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Un sprint tribunero y el miedo que da Pogacar: los Alpes esperan un duelo de dos
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Etapas cargadas de calor

Un sprint tribunero y el miedo que da Pogacar: los Alpes esperan un duelo de dos

Ambos son los favoritos para llevarse esta vuelta. El vigente campeón lidera la clasificación general y parece que no va a haber ningún adversario que le rebate su tercer triunfo

Foto: Van Aert y Pogacar se saludan en la novena etapa del Tour de Francia. (EFE/Yoan Valat)
Van Aert y Pogacar se saludan en la novena etapa del Tour de Francia. (EFE/Yoan Valat)

Cuatro días. Cuatro días de todo un Tour de Francia y esto se lo resumo con dos nombres. Eufónicos, eso sí, que al menos por ese lado vamos bien. Wout van Aert, Tadej Pogačar. Pueden meter a Bob Jungels y, si tienden al optimismo patológico, a Jonas Vingegaard. Pero con los primeros nos apañamos, se lo digo yo.

A ver...

Hasta Longwy se llegaba después de una cota, una cota de esas pequeñajas que lo mismo decide carreras primaverales por Bélgica que te pica segunditos en el Tour de Romandía. Sucede que el Tour viene adoptando cada vez más estos finales, que antes eran cosa muy Giro de Italia, con Freuler tirando besos a las azafatas, Saronni levantando brazos y Francesco Moser jurando en ladino.

Pasaron cosas, camino de Longwy. Más que en un libro de Proust, oigan, miren si pasaron. Aunque estuvieron peor contadas, eso también es verdad. Pasó, por ejemplo, que Wout van Aert se metió en una escapada desde lejos. Van Aert, maillot amarillo. Ganador de dos etapas, segundo en 714 más. Digamos que ese ataque fue como un monólogo de Mario Casas... difícil de comprender. Vale, tú le puedes buscar significados (al monólogo ni eso), pero cuesta. Que si podía trincar fuga bidón (yo es que pienso que si van Aert pilla 12 minutos de ventaja, los escaladores se los meten entre Granon y Alpe, por ejemplo), que si valía como puente en vista de asuntos más ambiciosos (jajaja, en Jumbo... luego llegamos a esos asuntos). Que si así trabajaban otros equipos y Primož Roglič podía pasar otro día de recuperación... Lo que ustedes quieran. Desde fuera pareció sprint de Raúl González Blanco para salvar el balón que ya sabe perdido, pero qué bien los aplausos tribuneros...

placeholder Van Aert, en acción durante la novena etapa. (REUTERS/Christian Hartmann)
Van Aert, en acción durante la novena etapa. (REUTERS/Christian Hartmann)

El miedo que da Pogačar

Luego, en el repecho, Pogačar mandó tirar a su equipo. A ver, equipo o como quieran llamarlo, porque... No importa, es ver al chavaluco por allí delante y a todos les entra jindama de la gorda. Y normal, ¿eh? Arrancada asesina y gana la clásica etapa buena para Maurizio Fondriest. Solo que él viste 'coulotte' de Bernard Hinault (al menos cuando lleva 'coulotte' negro, porque esas horteradas de colorines al Tejón no había cojones de ponérselas). Eso, victoria, maillot 'jaune', terror en los rivales, que tiemblan como adolescentes gorditos antes de ir a la playa...

El viernes se llegaba a La Planche des Belles Filles. Que es un coñazo de puerto, sí, pero ojo... a veces meten unos cientos de metros más y pasa a ser, redoble de tambor, intro de 'Welcome to the jungle', La Super Planche des Belles Files, buah, qué duro es este deporte, fua, fua, sácame de este lado, que salgo guapín. No se dejen engañar, sigue siendo una chusta importante, porque es como subir la collada de Carmona y meter, justo arriba, la rampa esa que lleva de Torrelavega a San Ramón, que menuda rampa loquísima, a quién se le ocurre poner eso camino a una verbena, macho. En fin, seguro que me entienden. Chusta.

Buenos recuerdos para Pogačar, porque allí ganó el Tour de 2020, ese que Roglič no quiso sentenciar porque, mira, si es que ya está sentenciado. Busquen la foto de Dumoulin y van Aert aquella tarde, que da para mandarla en WhatsApp. Prometido. Se prometían fuegos artificiales, ataques desde Mijarojos y, quizá, la aparición de Godzilla, pero luego, oh sorpresa de sorpresas, quedó todo en los últimos 300 metros, como cuando usted esperaba hasta las cinco de la mañana para hablarle a aquella mozuca, y, claro, a esas horas andaba su pronunciación para andar recitando a Baudelaire...

(Historia totalmente ficticia, aclaremos).

placeholder Pogacar aún mantiene el maillot amarillo. (EFE/Yoan Valat)
Pogacar aún mantiene el maillot amarillo. (EFE/Yoan Valat)

Los tiempos de las etapas

Digamos que llegó al último kilómetro Lennard Kämna con tiempo de sobra para ganar, alisarse el maillot y pensar menú especial para la cena. Kämna es uno de esos corredores que, parece, podría guarrear un top ten anodino y con menos sustancia que el calimocho de un festival 'cool', pero prefiere meterse en escapadas, trincar etapitas aquí y allá y poner en su tarjeta de visita "guerrillero". A mí me mola más así, ¿eh? Ojalá otros siguieran su estela...

Sucede que La Planche (no... La Super Planche) tiene estas cosas, y allí te clavas, y no avanzas, y los que persiguen quitan tiempo a mordiscos de Mick Jagger. Majka hizo el numerito, y luego Pogačar se puso a tirar, y luego se puso a tirar Vingegaard, y luego Vingegaard levantó el culo del sillín, y detrás fue apocalíptico, porque parecen los dos más fuertes del Tour con diferencia (al menos a día de hoy). Fue un arreón bien guapo, pero Pogačar tiene esas cosas de no perdonar parciales, así que adelantó al danés sobre la misma línea de meta (que Vingegaard casi ni pasa con toda la bici, porque el tío llegó completamente roto) y pilló otra etapita. A esas alturas de carrera, Pogačar es líder, ha ganado jueves y viernes, y sacado tiempo a los demás favoritos en crono y adoquines. Por poner todo en contexto.

El resto, como dijimos... pues eso, el resto.

(Ah, perdió tiempo Vlásov en La Planche. Yo siempre dije que Vlásov iba a perder mundos, porque es un poco bluff, pero en la presentación sobre el Tour, que hice aquí mismo, pues escribí lo contrario, porque me gusta despistar, tos, tos, guiño, guiño, se retira bailando...).

placeholder Los aficionados, pendientes de la novena etapa del Tour de Francia. (EFE/Yoan Valat)
Los aficionados, pendientes de la novena etapa del Tour de Francia. (EFE/Yoan Valat)

El calor de los aficionados

Lausanna y... van Aert, que esto es un día tú y otro yo. Otra llegada en cota, pero está más tipo Freddy Maertens que tipo Moreno Argentin. Wout gana fácil vestido de verde, segundo hace Matthews vestido de... En fin, vestido de segundo, que para algo es Michael Matthews, y tercero llega Pogačar con su maillot color Brasil del Mundial 82 (y de otros, pero ese es el bueno). Nada, transición, el uno suma, el otro bonifica, pero es que la tendencia es la tendencia...

Y el domingo... media montaña. Pero de la buena, de la de verdad. Tampoco es que fuese un locurón, pero nos vale. Por Suiza, la mayor parte del tiempo. Pasaban el col de la Croix, que siempre trae buenos recuerdos, porque allí reventaron a Riis en el Tour de 1997, y Riis cae gordo (y calvo) desde el Tour de 1996. Ok, lo reventó el Festina, que ponte tú a salir en fotos con un maillot de aquel Festina, pero, en fin, tampoco vamos a explicar todo todito, ¿no? Luego la subida (larga, relativamente dura) a Pas de Morgins, donde Hinault dejó sentenciado el Tour de 1985, escapado con Lucho Herrera, Lemond por detrás loquísimo sin saber qué hacer, Bernard moviendo desarrollos imposibles montaña arriba. La cosa terminó este 2022 en Châtel Les Portes du Soleil, que suena como a residencia de ancianos chunguísima (o a curso de homeopatía para sacarte hasta el último céntimo). Digamos que nadie esperaba lo de hace... hostias, ya 37 años, esperen que lloro un poco... vale, ya está... nadie esperaba lo de hace 37 años, pero algo... pues sí. Más que nada porque los vende humos de la oficialidad nos venden ataques coordinados de todo el Jumbo-Visma, convertido en Legnano, en Renault, en Flandria-Velda. Y, oigan, mire, uno es escéptico.

Vemos lo del domingo, a modo de ejemplo. Escapada grande, desde muy lejos. Escapada donde se mete Wout, porque Wout ya corre para la historia, para la gloria, para quedarse cualquier día muerto bajo un árbol, de todo lo que hace este hombre. Premio Stajánov para Wout van Aert, hostias, ya. Pues eso, que el belga por delante, y en el pelotón van todos los Jumbo, un masajista, tres o cuatro mecánicos, el cocinero que hace espaguetis cada noche. Eh, tío, perfecto, vamos a hacerle cosquillitas a Pogačar, que no tiene escuadra, que anda tieso, que entre McNulty y el polaco no van a poder salir a todo. Tampoco tienes que ser Cyrille Guimard para preparar algo de ese pelo, ¿no? Pues nada. Pero nada de nada. Niet. Cero. De la mano hasta los últimos 100 metros. Vamos de paseo, pi, pi, pi, en un auto feo, pi, pi, pi. Quiero creer que es porque el lunes era jornada de descanso y en Jumbo buscan recuperar del todo a Roglič, así que tranquilines, que en Suiza son ordenados y este tipo de locuras no agradan. Salvo si son mercenarios suizos, que esos estaban chiflados en extremo. Mercenarios suizos me refiero a los piqueros de Carlos V, ¿eh?, no a Pascal Richard o Rolf Järmann...

placeholder Ambientazo durante la novena etapa del Tour. (EFE/Yoan Valat)
Ambientazo durante la novena etapa del Tour. (EFE/Yoan Valat)

Y eso, tranquilidad en el pelotón y resolución bien bonita en la fuga. A 7.000 kilómetros de meta se escapa Bob Jungels, superviviente del ostracismo desde hace la tira... Ah, también es superviviente del covid, porque salió en la Grande Boucle autorización especial mediante, que andaba todavía con la rayita roja asomando, levemente, en los antígenos... Apunten, porque en la jornada de descanso habrá test masivo y, me huelo, más de uno se irá para casuca...

La suya fue victoria merecida, y servidor se hubiese alegrado a montones... pero es que lo iba persiguiendo Thibaut Pinot, y Thibaut Pinot lo mola todo. Thibaut Pinot, con esas caritas, con esa pinta de romper el cuadro con tanto meneo, con ese rollo maldito de Houellebecq en majo (aunque Houellebecq en majo es un oxímoron, seguramente). Un tío que tiene cabras como mascotas, joder, allez, Thibaut. Además, hace poco me pasó entrenando (allá por Val di Non, camino de la Forcella di Brez), y eso une la hostia, Thibaut y yo somos amigos, best friends foerever, aunque él ni me dedicó una ojeadilla e iba tan rápido como para perderme en dos curvas bien trazadas (íbamos cuesta arriba, así que las trazó en condiciones). Pero mola, Pinot. No pudo cogerlo, a Bob Jungels, e incluso lo trincaron por atrás Verona y Castroviejo (tampoco pasa nada si me dicen a qué juega Ineos en el Tour, ¿eh?), pero el existencialismo fatalista es así, y no me van a cambiar ustedes a Thibaut. Etapuca fijo en Alpes, arriesgo. O en Pirineos, vaya.

Y eso, que día de descanso. El Tour parece cosa de dos (yo sigo pensando que lo tiene ganado Hinault/Pogačar, pero porque me gusta meterme en predicciones fútiles), y se vienen los Alpes. Con calor. Mucho o poco, algo va a pasar. Y será digno de recordarse, porque Galibier o Alpe d´Huez pintarrajean historias.

Sigamos con ello.

Cuatro días. Cuatro días de todo un Tour de Francia y esto se lo resumo con dos nombres. Eufónicos, eso sí, que al menos por ese lado vamos bien. Wout van Aert, Tadej Pogačar. Pueden meter a Bob Jungels y, si tienden al optimismo patológico, a Jonas Vingegaard. Pero con los primeros nos apañamos, se lo digo yo.

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