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Otro desastre para Alonso y Alpine: cuando el azar y los errores te condenan a ser el último
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FIN DE SEMANA PARA OLVIDAR

Otro desastre para Alonso y Alpine: cuando el azar y los errores te condenan a ser el último

Un nuevo fin de semana para olvidar para el piloto español, en que la falta de fiabilidad y una pésima estrategia echaron por tierra un fin de semana que se presumía muy ilusionante

Foto: Fernando alonso, en el Gran Premio de Australia. (EFE/Simon Baker)
Fernando alonso, en el Gran Premio de Australia. (EFE/Simon Baker)
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La Fórmula 1, a pesar de reunir a la flor y nata mundial del pilotaje y de la tecnología, demuestra que sigue teniendo una parte muy humana, tal y como se demostró en carreras como la vivida por Fernando Alonso en el Gran Premio de Australia. Para la afición española, ver acabar al asturiano el último después de haberle visto luchar el sábado por la 'pole position' fue un jarro de agua frío tremendo. De los que duelen.

El primero que lo sufrió fue el propio interesado y así se expresó Alonso al acabar la carrera: "La verdad es que te quedas sin palabras. Estábamos haciendo una buena carrera. Sexto o séptimo era nuestra predicción. Salió el 'Safety Car', reagrupó a todo el mundo, no podíamos parar para cambiar ruedas porque era muy pronto para poner los medios y luego salió otro 'Safety' y tuvimos que parar sí o sí. Pero era demasiado pronto para poner los medios igualmente y, al final, fuera de los puntos. Así que sin palabras".

Foto: Leclerc tuvo un Gran Premio muy cómodo. (Reuters/Loren Elliott)

Después de un gran esfuerzo por parte de los mecánicos de Alpine para reparar el accidentado coche de Fernando durante la clasificación, se optó por una estrategia inversa a la de la mayoría de los coches que tenía por delante, con excepción de Carlos Sainz, que salía una posición delante del asturiano y acabó atascado en la grava, al salirse de pista apenas comenzada la carrera. Puesto en perspectiva, parece claro que arrancar con el compuesto duro fue una decisión desastrosa para ambos. Puede sonar ventajista decirlo 'a posteriori', pero también es cierto que había datos relevantes para alertar de los riesgos de esa elección.

Así trataba de justificarlo el jefe de Alpine, Laurent Rossi: "Sabemos que teníamos ritmo y potencial para un resultado mucho mejor, pero el fin de semana no fue en nuestra dirección. Después de un comienzo prometedor, el 'Safety Car' fue especialmente desafortunado para Fernando, que estaba manejando una estrategia silenciosa, pero efectiva". La aparición del coche de seguridad para despejar el accidente provocado en la vuelta 24 fue ciertamente muy inoportuna para los planes de Fernando, pero aunque se le quiera llamar mala suerte, no es tal. Fue una elección de muy alto riesgo, porque la aparición de un 'Safety' en Melbourne no es algo que pueda considerarse, ni mucho menos, una situación extraña.

Una moneda al aire

El propio Fernando alertaba ya desde el viernes de la dificultad para realizar adelantamientos, además de ser bien conocidas las complicaciones de hacer una buena arrancada y rodar en grupo las primeras vueltas de carrera con los neumáticos duros. Por ello, optar por esa estrategia era básicamente echar una moneda al aire a ver si salía cara. Es una opción sin duda comprensible, pero si sale cruz, como ocurrió, no se le puede llamar en ningún caso mala suerte. Simplemente, te la has jugado y te ha salido mal.

Esteban Ocon, el compañero de equipo de Fernando en Alpine, no arriesgó absolutamente nada y se quedó en el mismo sitio en el que arrancó. Su séptima plaza suponía un puesto de mejora respecto a lo que tenía en parrilla gracias al abandono de Verstappen. Es pura especulación, pero, puestos a arriesgar, podría Fernando haber optado por una estrategia a dos paradas rodando los dos primeros tramos con medios y haber fiado al mismo azar a que apareciera un 'Safety' entre las vueltas 30 y 40. Podría haber salido igual de mal, efectivamente, pero al menos de esa forma dabas opción a que Fernando hiciera una salida y primera vuelta de primerísimo nivel gracias a los compuestos blandos. Con neumático duro, esa opción era impensable.

Max Rivola, que es el jefe de Aprilia en MotoGP y en su momento era el director deportivo de Ferrari cuando Alonso pilotaba para el equipo italiano, reconocía que a menudo el piloto español les hacía quedar como idiotas al leer desde su coche mejor las carreras que todos ellos desde el muro. Da la impresión de que algo parecido ocurrió en Melbourne, como pudo escucharse con toda claridad a través de la radio: "¿Estáis seguros de no entrar en boxes?", preguntó el piloto. "Sí, queda mucha carrera todavía", le contestaron desde boxes. "Ok, supongo, que esto es el fin de la carrera", cerró la conversación decepcionado el asturiano.

Y es que no se equivocaba Fernando. Seguir en pista se reveló realmente una decisión nefasta y, aunque sin señalar directamente al equipo, así lo admitía al finalizar la carrera: "El ritmo estaba ahí, con todos parando con los medios a nuestro alrededor. Pero luego el 'Safety Car' reagrupó a los monoplazas y se terminó nuestra carrera. Los adelantamientos han sido difíciles y especialmente cuando vas en un tren con todos los coches sacando su DRS. Hizo que se degradaran mucho nuestros neumáticos medios y por eso tuvimos que parar de nuevo", concluyó el piloto de Alpine.

placeholder Las paradas en boxes de Alonso fueron a destiempo. (EFE/EPA/Simon Baker)
Las paradas en boxes de Alonso fueron a destiempo. (EFE/EPA/Simon Baker)

Demasiados fallos encadenados

En Arabia Saudí se produjo un abandono cuando se iba en sexta posición, y en Australia un fallo hidráulico en el momento clave de la clasificación. Son dos motores ya los amortizados apenas comenzada la temporada, y la lista de problemas mecánicos no se acaba ahí, sino que se mencionan apenas los más relevantes. Un fallo aislado le puede pasar a cualquiera, pero lo de Alpine indica claramente que no se está trabajando de forma correcta. Es posible que por la búsqueda de la competitividad a toda costa se estén descuidando aspectos como la fiabilidad, pero a veces es mejor admitirlo abiertamente que alimentar unas esperanzas que luego son imposibles de materializar por lo precario de sus fundamentos.

La paradoja es evidente: hacer miles de cálculos matemáticos, tener en tiempo real un equipo de estrategas enviando información desde la fábrica en el Reino Unido o llevar a cabo reuniones interminables para decidir un planteamiento estratégico cuando el resultado final de todo ese laborioso proceso lo fías a un factor absolutamente aleatorio como puede ser la salida de un 'Safety Car'.

Con esta decisión, pierden importancia los errores estratégicos cometidos en la carrera, porque el problema viene de antes: viene de una fiabilidad dudosa y viene también de un planteamiento equivocado de inicio por lo aleatorio. Llamemos, por tanto, las cosas por su nombre, porque el azar y los errores no son mala suerte. Si es que la suerte (la buena y la mala) en realidad existe.

La Fórmula 1, a pesar de reunir a la flor y nata mundial del pilotaje y de la tecnología, demuestra que sigue teniendo una parte muy humana, tal y como se demostró en carreras como la vivida por Fernando Alonso en el Gran Premio de Australia. Para la afición española, ver acabar al asturiano el último después de haberle visto luchar el sábado por la 'pole position' fue un jarro de agua frío tremendo. De los que duelen.

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