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"Debo ganar y después enterraré a mi padre". La diferencia entre Leclerc y Verstappen
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las personalidades de dos FUTUROS campeones

"Debo ganar y después enterraré a mi padre". La diferencia entre Leclerc y Verstappen

Son dos potenciales campeones del mundo con enorme talento, pero con muy distintos perfiles psicológicos y emocionales fruto también de la personalidad de sus padres piloto

Foto: Hamilton escoltado por Verstappen y Leclerc. (Reuters)
Hamilton escoltado por Verstappen y Leclerc. (Reuters)

“Si me trajeran un psicólogo, le daría una patada. Tienes que mantenerte siempre firme. No necesito a nadie. De todas formas, mi padre es como una especie de psicólogo”. Max Verstappen respondía tajantemente a la insinuación de que su temperamento necesitara ser encauzado emocionalmente. Como en tantas ocasiones, el piloto holandés recuerda la referencia paterna que supone y ha significado en su vida Jos Verstappen, el expiloto. Tanto desde el punto de vista deportivo como humano.

La naturaleza de la competición automovilística obliga a estrechas relaciones paternofiliales si se empieza a correr desde la infancia. Más si cabe cuando el padre ha sido piloto. Esa relación también facilita comprender al protagonista, como en el caso del piloto holandés y tantos otros. Verstappen y Charles Leclerc están considerados potenciales campeones, de modo que sus respectivas experiencias paternofiliales sirven para entender sus personalidades y actitudes. La de Leclerc, sin duda, más dura desde el punto de vista humano, lo que también sugiere por qué Ferrari ha fichado a un piloto muy joven y con escasa experiencia en la Fórmula 1.

"No quise decir nada a nadie"

Hervé Leclerc fue piloto hasta la Fórmula 3. También una personalidad muy diferente a la de Jos Verstappen. Más tranquilo, más humilde incluso, Leclerh hijo está destacando por su lenguaje dentro de la pista, no fuera de ella. “Creo que es un legado de mi padre, es muy importante, porque si no eres sincero contigo mismo, nunca aprendes de tus errores”, explica el piloto francés sobre la personalidad de su progenitor. Y cuando Hervé no pudo ayudar más en la carrera deportiva de su hijo, le puso en manos de Nicolas Todt, manager de pilotos e hijo del presidente de la FIA. Con tales contactos y su gran talento, el joven piloto francés entró en la Ferrari Driver Academy. Hervé seguía cerca, aunque de forma diferente a Jos con Max.

placeholder Verstappen tras el doblado Leclerc. (Imago)
Verstappen tras el doblado Leclerc. (Imago)

Pero Charles Leclerc perdió a su padre el pasado año. Antes, a su amigo y padrino, Jules Bianchi. Y en momentos cruciales de su carrera deportiva. “Supimos que estaba enfermo antes de la última carrera de Abu Dabi de GP3”, a finales de 2016, recordaba el hijo. Una enfermedad terminal. “Al comienzo de la siguiente temporada no se lo quise decir a nadie, me lo guardé para mí. También tenía miedo que si lograba malos resultados todo el mucho lo achacaría a eso, aunque no hubiera sido el caso. Así que el tema fue realmente duro". En Mónaco, para empezar. "En Fórmula 2, el pasado año también fue muy duro”, recordaba Leclerc, cuando llegó la carrera de casa. “Verme correr aquí era su sueño desde que era pequeño, pero el miércoles antes de la carrera le hicieron entrar en coma porque la enfermedad ya era demasiado para él. Fue un fín de semana muy difícil”. Nada en comparación a lo que vendría poco después.

Primero ganar, luego, el entierro

A pesar de semejante mochila en los hombros y el corazón, Charles Leclerc luchó por el título en la Fórmula 2. Días antes de la carrera de Bakú, falleció Hervé. Su hijo lideraba el campeonato. Mauricio Arrivabene vivió la historia de cerca. “Estábamos en el mismo vuelo hacia Bakú y le pregunté qué hacía en el vuelo considerando lo que le había ocurrido (el fallecimiento de su padre días antes). Me contestó: “Tengo que ganar esta carrera, y después me iré a enterrar a mi padre". Entonces, entendí que Charles sabe cómo asumir sus responsabilidades. Y comprendí que puede estar ahí. Si alguien consigue concentrarse en semejante situación, ¿qué es un gran premio de Fórmula 1 en comparación con esto?” reflexionaba el máximo responsalble de Ferrari.

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“Creo que el momento más duro emocionalmente fue cuando logré la pole. Fue la primera vez que lloré por cualquier cosa. Lloraba dentro del casco porque no podía creerme que la hubiera logrado. Después de tres sesiones (de entrenamientos) lo pasé muy mal, y antes del fin de semana no sabía qué podía pasar porque mi cabeza estaba totalmente en otro sitio. Me senté y me dije que tenía que concentrarme para hacer la mejor carrera posible para mi padre, porque se lo merece”. Charles logró la pole y la victoria en las dos carreras, aunque una sanción el última le dejó en segunda posición. El título era prácticamente suyo.

"Todo me ha cambiado como persona"

“Maduré, y ahora veo las cosas totalmente diferente”, explicaba Leclerc recordando aquellas fechas. "Siento la presión, pero es veinte veces menor. Pongo la vida en una perspectiva diferente, porque te das cuenta cuáles son las cosas verdaderamente importantes. Y te das cuenta que no saqué el partido de las pequeñas cosas. Todo me ha cambiado como persona, y cómo veo las cosas”. A diferencia de Verstappen, Leclerc reconoce que sí se ha entrenado emocionalmente con expertos desde temprana edad. En el contexto de su experiencia vital, inmenso talento al margen, se comprenden también sus actuaciones con Sauber. Como esa increíble vuelta en los compases finales del Q2 en Interlagos. Como tantas otras actuaciones esta temporada. No es de extrañar que Ferrari haya decidido romper su larga política de no fichar a pilotos jóvenes y sin experiencia ante la tremenda presión que supone correr con el equipo italiano. La cúpula de Ferrari es consciente de a quién tiene entre las manos. Mauricio Arrivabene lo comprobó aquel fin de semana de Bakú

Tanto Max Verstappen como Charles Leclerc lucharán algún día por el título de campeones del mundo. Son dos enormes talentos, pero con muy diferentes perfiles emocionales. Dentrás de ellos están las claves que alimentarán sus decisiones y reacciones ante los grandes desafíos que a ambos les esperan en la Fórmula 1.

“Si me trajeran un psicólogo, le daría una patada. Tienes que mantenerte siempre firme. No necesito a nadie. De todas formas, mi padre es como una especie de psicólogo”. Max Verstappen respondía tajantemente a la insinuación de que su temperamento necesitara ser encauzado emocionalmente. Como en tantas ocasiones, el piloto holandés recuerda la referencia paterna que supone y ha significado en su vida Jos Verstappen, el expiloto. Tanto desde el punto de vista deportivo como humano.

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