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Lolo Sainz: "Florentino Pérez es la única persona que me ha hecho sudar en un despacho"
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ENTREVISTA AL ENTRENADOR

Lolo Sainz: "Florentino Pérez es la única persona que me ha hecho sudar en un despacho"

Fue el técnico del mejor Madrid de la historia y el seleccionador puente entre los jugadores de Los Ángeles y 'Los Júnior de Oro'. Ahora está jubilado y ve más basket que nunca

Foto: Lolo Sainz, en una gala de la FEB. (EFE/Juanjo Martín)
Lolo Sainz, en una gala de la FEB. (EFE/Juanjo Martín)

Identificar a Lolo Sainz (Tetuán, 1940) es fácil por su altura. Mientras lo espero en una cafetería de Pozuelo de Alarcón, se le ve a través del cristal, bien abrigado, y devuelve el saludo. Entra y deja las cosas claras: "Llámame Lolo y de tú, por favor". El carácter afable y cercano de su etapa como entrenador no ha cambiado.

Apenas se le va la sonrisa durante la charla, acompañada de un té, a un tipo que dirigió al mejor Real Madrid de baloncesto de su historia. Realmente, siempre quiso ser entrenador, tanto que se saltaba el reglamento del club cuando estaba en activo para entrenar a chavales en un colegio. Esa fue su "obsesión".

Foto: Juan Antonio Corbalán. (EFE)

Coincidió con grandes estrellas y lidió con egos del mismo tamaño. Quizá esa fue su mayor virtud: la gestión de grupos. Y no hay que dejar de lado la motivación, porque siempre tenía al equipo enchufado. No es extraño: es difícil no prestarle atención cuando habla. Por la Selección también pasó, aunque se le recuerde más por no llevar a Pau Gasol convocado en el 2000 que por la plata que consiguió en el Eurobasket del 99.

Desde entonces, no ha vuelto a los banquillos. Ahora está jubilado y no ve todo el baloncesto que le gustaría, porque está muy pendiente de sus nietos. Se marcha rápido porque empieza a llover, pero antes habló largó y tendido. Y dejó claro que, a pesar de su edad, está muy lúcido de memoria.

*****

PREGUNTA. Su mentor fue Pedro Ferrándiz. ¿Cuán importante es un espaldarazo en los inicios?

RESPUESTA. Pedro (Ferrándiz) me ayudó mucho. Antes de fichar por el Madrid, yo jugaba de alero y me hinchaba a meter puntos. Pero cuando pasé al primer equipo él me dijo que yo tenía que ser base. Aquello fue un descubrimiento para mí, porque nunca me lo había planteado. Como jugador estuve ocho años en el club, mientras que como entrenador pasé por todos los escalafones: infantiles, juveniles, filial, segundo entrenador y luego técnico, cuando Ferrándiz puso mi nombre como posible sustituto.

P. ¿Cómo llevó ese cambio de alero a base?

R. Los tres primeros meses, fatal. Poco a poco, fui entendiendo los conceptos y modificando mi juego para tener un hueco en el primer equipo. El Madrid era la gloria para mí, por eso acepté el cambio y busqué cómo adaptarme. Luego me encontré a gusto, porque era una manera de dirigir a mis compañeros. Realmente, yo era un entrenador dentro de la cancha.

P. A Ferrándiz se le recuerda por aquella autocanasta de la que ya se han cumplido 60 años.

R. Fue algo mítico que se ha puesto de moda volver a recordar. Pedro (Ferrándiz) se puso muy malo (falleció el año pasado) y por eso ahora está más presente su figura. Por aquella acción, llegó un cambio de reglamento que se resistía. Él es el artífice de muchas cosas que pasaron luego en el Madrid. Eso sí, decía que era muy buen jugador, pero no era tan bueno. Al menos eso es lo que me han contado sus amigos (risas). Él se formó muchísimo para ser entrenador y era muy duro con los jugadores.

P. ¿Con la dureza se refiere a la parte física?

R. En mi época de jugador no hacíamos nada de preparación física, sólo que corríamos muchísimo alrededor de la pista. Cuando me nombraron entrenador, incorporé el primer preparador físico del club porque era una figura que no existía. Ferrándiz era muy duro porque no te dejaba respirar en los entrenamientos. Era muy intenso y eso hacía que incluso fuera todavía más divertido.

P. He leído que en aquel Madrid les enseñaban a tener inquietudes más allá del baloncesto. ¿Cuáles eran las suyas?

R. Una de ellas era el toreo. Cuando era pequeño, mi padre, como buen sevillano, le dijo a mi madre que yo tenía que ser torero, pero yo no podía hacerlo. Entre otras cosas, porque era muy alto. Te voy a contar una anécdota.

placeholder Ferrándiz fue muy importante en la carrera de Lolo. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Ferrándiz fue muy importante en la carrera de Lolo. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. Cuente, cuente.

R. Una vez fuimos a una capea los del equipo, porque nos pilló en Salamanca. Pedro (Ferrándiz) nos había prohibido taxativamente que saltásemos al ruedo. Pero yo no le hice caso y casi me mata la vaquilla (risas). También nos tenía prohibido montar en bicicleta y a caballo, por cierto.

"Ferrándiz nos prohibió saltar al ruedo, pero yo no le hice caso"

P. ¿Qué tal fue su actuación en esa capea?

R. El primer paso, muy bien; en el segundo, fue peor la cosa. Y en el tercero ya me tiró al suelo. Eso sí, afortunadamente, no me pasó nada.

P. Aquel vestuario que usted entrenó, hablando de inquietudes, tenía médicos e ingenieros.

R. Sí, Corbalán fue médico; Iturriaga, ingeniero… En esa época, ya hubo un choque generacional. En la mía, tenías que hacer lo que te dijeran tus padres, por eso yo tiré por la rama de ciencias. Después del bachillerato, estudié Ayudante de Obras Públicas, pero nunca la acabé. Tenías que ser muy buen dibujante y no era lo mío.

P. ¿Era más de letras?

R. Sí, porque luego intenté matricularme en Filosofía y Letras, pero tampoco tuve mucha suerte. No sé si estaba demasiado abstraído con el baloncesto, así que lo abandoné poco a poco. Siempre les dije a los jugadores, especialmente a los de cantera, que primero estudiaran y después jugaran.

P. ¿Le hacían caso?

R. No mucho (risas).

P. Usted empezó a jugar en los 50. ¿Qué popularidad tenía el baloncesto?

R. Muy poca relevancia, incluso dentro del colegio. Yo estudiaba en uno de mi barrio, Prosperidad. Era una escuela que tenía un patio pequeño. Lo llevaban los hermanos Barbero, que eran muy aficionados al baloncesto y allí empecé a jugar. Tengo que reconocer que primero jugué al fútbol, como todos en aquella época.

placeholder Lolo Sainz, junto a Scariolo en un evento. (EFE/Chema Moya)
Lolo Sainz, junto a Scariolo en un evento. (EFE/Chema Moya)

P. En aquella época los clubes captaban a los chavales en los colegios.

R. Sí. En aquel momento, Ferrándiz llevaba la organización de la sección de baloncesto del Madrid. Él me vio cuando era juvenil y así llegué al club.

P. ¿Fue dura esa retirada a los 28 años?

R. No fue sumamente dura. Quizá podría haber seguido un par de años más, pero ya me había dado cuenta de que había jugadores jóvenes que venían apretando. Yo iba a chupar mucho banquillo y por eso no me costó dejarlo. Desde los 20 años, mi obsesión era entrenar. Para conseguir esa meta, incluso me salté el reglamento del club. Nosotros entrenábamos de 10 a 12 de la noche, así que me iba por la tarde, cuando estaba en activo, a entrenar a un equipo de colegio.

"Me saltaba el reglamento del club para entrenar a unos chavales"

P. Otra de sus aficiones era el billar. ¿Sigue jugando ¿Lo ve por televisión?

R. No, no, que va (risas). En esos momentos, teníamos pocos divertimentos los jóvenes. Cerca de mi casa, había uno y a veces jugaba una partidita, sobre todo contra un señor que era bastante mayor. Él era buenísimo y yo no, por eso siempre me ganaba.

P. Usted pasó de vivir en Tetuán, a Canarias y luego a Madrid cuando era muy pequeño. ¿Recuerda algo de esos cambios?

R. No me acuerdo de casi nada porque fueron los primeros años de mi vida. Recuerdo que mis hermanos eran un poco gamberros y que a veces iban a cantar a los colegios. De Canarias recuerdo que la playa de Las Canteras estaba a siete minutos de casa y la gente no sabía si era blanca o negra.

P. ¿Cuándo se percató de la capacidad que tenía para motivar?

R. Me di cuenta quizá de que tenía cierta capacidad cuando jugaba de base, porque en aquella época era el jugador que mandaba en los equipos sin discusión. Hoy manda mucho, pero se juega para ellos y no tanto para el grupo. Ahí me di cuenta de que tenía inquietud para dirigirme a un grupo de personas.

P. ¿Es fundamental tener mano izquierda para ser buen entrenador?

R. Mucha mano izquierda, derecha, la cabeza bien amueblada y, sobre todo, nunca ser egoísta. Mi misión con los equipos, algo que aprendí cuando entrené en las categorías inferiores, era enseñarle a ser buenos jugadores, no tanto ganar títulos.

placeholder Lolo Sainz, tras ser galardonado en 2021. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Lolo Sainz, tras ser galardonado en 2021. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. ¿Qué diferencias vio entre entrenar en la cantera y hacerlo en el primer equipo?

R. Hay mucha. Los mayores eran gente muy disciplinada y muy maja. Yo había sido compañero de muchos de ellos y me ayudaron en mis primeros años. No me costó ningún trabajo adaptarme, porque en la última etapa había estado como segundo entrenador. Esos años, Ferrándiz me daba mucha confianza y yo dirigía algunos entrenamientos. No estaba allí meramente de espectador, porque él me remarcaba o me decía lo que esperaba de mí en cada entrenamiento.

P. ¿Es el primer entrenador el poli malo y el segundo, el poli bueno?

R. Sí, un poco (risas). El segundo tiene una misión muy importante a nivel humano, porque de alguna manera es el puente entre los jugadores y el entrenador. Pedro (Ferrándiz) era un hombre de mucho carácter, un tío fenomenal y una persona estupenda. Él apostaba por la dureza y yo intentaba tener un poco más de mano izquierda con los jugadores.

"En el Madrid eran un poco rácanos con el dinero, pero no me importaba"

P. ¿Se ganaba dinero en el baloncesto de entonces?

R. Poco, poquito (risas). En mi última etapa, en la Selección, gané algo, pero no tanto. No me quejo de lo que ganaba, porque yo vivía muy a gusto. En el Madrid eran un poco rácanos con el dinero, pero no me importaba. De hecho, no tenía ni contrato. Llegábamos a final de temporada, me decían que contarían conmigo para el año siguiente, nos dábamos la mano y listo. Ni sabía cuánto me iban a pagar, pero yo era feliz.

P. ¿Le sorprendió cuando lo eligieron para sustituir a Ferrándiz?

R. Yo me lo olía. Él me estaba formando cuando era su segundo y me lo sugería. Me lo ponía todo muy difícil, pero me apetecía muchísimo.

P. ¿Qué importancia tenía la sección de baloncesto en el club en esa época?

R. Había baloncesto, balonmano, voleibol, fútbol sala… El basket era un deporte que se iniciaba y tenía unos grandes defensores en la directiva, con Saporta a la cabeza. Él se formó en el Liceo Francés y fue directivo durante casi toda la época en la que se inició esa sección. Éramos los hermanos menores del fútbol.

P. Usted lideró al Madrid en su etapa más gloriosa, cargada de un rivalidad histórica con el Barcelona.

R. El Barcelona prácticamente no existía, porque el Badalona era el gran rival. El Madrid de Ferrándiz ganó todo lo habido y por haber. El Barça intentó reforzar su sección de baloncesto porque quizá no le prestaban demasiada atención y fue un gran rival. También hubo otros equipos que aparecieron, como el Baskonia.

placeholder Epi era uno de los líderes de aquel Barcelona. (EFE/Alejandro García)
Epi era uno de los líderes de aquel Barcelona. (EFE/Alejandro García)

P. Epi le gustaba mucho.

R. Era un estilista, buenísimo. Era un jugador muy a tener cuenta, porque en sus inicios nadie prácticamente lo conocía hasta que se empezó a destacar. Era muy peligroso.

P. ¿Cómo fue salida del club como entrenador?

R. En mi último año conseguí la Copa del Rey y la Recopa de Europa. Podía haber seguido, pero el club tenía ya en mente la posibilidad de fichar a un entrenador extranjero.

P. ¿Fue decisión de club?

R. No, no, yo también estaba un poco cansado y reclamé más atención hacia el baloncesto. En aquella época, no se tenía todo lo que debíamos. Fue de mutuo acuerdo, porque yo llevaba ya muchos años.

P. Hablando de salidas, ¿le sorprendió la de Pablo Laso?

R. Sí, me sorprendió mucho todo lo que pasó. En primer lugar, porque se presentó como un cuadro médico importante y eso me preocupó. Como sigo teniendo muy buena relación con gente del club, me informé. Me dijeron que mejoraba y que no eran tan grave, pero luego me perdí porque no supe las razones de por qué no lo dejaron seguir.

"En el Madrid no querían correr riesgos con la salud de Pablo Laso"

P. ¿Le pareció sensata esa decisión?

R. El club ya tenía la experiencia de un entrenador que falleció en un partido. Ese trauma creo que está todavía en el Madrid y que no querían correr ese riesgo. Aunque ahora haya más medios sanitarios que en esa época, un partido es una tensión constante y el riesgo de un infarto, por tanto, es elevado.

P. ¿Qué opina de Chus Mateo?

R. Es un chico que ha estado mucho tiempo de segundo de Pablo Laso. Hay que decir que este Madrid es un equipo nuevo y en el que ha habido muchísimas lesiones. A todos nos ha costado el primer año. El mío, por ejemplo, fue duro y difícil.

placeholder Chus Mateo, durante un partido de Liga Endesa. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Chus Mateo, durante un partido de Liga Endesa. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. Coincidió con Fernando Martín. ¿Se precipitó al irse a América?

R. Él lo tenía muy claro. Ahora van todos a la NBA, pero en aquella época nadie se movía. Fernando estaba muy ilusionado. Tanto el club como yo, que teníamos la última palabra, no pusimos pegas para que se marchara. Allí fueron muy educados con él, pero no le dieron oportunidades.

P. Hay un episodio muy famoso de Fernando, la pelea con Petrovic.

R. Es normal esa lucha de egos entre las grandes figuras. Tengo que reconocer que esa disputa se llevó a unos extremos que no esperábamos. El día de la pelea, Fernando jugó infiltrado, con una escayola durante todo el partido. La presencia de Martín era importantísima, era como el Cid Campeador.

P. Aquel día Petrovic anotó 62 puntos.

R. El equipo contrario estaba muy cerrado, porque nos estaban defendido muy bien a los hombres altos. Y nuestros hombres de fuera no estaban muy finos. El culpable de que metiera todos esos puntos fui yo. Hablé con él en el descanso y le dije que había llegado su hora; que lo habíamos fichado para que fuera determinante y para que fuera más egoísta al atacar. Lo cumplió a rajatabla en el segundo tiempo.

P. ¿Se rehízo la relación entre ellos?

R. Más o menos. Petrovic era un tío muy peculiar, pero iba de frente. Cuando llegó a Madrid, supo que tenía que ganarse el respeto del vestuario y luchó por conseguirlo. Fue un magnífico profesional que hizo muchísimo por ayudar al equipo. Tras la pelea, se acercó a Fernando para arreglar las cosas.

P. ¿Qué tal la relación con Ramón Mendoza?

R. Era un tipo muy creativo, peculiar, gracioso y simpático.

"Yo no hice nada y Mendoza tardó tres semanas en fichar a Petrovic"

P. ¿Alguna anécdota?

R. Sí, el fichaje de Petrovic. Fue muy simple porque él me llamó a su despacho y me dijo que teníamos que llenar de nuevo al pabellón. "¿A quién fichamos?", me comentó. Yo le dije que a Petrovic. Yo no intervine para nada y a las tres semanas ya estaba en Madrid. En aquella época, yo jugaba un poco a dos bandas, porque era entrenador y un poco mánager.

P. Con Florentino Pérez también tuvo relación.

R. Es un magnífico presidente, que además maneja las pesetas como Dios manda. Tengo que reconocer que es la única persona que me ha hecho sudar de verdad en un despacho. Yo me ponía firme. Iba a verlo y empezaba el bombardeo de siempre: me decía que gastábamos mucho.

placeholder Florentino Pérez, en una céntrica calle madrileña. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Florentino Pérez, en una céntrica calle madrileña. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. En los 90, tras dejar el Madrid, se fue a Badalona. ¿Cómo fue ese cambio tras 40 años en la capital?

R. En el Madrid pasé unos años inolvidables en mi vida deportiva. Me acogieron con los brazos abiertos y, además, fueron mis mejores momentos porque era mi juventud. Cuando dejé el club, pensé que el mundo se acababa y no fue así. Cuando el Badalona se interesó en mí, fue la primera vez que utilicé a un agente, que era amigo mío. Le dije que se lo pusiera muy difícil, porque realmente no me quería ir de Madrid. Pero aceptaron las exigencias.

P. Allí estuvo muy cerca de ganar la Euroliga en el 92.

R. Me hubiera encantado, porque es una pedazo de competición. Yo terminé muy contento aquel día, porque competimos de una manera extraordinaria. Así es el deporte y lo afrontamos bien. Les dije en el vestuario, tras perder, que era el momento de llorar y lo hicimos todos. Luego, eso sí, salimos con la cabeza bien alta. Teníamos que ser listos, porque aún quedaba la Liga. Y, por cierto, la ganamos.

P. Luego llegó a la Selección. ¿Qué tal la transición entre los jugadores de Los Ángeles 84 y Los Júnior de Oro?

R. Cuando llegué a la Selección, me dijeron lo de siempre en casa: "Vaya jardín en el que te estás metiendo". El Madrid ha sido el club de mi vida, pero entrenar a tu país es lo más grande para un técnico. Eso es único. Yo sabía que iba a ser muy difícil mi gestión, porque mi tarea era sustituir a las vacas sagradas de Los Ángeles.

P. En la Selección es usted recordado por no convocar a Pau Gasol en el 2000.

R. Llevé a Navarro y a Raúl López de su generación. En el lugar de Pau, convoqué a Jorge Garbajosa. Además, en esa época Gasol jugaba en la EBA y era suplente de Felipe Reyes con España.

P. Usted coincidió con Pepe Sáez. ¿Le sorprendió lo que le ocurrió?

R. Sí, sí, fue un momento difícil para mí, pero siempre he sido fiel con él. He intentado ayudarle en todo lo que he podido.

P. ¿Se ha cansado su mujer de que vea tanto baloncesto?

R. Hemos hecho un pacto ahora. Ella ve la televisión y yo, sin voz, los partidos en el iPad (risas).

Identificar a Lolo Sainz (Tetuán, 1940) es fácil por su altura. Mientras lo espero en una cafetería de Pozuelo de Alarcón, se le ve a través del cristal, bien abrigado, y devuelve el saludo. Entra y deja las cosas claras: "Llámame Lolo y de tú, por favor". El carácter afable y cercano de su etapa como entrenador no ha cambiado.

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