñando este comienzo de temporada 2024 es que, el orden establecido en carrera, lo van dictando aquellos que son capaces de estirar el chicle de sus ruedas.

"De nuevo, estamos unas plazas más arriba en la clasificación de lo que sugiere nuestra posición natural. Pero nos quedaremos con este resultado y siempre es bueno terminar entre los tres primeros. Será una verdadera lucha mantener a nuestros rivales detrás de nosotros durante una distancia completa de carrera, pero veremos qué podemos hacer este domingo", explicaba el español. La posición natural del Aston Martin sería finalizar entre el séptimo y el noveno. Pero ya hemos comprobado lo arriesgado que resulta aplicar la lógica con Fernando. Sobre todo, si está cabreado.

Fernando Alonso no tiene grises. Para lo bueno y para lo malo. Comete un error en la carrera al esprint donde tira por tierra una actuación personal prodigiosa, se lleva una sanción por parte de los comisarios y responde con una clasificación que desafía las leyes de la física. Los ingenieros de Aston Martin se empeñarán en buscar una explicación en la telemetría, pero no la van a encontrar. Enfadar a la bestia es lo que tiene. Se le llenan los ojos de sangre y responde con un rugido que deja temblando a la selva.

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