'Loving Vincent': pero ¿quién mató a Van Gogh?
Pintada al óleo de forma artesanal, esta película dirigida por Dorota Kobiela y Hugh Welchman indaga en los últimos días del pintor a través de sus cartas
Resulta casi imposible admirar en condiciones 'La noche estrellada'. El famoso cuadro de Vincent van Gogh acapara más atención por parte de los visitantes que cualquier otro de los expuestos en el MoMA de Nueva York, donde cohabita con 'Las señoritas de Avignon', de Pablo Picasso, o 'Latas de sopa Campbell', de Andy Warhol, por citar solo algunos de sus ilustres vecinos. La nube de admiradores que se agolpan a todas horas ante la pintura del holandés en su intento de hacer la foto de turno resulta un buen indicador de hasta qué punto Van Gogh se ha convertido en uno de los nombres más populares de la Historia del Arte. Un reconocimiento inversamente proporcional al ostracismo que sufrió en vida, marginación que por otro lado ha contribuido a forjar su atractiva aura de pintor maldito.
Al culto al autor de 'Los girasoles' se añade ahora un filme insólito, 'Loving Vincent'. A diferencia de tantos otros 'biopics' que homenajean a un artista a través de su vida más que a través de su obra, este proyecto de la polaca Dorota Kobiela y el británico Hugh Welchman parte de la base de recrear el universo paisajístico y humano que acompañó a Van Gogh a partir de sus propios cuadros. Para ello, han optado por armar una película de animación cuyos fotogramas pintados a mano emulan su estilo. A la manera de las películas rotoscopiadas, 'Loving Vincent' se rodó primero como un filme convencional con intérpretes de carne y hueso que se utilizó como base para la animación. Pero en este caso, en lugar de recurrir a un dispositivo tecnológico para llevar a cabo la versión dibujada, se contó con un equipo de pintores profesionales que reproducían sobre tela cada uno de los 65.000 fotogramas que configuran el largometraje final.
La obra de Vincent van Gogh siempre ha encerrado cierta pulsión cinética. Los trazos arremolinados que hacen vibrar el fondo de sus cuadros, esos cielos en pleno arrebato meteorológico, las luces que tintinean en las pinturas nocturnas, las ondas expansivas de los paisajes... Numerosos aficionados han sabido desatar esta tendencia al movimiento en 'gifs' y 'vines', formatos propios de la era digital que permiten relacionarse con obras de referencia desde propuestas igualmente creativas. El reto de 'Loving Vincent' consistía en ir más allá del formato corto, y sostener el tempo de un largometraje sin traicionar el objetivo inicial de trabajar en todo momento con los cuadros de Van Gogh. En este aspecto, la película resulta un logro.
Los 95 minutos de metraje fluyen a través del imaginario vangoghiano sin caer en el mero pase de diapositivas
Los 95 minutos de metraje fluyen a través del imaginario vangoghiano sin caer en el mero pase de diapositivas, peligro que acechaba en caso de un exceso de fidelidad al estatismo del cuadro, ni en uno de esos pastiches que hieren la retina del espectador en su intento sobrepasado de imitar un estilo artístico. La adaptación al cine de las pinturas de Van Gogh consigue ese cierto equilibrio siempre difícil de calibrar entre el respeto al original y los mandatos propios del lenguaje cinematográfico. A lo que contribuye, está claro, el hecho de haber trabajado a partir de pinturas al óleo, lo que evita la excesiva homogeneización de las texturas propiciada por la imagen digital.
¿Y qué narrativa sobre Van Gogh habita esta arquitectura estética? Los responsables de 'Loving Vincent' han urdido una suerte de relato de misterio en torno a su suicidio con el que matan dos pájaros de un tiro. Abren un interrogante respecto a su fallecimiento que les permite desplegar una de esas historias de naturaleza detectivesca que siempre funcionan de cara al espectador-lector, en que además pueden introducir a casi todos los personajes del corpus vangoghiano. Con la excusa de entregar su última y póstuma carta (de sobras es conocida la afición de Van Gogh a comunicarse de forma epistolar), Armand, el hijo del cartero Roulin, visita a las personas que conocieron y trataron al pintor a lo largo de su vida.
Armand habla con los conocidos de Van Gogh sobre su relación con el pelirrojo y las circunstancias de su muerte
Los rostros y nombres son de sobra conocidos porque el propio artista los retrató en sus cuadros: el mencionado cartero y su familia; Père Tanguy, que le proporcionaba los utensilios necesarios para su trabajo; el doctor Gachet, quien compartía con él la pasión por la pintura; Adeline Ravoux, a cargo del hostal donde se alojaba, o Marguerite Gachet, la hija del doctor a la que pintó en un par de ocasiones... Armand habla con todos y cada uno de ellos sobre su relación con el pelirrojo y las circunstancias de su muerte. ¿Por qué se disparó en el abdomen en lugar de en la sien o en la boca como llevan a cabo todos los suicidas? ¿Tiene sentido que mostrara signos de querer trabajar en nuevas obras justo antes de matarse? ¿Qué pasa con ese joven del pueblo que siempre lo atosigaba y humillaba? ¿Sentía el doctor Gachet una envidia malsana por su talento?
El objetivo final de 'Loving Vincent' no es encontrar una respuesta definitiva a estas preguntas sino transitar por estos diferentes testimonios de la vida y muerte de Van Gogh. El filme, sin embargo, queda lastrado por el excesivo peso que tienen estos diálogos, generadores por momentos de una ceremonia de la confusión en torno a la biografía del pintor al poner demasiado énfasis en elementos anecdóticos o directamente conspiranoicos. Experiencia insólita en el mundo del cine, 'Loving Vincent' se disfruta mucho más como inmersión estética que como aproximación biográfica a Van Gogh.
Resulta casi imposible admirar en condiciones 'La noche estrellada'. El famoso cuadro de Vincent van Gogh acapara más atención por parte de los visitantes que cualquier otro de los expuestos en el MoMA de Nueva York, donde cohabita con 'Las señoritas de Avignon', de Pablo Picasso, o 'Latas de sopa Campbell', de Andy Warhol, por citar solo algunos de sus ilustres vecinos. La nube de admiradores que se agolpan a todas horas ante la pintura del holandés en su intento de hacer la foto de turno resulta un buen indicador de hasta qué punto Van Gogh se ha convertido en uno de los nombres más populares de la Historia del Arte. Un reconocimiento inversamente proporcional al ostracismo que sufrió en vida, marginación que por otro lado ha contribuido a forjar su atractiva aura de pintor maldito.
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