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Huber o cuando el rey de la escalada libre se retira: "Es una blasfemia no respetar la vida"
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la edad le ha hecho reflexionar sobre el riesgo

Huber o cuando el rey de la escalada libre se retira: "Es una blasfemia no respetar la vida"

Alex Huber, uno de los grandes entre los grandes del alpinismo mundial, charló con El Confidencial para explicar por qué deja la escalada y cómo ha logrado gestionar emocionalmente su carrera

“Hondo es el pozo del pasado. Es más, podríamos llamarlo insondable. Y está afirmación también es válida, tal vez más que nunca, cuando nuestra atención se dirige única y exclusivamente al pasado del ser humano.” Alex Huber, uno de los grandes entre los grandes del alpinismo mundial, leyó el primer párrafo de Las historias de Jaacob de Thomas Mann y convino que buscar el contraste entre el pozo de su pasado y la verticalidad de su pasión era un curioso propósito para nuestra conversación.

Alex Huber visitaba Cuenca con su padre Thomas. Invitado por Pedro Cifuentes y la Asociación de Montaña Dolomía, daba una conferencia esa tarde del 23 de noviembre y llegó con tiempo suficiente para pasear por la ciudad. Unos días antes había estado con Carlos Soria en las Jornadas de Montaña de Moralzarzal. El Confidencial compartió con Huber mesa y mantel en el Mesón El Torreón, en la calle Larga -14 euros, una buena comida- y la agradable charla en casa de Cifuentes, a cien metros de la Catedral. “Solo el relato minucioso, afirmaba Thomas Mann, es verdaderamente ameno”.

placeholder El Monte Asgard según Alex Huber.
El Monte Asgard según Alex Huber.

El momento idóneo para decir adiós

Comentabas con Pedro Cifuentes que encontraste tu camino, el sentido de tu vida, haciendo escalada de altísima dificultad y que ahora eres feliz viviendo el alpinismo de una manera más tranquila y disfrutando de tu familia -tiene tres hijos, el mayor de siete años. “Así es. Hay una constante en mi existencia que es el cambio. Soy un alpinista polivalente, he realizado escalada deportiva extrema, abierto vías en invierno y en grandes paredes en solitario. Estoy satisfecho del alpinismo que hice en el Himalaya. Han sido experiencias muy diferentes con algo en común: han marcado mi vida. He llegado a un nivel deportivo como profesional del alpinismo que, estoy súper seguro de ello, a mi edad –en 2018 cumple 50 años- ya no podré superar. Por eso, en este momento lo importante es seguir disfrutando la vida y la montaña de otra manera, pero con la misma pasión.

El día anterior estuviste escalando con tu padre y Carlos Soria. Siempre te refieres al señor Thomas como un ejemplo. “Sí, lo ha sido y lo es. Mi padre nos llevaba a la montaña desde muy pequeños. Iba con mi hermano que también se llama Thomas. Recuerdo que mi primera ascensión a una cumbre de 4.000 metros la hice con once años. Mi padre era muy conocido por sus rápidas ascensiones en la cara norte de Les Droites, en el macizo del Mont Blanc. Cuando le veo escalar en La Pedriza con Carlos Soria, los dos con 78 años, me doy cuenta de que puedes sentir la pasión del alpinismo, llegar arriba, respirar. Puedes hacerlo relajadamente y sentirte satisfecho. En demasiadas ocasiones he cruzado la línea entre lo conocido y lo desconocido. Ya no tengo la misma motivación”. ¿Entre la vida y la muerte? “Bueno… no es necesariamente así. Sucede que a causa de mi potencial físico y técnico me he situado en el límite de mi deporte. Deseaba cruzar barreras y tras ellas solo había incertidumbre, sabía que podía conseguirlo y al lograrlo he ampliado el horizonte en la escalada. Pero, como te decía, ahora siento que ya no soy la persona que deba traspasar esas barreras y la consciencia de mis limites hace que me sienta libre. Un escalador siempre debe hacerse esta pregunta: ¿merece la pena el resultado por el riesgo que voy a correr? Cada edad tiene una respuesta”.

“He sentido miedo muchas veces”

¿Has sentido miedo, miedo de verdad, alguna vez? “Hace años publiqué un libro –solo se encuentra en alemán- para mí es el más importante que he escrito, titulado 'El miedo, mi mejor amigo'. Sí, he sentido muchas veces esa sensación. Cuando lo encuentras, o mejor, cuando él te encuentra a ti, es porque siempre quiere decirte algo. Tú le debes respetar y afrontarlo. El miedo te ayuda a entender cuál es la mejor decisión ante la dificultad”. ¿Es una imprudencia no escuchar lo que te quiere decir? “Sí, lo es. Escúchale y atentamente, no dejes que te engañe la vanidad, porque es el amigo, el consejero, que te ayuda a conservar tu vida en las montañas donde los riesgos están omnipresentes”.

Un escalador profesional es alguien que tiene una gran técnica, unas condiciones físicas muy especiales y un equilibrio mental que se mueve entre los impulsos de la adrenalina y el freno del miedo. ¿Es correcto? “Más o menos, para mí lo más importante es poder escalar sin adrenalina. Cuando estoy sin cuerda en una gran pared, escalo con concentración, pero con un mínimo de adrenalina, cuando sube el nivel de adrenalina en tu sangre pierdes la precisión, pierdes la fuerza, cuando escalas así no vas a sobrevivir mucho tiempo. Lo que necesitas es confianza en ti mismo, es en ese punto cuando el miedo favorece la concentración. En la escalada en solo integral o free solo -sin cuerda, sin seguros, donde una caída es fatal- no hay más realidad que el siguiente movimiento, llegar a la próxima presa. Pensar sobre lo inmediato solo funciona cuando tienes la confianza de que puedes controlar la dificultad y el riesgo. El miedo está conmigo desde la base hasta la cima cuando escalo sin cuerda, pero no crea adrenalina, favorece la concentración. Si no tengo confianza en mi capacidad me vuelvo antes de alcanzar el punto sin retorno. Ese concepto de punto sin retorno es muy importante en mi escalada en solo integral, siempre he buscado el riesgo, no la muerte. No es una contradicción. Claro que podemos vivir sin riesgo, pero, ¿es realmente la vida que queremos?”.

La blasfemia de no respetar la vida

Al salir de visitar la catedral de Cuenca, Alex bromeó con su condición de santo: “Viví 15 años en la misma casa en la que el papa Benedicto XVI pasó una parte muy importante de su vida, en Traunstein, entre Múnich y Salzburgo”. ¿Eres una persona religiosa? Soy católico y también soy físico. He leído el Génesis donde se cuenta la historia de Jaacob, descendiente de Abraham. Ese relato bíblico que inspira la obra de Thomas Mann que comentábamos al inicio de la conversación. En ella, el autor separa mito y realidad y me sirve como ejemplo para explicar lo que quiero decir: soy un humanista y como tal mis convicciones morales y mi formación científica van de la mano. La vida es un regalo y le tengo mucho respeto. En ocasiones me preguntan por qué he escalado en solo integral y me acusan de que no respeto la vida. Creo que es justo lo contrario. Escalo en solo integral cuando tengo una confianza total en mí mismo, cuando estoy súper convencido de que puedo controlar el desafío con seguridad. Si no lo hiciese así, si no respetase el regalo de la vida, para mí sería… -Alex Huber se esfuerza por encontrar la palabra precisa- para mí sería una blasfemia”.

“Hice en 1994 y 1996 dos vías de escalada en Austria –Weisse Rose y Open Air- con el mayor grado (9ª y 9ª+) de dificultad en ese momento y en 1997 me licencie en Física en la Universidad de Múnich. Mis estudios de doctorado los hice en el Instituto Meteorológico de Múnich. Pero, enseguida me di cuenta de que era muy complicado encontrar el equilibrio entre mis dos pasiones: la física y la montaña. Además, en 1998 me pagaban muy poco por los estudios de doctorado. Ganaba más con una conferencia que en un mes de sueldo universitario. Decidí probar. Me di un plazo de dos años para ver si funcionaba y de lo contrario volvería a mis estudios”. ¿Y que dijeron tus padres? Fue una situación difícil para ellos. De repente todo el esfuerzo personal y económico que la familia había puesto en mis estudios lo abandonaba, pero entendieron que la escalada era mi pasión. La suerte es que ha funcionado bastante bien. Siempre hemos sido una familia que ha sabido hacer frente a las tensiones y a las dificultades de la convivencia. La relación con mi hermano Thomas es una buena prueba de esta afirmación. No es habitual la unión y la misma pasión que hemos compartido durante toda nuestra vida –Thomas Huber es un gran escalador y junto a su hermano han realizado gestas del alpinismo-. La motivación que hoy tengo para preservar mi familia, es una herencia de mis padres. Son los valores que nos han trasmitido: actuar con integridad en cualquier situación que se presente en la vida”.

placeholder Alex Huber y su padre paseando por Cuenca. (Foto: Pedro Gil)
Alex Huber y su padre paseando por Cuenca. (Foto: Pedro Gil)

¿Venciste a la adrenalina?

¿Cambió tu perspectiva del alpinismo, del riesgo en la escalada, cuando tuviste a tu primer hijo en 2009? “No, nunca he tenido la percepción de que podría perder mi vida en las montañas. Como te he comentado, siempre trato de controlar el riesgo. No he querido enfrentarme a situaciones que se me escapaban, incontrolables. Sin embargo, algo sí ha cambiado con la edad. Creo que mi carrera profesional ha llegado a un punto razonable de finalización”. ¿Te he entendido bien, es un buen final para esta conversación? “Sí, sí, así es”. ¿Venciste a la adrenalina? “Es posible, quiero vivir la pasión del montañismo al nivel que es adecuado a mi edad”.

Después de la conferencia de Alex estaban invitados por Eduardo, el propietario de El Torreón, a cenar chuletas de cordero manchego. Durmieron en casa de Pedro Cifuentes –una cama, un sofá y el suelo- Alex, su padre y los amigos Marc, de Rab/Lowe Alpine, Susi, un buen escalador y Akbar Syed, de la empresa pakistaní de expediciones Lela Peak. Cifuentes, amablemente cedió la cama a los dos protagonistas. Sin embargo, esos fuertes lazos familiares de los Huber, al punto se aflojaron. Alex cedió la cama a su padre, le dijo a Pedro que no insistiese y todos se situaron lo más lejos posible del señor Thomas.

placeholder Alex Huber en un momento de la entrevista.
Alex Huber en un momento de la entrevista.

“Hondo es el pozo del pasado. Es más, podríamos llamarlo insondable. Y está afirmación también es válida, tal vez más que nunca, cuando nuestra atención se dirige única y exclusivamente al pasado del ser humano.” Alex Huber, uno de los grandes entre los grandes del alpinismo mundial, leyó el primer párrafo de Las historias de Jaacob de Thomas Mann y convino que buscar el contraste entre el pozo de su pasado y la verticalidad de su pasión era un curioso propósito para nuestra conversación.

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