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'Competencia oficial': Antonio Banderas y Penélope Cruz, en la comedia más divertida
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ESTRENOS DE CINE

'Competencia oficial': Antonio Banderas y Penélope Cruz, en la comedia más divertida

Los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat regresan con una comedia screwball con un retrato de los aspectos más ridículos de la industria del cine

Foto: Penélope Cruz y Antonio Banderas en una alfombra roja ficticia en 'Competencia oficial'. (Disney)
Penélope Cruz y Antonio Banderas en una alfombra roja ficticia en 'Competencia oficial'. (Disney)

Fue con 'El hombre de al lado' (2011) cuando los codirectores argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn se dieron a conocer en España. Dos residentes de un edificio de Le Corbusier (Daniel Aráoz y Rafael Spregelburd) iniciaban una guerra vecinal delirante a causa de la construcción de una ventana en uno de los pisos. Con 'El ciudadano ilustre' (2016) iniciaron su colaboración con Óscar Martínez, quien interpretaba a un escritor ganador del Nobel de Literatura que vuelve a su pueblo natal con nefastas consecuencias. Después de sus reflexiones sobre los aspectos más absurdos de la arquitectura, el arte -'Mi obra maestra', (2018)- y la industria literaria, los cineastas y el actor argentino repiten con una comedia que lleva hasta el paroxismo los aspectos más absurdos y risibles de la creación cinematográfica con 'Competencia oficial', con la que estuvieron nominados al León de oro de la última Biennale y que este fin de semana llega a las salas de cine.

Expertos en señalar los contrasentidos y el esnobismo de las industrias culturales, Duprat y Cohn han reunido a las dos estrellas más famosas del star system español, Penélope Cruz y Antonio Banderas -juntos por primera vez fuera del universo Almodóvar-, que protagonizan una comedia desbarrante, una screwball clásica que, aunque menos ingeniosa que las anteriores, funciona como un reloj suizo gracias a un guión que funciona como un reloj suizo y unas interpretaciones fuera de órbita. A pesar de un último acto innecesariamente largo y reiterativo, 'Competencia oficial' mantiene el nivel de una pareja de cineastas que han desarrollado un estilo cómico único y absolutamente personal. Los emperadores del arte están desnudos y ellos los señalan.

placeholder Antonio Banderas es un exitoso actor de Hollywood; Óscar Martínez un tótem del teatro. (Disney)
Antonio Banderas es un exitoso actor de Hollywood; Óscar Martínez un tótem del teatro. (Disney)

Pocas veces ha demostrado Antonio Banderas una vis cómica tan pronunciada como en su papel de Félix Rivero, un trasunto hipervitaminado de sí mismo, un latin lover español que ha triunfado en Hollywood pero que necesita encontrar el papel de su vida para que le tomen como un actor serio. Frente a él, circunspecto y espartano, Óscar Martínez como Iván Torres, un intérprete de prestigio curtido en los escenarios, comprometido de forma estricta (aparentemente) con el arte y el pensamiento, un carácter en las antípodas de Rivero. El choque de trenes que siempre proponen los directores entre extremos de un mismo palo tiene lugar esta vez cuando un empresario multimillonario que quiere dejar huella al final de sus días se debate entre construir un puente para bautizarlo con su nombre o financiar una película que cuente con los mejores talentos patrios.

Cuando se decide por la segunda opción, el empresario (José Luis Gómez) contrata a una cineasta excéntrica y muy reputada para ponerse al timón del proyecto. Lola Cuevas, el personaje de Penélope Cruz, con una percepción de sí mismo muy elevada, tendrá que actuar de árbitro en una pelea de egos a dos que, a veces, se eleva a tres. Excesiva y atrevida en su interpretación, Cruz se reconfirma como una enorme actriz de comedia en un reparto en el que todos consiguen esa extraña magia colectiva en la que también participan Irene Escolar, Manolo Solo y una Pilar Castro irreconocible. Dentro de la propia historia también se apunta a ese frágil equilibrio -o desequilibrio- que hace que una película sea genial. Personajes caricaturescos en situaciones grotescas que funcionan como un espejo aberrado de proceso creativo plagado de egos, inseguridades e imposturas.

placeholder Antonio Banderas e Irene Escolar en otro momento de 'Competencia oficial'. (Disney)
Antonio Banderas e Irene Escolar en otro momento de 'Competencia oficial'. (Disney)

Desde el primer encuentro de los dos actores se prevé el desastre: Rivero, un 'peter pan' seductor y narcisista, viste ropa llamativa, conduce coches lujosos y se rodea de modelos jóvenes. Torres, siempre sobrio e intelectual, representa el epítome del actor erudito, estudioso de los clásicos, profesor respetado, hipérbole de la 'gauche divine'. Los dos representan opuestos en los que seguro han podido encontrar rastros de sí mismos. Los directores utilizan los clichés y estereotipos sobre el mundo actoral y los exageran hasta llevarlos al sinsentido. Todo aquello que los críticos critican del mundo del cine está sublimado y ampliado con lupa en unos personajes que van desnudando sus miserias e incoherencias a medida que el ambiente en los ensayos se tensa. Como en sus anteriores títulos, el problema siempre es el de enfrente. Hasta que el de enfrente, el del espejo, es uno mismo.

Heredera de clásicos como '¡Qué ruina de función!' (1992), en la que Peter Bogdanovich descubría las bambalinas de una producción teatral, o 'Bowfinger' (1999), en la que Frank Oz imagina el rodaje desastroso de una película en la que un director jeta engaña a su 'troupe' para sacarla adelante, 'Competencia oficial' es un escaparate del arte más ensimismado del mundo, que es la actuación, una ocupación centrada en la observación constante de uno mismo. El espectador asiste a la construcción de una película, un proceso en el que se requiere la suspensión de la vergüenza ajena y la propia. Los personajes pasan por lecturas de guión, mesas italiana y ejercicios psicológicos para sacar lo mejor de sí mismos como actores, pero acaban sacando lo peor de sí mismos como personas. Ya el simple hecho de interpretar un personaje, desvestido de los focos, del contexto, no es más que un acto de insanidad.

placeholder Antonio Banderas y Óscar Martínez en 'Competencia oficial'. (Disney)
Antonio Banderas y Óscar Martínez en 'Competencia oficial'. (Disney)

Los directores reducen ese contexto a la mínima expresión: tan sólo los protagonistas encerrados dentro de los inmensos espacios de un edificio brutalista en el que tendrán que confrontar los mecanismos de su propio arte. Y ver a actores riéndose de su propia profesión, de sus propios fraudes, reíse, en fin, de sí mismos es casi terapéutico. Y, si el final no se hubiese alargado más allá de la fiesta, 'Competencia oficial' hubiese sido, además, genial.

Fue con 'El hombre de al lado' (2011) cuando los codirectores argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn se dieron a conocer en España. Dos residentes de un edificio de Le Corbusier (Daniel Aráoz y Rafael Spregelburd) iniciaban una guerra vecinal delirante a causa de la construcción de una ventana en uno de los pisos. Con 'El ciudadano ilustre' (2016) iniciaron su colaboración con Óscar Martínez, quien interpretaba a un escritor ganador del Nobel de Literatura que vuelve a su pueblo natal con nefastas consecuencias. Después de sus reflexiones sobre los aspectos más absurdos de la arquitectura, el arte -'Mi obra maestra', (2018)- y la industria literaria, los cineastas y el actor argentino repiten con una comedia que lleva hasta el paroxismo los aspectos más absurdos y risibles de la creación cinematográfica con 'Competencia oficial', con la que estuvieron nominados al León de oro de la última Biennale y que este fin de semana llega a las salas de cine.

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