'Annabelle vuelve a casa': terror que te clava en la butaca

La nueva y séptima entrega del universo Warren recupera como protagonista a la muñeca diabólica capaz de invocar solo con su presencia toda suerte de infortunios sobrenaturales, un personaje que se presentó fugazmente en el filme originario de James Wan, 'Expediente Warren' (2013), y que ya obtuvo su protagonismo central en las anteriores 'Annabelle' (2014) y 'Annabelle: Creation' (2017). En el prólogo de 'Annabelle vuelve a casa', contemplamos al matrimonio que da nombre a la saga recogiendo el juguete de su última residencia para llevarlo a su propio hogar y ponerlo bajo custodia en esa vitrina hermética donde cuelga el aviso de que no se abra bajo ninguna circunstancia... Durante el camino de regreso al hogar, los Warren se ven envueltos en un contratiempo de carácter terrorífico cuando su coche se detiene inopinadamente delante de un cementerio tras dejar atrás un accidente de tráfico mortal. El suceso marca el tono de este filme, que supone el debut tras las cámaras de Gary Dauberman, guionista de los dos títulos anteriores y de 'La monja' (2018), y de otros filmes ajenos al mundo de 'Expediente Warren' como 'It'. Lejos de apoyarse en el susto fácil y acelerado, la película genera una atmósfera de miedo a base de cocer a fuego lento situaciones de alta tensión.

'Annabelle vuelve a casa' actualiza uno de los topos por excelencia del cine de terror de los ochenta, que tiene en 'Halloween' (1978), de John Carpenter, una de sus películas fundacionales y en la saga 'Scream', de Wes Craven, su mejor relectura posmoderna: el de la canguro, mujer y joven, que se ha quedado sola en una casa ajena a cuidar de algún menor y se convierte en víctima propiciatoria del acoso de algún asesino. Aquí, la niñera en cuestión es Mary Ellen (Madison Iseman), una estudiante de instituto dulce y responsable que se encarga de velar por Judy (Mckenna Grace), la hija de los Warren, quien por cierto empieza a mostrar las mismas habilidades de médium que su madre. Mary Ellen se prepara para pasar un fin de semana con la pequeña porque Ed y Lorraine, tiempo después de rescatar a Annabelle, deben partir en una nueva misión.

A pesar de las protestas de Mary Ellen, a las dos muchachas se les une otra chica, Daniela (Katie Sarife), que a primera vista se presenta como lo opuesto a su amiga, y no solo porque la primera sea rubia y la segunda morena. Daniela es la adolescente siempre dispuesta a la transgresión, a saltarse las normas y buscarse problemas. Una vez en casa de los Warren, el personaje de Sarife encarna otro rol habitual en el cine gótico y de terror, el de la fémina que traspasa el umbral de lo prohibido, la que entra en la habitación cerrada para todos, la que quiere acceder a ese conocimiento que le es vetado. Daniela, por supuesto, ansía colarse en el museo de los horrores de los Warren presidido por la urna que encierra a Annabelle.

En 'Annabelle vuelve a casa', las chicas se ayudan para afrontar juntas la injerencia de lo sobrenatural

A primera vista, parece que la trama va a enfrentar a Mary Ellen y Daniela como las respectivas encarnaciones de modelos opuestos de feminidad. Y que van a ser salvadas o castigadas de forma ejemplar según las rutinas del género ligadas a roles como el de la 'final girl'. La película, sin embargo, supera este patrón moralista y otorga a Daniela una razón de peso para justificar su obstinada insistencia en acceder a la cámara de las maravillas de los Warren. Lejos de desarrollar un vínculo de oposición entre las dos muchachas, en 'Annabelle vuelve a casa' las chicas se ayudan para afrontar juntas la injerencia de lo sobrenatural.

Una vez desatado el terror en la casa, la tercera entrega de 'Annabelle' convoca a la mayoría de presencias diabólicas que se encontraban prisioneras en esa estancia. Así, la muñeca comparte protagonismo con un perro infernal, una armadura de samurái maldita, un teléfono que comunica con tu futuro más inmediato en la pantalla de un televisor, el barquero Caronte que cobra por pasar a los muertos al Más Allá, una novia poseída o un juego de mesa espeluznante... Las tres protagonistas más Bob (Michael Cimino, nada que ver con el director homónimo), el pretendiente de Mary Ellen que acude a visitarlas, se ven sucesivamente atacadas por alguno de los artefactos malditos.

Dauberman encierra así dentro de la casa de los Warren un parque de atracciones del terror

Dauberman encierra así dentro de la casa de los Warren un parque de atracciones del terror en que se suceden las situaciones de tensión perfectamente combinadas durante una hora para mantener a la audiencia clavada en su butaca. Como en el prólogo, el director no juega al susto fácil ni se abandona al exceso del gore, sino que plantea diferentes 'set pieces' aterradores en torno a los diferentes personajes y objetos protagonistas.

'Annabelle vuelve a casa' demuestra una vez más que la saga del matrimonio Warren mantiene su solvencia a la hora de ofrecer eficaces ejemplos de un cine de terror que homenajea con convicción a sus referentes al tiempo que los actualiza. Pero esta sensación de sumergirte en un parque de atracciones del miedo implica que cuando el viaje se acaba lo hace igualmente cualquier inquietud. La película resulta en este sentido una buena generadora de sustos, pero resulta inane en su incapacidad para provocar cualquier emoción aterradora más profunda o duradera en el espectador.

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