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La bicicleta fixie, una moda hipster algo peligrosa y más cara de lo que piensas
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las originales carecen de frenos

La bicicleta fixie, una moda hipster algo peligrosa y más cara de lo que piensas

A pesar de algunas leyendas, una bicicleta fixie no es fácil de manejar y hace falta práctica con ella. Es la última tendencia en transporte en las principales capitales europeas

Foto: Unos amigos pasean con su fixie. (Chill Bikes)
Unos amigos pasean con su fixie. (Chill Bikes)

Montar una fixie es una experiencia a la que cuesta acostumbrarse. Estas bicicletas de piñón fijo, es decir, de una única velocidad, no son como las mountain bike que triunfaban en los noventa ni tampoco las bicicletas utilizadas por los profesionales del pelotón y cicloturistas. No, estas máquinas son aerodinámicas, personalizables al detalle y muy modernas a pesar de que se inventaran hace más de 100 años. Dentro de la subcultura del ciclismo urbano, esa que promueve el desplazamiento verde, la fixie es el icono principal, aunque no sin polémica.

La moda, que empezó en ciudades como Londres, Amsterdam o Nueva York antes de llegar a España, surge de los mensajeros, profesionales que necesitaban bicicletas sencillas y ligeras, muy similares a las de velódromo, para moverse rápido por las calles. Ahora es común que la utilicen estudiantes, artistas y publicistas, pero hay que llevar especial cuidado porque, a pesar de lo que se cuenta, no son fáciles de manejar: “Si de la noche a la mañana te compras una fixie, lo más normal es que tengas un accidente porque son bicicletas peligrosas que pueden alcanzar mucha velocidad”, advierte Juanjo Aparicio, el propietario de la empresa madrileña 'A Golpe de Pedal', con cuatro tiendas de venta de bicicletas, ropa y accesorios repartidas por Madrid, que augura: “Muchas de estas bicis van a acabar criando polvo en un trastero porque la gente se las está comprando sin tener verdadero conocimiento”.

Tras más de diez años de experiencia en el sector, denuncia que numerosas cadenas de ropa urbana “de repente estén vendiendo fixies en un rincón” y alerta que “ni la tienda está preparada para vender el producto ni el consumidor sabe lo que está comprando”. “Hay un nutrido grupo de aficionados, auténticos románticos, que saben lo que es una fixie, pero la mayor parte de la gente se ha sumado a la moda”, afirma sin reparos. “Si fuéramos más cultos el ciclismo urbano utilizaría bicicletas de paseo con su manillar alto tipo holandés, su sillín ancho y su cesto para llevar cosas”, concreta. No obstante, para muchas tribus urbanas no da lo mismo ir al trabajo en una bicicleta de paseo, en una de montaña o en una plegable que tan de moda se pusieron hace unos meses: “Lo importante es ser cool, no tanto la seguridad”. Kona, Aventon, 6KU y Chill Bikes son algunas de las marcas especializadas en este tipo de máquina.

placeholder La Chill Bike Supreme valorada en 640€. (Chill Bikes)
La Chill Bike Supreme valorada en 640€. (Chill Bikes)


Una auténtica fixie carece de frenos -la mayoría lo incorporan por ley, pero pierden su esencia original- por lo que hay que saber qué se tiene entre manos. Se frena haciendo contrapeso y derrapando para bloquear la rueda trasera. Carecen de punto muerto, por lo que siempre están en movimiento. “Es importante tomarse un tiempo para elegir la relación adecuada, sobre todo si la ciudad no es plana y cualquier pendiente puede hacerse eterna”, aconseja Aparicio, que apuesta por un juego de 42-14, ni muy largo ni muy corto. “Una de sus particulares ventajas es que te obliga a trabajar mucho la parte aeróbica, sobre todo en los descensos, pues el ritmo de pedaleo suele ser alto”, añade.

Hace no tanto solían armarse utilizando viejos cuadros de ruta, principalmente de aluminio, pero hoy en día ya existen cuadros especializados, con la fibra de carbono como elemento estrella para dotarla de mayor ligereza. La diferencia también es económica: “Las que sueles ver en ciudad son de cuadro de aluminio y te puede costar 400€, pero una de carbono para competiciones ya se te puede ir a los 1.300 dependiendo también de cuanto quieras customizarla y de ahí para arriba. No es tan barata como parece”, asegura el propietario. He ahí una de las principales peculiaridades de esta subcultura, el 'tuning': “Se venden botes de pintura, estampados, pegatinas o cualquier elemento que el cliente desee. Los más 'hipsters' intentan que su bici no se parezca a otra”.

Una bici anti-robo

Otros características a tener en cuenta son las ruedas, normalmente de grandes diámetros y angostas. El consumidor puede elegir el color, el ancho de perfil y también si quiere cubiertas más o menos estrechas. Todo es personalizable. Los manillares suelen ser rectos, de doble altura y 'dropbar', pero también hay quienes los prefieren 'riser bar', similares a los de BMX, o los 'bullhorn'. Unos u otros marcarán la posición de la espalda. “Hay gente que los lleva estrechos para poder meterse entre los atascos, pero normalmente se suele usar el típico de carretera, que es más redondo y cómodo”, dice Aparicio. Apenas necesitan mantenimiento y, dada su simpleza, ahuyenta a los ladrones de posibles robos.

Las fixies, que también se pueden ver como elemento decorativo en algunas cafeterías de los populares barrios de Gracia, en Barcelona y Malasaña, en Madrid, llevan unos años formando parte de nuestro paisaje urbano, la cuestión es si han llegado para quedarse. Según Aparicio: "Ya veremos, lo que está claro es que, en cuanto a catálogo, hay bicis más cómodas y seguras".

Montar una fixie es una experiencia a la que cuesta acostumbrarse. Estas bicicletas de piñón fijo, es decir, de una única velocidad, no son como las mountain bike que triunfaban en los noventa ni tampoco las bicicletas utilizadas por los profesionales del pelotón y cicloturistas. No, estas máquinas son aerodinámicas, personalizables al detalle y muy modernas a pesar de que se inventaran hace más de 100 años. Dentro de la subcultura del ciclismo urbano, esa que promueve el desplazamiento verde, la fixie es el icono principal, aunque no sin polémica.

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