'Noticias del gran mundo': un 'western' que muestra la bondad de Tom Hanks (otra vez)

La premisa de ‘Noticias del gran mundo’ es un variado cóctel de arquetipos narrativos propios tanto del cine en general como de uno de sus géneros más iconográficos, el ‘western’, en particular: uno es el del niño blanco criado por una tribu de nativos americanos, otro es el del hombre maduro que logra enfrentarse a sus traumas cuando asume la tarea de cuidar de un huérfano, y el del viudo dañado en busca de redención es otro más. Y su protagonista, de hecho, guarda obvios parecidos con el de ‘Centauros del desierto’ (1956), uno de los títulos que la nueva película más explícitamente referencia —incluso se atreve a recrear su plano más icónico—; como Ethan Edwards (John Wayne) en la obra maestra de John Ford, en efecto, el capitán Jefferson Kyle Kidd (Tom Hanks) es un veterano de la Guerra de Secesión que combatió desde el lado de los Confederados, y que ahora atraviesa un territorio azotado por el odio, la violencia y el rencor con la intención de salvar a una muchacha que fue secuestrada por los indígenas.

Kidd descubre a la niña (Helena Zengel) escondida en un carromato, abandonada junto al cadáver del hombre negro que la custodiaba, sin duda asesinado por alguna versión embrionario del Ku Klux Klan. Acababa de serle arrebatada por los soldados de la Unión a la tribu de los kiowa, que la secuestraron cuatro años atrás y desde entonces la educaron como una nativa —solo habla el idioma de sus captores—; sus únicos parientes biológicos viven a 650 kilómetros, en una comunidad de inmigrantes alemanes, y Kidd tarda muy poco en asumir la responsabilidad de llevarla hasta allí; después de todo, el capitán es un personaje interpretado por Tom Hanks, y eso de forma casi automática lo convierte en un modelo de integridad y decencia.

Por supuesto, el viaje resulta estar plagado de peligros, que aquí no personifican los nativos americanos —a los que en todo caso la película, como tantos otros ‘westerns’ supuestamente progresistas, prefiere mitificar en lugar de humanizar— sino corruptos hombres blancos. Pese a ello, ‘Noticias del gran mundo’ no está tan cargada de escenas de acción como su tráiler sugiere; prefiere centrar su atención en los vínculos que, al principio a regañadientes, Kidd y su joven acompañante van creando, intercambiando palabras en sus respectivos idiomas y mostrándose mutuamente, a menudo en silencio, las heridas psicológicas causadas por el pasado.

El capitán es un personaje interpretado por Tom Hanks, y eso de forma casi automática lo convierte en un modelo de integridad y decencia

Dicho esto, puede resultar llamativo que la película haya sido firmada por Paul Greengrass, que lleva años especializado en dirigir ‘thrillers’ trepidantes e hiperventilados basados en hechos históricos recientes y que aquí, en cambio, decide pisar el freno y dejar la cámara quieta. Por lo demás, eso sí, ‘Noticias del gran mundo’ muestro tanto interés en el comentario social y político urgente como el cine previo del británico. Kidd se gana la vida viajando de un lado a otro y leyendo los periódicos a la ciudadanía, predicando la paz y la unidad en un país azotado por una pandemia y partido en dos por culpa del racismo, y en el que líderes tiranos que manipulan a las masas propagando mentiras. Los paralelismos se establecen solos.

Pese a sus conexiones con el ‘zeitgeist’, sin embargo, la película en buena medida funciona como un cuento, y a ello contribuye la obediencia que rinde a las convenciones genéricas. En realidad, en ella no sucede ni más ni menos que lo que cualquier espectador podrá imaginar a tenor de sus cinco primeros minutos de metraje, y Greengrass en ningún momento se toma la molestia de hacernos creer en la posibilidad de que el viaje acabe donde está escrito que debe hacerlo; es uno de los motivos por los que en última instancia, y pese a la capacidad conmovedora que Hanks y Zengel alcanzan en sus escenas más íntimas, ‘Noticias del gran mundo’ no alcanza la resonancia dramática pretendida.

El otro motivo tiene que ver con la carismática personalidad fílmica que Hanks ha ido creando con los años, basada en la nobleza, la afabilidad y la virtud infinitas, y con el grado de dependencia de ella que la película demuestra. Por supuesto, el actor vuelve a usarla de forma impecable, matizándola para la ocasión con dosis adicionales de convincente melancolía; pero cuando Kidd dice “ambos tenemos demonios a los que enfrentarnos” resulta francamente complicado saber muy bien a qué se refiere porque Greengrass no nos deja ni asomarnos a los rincones de su alma corroídos por el trauma. Cualquiera diría que a él la los horrores de la guerra y el dolor de la pérdida lo han hecho más razonable, más justo y más compasivo. Dado que su férrea moral nunca llega a verse amenazada, se hace difícil implicarse emocionalmente con su periplo.

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