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El quintoesencialismo del Tour de Francia: Vingegaard y sus chavales hacen lo que quieren
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ASÍ ES LA PRUEBA FRANCESA

El quintoesencialismo del Tour de Francia: Vingegaard y sus chavales hacen lo que quieren

Lo que se vivió en Dinamarca parece ridículo en comparación al espectáculo de Spandelles. Qué mal bajan los vueltómanos hoy en día, muy mal, pero qué bonito lo vivido en esta etapa, oiga

Foto: Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard y Wout Van Aert, en el Tour de Francia. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard y Wout Van Aert, en el Tour de Francia. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

Mejor ni miremos a Hautacam. A la historia de Hautacam, digo. O, al menos, a la historia de Hautacam en el Tour, que luego lo que hay abajo, con su Bernadette Soubirous, su cara triste, su beber agua "José Tojeiro style", es asunto distinto. Y allá cada uno con lo que gaste.

Pero a las bicis... Ay, a las bicis. Cinco veces ha llegado hasta allá arriba (carretera que sube a escalones, pendiente media apreciable, dureza bastante alta, no mucho interés en lo paisajístico), la Grande Boucle, y... vaya. A estremecer. Lo del 94 fue chulo, porque se petó a Rominger, y allí 'había que petar a Rominger', ¿eh?, Indurain, Indurain, Indurain, lo, lo, lo, trago de calimocho. Andaban por el asunto también algunos calvos. Ugrumov, que tenía cocorota tipo glásnost, Marco Pantani, con su alopecia "Julio Jiménez", o Armand de las Cuevas, que era más rollo Anasagasti. En fin. Dos años más tarde, Riis sube congestionado, mete plato gordo, lleva una vena gruesa aquí, en mitad de la frente, que parece un limaco 'encarnao'. De todo aquel réquiem que fue julio del 96 aquello resulta, aun, lo más recordado (que no recordable). ¿Y después? Pues mejorando, oigan. El americano en 2000, arrasando todo y a todos (salvo a Javier Otxoa). Después Juanjo y Leo entrando de la manuca, Ricco lanzando declaraciones a lo bocachancla con bañador ajustado. Casi que relaja ver a Vincenzo Nibali después de todo eso.

Foto: Miguel Ángel López, con el equipo Astana (EFE)

En fin, que vuelve la carrera hasta Hautacam, la cima que no tiene palmarés, sino crónica de sucesos. Última etapa de Piris. No hay otra más dura, no hay otra que tirada mejor. Y, aun así, se le pueden sacar pegas, porque somos muy de sacar pegas. Algo antes de Aubisque. Más kilómetros. Esos asuntos. Pero... recorrido dispuesto, sobre él vamos a correr.

La etapa, decíamos, tiene lo suyo, no me malinterpreten. De primeras... el Aubisque. El Aubisque por su vertiente más jodida, esa que empieza suave por el bosque de Laruns y se vuelve loca, pero loca loca, cuando pasas Eaux-Bonnes, que es un sitio muy cuco, con aire de Baudelaire pimplando absenta, pero en medio de los montes. Vayan, háganme caso. Y eso, que Aubisque es puerto serio, no una locura, pero sí serio, y desgasta de narices, porque no tiene descansos, y hasta la bajada importa, porque la bajada va por el Circo de Littor, y solo por ver el Circo de Littor merece la pena tragarse etapas y etapas de combatividad leve (que han sido las menos en este Tour).

placeholder Christophe Laporte y Jonas Vingegaard, celebrando el cuatro triunfo de Jumbo-Visma en el Tour de Francia 2022. (EFE/EPA/Yoan Valat)
Christophe Laporte y Jonas Vingegaard, celebrando el cuatro triunfo de Jumbo-Visma en el Tour de Francia 2022. (EFE/EPA/Yoan Valat)

Luego llega Spandelles, que es un puerto inédito en estos lares. Largo, duro, y carreterita. Pero carreterita en plan guay, porque menudo descenso, Spandelles. Para que pierda Enric Mas 17 minutos, 14 plumas y 52 seguidores en Twitter. Eso o empieza a rellenar los papeles para estudiar Ingeniería Informática por la UNED, también les digo (Periodismo no, en Periodismo solo hay palajustranes). Sitio para jugarse la carrera, ese descenso de Spandelles, si es que alguien quiere arriesgar (y puede abrir distancias), porque lo de atacar cuesta abajo es tan fácil como peligroso.

Ay. Y luego Hautacam, que yo ya no les cuento más cosas sobre Hautacam. Llegaba la etapa, encima, como oportunidad postrera. Ha sido un buen Tour (y lo seguirá siendo con independencia de la foto que tengamos en París), y esto era traca definitiva. Sentimientos contradictorios, ¿eh? Digamos que Peyragudes ha mostrado dos ideas con interpretación distinta. La una... que Pogačar no deja a Vingegaard en los puertos, y que, quizá, ni siquiera tiene fuerzas para intentarlo. La otra... que el equipo del danés se resquebraja (ja, ja, ja, cómo cambia el rollo en 24 horas, colegas), mientras McNulty y Mikkel Bjerg anduvieron por la zona de Luchon como si fueran Van den Bossche y Robert Millar. Más o menos. Así que... esperanza y resignación a partes iguales. En fin, no es mala receta, normalmente solo tenemos de lo segundo...

Así que... veremos. Puede ser el lago Trasimeno o un cachorro de 'golden retriever' (que también es cuquísimo, pero pega poco en las bicis). Vale, muy bien... ¿Quieren saber qué fue la etapa de Hautacam? Pues el quintoesencialismo de este Tour. Todo lo que hemos vivido desde Dinamarca (un saludo a Yorick) elevado a la enésima potencia. Vingegaard inalterable e inalterado, Pogačar intentando sin premio, Van Aert haciendo cosas literalmente increíbles, Jumbo disfrazado de cualquier equipo demoledor que usted recordar quiera y el resto a miles de minutos de distancia. Gaudu remontando, Daniel Felipe Martínez mandando besitos a cámara, Pinot moviendo los hombros, Meintjes ataca cuando menos se le esperaba que atacase. Todo eso. Pues aquí más, y mejor.

Foto: Fabio Jakobsen, tras su esfuerzo en la subida de Peyragudes

Cosas conocidas. Fuga desde el principio. Fuga enorme, que cuesta cuajar, que llega a tener 50 tíos. Pero fuga, sí, que comienza el de siempre. Bajan bandera, salida real... y ataca Wout van Aert. Ataca Wout van Aert. Léanlo, vuélvanlo a leer, y léanlo un total de 18 veces. Van Aert ha sido protagonista en todas las etapas del Tour, salvo una. Es actuación esplendorosa, es un derrocha magnífico. El más fuerte de la Grande Boucle, aunque "solo" lleve maillot color 'prao'. Luego, en Hautacam, daría exhibición postrera (o no, que quedan crono y París). Acojonante.

Lo serio empezaba en Spandelles. Único col que debutaba en el Tour. Ojalá vuelva pronto, porque menuda cosa guapa. Carreteruca, rampas sostenidas, una bajada de asustar. Y Tadej. Que lo intenta. Hasta en cuatro ocasiones. Cabeza de hierro, espíritu para no rendirse. A cada golpe responde, con suficiencia, el danés. Con suficiencia significa que no pierde un metro, y que, incluso, cuando llega donde el otro lleva una cadencia bajísima, como si pudiera mover las patas a mucha más velocidad en caso de necesitarlo. Que igual son impresiones, pero en estos asuntos las impresiones cuentan.

El caso es que se van solos cuando quieren, y entran otros cuando paran, porque mantener envite de lejos somete a riesgos. Conecta, siempre, Sepp Kuss, que anda en plan exhibición, y luego Thomas, y luego algún 'guest star' venido a menos. No importa. Todo el mundo sabe qué se juega y quiénes se lo juegan.

Foto: El ciclista esloveno Tadej Pogacar vence en Luz Ardiden. (Efe)

Bajando... lo mismo. A estas alturas anda ya Pogačar un pelín 'desesperao', y empieza a hacer un descenso bien raro, con trazadas que te firma Pierre Nodoyuna, y vuelven a quedarse solos los dos mejores, y primero tiene un susto Vingegaard (que pedalea mucho antes de lo debido en una curva), y luego Pogačar entra pasado, no corrige, acaba en el suelo. Jonas espera, deja que se reincorpore, ambos se dan la mano. Y, a ver, dos cosas.

Primera... qué mal bajan los vueltómanos hoy, amigo. Pero qué mal, qué mal. Pogačar iba jugándose el pellejo para nada, Vingegaard solvente, pero, mira..., detrás Thomas (ejem), delante Pinot (ejem), a un mundo Mas (ejem, ejem). Yo tengo mis teorías sobre esto (falta de formación en la base, carreteras cada vez mejores que no te enseñan a reaccionar ante situaciones extremas, los frenos de disco, que hacen algo similar), pero son todas conjeturas de 'cuñao', para qué negárselo. Eso sí... ocurrir... ocurre. Y es dantesco.

placeholder Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar en la salida de la decimonovena etapa. (Reuters/Christian Hartmann)
Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar en la salida de la decimonovena etapa. (Reuters/Christian Hartmann)

Segunda... lo de esperar. Que aquí cada cual es un mundo, y todos tenemos el concepto de deportividad en un tramo diferente del libro (dependiendo de si ustedes eran del Newteam o del Toho). Pero, por ser sincero, a mí me pareció un poco la "patraña de niñatos" que dijo una vez Carlos Sastre. No el acto, sino el contexto. Vamos, que Pogačar cae porque va forzando como un loco. O, dicho de otra forma, asumes riesgos y debes recoger consecuencias. Si Vingegaard besa el suelo porque el otro lo obliga... ¿sería lógico que esperase Tadej? Pues aquí tampoco. Lo demás es jugar con red (más o menos, conozco mejor que nadie que "riesgos", en una bajada de ese tipo, incluye más acepciones a "rasponazo en la cadera", pero creo que se entiende el rollo).

Y luego, Hautacam... En fin, un 'show'. Van Aert chuleando a Pinot y Daniel Felipe Martínez. Kuss, Van Aert y Vingegaard en un grupo con Pogačar de cuarto integrante (solitario, un poco emo). Y la secuencia dramática del Tour. Una que te la firma Isabel Coixet hasta arriba de negronis. Daniel Felipe que lanza un bidón a la cuneta, donde espera cierto aficionado (camisa, pantalón corto, aspecto ceniciento en la piel, pinta de volverse mañana pronto al curro en Gelsenkirchen). El muchacho sigue con su vista la ponchera, no le importa nada, no le importa Hautacam, ni el podio de París, ni que Jan Ullrich pasase ahora con el brazo lleno de vendas... nada. Él solo tiene ojos para la caramañola. Que rueda. Que se pierde ladera abajo. Y su mirada... su mirada. El desconsuelo, la tristeza, el dolor. La expresión de pesadumbre más pura de estos 21 días la dibujó aquel pobre hombre. Mientras nuestra cámara se iba alejando (los realizadores son seres sin corazón), el tipo todavía asomó rostro hasta aquel barranquillo, por si hubiera alguna posibilidad de... Ay.

Después de ese melodrama no querrán ustedes demasiadas alegrías, ¿no? ¿En pocas palabras? Vingegaard y sus chavales hacen lo que quieren. Tanto que Wout van Aert (que mide lo mismo que yo, aunque pesa algo menos) se hizo un kilómetro loquísimo y dejó a Pogačar, siempre con su líder a rueda. Lo nunca visto, solo que sí. Al final, el danés se marcha solo, mete ritmo, aumenta distancias con Tadej, con Wout, con su sombra, sus temores y sus desconfianzas. Victoria en la etapa reina de Pirineos, como hizo victoria en la etapa reina de los Alpes. Amarillo por derecho. Segundo entra Pogačar, que ha sido vencido, pero no derrotado. Veremos en septiembre (dicen que viene a la Vuelta) si esto ha sido para él Deux Alpes u Orcières Merlette. Pinta bien, por lo de no rendirse, pero... Detrás Wout van Aert, que aceleró porque le quedaban por repartir dos o tres 'pizzas', pintar la fachada del British Museum y darle de cenar a la hija de Jonas. Visto lo de este Tour con Wout hay que descartar pocas cosas en el futuro, ya sean clásicas, vueltas menores, tres semanas, la Eurocopa, la NBA, Roland Garros o el rosco de 'Pasapalabra'. Yo no le pongo límites, por si acaso.

Foto: Magnus Cort Nielsen celebra su victoria. (EFE/EPA/Yoan Valat)

El resto... un mundo. Thomas cierra podio, ocho minutos. El cuarto se va hasta 11, 13 y medio al quinto. Yates, décimo, 20. Enric Mas estaba un puesto después, a 24, solo que no salió al día siguiente, por lo del covid, y pierde incluso esa posición. Es tentador ponernos al elucubre sobre si hubo borrón, espantada o quiebra de cabeza... Es tentador, aunque yo no lo creo. Demasiados puntos en liza (y no le sobran a su equipo, más necesitado que el Cádiz en cualquier marzo de los años 80) como para consentir depende qué cosas. Damos buena, entonces, la explicación covid (tampoco fue el primero estas tres semanas, eh) y esperamos se recupere para la Vuelta. Que el año pasado fue segundo, no olvidemos. A ver.

El viernes ganó Laporte, porque, en fin, el viernes le tocaba ganar a Laporte. Ya puestos... No descarte a Vingegaard para la crono, a van Aert para los Elíseos y al mecánico de Jumbo para el Giro de Lombardía. Menuda superioridad. En conjunto, y siendo objetivos... Humillación para todos. Pero que no se nos pase... Gloria a Jonas Vingegaard, a Tadej Pogačar y a Wout van Aert. Solo con ellos tres me han apañado un julio de lo más entretenido...

Mejor ni miremos a Hautacam. A la historia de Hautacam, digo. O, al menos, a la historia de Hautacam en el Tour, que luego lo que hay abajo, con su Bernadette Soubirous, su cara triste, su beber agua "José Tojeiro style", es asunto distinto. Y allá cada uno con lo que gaste.

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