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Derrota dulce de Pogacar, anticlímax en una etapa con defectos y corredores sin piernas
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TRAS LA DECIMOSEPTIMA ETAPA

Derrota dulce de Pogacar, anticlímax en una etapa con defectos y corredores sin piernas

El esloveno recupera la sonrisa, pero sabe que ha perdido la jornada Tenía buena pinta el Col d´Azet y en eso se quedó. Aunque para buena pinta la que tiene Vingegaard

Foto: Subida de Peyragudes, en la decimoséptima etapa del Tour de Francia. (EFE/EPA/Yoan Valat)
Subida de Peyragudes, en la decimoséptima etapa del Tour de Francia. (EFE/EPA/Yoan Valat)

Lucía chula la etapa de Peyragudes, amigos. Lucía chula, al menos por nombres, que en esto de las bicis lo de los nombres siempre tiene lo suyo, que nos pirra contar historias, que nos las pelamos contando historias.

Lucía chula, digo, porque pasaba por algunos lugares sacros en los Pirineos. Que son sacros, sacros. Vale, vamos a dejar una cosa clara... lo del kilometraje es un chiste. No puede terminar la tarde con tres horas y media de carrera, porque eso es salida para escritores gorditos el sábado antes del vermú, y no para superhombres que montan en bici a ritmos nunca antes vistos (o sí, en el 97, veremos). Entonces... todo lo demás que explique viene condicionado por el diseño chiquilicuatre del parcial, que tenía puertos, sí, pero también cosas para mirar al piso, mover un poco así la puntera y decir, “qué, no me pareció para tanto”...

Foto: Vingegaard y Pogacar, el Tour es cosa de dos. (EFE/EPA/Guillaume Horcajuelo)

Soltado el discurso... los cols. Qué bonitos, los cols. Aspin, por el lado duro, camino de Tourmalet, esos falsos llanos que han escrito sus buenas páginas en la Grande Boucle. Luego Hourquette d´Ancizan, que es recién llegado por este tema, pero a bonito no le ganan los otros. Y después... silencio, redoble de tambor, en pie todos... el Col d´Azet. Subiendo por una carreterita, sí, pero bajando por Val Louron. Val Louron, tío. Gaugamela, Mühlberg, Austerlitz, Val Louron.

Aproximadamente, igual me olvido algo. Eso, la madre de todas las hostias. Allí nació Miguel (solo que Miguel había nacido mucho antes, porque de aquellas era esto de Francia cosa de guisar lento, de hacer chupchup, de ir salvando obstáculos), allí volvió Chiapucci, allí murió Lemond, y Fignon, y Perico. Todo eso. Ah, fueron 232 kilómetros, el primero en meta hizo siete horas y once minutos. Por si están ustedes tentados de comparar (con desarrollos mucho más difíciles, con bicicletas mucho más pesadas, con carreteras mucho más rotas). En fin, déjenme que llore un momentuco. Por lo que fuimos. Por lo joven que yo era. Ay. Ya está. Continuemos. Tour 2022.

placeholder Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar subiendo en Peyragudes. (EFE/EPA/Yoan Valat)
Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar subiendo en Peyragudes. (EFE/EPA/Yoan Valat)

Final en Peyragudes. Que es subir el Peyresourde (“el Pirisur”), y luego tirar para arriba hasta una estación de esquí. Solo que estos de la Grande Boucle se empeñan en buscar cénit máximo, y aquí hicieron lo mismo que en La Planche. ¿Recuerdan la diferencia entre Planche y Superplanche? ¿Y recuerdan las hostias que repartí aquel día por alargar el tema con un apéndice artificial que no aporta nada? Releo la frase y pienso en Cristiano Ronaldo, no sé la razón. Bueno, que eso, que una auténtica tontería. Una que, además, predispone, limita y (normalmente) obliga a conservar, porque los de las bicis se acojonan bastante cuando ven paredes así de gordas. Sumen la boutade de que aquí hicieron una peli de James Bond (una toma de una peli de James Bond, por ampliar bochorno) y nos queda final de anticlímax absoluto. ¿Estético? Como un gambeteo de Marcelinho Carioca. ¿Inútil? Como un gambeteo de Marcelinho Carioca.

Digamos que el día empezó regulinchi para Pogačar. Ayer entró Marc Soler fuera de control, así que... uno menos. Y tampoco iba a salir Rafal Majka, que rompió la cadena subiendo Péguère y eso le provocó una microrrotura, porque dar una pedalada en el aire, a estos niveles, es cosa de violencia máxima. Así que, a priori, jodido... Le quedan tres compañeros. Hirschi, que sigue buscándose... Mikkel Bjerg, que sigue buscándose... y Brandon McNulty, que aún no se encontró.

Pasa que el ciclismo es algo imprevisible, como las notas de fin de curso. Y, cuando menos lo esperas... pam, todo empieza a discurrir por la senda adecuada. Y eso, que logran los de Pogačar aislar a Vingegaard. Por vez primera. Relativamente lejos de meta. Situación idónea. Ahora dependen del jefe.

Foto: Tadej Pogacar, vencedor de la decimoséptima etapa del Tour (REUTERS/Gonzalo Fuentes)

Antes... pues escaramuzas, escapadas, todo bastante controladete. Ya dijimos que la etapa tenía defectos claros en su diseño... Pocos kilómetros, que eso ya es de vergüenza. Pero hubo otro más sutil, uno que se viene repitiendo en (casi) todas las jornadas montañosas del Tour. De salida... nada. Sin puertos, sin dificultades, sin ascensiones. Eso provoca que las fugas no sumen grimpeurs de cierto espesor, sino una mezcla heterogénea de todos y mehs. ¿Riesgo de bidonazo? Casi cero. ¿Posibilidad de leña desde el principio? Pues prácticamente cero. Vamos, que hay dos jornadas en la misma jornada. Así que escarceos chiquitines hasta Aspin. Pero todo cambia en la Hourquette d´Ancizan. Porque tira Mikkel Bjerg, y apenas hay fuerzas, y todo se parte en tres, en cuatro, en diecisiete. Bardet cae pronto, Yates lleva una torrija como para venderla en la pastelería de mi pueblo, Enric Mas está enricmaseando. Novedades... los compañeros del líder parecen ir menos que otros días. Ojo.

Subiendo Azet hay más leña. Pilla ritmo Brandon McNulty. Brandon McNulty, que no había dado setenta pedaladas por Pogačar desde Copenhague. Brandon McNulty, que parecía totalmente muerto. Ese Brandon McNulty, el de la traca en Itzulia, allá por 2021. Bueno, pues anda Brandon (como el de Sensación de Vivir, seguramente envidiando a Dylan, que ganó Roubaix) con piernas juguetonas, y pone ritmo de morirse. Y, claro, se va muriendo gente. Gaudu, que tiene cara de cadáver desde el Macizo Central. O Quintana, que se queda clavado en una herradura y después... bucle espacio-temporal. Y Geraint Thomas, quien se mostraba sólido, pero calza ese cuerpazo que parece el padre de los otros dos, como si llevas a Pablo Alfaro para entrevistarlo en El Hormiguero...

Así que quedan los tres... McNulty, Pogačar, Vingegaard. Situación inédita en todo el Tour, pero... No hay piernas. O no hay piernas con diferencial, porque cuesta arriba Tadej no lanza ni un atacuco, y solamente hace amago de meter caña cuando están coronando Azet. De nuevo lo que dijimos más veces... crear tensión, no dejar que el otro descanse, provocar errores, generar nervios. Está bien, muy bien. Pero lo de hoy, pese a cómo acabó, no fue combate nulo, sino derrota de Tadej. Derrota dulce... aunque derrota.

placeholder Tadej Pogacar, celebrando su triunfo en la decimoséptima etapa del Tour de Francia. (EFE/EPA/Yoan Valat)
Tadej Pogacar, celebrando su triunfo en la decimoséptima etapa del Tour de Francia. (EFE/EPA/Yoan Valat)

Porque subiendo hasta el aeródromo de Peyragudes (que menuda ridiculez, sí, subir hasta el aeródromo de Peyragudes) pues... nada. Pero nada de nada. McNulty entra tirando en el último medio kilómetro, no les digo más. ¿Rendición de Tadej? Bueno, queda Hautacam, que es la etapa más dura de los Pirineos (y, con sus errores a la hora de diseñar, la única que podríamos denominar como digna dentro de un contexto Historia-del-Tour), pero se hace difícil pensar en un vuelco radical solo veinticuatro horas más tarde. Digamos que hoy no hubo tiros de calibre grueso, y Vingegaard salió intacto de los otros. Mucho por decidir, pero pinta a lo que pinta.

Pinta, aunque sea premio menor, a que Pogačar sigue siendo más explosivo en el sprint. Al menos en un sprint como ese que hicieron los dos mejores del Tour (Wout es el puto más mejor del Tour, y dueño de mi corazón y de mi alma inmortal) en esa rampona tontísima que parecen poner solo para la imagen de los corredores saliendo desde la misma nada. En fin. Digo que Pogačar es mejor para estos asuntos, pero sí pareció que Vingegaard buscaba disputar, e incluso lo adelantó durante unos metritos, pero finalmente el esloveno pudo imponerse. Tercera etapa para él, las tres ejecutadas de una forma parecida. No le vale, así no le vale. Botín excelso, pero tampoco le llegaría otra victoria por la mínima en Hautacam. Allí es cosa de buscar distancias, de generar diferencias...

Detrás parece que Thomas sentencia el pódium. Etapa con kilometraje ridi, pero llegan de uno en uno y ventajitas buenas. Cuando se corre a fuego es lo que hay. Vingegaard, Pogačar y McNulty batieron el récord de subida al Col d´Azet. El anterior era de Ullrich, Virenque y Pantani. A fuego, ya les digo. A fuego. Veremos mañana en Hautacam, que es un sitio de los de estremecer si conoces su historia. Veremos.

Lucía chula la etapa de Peyragudes, amigos. Lucía chula, al menos por nombres, que en esto de las bicis lo de los nombres siempre tiene lo suyo, que nos pirra contar historias, que nos las pelamos contando historias.

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