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El gran peligro de las tapas de alcantarilla: desde bolas de fuego a monoplazas destrozados
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NO ES LA PRIMERA VEZ QUE OCURRE

El gran peligro de las tapas de alcantarilla: desde bolas de fuego a monoplazas destrozados

El incidente en Las Vegas a vuelto a recordar el potencial peligro de uno de los mayores peligros ocultos en los circuitos urbanos: las tapas y trampillas que cierran agujeros

Foto: El monoplaza de Sainz tras su incidente en Las Vegas. (Europa Press)
El monoplaza de Sainz tras su incidente en Las Vegas. (Europa Press)

Las tapas de alcantarilla y de cualquier vano sobre el asfalto pueden convertirse, literalmente, en un potencial agujero negro de grandes consecuencias para la seguridad. El incidente de la primera jornada del Gran Premio de Las Vegas no es una excepción en las carreras, ni tampoco lo ha sido en la Fórmula 1.

El peligro con las alcantarillas no es ajeno incluso a eventos con experiencia, a pesar de que las inspecciones previas de seguridad que se llevan a cabo antes de cada carrera. Ni siquiera el Gran Premio de Mónaco ha sido inmune a ello. Sin embargo, se tratan de incidentes de enorme peligro potencial, como el accidente del español Jesús Pareja, en Montreal en 1990, aunque sucediera a bordo de un prototipo y en el Mundial de Resistencia.

Sin ir más lejos, en el Gran Premio de Mónaco de 2016, la primera sesión de libres fue interrumpida cuando una trampilla de drenaje se soltó en la salida de la primera curva de Santa Devota. A continuación, fue golpeada por la parte delantera derecha del McLaren de Jenson Button, pinchando luego el neumático trasero del Mercedes de Nico Rosberg.

La trampilla se soltó entonces porque se había agrietado previamente. Todas las tapas de la pista había sido previamente revisadas, soldadas y selladas y, aun así, se produjo el incidente. El británico tuvo la fortuna de que la trampilla pasó por debajo de su monoplaza. Previamente, en 2010, el Williams de Rubens Barrichello también había chocado en plena carrera contra una tapa de alcantarilla suelta también en la salida desde Santa Devota.

placeholder Jenson Button impacta con una alcantarilla en Mónaco 2016. (F1)
Jenson Button impacta con una alcantarilla en Mónaco 2016. (F1)

El imán de Willliams

El equipo británico parecía un imán para este tipo de incidentes. En 2016, se produjo otro similar en el primer Gran Premio de Azerbaiyán, cuando Valtteri Bottas rodaba lento al volver a boxes en la tercera sesión de libres y golpeaba una tapa de drenaje suelta a la entrada. El equipo británico no tenía suerte en esta pista, porque en 2019 el monoplaza de George Russell también quedó seriamente dañado cuando previamente el Ferrari de Charles Leclerc había levantado una tapa de alcantarilla que se soltaría a continuación.

Como en el caso de Sainz y Ocon este viernes, el chasis tuvo que ser sustituido. La sesión fue interrumpida para revisar las casi 300 tapas del trazado. Claire Williams, la responsable del equipo británico, se mostró tan furiosa como Fred Vasseur después del incidente que ha destrozado externa e internamente el monoplaza de Carlos Sainz.

Grosjean, no una, sino dos

Pero incidentes similares también han sucedido en trazados convencionales. En el Gran Premio de Malasia de 2017, el Haas de Romain Grosjean hizo un espectacular trompo al levantar con su monoplaza una tapa de drenaje de casi medio metro de largo y 30 centímetros de ancho, ya que se rompieron los tornillos que la sujetaban.

El francés no tiene suerte en este aspecto, o quizás sí, porque salió indemne de un segundo incidente este mismo año, aunque ahora en el campeonato de monoplazas americano IndyCar. Al ceder un fragmento de asfalto del circuito de Toronto durante la carrera se soltó una tapa de alcantarilla, que golpeó el coche de Grosjean, quien perdió el control del monoplaza y acabó contra el muro.

​"Gracias a eso no tengo la cara como un cristo"

El ejemplo más dramático del potencial peligro de los incidentes con las tapas de alcantarilla o cualquier elemento similar sobre el asfalto lo protagonizó el español Jesús Pareja, quien en 1990 salvó milagrosamente la vida en Montreal, en el Gilles Villeneuve donde compite la Fórmula 1.

El paso de los prototipos y su capacidad de succión sobre el asfalto hizo que se soltara una de las tapas del circuito. Cuando el Porsche de Pareja se disponía a adelantar a otro rival, se encontró con la tapa levantada por este. La tapa pasó por debajo del coche y alcanzó el depósito de gasolina. "Era la zona más rápida del circuito, posiblemente íbamos a unos 270 km/h. Entonces, al entrar la rueda en la alcantarilla, hice un trompo. Un trompo con un coche envuelto ya en llamas", contaba el piloto español a El Confidencial en el relato de su accidente, ya que el combustible explotó instantáneamente.

placeholder La bola de fuego en la que se convirtió el Porsche de Pareja en 1990.
La bola de fuego en la que se convirtió el Porsche de Pareja en 1990.

"La verdad es que todo ocurrió muy rápido. Mientras el coche estaba ardiendo, lo único que esperaba es que se parara para poder salir corriendo. Y lo conseguí, me ayudaron los comisarios para abrir la puerta y sacarme lo más rápido posible. Aquello funcionó muy bien. Pero fueron momentos delicados, porque lo que más te quema no eran las llamas, sino la temperatura de los vapores". Jesús Pareja tuvo un segundo golpe de suerte.

"Por aquel entonces, había un compañero que poco antes había tenido un accidente, Kriss Nissen. Se había abrasado la cara en un accidente. En aquella carrera llevaba el casco cerrado por una casualidad. A mí me patrocinaba personalmente Silk Cut. La carrera anterior había sido en Inglaterra y, al quitarle los adhesivos, se había estropeado la pintura del casco. Entonces cogí otro que tenía la publicidad puesta. El casco era integral. Gracias a eso, no tengo la cara hecha un cristo". Todo un golpe de suerte.

Las tapas de alcantarilla y de cualquier vano sobre el asfalto pueden convertirse, literalmente, en un potencial agujero negro de grandes consecuencias para la seguridad. El incidente de la primera jornada del Gran Premio de Las Vegas no es una excepción en las carreras, ni tampoco lo ha sido en la Fórmula 1.

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