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A los pilotos de Fórmula 1 se les empieza a hacer bola que haya mucho show y poco deporte
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CAMBIO EN LAS PRIORIDADES

A los pilotos de Fórmula 1 se les empieza a hacer bola que haya mucho show y poco deporte

En el siempre difícil equilibrio entre el negocio y la competición, a Liberty Media en su fiebre mercadotecnica se le está yendo la mano. Lo del GP de las Vegas esta resultando excesivo

Foto: El espectáculo se está yendo de las manos. (EFE/EPA/Caroline Brehman)
El espectáculo se está yendo de las manos. (EFE/EPA/Caroline Brehman)

El Gran Premio de Las Vegas ha sido promocionado como el mayor espectáculo jamás visto de la Fórmula 1. En la meca del entretenimiento a nivel mundial no puedes hacer las cosas a medias. Si quieres consolidar tu liderazgo en el olimpo de los deportes, tienes que dejar pequeño a cualquier otro evento deportivo. Pero exprimir todos los resortes que puedan contribuir al show es muy distinto a transformar una especialidad deportiva en un circo. Por respeto al circo y a la propia competición. Este es el origen del malestar actual de los pilotos.

La Fórmula 1 y el circo son espectáculos diferentes. Ni mejores ni peores uno sobre otro. Un payaso es de los oficios más dignos y necesarios del mundo, pero como dice Max Verstappen, él se dedica a otra cosa y no le gusta sentirse como tal. El piloto neerlandés ha sido el más crudo al expresar sus opiniones acerca de la sobrecargada agenda de eventos promocionales. El resto de la parrilla es más cauta porque está menos por encima del bien y del mal que SuperMax. Pero leyendo entre líneas sus declaraciones, el descontento es evidente.

Es entendible la prudencia de los pilotos con sus opiniones, pues no es buena idea morder a la mano que te da de comer. Pero si ya en privado aireaban todos su molestia ante la sobredosis circense, los clamorosos fallos de seguridad en la pista han sido la gota que ha colmado el vaso. Frederic Vasseur, en caliente, no pudo ocultar su indignación ante el despropósito que supone que una tapa de alcantarilla suelta les haya destrozado un coche. "Es inaceptable", sentenció el jefe de Ferrari.

'Mucha gasolina para tan poco recorrido' podría ser una adaptación del refranero español que describiera los excesos y errores de Liberty Media en este Gran Premio. De entrada, de tanto insistir en vender el turrón más caro del mundo en lugar de convertir en aspiracional el evento, ha acabado espantando a muchos aficionados que habían visto con interés la carrera. La descomunal bajada de precios final de hoteles y entradas deja una pésima imagen de codicia. Sin embargo, el verdadero problema llega cuando pones toda tu atención en el show y te olvidas de lo fundamental: que pilotos y coches puedan competir de forma segura.

Miedo a hablar mal del promotor

En frío seguramente le van a caer reprimendas a Vasseur por ser poco colaborativo con el promotor del campeonato y del propio Gran Premio. Hay un miedo evidente a que los dueños de la competición te saquen tarjeta amarilla y de ahí la extrema prudencia a la hora de expresar opiniones. Vean, por ejemplo, la sutileza de Lewis Hamilton: "Tenemos que asegurarnos de que la gente (los residentes locales) esté bien atendida. En mi opinión, no podemos ser un circo que aparece lleno de ostentación y glamour y que la gente se ve afectada negativamente por ello".

El campeón británico aludía a las enormes molestias que ha supuesto para la población local el montaje de todo el espectáculo. Pero sabedor de que no debe poner palos en la rueda si no quería tener problemas con Toto Wolff, la FIA y Liberty Media, Hamilton cerró sus declaraciones con un comentario que habría aprobado la mejor agencia de comunicación del mundo: "Nunca va a ser (Las Vegas) como Silverstone. Pero tal vez con el tiempo, la gente de aquí llegue a amar el deporte tal como nosotros hemos tenido el privilegio de crecer y experimentar". A buen entendedor…

Y a todo esto, ¿dónde está la FIA? ¿Dónde están aquellas exigencias de realizar competiciones previas antes de que un circuito fuera homologado? No hace mucho tiempo, el circuito urbano de Valencia, en 2008, tuvo que organizar una prueba piloto de Fórmula 3 y Gran Turismo para que la Federación Internacional de Automovilismo diera el visto bueno. Solo después de comprobar que todo estaba en orden se pudo disputar allí el Gran Premio. En todas sus ediciones nunca hubo incidentes dignos de reseñar, menos aún tapas de alcantarilla volando. Al Valencia Street Circuit le faltó buen marketing y cumplió con creces a nivel técnico. Justo lo contrario de Las Vegas.

Un fallo imperdonable

Carlos Sainz, el principal damnificado por el clamoroso fallo que obligó a cancelar las dos primeras sesiones de entrenamientos libres, ya advertía de los peligros de equivocarse en las prioridades: "Todo empieza antes, al llegar al circuito, y estamos en un punto en el que creo que, a veces, todo parece un poco sobrecargado. Es bueno dar espectáculo y mejorar el deporte, pero hay otras cosas que parecen muy repetitivas y casi no aportan nada más para el fin de semana. Creo que se exagera un poco".

El madrileño tuvo realmente suerte porque su con la tapa de alcantarilla suelta pudo haber tenido consecuencias graves. El boquete realizado en el chasis de fibra de carbono del Ferrari SF23, duro como el granito, da testimonio de lo serio del asunto. El problema de los desencuentros entre la FIA y Liberty Media se resumen en esta situación que nunca debía de haber ocurrido. El poder reglamentario que corresponde a la Federación no puede verse avasallado por el poder ejecutivo del promotor del campeonato. Pero, como ocurre siempre, Money Talks.

Lando Norris, buen amigo de Carlos Sainz, compartía con él esa incomodidad latente del excesivo peso que se está dando al espectáculo sobre la competición. El británico de McLaren reconoció que nunca ha sido el mayor fan de toda la parafernalia promocional, pero dejó una frase en la rueda de prensa que pone el dedo en la llaga: "Sé que esto un negocio y todas esas cosas y, al final del día, así es como funciona todo".

Lando Norris ya no quiso profundizar, pero su lenguaje corporal en la rueda de prensa del jueves resumía perfectamente el sentir de sus colegas. Todos asumen ciertos peajes a su profesión, pero con independencia de las opiniones a favor o en contra es un hecho sin justificación llevar tres días en Las Vegas y no haber podido apenas conducir entre los fastos de presentación y un circuito que no está apto. Los excesos de Liberty Media se les está empezando a hacer bola a los pilotos.

El Gran Premio de Las Vegas ha sido promocionado como el mayor espectáculo jamás visto de la Fórmula 1. En la meca del entretenimiento a nivel mundial no puedes hacer las cosas a medias. Si quieres consolidar tu liderazgo en el olimpo de los deportes, tienes que dejar pequeño a cualquier otro evento deportivo. Pero exprimir todos los resortes que puedan contribuir al show es muy distinto a transformar una especialidad deportiva en un circo. Por respeto al circo y a la propia competición. Este es el origen del malestar actual de los pilotos.

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