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Las heridas internas en la infancia de Lewis Hamilton y por qué es un grande de la F1
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CAMINO DE ROMPER TODOS LOS RÉCORDS

Las heridas internas en la infancia de Lewis Hamilton y por qué es un grande de la F1

¿Será Hamilton uno de los más grandes en la historia de la Fórmula 1? ¿O se ha visto beneficiada su carrera por la estructura más potente y mejor organizada -Mercedes- en décadas?

Foto: Lewis Hamilton tiene todas las opciones para igualar a Michael Schumacher la próxima temporada. (EFE)
Lewis Hamilton tiene todas las opciones para igualar a Michael Schumacher la próxima temporada. (EFE)

Quien valore ser testigo de momentos deportivos realmente excepcionales, tuvo en el Gran Premio de Estados Unidos de Fórmula 1 la oportunidad de vivir uno de ellos. Desde 1950 solo un piloto había llegado a los seis títulos mundiales. El domingo, Lewis Hamilton se unió a Michael Schumacher, y deja a su estela al mítico Juan Manuel Fangio. El británico queda a tiro de piedra para igualar los siete del piloto alemán.

¿Será Hamilton uno de los más grandes en la historia de la Fórmula 1? ¿O se ha visto beneficiada su carrera por la estructura más potente y mejor organizada (Mercedes) en décadas? La respuesta es obviamente afirmativa para ambas cuestiones. Pero a ellas cabe añadir otro ingrediente adicional de cosecha propia: la excepcionalidad de Lewis Hamilton, tanto por su talento innato, su peripecia vital, su singular personalidad. Y las heridas internas que lleva consigo desde su infancia.

Foto: Carlos Sainz tuvo un duro Gran Premio de Estados Unidos. (Carlos Sainz)

"Me siento fresco"

Seis títulos mundiales (por 7 de Schumacher) 83 victorias (por 91 del piloto alemán) (87 poles a favor por 68 de Schumacher). El listado de logros y estadísticas de Lewis Hamilton supera en algunos casos y va al rebufo de Michael Schumacher en otros. Indudablemente, el británico podría retirarse con el mejor historial a semejante ritmo. Porque parece contar con combustible para rato. Recién bajado de su monoplaza con el título en la mano expresaba de nuevo ese pensamiento que tantas veces se ha escuchado durante esta temporada. "No sé nada de campeonatos, pero como atleta me siento tan fresco como se pueda estar ahora. Estoy listo para la próxima carrera, no bajaremos la guardia", declaraba nada más bajarse de su monoplaza, aún casco en la mano. Después de conseguir seis títulos en trece años.

No cabe acudir a la guerra de cifras para establecer esa jerarquía que tanto busca el ser humano para facilitar el pensamiento. ¿Es mejor como piloto Lewis Hamilton que Jim Clark, Ayrton Senna, Alain Prost, Juan Manuel Fangio o Fernando Alonso, por citar algunos ejemplos? No deberían ser los títulos la vara de oro para medir a los más grandes. Ni las diferentes épocas, ni las circunstancias técnicas y deportivas de cada momento permiten una justa equiparación.

placeholder Lewis Hamilton celebró su sexto título en Estados Unidos. (EFE)
Lewis Hamilton celebró su sexto título en Estados Unidos. (EFE)

El don divino y los sacrificios

Indudablemente, la naturaleza o el dedo de Dios les bendice con un talento sobrenatural. Aquel que te introduce a otra dimensión con un volante en las manos, y capaz de asombrar hasta al mismo privilegiado. Un cedazo que ya provoca una inmensa criba. Hamilton está entre ellos. Fernando Alonso lo supo desde el primer día que el británico se subió a un McLaren. Por ello es al único que respeta de entre sus rivales. Trece años después, de aquellos polvos estos lodos. Inmenso talento natural al margen, es en su singular fondo interno donde yace la fuente inagotable de motivación y pasión.

Un talento forjado a fuego desde esa infancia que sigue presente en el hombre de hoy. Formado y pulido por un padre dotado con la ambición brutal que nace de saberse en el lado perdedor de la vida. Por condición social, por color de la piel. Ambos triunfaron, aunque al niño le quedaron las heridas talladas por el camino. Hamilton necesitó de la mano que supiera mecer esa cuna. La de Toto Wolff, capaz de comprender y gestionar su complejidad emocional para extraer ese don divino como piloto. “Cuando Lewis era joven, era el único chico negro entre los niños blancos, y sé que sufrió abusos raciales en la pista. Si eso te ocurre a los ocho o diez años, te dejan heridas que no se van nunca. Si de niño tienes que superar ese abuso y discriminación, se te desarrolla una personalidad más fuerte. Pero también te deja secuelas. Las secuelas y cicatrices de la supervivencia”. En la fortaleza emocional para superar aquellos tiempos, en el recuerdo de las precariedades materiales, de los sacrificios para romper aquel destino social predeterminado, sigue encontrando Lewis Hamilton un inagotable combustible trece años después. Por ello, el agradecimiento forma parte siempre de su discurso.

Mercedes, el entorno para crecer

Pero en la Fórmula 1 también consiste en escuchar, meditar, intuir y saber elegir. Como Hamilton cuando Ross Brawn le enseñaba su visión de la era híbrida dos años antes de que Mercedes impusiera su aplastante dominio. Visualizó también ese anzuelo de gloria que Niki Lauda supo lanzarle para convencerle y dejar McLaren por Mercedes. Aquella personalidad alocada e inmadura de los últimos años de McLaren, esquizofrénica por un exigente padre y un asfixiante Ron Dennis, buscó la libertad para crecer como piloto y como hombre. El potencial de Mercedes puso raíles a su inmenso talento y la voluminosa mochila emocional que transportaba consigo.

Pero a pesar de la superioridad en pista de Mercedes, cuando esta se debilitaba, allí estaba Hamilton para desequilibrar la balanza con su talento y ambición, pulidos durante estos años con Toto Wolff y su eficaz organización. Como en 2018, cuando Ferrari debía haber ganado los títulos. Aquel sensacional adelantamiento de instinto asesino en la primera vuelta de Monza a los dos Ferrari personificaba quién es Lewis Hamilton. Allí acabó de partir el espinazo al equipo italiano, ante los miles de tifosi Con esa pasión por tratar cada carrera como la primera, pero también la última de su vida.

“En el pasado le costaba más sacarse a sí mismo de un agujero, pero cuanto más experiencia ha ganado, más se ha desarrollado su personalidad”, explica Toto Wolff. “Lo mejor de su personalidad es su habilidad para dejar atrás la negatividad, algo muy importante para un piloto. Y para cualquier persona”. Aquí radica el éxito de Lewis Hamilton y sus espectaculares cifras: en haber sido capaz de canalizar una explosiva emocionalidad, combinada con la fuerza motivadora de una vida dura y labrada a golpe de sacrificio que lleva consigo cada día. “Lewis es un ser humano complejo, polifacético como todos los grandes que he conocido. Muchos de ellos son sensibles, y necesitan el entorno adecuado para funcionar al más alto nivel”. "Aún seguimos creciendo, chicos, aún seguimos creciendo", les decía a los suyos por la radio al entrar en la meta. Por ello Lewis Hamilton es hoy seis veces campeón del mundo de Fórmula 1. Y un grande entre los más grandes.

Quien valore ser testigo de momentos deportivos realmente excepcionales, tuvo en el Gran Premio de Estados Unidos de Fórmula 1 la oportunidad de vivir uno de ellos. Desde 1950 solo un piloto había llegado a los seis títulos mundiales. El domingo, Lewis Hamilton se unió a Michael Schumacher, y deja a su estela al mítico Juan Manuel Fangio. El británico queda a tiro de piedra para igualar los siete del piloto alemán.

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