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Vingegaard aguanta a Pogacar (con el equipo descompuesto) en las etapas de las caídas
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Un rival inesperado

Vingegaard aguanta a Pogacar (con el equipo descompuesto) en las etapas de las caídas

El danés continúa una jornada más como líder mientras el esloveno espera su oportunidad para sumar su tercer Tour consecutivo. Entramos en la última semana de la gran vuelta

Foto: Tremenda batalla por el liderato del Tour entre Vingegaard y Pogacar. (Reuters/Christian Hartmann)
Tremenda batalla por el liderato del Tour entre Vingegaard y Pogacar. (Reuters/Christian Hartmann)

La media montaña del Tour.

Ay, la media montaña del Tour.

Digamos que la media montaña del Tour es como cualquier media montaña... bastante bluf casi todas las veces. Vamos, que somos muy amigos, aquí, de inflar puertos para que parezcan Tourmaletes (tampoco a nivel París-Niza, pero algo sí), y luego nos llevamos unos sustos tremendos cuando vemos platos gordos subiendo a toda velocidad.

Pasa que, a veces, la media montaña del Tour es media montaña de la buena, y la media montaña de la buena es una de las cosas más jodidamente hermosas que puedes ver en esto del ciclismo. Porque no hay un metro llano, porque las carreteras son como son, porque parece aquello sembrado de trampas para cazar úrsidos y dos o tres francotiradores en la cima de los castaños. Eso es media montaña. Y allí, amigos, se deciden Grandes Boucles. ¿Les suena Bahamontes? Sí, sí, el del Tour 59. Pues ganó la carrera en una etapa de media montaña. Escapado con Charly Gaul, que también tiene pedigrí. Los dos 'grimpeurs' supremos de siempre...

Da también, la media montaña, para juguetear con el equipo. Que, oye, para eso tienes que tener equipo. O, en su defecto, comprarte un equipo, porque estos parciales ven más mercenarios que una peli de Stallone (o una votación para presidente de comunidad autónoma). Así que la gracia es esa... multitud de variables. En los grandes puertos... pues priman las fuerzas de forma (casi) exclusiva. Aquí entran otros factores. Y eso también mola.

placeholder Los ciclistas, durante la decimoquinta etapa del Tour. (Reuters/Christian Hartmann)
Los ciclistas, durante la decimoquinta etapa del Tour. (Reuters/Christian Hartmann)

Los tiempos pasados siempre fueron mejores

Mola, además, porque el Tour de este año es un continuo recuerdo. Un recuerdo de tiempos mejores (tampoco lo tomen al pie de la letra, pero es que yo era más joven, así que todo me parece mejor), un recuerdo de lugares míticos. Lugares donde suenan 'Cuerdas de acero' (Barón Rojo, año 1985) o 'Pedrá' (Extremoduro, año 1995). Lugares, sí, mucho más horteroides, pero qué bien lo pasamos, tú.

Ay.

Saint-Étienne, por ejemplo. Lucho en 1985 (y tú, tormentas de trueno sin luz, eres símbolo de libertad, yo nunca podría vivir sin tus cuerdas de acero tocar), bajando Croix de Chabouret. Gravilla, cuerpo a tierra, rostro en el asfalto. Sangre que corre por las sienes del Jardinerito. Llegada con su maillot 'a pois' lleno de manchas rojas, cara como si fuese icono de catedral. Eso marca, colegas, eso marca.

(También lo de Ullrich en 1997, pero yo he venido aquí a hablar de Lucho).

Digamos que este año era todo mucho más sencillo, mucho más fácil, sin bajadas técnicas, sin peligros evidentes. Pero oigan, que es macizo central, y allí calienta el sol que da gusto. Y, además... etapa tras los Alpes... peligro. Celadas y más celadas. A ver.

placeholder Recta final de la decimoquinta etapa del Tour. (EFE/Yoan Valat)
Recta final de la decimoquinta etapa del Tour. (EFE/Yoan Valat)

Etapas marcadas por las altas temperaturas

Pues no. Calor, calor, y escapada sin peligro. Ya les dije yo que tampoco era la cosa para tirar cohetes. Aun andábamos asimilando el asunto de Granon y Huez, así que... Comentarios, reflexiones, podrá o no podrá. Todo muy Shakespeare, pero con menos monólogo. Salvo por Wout van Aert, ¿eh? Bueno, Wout van Aert no destaca camino de Saint-Étienne, y es la primera vez que no lo hace en todo el Tour. Etapa 13, por contextualizar. Hasta entonces todos los días (todos) Wout había protagonizado batallas, gregariados o situaciones tácticas. Se dice pronto.

Y eso, que victoria para Mads Pedersen. Mads Perdersen es aquel muchacho que ganó un Mundial teniendo más mofletes que palmarés. Era un chavalito, y aprovechó calambres de uno, pájaras de otro y que, hostias, era un día auténticamente infernal. Yo estuve allí, porque chupar frío y agua en Yorkshire es de guapos, ejem. También lo pasamos guay, ¿eh? En Harrogate instalaron, por ejemplo, un rodillo en pleno pub. Un rodillo conectado a mierdas de esas que te miden la potencia de pedalada. E hicieron concurso. Te tenías que beber una pinta del tirón pedaleando durante todo el proceso. Quien más vatios desarrolle... gana. Unas risas, aquello, con los belgas completamente mamaos tirándose el líquido por la pechera, todos gritando como auténticos becerros y, en general, imágenes dantescas. Bueno, ya saben. Que ganó Mads Pedersen. Buen currículum se está montando.

Segundo homenaje. Col de Mende, año 1995. O col de Croix Neuve. O Montée Jalabert, directamente, porque lo de aquel julio fue la hostia con Laurent. Tres kilometritos nada más, pero bien pindios y con recorrido antes que... escalofríos. Lo de ese año, ¿eh?, este es más fácil. Entonces, verano a mitad de los 90 (no me importa que me claves como a un Cristo en la pared, ¡ten cuidado, no me falte de comer!) montó Manolo Saiz un zafarrancho gordísimo contra Miguel Indurain, con Mauri, con Stephens, con Jalabert y con otros tipos que pasaban por allí y, mira, decidieron colaborar, porque la hipoteca no se paga sola. Aquello está muy mitificado (yo creo que nunca anduvo en peligro el quinto Tour) pero ha quedado como epítome de jornada mediomontañosa en esto de la Grande Boucle. Y, qué coño, es algo realmente disfrutable. Hoy, al menos, cuando sabes que acaba bien para Indurain. De aquella sufrimos como perros.

placeholder Pogacar saluda a la afición. (Reuters/Christian Hartmann)
Pogacar saluda a la afición. (Reuters/Christian Hartmann)

Los finales, similares

La etapa del Tour 2022 tiene final idéntico, pero la parte intermedia falla. No es tan agonística, no tiene tanta complicación, el asfalto tampoco es el que era en 1995 (que menudos asfaltos en esa zona por aquellas fechas, amigos) pero, en fin... siempre garantiza sus diez minutos de emoción (ay), y tienes la posibilidad de cascarte un par de horas cual cochino en fango...

Incluso algo más, si viene todo de cara. Que casi, ¿eh?, casi. Salida loquísima, Pogačar atacando. Salida 'loquaos tirodillo' en pleno pub. Un rodillo conectado a mierdas de 'esasqueí', como lo oyen, Pogačar atacando. A 180 kilómetros de meta mete una hostia el segundo de la general. El que ha ganado los dos últimos Tours, el que tiene también Monumentos. El de la pájara en Granon. Digamos que no sirvió para nada, en definitiva, pero resultó hermoso (y es captura para guardar, ¿eh?, con el maillot blanco apretando y el numerito de lo que falta en la esquina superior izquierda).

Foto: Maurizio Frondiest, cuando estaba en activo. (Cedida)

No fue solo él. Escaramuzas de todos los colores, hay favoritos delante, atrás, Vingegaard se corta, todo parece que pueda ocurrir, Vingegaard se corta, ojo que tenemos zafarrancho, Vingegaard se corta. Sucede que Vingegaard cuenta con dos comodines... las patazas siderales que tiene y... Wout. Sí, él. Cuando Jonas tiene algún problema saca el móvil, va a llamadas frecuentes y... "mira, Wout, hola, qué tal... oye, la familia bien, ¿no?... sí, sí, me alegro, joder, son majísimos... a ver, te llamo... ¿puedes venir a cortarme el césped mañana?, sí, mañana... y ya puestos haces la compra... ah, y necesito que remates un muro que tengo a medio hacer... y la aspiradora, la aspiradora es muy importante. Y, hostia, que no se me olvide... el chaval tiene que entregar un trabajo en clase... La Revolución Industrial, 15 páginas, times new roman, cuerpo doce, interlineado sencillo. Para el lunes, sí. Joer, qué majo eres, Wout". Más o menos, es una dramatización. En esta Grande Boucle van Aert debería llevar autobús propio (o tirar de él), porque vale como todo un equipo. De forma absolutamente subjetiva... el tío más fuerte de la carrera. Es imposible hacer más cosas de las que hace él. Hacerlas en condiciones, digo, que de chapuzas está el mundo lleno.

Así que dos carreras. Escapada por delante, los favoritos que esperan hasta Mende. En vanguardia... a ver, cómo se lo explico... de primeras, dos barbas. Que ya es difícil ver una barba en ciclismo profesional (demasiados mocos, háganme caso), como para que se junten dos. Simmons y Geschke. Ellos sabrán. Y luego... robaperas. Tren de Glasgow. Torete, Vaquilla, banda sonora de Los Chichos, iban dos primos y dos hermanos / iban a chorar y los delataron. Vamos, que una colección de sujetos peligrosísimos, de tipos acostumbrados a jugarse los cuartos y ser más listos que nadie. Pascal Richard y Rui Costa lo ven desde casa con sonrisa en el rostro y un pelín de nostalgia.

placeholder Vingegaard mantiene el maillot amarillo una etapa más. (EFE/Guillaume Horcajuelo)
Vingegaard mantiene el maillot amarillo una etapa más. (EFE/Guillaume Horcajuelo)

Resolución de lo más atractiva, con Michael Matthews (un tío con menos victorias que merecimientos) acortando su esperanza de vida quince o veinte años para mantener ventajas con Bettiol (segunda semana lejos de casa, de las pizzas de su madre, y mejora de nivel), luego para no perder la rueda de Bettiol, más tarde para adelantar a Bettiol. Merecidísimo.

Ah, durante mucho tiempo estuvo rondando el amarillo virtual un tipo tan inesperado (e inesperable) como Louis Meintjes. Meintjes, chuparruedas honorífico, sufridor sin mácula. Meintjes, que parecería a punto de quedarse hasta en una grupeta con Torrente, Amelie Poulain y Chiquito de la Calzada contando chistes. Pues mira, ahí lo tienes. Un día se dio cuenta de lo divertida que es la bici, de lo que mola atacar y... Tour de filtrarse en cosas, el suyo. Ahora se le ve más que antes, y consigue resultados (casi) idénticos. Igual es buena táctica para alguno de esos que aguanta, aguanta y aguanta con objetivos de 'top 10', declaraciones de 'top 20' y carisma de 'top 153' (cof, cof, no miro a nadie, cof, cof, ya saben de quién hablo).

Foto: Girmay celebra su triunfo. (EFE)

Por detrás... pues adivinen. Van Aert estaba cambiando los azulejos del baño a Jonas cuando le dijeron, eh, Wout, tira un rato, que también eres ciclista pro. Se puso y... buuuum, todo por los aires. Sucede que... bueno, yo no sé mucho de esto, pero a quien le interesa endurecer es a Pogačar, porque Jumbo tira bien con lo que tiene (como para no, oigan), y deberían discurrir por la vía de los conservadores, como si fueran ciudadanos ingleses. Pero vamos, que no me voy a quejar yo porque haya leña. Que la hubo. Pogačar ataca, Pogačar tira, el otro va soldadísimo a su sombra, los demás parecen solo peleles en sus manos. Al final... combate nulo, pero datos que invitan a la reflexión. Como que los dos de cabeza hayan casi calcado los números de Marco Pantani en esta subida, año 1995, pese al parón de los últimos metros...

Se vienen Pirineos animados, parece. Y luego Carcasona. Que tiene menos rollo histórico en esto de las bicis. Bueno, y en lo otro, porque a ustedes Carcasona se lo venden como lo puto más mejor, pero en realidad es un invento que se sacó de la manga Viollet-le-Duc en el siglo XIX. ¿Quedó cuco? Quedó cuco... pero es tan medieval como una peli de la Marvel. Esta, además, era etapa llana, así que como mucho esperábamos fuga típica de "llevamos 12 días compitiendo, anda, permítenos un ratuco andar por ahí, deja que los chavales camelen".

placeholder Muchísimos aficionados se desplazaron para ver la etapa. (Reuters/Christian Hartman)
Muchísimos aficionados se desplazaron para ver la etapa. (Reuters/Christian Hartman)

Los aburridos inicios

¿En una palabra? Coñazo inicial, frenesí final (como las citas de los adolescentes). Entre el calor que hace por toda Europa, que era domingo y (más o menos) todos andamos con resaca, y que los ciclistas decidieron tomarse el día relajado pues... Salida con chistes de Perico (Delgado, no piensen mal), discusiones sobre si lo correcto es decir 'Croix de Fer' o 'Cruz de Hierro' y dos o tres autobombos metidos con calzador. Poca cosa más, yo lo siento, no volverá a pasar.

Un par de detalles. Los dos de Jumbo. El primero... Primož Roglič a casa. Que llevaba unos días renqueando, que parecía ir a menos. Acabará como acabe, pero Roglič ha sido decisivo tirando bombas de humo en el Galibier. Entonces Tadej no sabía si llevaban metralla gorda o no, así que tragó anzuelo hasta el fondo y luego vino lo que vino. A mí me parece raro que abandone, la verdad, quedando una semana y teniendo al compañero de líder, pero de Roglič es difícil pensar mal. Lo veremos en la Vuelta. Ah, también pierde Vingegaard a Kruiswijk, por caída, solo que Kruiswijk no suele dar pedaladas por nadie, así que es cosa menor. Menor pero... dos tachaos, y aun no entramos en el segundo bloque montañoso. Ah, el propio líder también fue al suelo un ratuco más tarde. Se reincorpora pronto, sin aparentes problemas, pero a nadie agrada...

Foto: Ciclistas en Viana, España. (Getty Images/Gonzalo Arroyo Moreno)

Y segundo detalle. Wout van Aert (primera vez que lo cito en toda la crónica, ¿eh?) filtrándose en una escapada nada más salir. Tres tíos. Él tira, porque Wout siempre tira (luego en Clásicas tiene problemas para definir movimientos, pero él tira). Y el coche de su equipo que se le pone al lado. Mira, Wout, coleguilla... que tengo el salón sin pasar la aspiradora, macho, que igual... ah, y pódame también los rosales, que están desatadísimos. Así que Wout, obediente, se descuelga. Sin aspavientos, sin malas caras. No sé qué tal le sentaría (no estoy dentro de su psique), hablo sobre lo que pudo verse por televisión.

Ah, que no se me olvide... por culpa del covid se fue para casa nuestro bigotito 'boogie-boogie' preferido. Un aplauso a Magnus Cort, y enhorabuena a las discotecas de su pueblo, que recuperan su 'flow' bailongo...

placeholder Hubo varias caídas en las últimas etapas. (EFE/Guillaume Horcajuelo)
Hubo varias caídas en las últimas etapas. (EFE/Guillaume Horcajuelo)

Y eso, tranquilidad hasta lo de las caídas, que se pone todo en plan nervios, y hasta aceleran el asunto, y empieza a quedarse peña, y Jonas está solo, muy solo. Veremos, porque todos los días son buenos.

Ritmo, ritmo y ritmo. Y fatiga, qué duro es este deporte, Pedro, mira, mira. Solo que esta vez era verdad, porque la gente iba en plan espatarre, y a cada rato veías un tío con las rodillas marcando las dos menos diez arrastrando bicis por un asfalto que parecía quemar. Y, oye, quedó asunto de lo más (moderadamente) entretenido.

Aguantaron casi hasta lo último Thomas y Gougeard, escapada definitiva, porque estaba la persecución chunga, y además las carreteras eran de las que mola ir en bici, pero también, buf, cómo duele ir en bici. Vamos, que sin comodidad para un pelotón. Nos congraciamos, ¿eh?, que bastantes ventajas tienen los pelotones (también los pelotas). Acaba tirando Ineos (manda huevos que tire por primera vez en la Grande Boucle aquí), y el grupito queda en plan puñado de tíos. Y no cazan, y no cazan. Emoción. A Thomas lo pillan directamente en el último kilómetro. Sprint abierto, sin casi lanzadores, un poco caótico, con esa sensación de que se puede liar a cualquier rato. Finalmente gana Jasper Philipsen, y luego entra Wout van Aert, que tenía 10 minutos de asuntos propios y miró de trincar etapa. Casi. Pero casi, casi. Menudo tío, colegas.

Aplausos.

Veremos en los Pirineos. Que pintan bien.

La media montaña del Tour.

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