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'Midway': una mala película de acción... y encima aburrida
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'Midway': una mala película de acción... y encima aburrida

Roland Emmerich, autor de fantasías catastrofistas como 'Independence Day', se lanza a la recreación histórica de la batalla naval de 1942 entre Estados Unidos y Japón

Foto: Nick Jonas, en un momento de 'Midway', de Roland Emmerich. (Diamond)
Nick Jonas, en un momento de 'Midway', de Roland Emmerich. (Diamond)

Resulta difícil sentir verdadera decepción ante el nuevo trabajo de Roland Emmerich, porque solo un insensato esperaría mucho de él. Después de todo, el cineasta alemán ha dedicado la mayor parte de su carrera a hacer un tipo específico de cine: malas películas de acción. Durante un tiempo, de hecho, se lo consideraba como uno de los grandes directores de espectáculos fílmicos de usar y tirar, llenos de personajes impersonales y espectáculo de cartón-piedra y mucha, mucha cursilería. 'Midway' incluye dos de estos últimos ingredientes.

En esta ocasión, el autor de fantasías catastrofistas como 'Independence Day' (1996), 'El día de mañana' (2004) y '2012' (2009) se lanza a la recreación histórica: la de la batalla naval de 1942 entre Estados Unidos y Japón, que cambió el curso de la Segunda Guerra Mundial, y los seis meses de tacticismo posteriores al desastre de Pearl Harbor que la precedieron. La Historia, recordemos, no ha tendido a ser el punto fuerte de Emmerich; cuando sus películas pretenden estar basadas en hechos reales —ya sea caricaturizando la Guerra de Independencia de los Estados Unidos en 'El patriota' (2000), defendiendo una disparatada teoría según la cual William Shakespeare no fue el verdadero autor de sus obras en 'Anonymous' (2011) o convirtiendo el nacimiento de los derechos de los homosexuales en un ofensivo cliché en 'Stonewall' (2015)—, suelen acabar siendo más ridículas que cuando hablan de invasiones alienígenas, ciudades enterradas bajo el hielo o desastres bíblicos.

placeholder Patrick Wilson, en un momento de 'Midway'. (Diamond)
Patrick Wilson, en un momento de 'Midway'. (Diamond)

Es cierto, por otra parte, que 'Midway' transmite la sensación de ser fruto de un esfuerzo real por parte de su director, con el fin de tratar los acontecimientos que retrata con rigor y respeto, y en ese sentido es claramente superior a la épica 'La batalla de Midway' (1976), que evidenciaba un completo desinterés por la corrección histórica y usaba el escenario bélico como mero telón de fondo de un melodrama romántico. La nueva película es un chiste si se compara con el magnífico documental 'La batalla de Midway' (1942), rodado por el mismísimo John Ford durante la contienda misma, pero al menos muestra tanta fe en el interés de su relato que cuenta que casi logra hacerlo realmente interesante. Casi.

La gente suele reírse de Michael Bay, pero al menos sus abominaciones cinematográficas tienen un sello inconfundible; solo él podría haberlas hecho

El problema es que las manazas de Emmerich están marcadas por todo el metraje. Y lo peor de su estilo autoral es que, en realidad, no se caracteriza por nada más que la obsesión por escenificar la destrucción de edificios, vehículos y ciudades. La gente suele reírse de Michael Bay, pero al menos sus abominaciones cinematográficas tienen un sello inconfundible; solo él podría haberlas hecho. En cambio, Emmerich —a quien se suele considerar como una versión l'ow cost' de Bay— tiene una malsana querencia a lo genérico. Cada uno de los personajes de 'Midway', sin ir más lejos, tiene un solo rasgo de identidad; uno de ellos masca chicle, otro luce un peinado increíblemente rígido, y así. A algunos se les otorga algo parecido a una vida privada, pero en su inmensa mayoría carecen por completo de personalidad.

placeholder Mandy Moore y Ed Skrein, en un fotograma de 'Midway'. (Diamond)
Mandy Moore y Ed Skrein, en un fotograma de 'Midway'. (Diamond)

Cierto que el objetivo de la película parece está deliberadamente menos centrado en los individuos que en el sistema de burocracia militar y el procedimiento de recolección de inteligencia que permitió la planificación y la ejecución de una estrategia bélica enormemente complicada, pero para cumplirlo no habría hecho falta reducir los personajes a la condición de meros estereotipos ni poner en sus bocas exclusivamente el tipo de frases en su día reservadas para actores como Lee Marvin o Chuck Norris. Y aunque sobre el papel es cierto que 'Midway' es la rara película bélica norteamericana que se toma la molestia de prestar atención a la perspectiva del enemigo, en la práctica eso solo significa que los personajes de nacionalidad nipona son tan desechables como los estadounidenses.

placeholder Cartel de 'Midway'.
Cartel de 'Midway'.

La falta de carácter debe extenderse a la inmensa mayoría de las secuencias de acción, tan asépticas —apenas se detecta rastro de sangre en ellas— y tan plagadas de efectos visuales de dudosa calidad que ni las explosiones ni los hundimientos acaban teniendo impacto visual, emocional o temático alguno. Sumadas a los diálogos de relleno y las pétreas interpretaciones, hacen que, pese a sus intentos de autenticidad, 'Midway' derroche una artificialidad típica de la era del 'blockbuster' ridículo que Emmerich abanderó en los noventa. La diferencia es que las películas que el alemán dirigió en aquella época no solo se mostraban plenamente conscientes de su propia idiotez sino que la celebraban, y eso —en el mejor de los casos— las convertía en placeres culpables. 'Midway' no es una película terrible, pero carece por completo de esa capacidad de distinción. Hay algo peor que hacer malas películas de acción, y es hacerlas aburridas.

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Resulta difícil sentir verdadera decepción ante el nuevo trabajo de Roland Emmerich, porque solo un insensato esperaría mucho de él. Después de todo, el cineasta alemán ha dedicado la mayor parte de su carrera a hacer un tipo específico de cine: malas películas de acción. Durante un tiempo, de hecho, se lo consideraba como uno de los grandes directores de espectáculos fílmicos de usar y tirar, llenos de personajes impersonales y espectáculo de cartón-piedra y mucha, mucha cursilería. 'Midway' incluye dos de estos últimos ingredientes.

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