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'Martin Eden': una auténtica joya del cine contra el mito del hombre libre
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'Martin Eden': una auténtica joya del cine contra el mito del hombre libre

La película de Pietro Marcello traslada la novela homónima de Jack London a Italia para plasmar las contradicciones sociopolíticas de un marinero convertido en escritor de prestigio

Foto: Luca Marinelli es Martin Eden en la adaptación del clásico de Jack London por Pietro Marcello. (Golem)
Luca Marinelli es Martin Eden en la adaptación del clásico de Jack London por Pietro Marcello. (Golem)

Coinciden desde este viernes en las pantallas dos adaptaciones de Jack London, el escritor estadounidense aquí tan asociado a una literatura juvenil de exaltación de la aventura y la vida salvaje. Pero existe otro London. El que escribía cuentos como el que inspira la serie de Mateo Gil disponible en Netflix desde hace unas semanas 'Los favoritos de Midas', en que lleva a cabo un ataque a la naturaleza despiadada de quien acumula riqueza. Y el autor de novelas de trasfondo autobiográfico como 'Martin Eden', base de una de las mejores películas europeas de los últimos años, un contrarrelato crítico al mito del hombre-hecho-a-sí-mismo, pilar fundacional del sistema de valores norteamericano.

El director italiano Pietro Marcello traslada del Oakland original al Nápoles de principios del siglo XX la historia del marinero del título quien, tras rescatar a un muchacho de unos matones, se gana la simpatía de una familia burguesa. Martin Eden (Luca Marinelli) queda fascinado por los Orsini, sobre todo por la hermosa Elena (Jessica Cressy), que le inicia en la educación intelectual. Este joven de clase obrera acostumbrado al trabajo físico se sumerge en un proceso de autoaprendizaje a través de los libros. Martin no solo adquiere una vasta cultura literaria de forma autodidacta, aprende además el arte de la escritura hasta convertirse en un autor famoso.

'Martin Eden' encaja en el arco narrativo del hombre que se construye a sí mismo al margen del sistema y a pesar de la poca confianza que depositan en él las figuras de autoridad de su entorno. El protagonista se cultiva fuera de una estructura educativa incapaz de apreciar sus ansias de conocimiento y deviene escritor gracias a su propia tenacidad a la hora de enviar manuscritos a todo tipo de publicaciones. Esta historia de aparente triunfo está atravesada sin embargo por una reflexión más amplia sobre la pulsión autodestructiva del individualismo en pleno auge del ideario socialista con el que también flirtea el personaje.

Poco conocido en nuestro país más allá del ámbito de los festivales, el director Pietro Marcello se había movido sobre todo en el terreno del documental antes de acometer este ambicioso proyecto, una película que entronca con las grandes crónicas cinematográficas italianas a la hora de trazar el devenir de un individuo en un entorno histórico convulso. 'Martin Eden' recoge una serie de inquietudes sociopolíticas que emergieron en los tiempos de Jack London, pero todavía son plenamente vigentes. El personaje se empapa de las lecturas de Herbert Spencer, filósofo evolucionista cuyo pensamiento inspira todo un corpus de posturas libertarias, entendido este concepto desde el individualismo norteamericano, y no desde el anarquismo europeo. Así, a pesar de cierta conciencia de clase y de su profunda amistad con un bohemio socialista, Martin rechaza en el socialismo su presunta “moral de esclavos”. Al mismo tiempo, se enfrenta a quienes se apodan liberales y defienden una supuesta meritocracia desde unas posiciones de privilegio bien salvaguardadas. Será este mismo individualismo extremo el que acabe con él cuando alcance la fama.

Una película que entronca con las grandes crónicas cinematográficas italianas

La película también acoge oportunas reflexiones en torno al papel de la cultura. La trayectoria del protagonista hace plantearnos hasta qué punto ciertas concepciones de la cultura abren el camino para la movilidad social pero no para la emancipación de clase. Martin también vive en su propia carne como escritor el choque entre la vocación por una cultura comprometida y la idea alienada de entretenimiento. Dos de las mujeres de su vida le reprochan el fondo demasiado crudo de sus libros y artículos. Su hermana da a entender que las personas de clase popular como ella necesitan distracción, y no tristeza, para compensar sus ya de por sí duras vidas. Elena, por su parte, le echa en cara que en sus textos no se atisba ni un mínimo de calidez o esperanza. Y cuando el protagonista ya ha alcanzado el éxito, pone en consideración si las grandes obras de la literatura y del arte han sido posible gracias a que sus autores disponían del privilegio de dedicarse a ellas al librarse de otras tareas que llevaban a cabo sus esclavos, sirvientes o, añado yo, el trabajo femenino.

Además del bullicio sociopolítico, en 'Martin Eden' late una belleza cinematográfica cada vez más difícil de encontrar en la gran pantalla. Pietro Marcello ha optado por rodar su filme en 16 mm, lo que le otorga una textura específica, muy acorde a una película de época, y al mismo tiempo lo distancia de esa alta definición propia de cierta calidad academicista. La película incorpora legados diversos del cine europeo, de Ingmar Bergman (la actriz en primer plano recitando el contenido de la carta a su amado) a los grandes del cine italiano. Del cine soviético recupera la fuerza del retrato de los obreros en sus lugares de trabajo. Pero también la práctica de un montaje contrapuntístico que incorpora elementos anacrónicos, tanto temas musicales como imágenes de archivo, para enriquecer la trama y expandir su lectura más allá del universo del protagonista. La formación como documentalista de Marcello también se hace patente en el retrato de ese Nápoles vivaz y de sus gentes, que nos recuerdan a lo largo del filme que el pueblo y el proletariado son una realidad concreta y no meros conceptos abstractos en boca de escritores y políticos.

Aunque Marcello prefiera distanciarse de los referentes ineludibles del cine de su país, es inevitable pensar en el Helmut Berger de las películas de Luchino Visconti que retrataban el ocaso de la aristocracia italiana al ver la encarnación que lleva a cabo Luca Marinelli del Martin Eden triunfante, pero decadente, del último tramo de la película. Hay que reconocerle al actor, Copa Volpi a la mejor interpretación masculina en el Festival de Venecia de 2019, el mérito de saber encarnar las complejidades de este personaje fascinante que resume las contradicciones sociopolíticas de hace un siglo tanto como las de ahora.

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Coinciden desde este viernes en las pantallas dos adaptaciones de Jack London, el escritor estadounidense aquí tan asociado a una literatura juvenil de exaltación de la aventura y la vida salvaje. Pero existe otro London. El que escribía cuentos como el que inspira la serie de Mateo Gil disponible en Netflix desde hace unas semanas 'Los favoritos de Midas', en que lleva a cabo un ataque a la naturaleza despiadada de quien acumula riqueza. Y el autor de novelas de trasfondo autobiográfico como 'Martin Eden', base de una de las mejores películas europeas de los últimos años, un contrarrelato crítico al mito del hombre-hecho-a-sí-mismo, pilar fundacional del sistema de valores norteamericano.

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