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Qué guay el cicloturismo por Dinamarca o cómo descafeinar el Tour a base de paseos
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Contracrónica de un aburrimiento

Qué guay el cicloturismo por Dinamarca o cómo descafeinar el Tour a base de paseos

Que no nos engañen, los tres días en Dinamarca solo han servido para restarle tres días al Tour de Francia. Mientras tanto, a Valverde le atropella un impresentable en Murcia

Foto: El Tour de Francia, en su paso por Dinamarca. (Reuters)
El Tour de Francia, en su paso por Dinamarca. (Reuters)

Igual lo que debemos hacer es no vender tanto la moto.

Periodistas, palmeros, juntaletras, miembros de la caravana. No vender tanto la moto, porque después quedas con cara de gilipollas (lo peor de la vida es quedarte con cara de gilipollas), y la gente sufre decepciones, y yo te prometí una despedida de soltero atravesando el Takeshi´s Castle y al final bajamos de Torrelavega a Suances navegando por el Besaya. O algo del rollo, ustedes me entienden.

Sucede que todos los años igual. Vísperas de Borodinó, madrugadas de Bob Esponja. Donde nos prometieron ira y fuego recibimos osos de gominola, matasuegras y a tu amigo el simpático dando besos a todo el mundo. Y, joder, todo eso mola, pero es que venía con la armadura recién bruñida y podía haber tanga de blanco satén. No son formas, no, de enganchar a nadie. Pero qué importa. Ni que viviera este bendito deporte de la publicidad, ¿no?

Foto: Carlos Rodríguez, campeón de España. (RFEC)

Veamos. Tres etapas. O dos etapas y una crono. Por Dinamarca, que ponían pasta jugosa y ya buscaremos explicación a posteriori. En fin, nada que objetar, que de esto vivimos todos, y, oye, pues se entiende. El desarrollo no, el desarrollo ya no.

Prólogo por la capital. Curvas asesinas, tramitos por el parque (esto en el parque de mi pueblo no hay pelotas de hacerlo, porque salen los ciclistas sin bici, seguramente), sensación de virgencita, virgencita. Y lluvia. No pasa nada, porque los equipos tienen ahora meteorólogos reputadísimos, satélites artificiales propios y a Paco Montesdeoca moviendo manucas para decirte que guay, que ahora no va a llover, que salgan todos los buenos en este tramo. Sucede que la meteorología no se hace sola, la meteorología hay que hacerla, y resulta complicada de predecir (no pasa lo mismo con el clima, como les puede a ustedes explicar el primo de M. Rajoy), y, mira, por estas cosas de la suerte los favoritos salieron con lluvia o con suelo mojado, y, claro, tampoco era plan de jugarse pellejos.

Foto: Diego Méntrida, en plena carrera de Santander. (Jorge Morcillo/Marta Redondo)

En esas condiciones los buenos eran menos buenos y te podía salir cualquier outsider (yo temí campanada de Jacky Durand), pero finalmente... A ver, ganó Lampaert, que contaba poquito pero tuvo suerte con la hora de salir (ojo, y se lo curró, que Marc Soler trincó solete y poco menos que hizo el recorrido saludando a las mozucas). De ahí para abajo... aristocracia. Van Aert que sigue picado con Van der Poel y quiere quitarle a su abuelo el título de "Míster Segundo". Luego Tadej Pogačar, quien entró en algunas curvas con el estilo de su abuela Josefina, pero debió mover en rectas vatios como para iluminar media Hansa. Diez segundos a Vingegaard (cuerpo de alambre, postura perfecta) y Roglič, por ejemplo. Los otros sumando a partir de ahí. Si el tío nos mete mano ya en el prólogo... en fin, habrá que buscarle las cosquillas, ¿no?

'Spoiler': no.

Ah, Enric Mas palmó casi un minuto con los buenos, pero tuvo actuación ilusionante, porque batió a 'croners' como Cacaíto Rodríguez, Eleuterio Anguita o Dario Pieri un tres de enero. Supongo que tumbó entre poco y nada (digo supongo porque no lo enfocaron ni una sola vez), pero el dato resulta escalofriante...

placeholder Enric Mas, en la crono inicial. (Reuters/Annegret Hilse)
Enric Mas, en la crono inicial. (Reuters/Annegret Hilse)

Ay.

Sábado.

Mientras los ciclistas cubrieron expediente en la segunda etapa (disputar no, disputar es palabra demasiado gruesa) un septuagenario atropelló a Alejandro Valverde y a otros compañeros de grupeta en Murcia. El tipo (que responde a las iniciales de H.D.P.) pasó a los ciclistas lijándolos, porque lo del metro y medio es algo que queda cojonudo en redes sociales, pero por carretera ves más veces lagartos ocelados que coches a más de metro y medio. Parece que al señor H.D.P. le dijeron cuatro cosas muy ciertas, porque este tipo de asuntos exponen al cicloturista a temas tan feos como morirse, mientras que el conductor puede, como mucho, abollar su auto. Pues bien, parece que H.D.P. se lo tomó mal, frenó en seco, la grupeta le adelantó y él, sangre de hielo, atropelló con bastante intencionalidad al antiguo campeón del mundo y a otra persona. Luego se dio a la fuga, porque darse a la fuga es de guapos. H.D.P. compareció "voluntariamente" horas más tarde (las comillas son totalmente deliberadas) y veremos qué excusa pone (alguna va a poner, estos asuntos los conozco yo), pero si el asunto es como nos han contado pues... Pasa (casi) todos los días, y hoy ustedes se han enterado porque el afectado es Valverde, pero... eso, pasa casi todos los días. Ojalá el señor H.D.P. (y todos los H.D.P. que hay en la carretera) reciba castigo suficiente como para que no salgan "gratis" estos comportamientos.

En fin...

Foto: Muere el ciclista Julio Jiménez a los 87 años

Pasemos a otras cosas. A la competición. Jajá, ni de coña, qué quieren que les cuente. La etapa iba todo el rato cerca del mar, y tenía giros dramáticos (como una peli de Shyamalan), y prometía mucho (como una peli de Shyamalan) y luego acabó siendo coñazo curiosísimo (como una peli de Shyamalan). Momento cumbre era un puente enorme, una cosa extremadamente estética donde los ciclistas iban a encontrar peligros por doquier (por culpa del aire, ojo... el puente no es de Calatrava, así que no vimos a nadie patinar tubulares). Solo que allí... viento de morros, y antes fue de costado, pero antes nos dio pereza atacar, que queda mucho, que está todo 'chupao', que para qué iba a intentar algo Jumbo-Visma, si seguro que Tadej peta en La Planche, como aquella otra vez que petó en La Planche, ojalá me acordase de aquella otra vez en La Planche, a qué equipo ganaría Tadej en La Planche, a qué equipo... Ah, Magnus Cort Nielsen estuvo haciendo un poco el payaso en la cota (maillot 'à pois' como premio), con su bigote a lo peli de Paul Naschy, con su bici flúor, con su ropa al estilo de Ágatha Ruiz de la Prada. El tío levantó los brazos cuando coronó la tercera cota del día (ninguna llegando a los 100 metros, todas en torno al kilómetro y su 5%), y el público enloqueció, porque allí había muchas banderas de Dinamarca, y mucha peña con el cuerpo pintado grotescamente, y muchos móviles, y aspecto general de fiesta preetílica. Con todo, fue peor lo del día siguiente. Lo de Cort, digo, aunque no fuese culpa de Cort lo de Cort.

Y eso, que esprint. En el puente no pasó nada, porque mucha imagen pero luego dio menos miedo que el tren de la bruja. Así que veinte kilómetros sobre la mar, con carreteras rectas y anchísimas... y los tres finales en plan yincana, con mil curvas peligrosas, estrechamientos, meta en curva y tendencia descendente. Yo son cosas que no entiendo. Fue un esprint guarrísimo, con media docena de movimientos para haber descalificado, movimientos de esos que a veces provocan caídas, y nos llevamos las manos a la cabeza, y decimos que, buf, qué difícil, qué milagro, cómo puede ser esto. Pero como Sagan no arrolló a Stuyven (por poner un ejemplo, que hubo varios) pues vale, sigan, sigan, todo 'ok', José Luis. Ganó Fabio Jakobsen, van Aert 'poupoulizó' el segundo puesto y se vistió con el 'jaune'. Raymond nunca trincó esa prenda....

placeholder Pogacar afila los cuchillos. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Pogacar afila los cuchillos. (Reuters/Gonzalo Fuentes)


Y tercera etapa. Final en Sonderborg, que suena a pueblo de Midsommar, con sus hippies vestidos de blanco, sus águilas de sangre y sus flores, qué majos todos, qué felices, qué de tipos sanísimos sonriendo. Vamos, buena pinta, porque allí hubo leña (jojojo, qué de leña hubo), pero... ¿En pocas palabras? Fraude. Fraude competitivo. Lo pueden ustedes llamar como quieran, pero sucedió así. Leerán excusas a cascoporro, hay que guardar, hay que guardar, tres semanas es muy largo, ponte tú y corre el Tour, listo, puto gordo juntaletras de los cojones. Todo eso y más, porque la sinceridad es jodida, y aquí hay un montón de chavalucos que deben vender sus motos. Y, oigan, no. En serio. Motos de las pelotas, ya. Que no me cuenten relatos, que soy escritor.

Vale... salida lanzada, primer metro (primer metro) y salta Magnus Cort Nielsen. Rey de la montaña. Para trincar puntitos. Tras él... nadie. El erial, la nada, un desierto, un páramo, peña silbando, risas, tira tú, no, tú, tonto, calla. Dicho de otra forma... que le regalaron el maillot, porque ahora regalamos maillots en La Grande Boucle con la misma facilidad que antes te dejaban adelantarte unos metros cuando pasases por el puebluco para darle besines a la abuela, al 'güelu', a tu novia y al niño recién nacido. Luego absorción y hostias, que es lo suyo. Antiguos, eso no luce en Twitch. Así que Cort 'mostachea' durante horas, coronando los tres puertos (55, 40 y 61 metros sobre el nivel del mar, colosos), haciendo cucamonas, queriéndose, gustándose, escuchando "Magnus, Magnus" con tono cacofónico de birra y poco calor. En Genner Strand (que suena chulo, pero tampoco tan chulo como "Stelvio", por citar algo aleatorio) esprintó pese a no llevar nadie con él. Sobreactuando más que un secundario de Al Salir de Clase, pero esprintó. A veces algunas bromas bienintencionadas exponen perfectamente ciertas cotas de vergüenza.

placeholder Van Aert, líder del Tour. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Van Aert, líder del Tour. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

Porque nos acercamos a meta y el lenguaje corporal de los ciclistas es como si fueran contando chistes de Arévalo. Luego te ponen la velocidad en pantalla y van rápido, pero ir rápido es algo muy relativo, porque mis colegas y yo subíamos a diez por hora y buenas escabechinas se montaban. Dicho de otra forma, que si priman ustedes velocidad sobre emociones quizá erraron hobby, y deberían leer novelas de Lucía Etxebarria, que se acaban en un suspiro (y menos mal). La cosa es que los metieron por adoquines, por estrechamientos y por curvas cerradas, porque la moda es hacer todo eso en los finales, vaya usted a saber la razón. Hubo caída, sin consecuencias aparente de cara a la general. También algunos nervios. Pero pocos. Muy pocos.

Que no les engañen... dos etapas, dos paseos. Mañana hay día descanso para gente que no se cansó. Viajan hasta Dunkerque (y no a Marivent, como pudieran ustedes pensar leyendo lo anterior), y a ver si allí ya vemos algo de ciclismo, colegas. Porque por Dinamarca... solo postales. Veintiún etapas. Menos tres, dieciocho.

Ah, en el esprint Sagan protestó a Van Aert (Sagan cada año es más guarro), y le sacó un dedito (como hacía Fernando Hierro), y le dijo 'madafacka', que suena feísimo. Ganó Groenewegen. Que, a estas alturas, no sé yo lo que importa o deja de importar. Igual sí, pero... Luego no se quejen por audiencias, intereses y contratos sin retorno...

Igual lo que debemos hacer es no vender tanto la moto.

Periodistas, palmeros, juntaletras, miembros de la caravana. No vender tanto la moto, porque después quedas con cara de gilipollas (lo peor de la vida es quedarte con cara de gilipollas), y la gente sufre decepciones, y yo te prometí una despedida de soltero atravesando el Takeshi´s Castle y al final bajamos de Torrelavega a Suances navegando por el Besaya. O algo del rollo, ustedes me entienden.

Sucede que todos los años igual. Vísperas de Borodinó, madrugadas de Bob Esponja. Donde nos prometieron ira y fuego recibimos osos de gominola, matasuegras y a tu amigo el simpático dando besos a todo el mundo. Y, joder, todo eso mola, pero es que venía con la armadura recién bruñida y podía haber tanga de blanco satén. No son formas, no, de enganchar a nadie. Pero qué importa. Ni que viviera este bendito deporte de la publicidad, ¿no?

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