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Por qué Ayrton Senna derrota al olvido y su muerte cambió la Fórmula 1 para siempre
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30 AÑOS DESDE SU ADIÓS

Por qué Ayrton Senna derrota al olvido y su muerte cambió la Fórmula 1 para siempre

Que cada 1 de mayo se haga más presente confirma la potencia emocional de su figura y legado. No solo por su talento único al volante, sino por su enorme personalidad emocional

Foto: La estatua de Senna en la curva de Tamburello. (Europa Press/Julien Delfosse)
La estatua de Senna en la curva de Tamburello. (Europa Press/Julien Delfosse)

Fue uno de los episodios más fascinantes que quien escribe estas líneas haya vivido profesional o personalmente. Todo empezó cuando en los monitores apareció la imagen del cuerpo tronchado de Martin Donnelly sobre el asfalto del circuito de Jerez, en el Gran Premio de España de 1990.

El monoplaza del norirlandés se había estampado contra los raíles y partido por la mitad. Donnelly estaba en el suelo inconsciente, con múltiples fracturas. Senna se acercó al lugar del accidente, y fue testigo directo de su gravedad. Después, volvió a su monoplaza. Bajó un segundo su mejor crono anterior.

Al día siguiente logró la pole. En la rueda de prensa posterior, Senna tardó un tiempo interminable en responder a la pregunta del periodista, mientras ordenaba sus pensamientos y sentimientos. Se cortaba el aire.

"Incluso para mí, fue increíble en aquellas circunstancias, creo que nadie será capaz de entender lo que sentí después de aquel accidente y en el momento antes de entrar en mi coche… La forma como entré, la habilidad con la que piloté, la forma en que afronté todo, la manera en que viví todo… Es algo que no puedo explicar…". Fueron algunas de sus magnéticas e inolvidables palabras de un largo discurso donde desgranó sus profundas sensaciones desde el accidente de Donnelly.

Por este y otros muchos episodios, cada 1 de mayo vuelve Ayrton Senna. Treinta años después, la leyenda del brasileño sigue derrotando al tiempo y al olvido. Por su compleja, pero increíblemente rica naturaleza como ser humano, y un talento y determinación única hacia el pilotaje. Porque aquella jornada ejerció de gozne hacia una nueva era de la Fórmula 1.

Una presencia única

Resulta imposible dar forma en palabras al carisma de Ayrton Senna, la fuente de su eternidad. El piloto y la persona se retroalimentaban mutua y controvertidamente para moldear una presencia única, dentro y fuera de la pista, que solo quienes la vivieron pudieron captar en su verdadera dimensión.

Su lenguaje corporal, la articulación de un pensamiento extremadamente inteligente. Su mirada, directa e implacable, pero nunca hierática. En definitiva, Senna desplegaba un amplísimo arco emocional, que iba desde la personalidad más implacable y cruel, hasta la más bondadosa y cariñosa.

Cuando se enfundaba su mono, guantes y casco, Senna entraba en otra dimensión del pilotaje. Literalmente. Tanto, que en ocasiones intentaba compartir sin éxito su capacidad para entrar en estados de trance al volante, fruto de la intensísima concentración que alcanzaba con su pilotaje. Talento único y determinación infinita se fundían para lograr proezas al volante que rompían los esquemas de quienes eran testigos de una habilidad sin parangón.

La luz y las sombras

Aquella mítica carrera de Mónaco 1984 con Toleman, la victoria en Portugal 1985, la vuelta de pole en Mònaco 1988, los triunfos de Brasil 1991 o Donington 1993… O aquellas vueltas imposibles de imaginar en los últimos segundos de una sesión clasificatoria... Senna se exprimía a sí mismo hasta extremos extenuantes en un constante ejercicio psicológico de analizar su límite físico y mental para superarlos y pasar a la siguiente dimensión. Aquella jornada de Jérez 1990 fue otro ejemplo de tantos.

Senna expandió los horizontes de lo que se consideraba posible hasta el momento en un coche de carreras, hasta convertir en pilotaje en una cruzada cuasi religiosa. Como le diría el Alan Prost de su mítica rivalidad, "Ayrton tenía sus reglas, creía en ellas, y eso fue todo. En su opinión, siempre tenía razón, dentro y fuera de la pista". "Se suponía que era un deporte, no una guerra", declaró el francés tras ser sacado de la pista por el brasileño en Suzuka. Solo aceptando semejante diagnóstico se podía competir con el brasileño.

La vulnerabilidad atrapó a la Fórmula 1

El fallecimiento de una figura de tal calibre voló todas las conciencias, más allá del ámbito de la Fórmula 1. Resultaba inimaginable que aquel guerrero implacable pudiera fallecer, y en directo. Con aquel gesto de su casco amarillo cayendo sobre el lateral de su Williams, la sensación de vulnerabilidad angustió a la Fórmula 1, que fue transformada para siempre.

Solo una vez antes había fallecido la referencia del momento, el escocés Jim Clark, uno de los pilotos con más talento natural de la historia. Desde 1986 no había fallecido ningún piloto. En 1982, fallecían el canadiense Gilles Villeneuve y el italiano Ricardo Paletti. El último había sido el italiano Elio de Angelis en 1986, aunque en unos entrenamientos privados. Pero Ayrton Senna, no, resultaba inconcebible…

Max Mosley, presidente de la FIA, y Bernie Ecclestone comprendieron rápidamente que el público no aceptaría ya un deporte con imágenes como las de Senna. Bajo el impacto de su fallecimiento -y del Roland Ratzenberger el día anterior-, Mosley creó el Expert Advisory Safety Committee bajo la dirección del doctor Sid Watkins y el director de carrera y responsable de seguridad, Charlie Whiting, y el ingeniero Harvey Postlethwaite, que implementó medidas de seguridad que transformaron la Fórmula 1.

Una vida que salvó otras muchas

Crash test de los monoplazas, modificación del habitáculo, paneles poco intrusivos, cables para fijar las ruedas, almohadillado interno, asientos extraíbles... El equipamiento de los pilotos también fue modificado, incluyendo nuevos estándares para la fabricación del casco. Dos años después del accidente se hizo obligatoria la caja negra dentro del monoplaza para obtener información de los impactos y, con ella, poder seguir implementando nuevas medidas de mejora ya sin parar desde entonces.

También se crearon nuevos estándares de seguridad de los circuitos a través de análisis computarizado, que forzaron la modificación de muchos trazados. Se establecieron nuevas reglas para las barreras de seguridad y otros muchos elementos de los circuitos, se redujo la velocidad en boxes. En definitiva, desde el accidente de Senna las revisiones de las medidas de seguridad en la Fórmula 1 ya fue labor obligada y permanente.

Desde aquel fatídico 1 de mayo de 1994 solo ha fallecido un piloto en la Fórmula 1, Jules Bianchi, y en condiciones extremadamente desafortunadas. Mark Webber y su vuelo en el Gran Premio de Europa de 2010, el accidente de Alonso y Grosjean en Spa 2012, el de Alonso en Brasil (2003), en Melbourne 2016, o el de Grosjean en Bharein 2020… Son ejemplos que en otros tiempos podrían haber resultado fatales. La vida sacrificada de Ayrton Senna salvó otras muchas posteriormente.

Solo hace falta para acercarse hoy en día a la curva de Tamburello en Imola para comprobar hasta qué punto Ayrton Senna sigue vivo, como cada 1 de mayo nos recuerda. Sorprende que todavía numerosos pilotos actuales le mantengan como su ídolo, por no hablar de su todavía omnipresente figura en Brasil.

Tras múltiples años, grandes premios y miles fotografías, aquel periodista que veía las lágrimas en sus ojos en Jerez solo tiene una colgada en la pared de su despacho, tomada por él mismo: la mirada de Ayrton Senna, dentro de su casco.

Fue uno de los episodios más fascinantes que quien escribe estas líneas haya vivido profesional o personalmente. Todo empezó cuando en los monitores apareció la imagen del cuerpo tronchado de Martin Donnelly sobre el asfalto del circuito de Jerez, en el Gran Premio de España de 1990.

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