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"Allí me pegaron mucho". La revancha de Tino Gilaranz, la promesa española en MMA
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CHARLA CON EL JOVEN QUE DESLUMBRÓ EN RUSIA

"Allí me pegaron mucho". La revancha de Tino Gilaranz, la promesa española en MMA

El madrileño Tino Gilaranz, que no ha perdido nunca una pelea, ya sabe lo que es ganar en el M1 en San Petesburgo. Ahora evoluciona sus entrenamientos para alcanzar el profesionalismo

Foto: Tino Gilaranz. (Foto: Víctor David López)
Tino Gilaranz. (Foto: Víctor David López)

El día que suene el teléfono y le hablen con acento ruso, no le pillarán tan de sorpresa como la primera vez. Tino Gilaranz tiene veinticinco años, cero derrotas en el casillero y ganas de poner patas arriba al planeta entero, literalmente. No quiere comerse el mundo, quiere arrinconarlo en la jaula y molerle a palos. Y ha decidido empezar por Rusia, una de las cimas mundiales de las artes marciales mixtas.

A pesar de la sorpresa y de contar solo con tres semanas para preparar su combate, Gilaranz arrasó en el M1 Arena de San Petesburgo –que se estrenaba para la ocasión–. Una de las mejores rutas para llegar a la UFC nace, aunque parezca que pilla a desmano, en el oeste de Rusia. Y allí le llevó Chinto Mordillo, el más importante promotor de MMA de España, organizador de las veladas Hombres de Honor. Gilaranz despuntó ante los ojos de Mordillo y tras el viaje tampoco le defraudó en el M1 ruso: venció a un luchador local, y eso va a acelerar que antes o después vuelva por allí. Sabe que es su sino si quiere alcanzar el profesionalismo.

“En España las MMA todavía están evolucionando, hay que salir al exterior”, cuenta Tino Gilaranz, que recibe a El Confidencial en uno de sus centros de entrenamiento. “En esta liga M1 en Rusia, que es de las más importantes, ya se supone que ganas más dinero. Y si consigues hacer buenos combates y llegar a la élite, que sería UFC o Bellator, ya hablamos de otro nivel”.

Foto: Cyborg acorralando a Kunitskaya en la UFC 222.

La paliza de 15 minutos de combate

Su primera victoria en el mundo profesional (categoría de 66 kilos) se ha unido a sus 9 victorias sin derrota en el MMA amateur (dos de ellas en un Campeonato del Mundo en Italia), y a otros dos combates ganadores en K1. En total suma un récord de 12 victorias y cero derrotas. Algunos de sus peleas han durado tan solo unos segundos, pero en Rusia para ganar tuvo que sufrir y hacer sufrir quince minutos. Y eso es una diferencia física sideral. Ahora evoluciona su preparación y mejora el cardio en Power Explosive, con los cuales ha llegado a un acuerdo de colaboración. El luchador del Dokkodo ha unido a este centro de entrenamiento a su grupo de patrocinadores, que también incluye a Custom Fighter y a Fisioslo.

Entrena a muerte porque sabe que su victoria rusa le ha colocado en el buen camino, quiere ser campeón de M1 allí, y para eso tiene que mejorar. Quiere ser como ellos, quiere seguir los pasos del valenciano Enoc Solves. “Casi todos los de M1 se dedican exclusivamente a entrenar y a pelear”. Esa es su meta después de ver con sus propios ojos cómo es el mundo de las MMA en Rusia: “La organización del M1 es muy difícil de mejorar. Se puede parecer, pero mejorarlo es muy difícil. Tú sales de allí y había incluso rusos –aunque había ganado a Kryzhanovsky, un ruso– que se querían hacer fotos conmigo. Aquí de pequeños apuntan a los niños a fútbol, y en Rusia les apuntan a lucha”.

España y las MMA

Sus ganas de emigrar son también una especie de desahogo. En España, con pocas excepciones como las mencionadas veladas de Hombres de Honor, es imposible poder dedicarse a las MMA en cuerpo y alma. Para empezar, faltan competiciones de nivel: “La relación con el promotor es difícil algunas veces. Muchos no controlan el MMA. Por eso te meten en veladas de kick boxing. Son promotores de kick boxing que para rellenar meten MMA”. Gilaranz pone un ejemplo muy significativo para que el público comprenda su impotencia cuando compara Rusia y España: “A veces aquí los árbitros ni son de MMA”.

Dado que también es entrenador, el luchador madrileño está siguiendo bien de cerca la fiebre del MMA a nivel aficionado, con cada vez más personas interesadas en practicarlo. “Hay mucha gente entrando en el MMA de la nada, y haciéndolo incluso mejor”, puntualiza, “porque si vienes de otras disciplinas arrastras las costumbres de esas disciplinas”. Y deja una recomendación a todo aquel que se lo esté planteando: “Buscar un buen entrenador y poco a poco, sin prisa, no querer estar combatiendo en un mes. Primero hay que prepararse. Al principio te enseñan, no duele porque no te vas a pegar al día siguiente. Y luego ya puedes hacer de sparring”.

Está completamente seguro de que el teléfono sonará, y las puertas del M1 ruso se volverán a abrir, pero mientras espera preparándose a conciencia con otra de las cosas que más le gustaría en su carrera como luchador: volver a entrenar en Estados Unidos. “Allí me pegaron mucho”, reconoce Tino Gilaranz con una mezcla de jocosidad y mala uva. Seguramente, todo el daño que le hicieron es lo que le ha llevado al punto en el que está ahora. Ese daño no se olvida.

El día que suene el teléfono y le hablen con acento ruso, no le pillarán tan de sorpresa como la primera vez. Tino Gilaranz tiene veinticinco años, cero derrotas en el casillero y ganas de poner patas arriba al planeta entero, literalmente. No quiere comerse el mundo, quiere arrinconarlo en la jaula y molerle a palos. Y ha decidido empezar por Rusia, una de las cimas mundiales de las artes marciales mixtas.

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