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'Vivir dos veces': sí, se puede hacer humor con el alzhéimer
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'Vivir dos veces': sí, se puede hacer humor con el alzhéimer

En esta comedia dramática familiar, Maria Ripoll aborda la vivencia del alzhéimer desde una perspectiva entre el humor desengrasante y el drama romántico un tanto azucarado

Foto: 'Vivir dos veces'.
'Vivir dos veces'.

Emilio, un matemático ya jubilado, desayuna cada día en el mismo café, donde además se distrae resolviendo el sudoku, o el cuadrado mágico, como le gusta a él llamarlo, reivindicando la manera más tradicional de denominar este tipo de acertijos numéricos. En el arranque de 'Vivir dos veces', la responsable del lugar (Aina Clotet) se extraña de que Emilio no pida la tostada con tomate de la manera habitual. Es el primer síntoma de que algo sucede en su memoria... 'Vivir dos veces' se aproxima a la experiencia del alzhéimer a partir de la figura de este profesor a quien encarna el soberbio actor argentino Óscar Martínez, que aquí adopta un acento español que recuerda un tanto al de José Sacristán.

A partir del guion de María Mínguez y dirigida por Maria Ripoll, 'Vivir dos veces' busca un equilibrio que no siempre encuentra entre una perspectiva cómica bien templada respecto a lo que supone el alzhéimer para quien lo padece y para su entorno, y un envoltorio de cuento romántico que pretende compensar la dureza de tal situación. Emilio quiere ocultar su estado a su hija Julia (Inma Cuesta), que sin embargo no tarda en enterarse de lo que sucede. El momento en cuestión, por cierto, que incorpora un gag a costa del oficio de Julia, que trabaja de visitadora médica, es una de las escenas humorísticas más conseguidas del filme.

La película, por momentos, recurre a los estereotipos rancios para definir a sus personajes. Emilio encarna a un profesor universitario de matemáticas que no sabe lo que es Google (!?), por aquello de la supuesta incompatibilidad de los académicos veteranos y las nuevas tecnologías. Y para así acentuar el choque generacional con su nieta adolescente Blanca, encarnada por Mafalda Carbonell, la gran revelación de la película. Entre ambos, surge una inesperada química que otorga brío a la trama. Emilio y Blanca intercambian diálogos propios de una 'screwball comedy' familiar en que se retraen sin ambages y con desparpajo sus respectivas diversidades funcionales. La muchacha le recuerda a su abuelo que está perdiendo indefectiblemente la memoria, mientras que el anciano tilda de coja a Blanca por su diversidad motriz. El humor aquí permite desdramatizar las respectivas condiciones de los personajes sin dejar de hablar de ellas. Abuelo y nieta se entienden tan bien que deciden emprender juntos una escapada en busca del primer amor de Emilio, el recuerdo que el protagonista más teme perder. Julia y su marido, Felipe (Nacho López), el personaje peor definido del filme, se acaban embarcando también en esta 'road movie' familiar con vocación de comedia romántica de la senectud. Algo que no resulta extraño en manos de Ripoll, una cineasta especializada en adaptar de forma más o menos efectiva los tropos de la comedia o el drama indie anglosajón de éxito a la idiosincrasia de este país, como demuestran títulos como 'Mi vida en 65'', 'Ahora o nunca', 'Rastros de sándalo' o 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas'.

placeholder 'Vivir dos veces'.
'Vivir dos veces'.

Así, toda la familia atraviesa media España para encontrar a la primera y última mujer a la que amó Emilio. El filme aquí sabe en qué momento poner el freno de mano para no caer en exceso en la inverosimilitud. Porque todo el 'macguffin' en torno al recuerdo del primer enamoramiento de un hombre maduro de mente pragmática y un tanto cascarrabias responde más a un cliché cinematográfico un tanto caduco que a una opción narrativa que surja del convencimiento de sus responsables. Su planteamiento visual recuerda además a cóomo se desarrolla el mismo tópico en 'La gran belleza', de Paolo Sorrentino. La idea de que el amor vence a la demencia senil, por otro lado, es el tema de uno de los grandes éxitos del cine romántico de las últimas décadas, 'El diario de Noa', de Nick Cassavetes, en toda la subtrama que protagonizan Gena Rowlands y James Garner. Y también está presente en un estreno de la próxima semana, 'Los mejores años de nuestras vidas', en que el incombustible Claude Lelouch retorna a los personajes protagonistas de 'Un hombre y una mujer' más de medio siglo después.

placeholder Cartel de 'Vivir dos veces'.
Cartel de 'Vivir dos veces'.
Foto: 'Hotel Bombay'.

Frente a este tirar del tópico del recuerdo de ese gran y primer amor que perdura toda la vida, la película presenta en su último tramo sus secuencias más convincentes, cuando resigue desde la sobriedad dramática la evolución de la enfermedad de Emilio. El final propio de un cuento de hadas romántico queda así un tanto impostado. Porque la verdadera historia de amor de 'Vivir dos veces' es la que protagonizan Julia y Blanca junto a Emilio en todas esas semanas tan difíciles y tan sensibles en que hija y nieta acompañan al padre mientras el alzhéimer avanza imparable.

Foto: Bill Skarsgard retoma el papel de Pennywise en 'It 2'. (Warner)

Emilio, un matemático ya jubilado, desayuna cada día en el mismo café, donde además se distrae resolviendo el sudoku, o el cuadrado mágico, como le gusta a él llamarlo, reivindicando la manera más tradicional de denominar este tipo de acertijos numéricos. En el arranque de 'Vivir dos veces', la responsable del lugar (Aina Clotet) se extraña de que Emilio no pida la tostada con tomate de la manera habitual. Es el primer síntoma de que algo sucede en su memoria... 'Vivir dos veces' se aproxima a la experiencia del alzhéimer a partir de la figura de este profesor a quien encarna el soberbio actor argentino Óscar Martínez, que aquí adopta un acento español que recuerda un tanto al de José Sacristán.

Alzhéimer Cartelera y estrenos de cine José Sacristán
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