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Dormir tres horas, no comer y morir pronto: la dura vida de los dibujantes de manga
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Karōshi: muerte por trabajo

Dormir tres horas, no comer y morir pronto: la dura vida de los dibujantes de manga

La muerte de Akira Toriyama ha vuelto a poner el foco en los problemas que tiene Japón con la cultura del trabajo y el esfuerzo hasta la extenuación

Foto: Akira Toriyama, mítico creador de 'Bola de dragón'. EFE
Akira Toriyama, mítico creador de 'Bola de dragón'. EFE

El pasado 1 de marzo falleció el mítico dibujante de manga Akira Toriyama, padre de Goku, Vegetta y otros ídolos de toda una generación global (o de varias). El legendario mangaka (como se llama a los dibujantes de cómic japonés) había cumplido los 68 años y, según trascendió, el motivo de su fallecimiento fue un hematoma subdural. Tenía 14 años más que Kentaro Miura, creador de otro mítico manga (Berserk), que también conmocionó al mundo cuando falleció en 2021, a los 54 años, por una disección caórtica aguda, dejando su obra sin terminar.

A los pocos días del fallecimiento de Miura, salió a la luz un supuesto diario que habría estado escribiendo intermitentemente durante años, desde 1993 —cuatro años después de comenzar a publicar Berserk—, donde podían leerse frases tan lapidarias como "en los últimos meses he estado durmiendo solo tres horas", "he perdido cinco kilos de golpe, ¿por qué será?", o, "ahora que lo pienso, en el último año solo he salido dos veces a la calle". En otras palabras, podría decirse que Toriyama fue afortunado. Según las estadísticas, los dibujantes de manga viven hasta 20 años menos que el japonés medio (la esperanza de vida es de 84 años, avalan los datos de la OMS).

Quizá el diario de Kentaro Miura no fuera muy fiable, puesto que es difícil comprobar que estuviese escrito de su puño y letra, pero las estresantes condiciones de vida de los mangakas son de sobra conocidas. Muchos de ellos tienen que luchar por cumplir con los apabullantes plazos que estipulan las revistas para las que trabajan, haciendo que su salud se resienta en muchas ocasiones y, por consiguiente, no puedan terminar sus obras en una particular pescadilla que se come la cola.

"Las condiciones han cambiado con los años, pero siempre han sido muy duras, especialmente lo fueron hasta los años 90", cuenta a El Confidencial el traductor de manga Marc Bernabé, especialista y divulgador de cultura japonesa. "Pensemos que tienen que hacer jornadas maratonianas de trabajo para poder llegar a las entregas. Esta no es una característica única del mundo del manga, solo una sublimación de la cultura del trabajo y el esfuerzo en Japón. Tienen unas entregas específicas —entregan por capítulos—, aunque dependen de la publicación —suelen ser de ritmo semanal o quincenal—, y tienen tradicionalmente una presión muy fuerte para no fallar en ninguna entrega. Esto se cobra sus víctimas, no son pocos los dibujantes de manga con una esperanza de vida menor que la media y se puede achacar a estas condiciones".

"Tienen unas entregas específicas, que suelen ser semanales o quincenales, y tienen una presión muy fuerte para no fallar en ninguna"

Eiichiro Oda (autor del famoso One Piece, uno de los mangas más longevos de la historia) ha comentado en varias ocasiones que no come durante días porque no tiene tiempo, pero que tampoco pretende cambiar sus hábitos: "Me despierto sobre las cinco de la mañana, me tomo un café y me pongo a trabajar hasta las dos de la mañana del día siguiente", contó en una ocasión en una publicación japonesa. Hizo unas declaraciones parecidas Takeshi Obata, creador de Death Note, en una entrevista en La Vanguardia hace unos años: "La vida de un dibujante es muy dura. Hay fechas de entrega y tranquilamente me puedo pasar cuatro días sin comer ni dormir".

Foto: (EC Diseño/Marina G. Ortega) Opinión
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No son excepciones en absoluto. Masashi Kishimoto (creador de Naruto), ha asegurado en muchas ocasiones que durante los 20 años de creación de su obra solo dormía tres horas al día. Ai Yazawa (artífice de Nana) no pudo terminar su obra por temas de salud sin especificar (llegó a contar que se desmayaba y, al despertarse, seguía dibujando) y la salud de Yoshihiro Togashi (HunterxHunter) es tan pésima desde hace años que en multitud de ocasiones tiene que abandonar la publicación de su obra durante largos periodos de tiempo. Son algunos de los dibujantes más famosos de un país conocido por haber inventado el término Karōshi (literalmente: muerte por exceso de trabajo).

"Me despierto sobre las cinco de la mañana, me tomo un café y me pongo a trabajar hasta las dos de la mañana del día siguiente"

"No es una ciencia exacta y hay mangakas que están viviendo mucho, claro", apunta Bernabé. "Ahora mismo no hay tanta presión y se tiene más manga ancha —desde hace unos diez o 15 años—, aunque eso no quita que la parte editorial les imponga mucha presión y a veces se sientan contra las cuerdas. Pero al final es el extremo de una cultura del trabajo que en Japón se suele elogiar, el hecho de trabajar muy duro y echar muchas horas es visto de forma positiva y ceñirte a las horas que tienes de trabajo está mal visto".

placeholder  Practicando el inemuri. (iStock)
Practicando el inemuri. (iStock)

La información que llega en ocasiones a nuestro país está un poco edulcorada y la cultura del esfuerzo se señala como una práctica a imitar para ser más productivos. Varios medios han elogiado la práctica del inemuri, que se puede traducir como "echarse una cabezada" en algún momento del día, siempre que las apretadas agendas lo permitan, lo que en realidad entraña un problema estructural más profundo de falta de sueño, frecuente en países como el nipón (de media duermen unas seis horas), o Corea del Sur, con una media similar. De la misma manera se habla en términos halagüeños de esa característica cultural de los japoneses (cultura gaman) en la que cada persona debe ser paciente y perseverante ante las situaciones difíciles o inesperadas, lo que explica irremediablemente muchas cosas de su psique que a nosotros nos resultan tan sorprendentes.

"Los japoneses asombraron a todos cuando salieron de las crisis del petróleo del 73 y el 79. Lo consiguieron aumentando las horas de trabajo"

Para Florentino Rodao, catedrático en la Universidad Complutense, que ha estudiado durante años la política y la cultura japonesa, la cuestión del esfuerzo por trabajo tiene poco de glamurosa y más que ver con las crisis que ha sufrido el país históricamente: "Es verdad que ser un vago está muy mal visto, como pudo comprobarse durante el COVID. En el mundo asiático el trabajo forma una parte muy importante de la vida —no solo en Japón, también en Corea o China—, de hecho, una encuesta reciente señalaba que tres de cada cuatro universitarios consideran que, aunque estés enfermo, tienes que ir a trabajar. Esta mentalidad está cambiando un poco por temas que les afectan, como la baja natalidad, lo que ha impulsado a tomar medidas (más cargos de responsabilidad para las mujeres o la idea del ikumen que se basa en el padre que debe cuidar de sus hijos). La sociedad está cambiando, como tantas otras".

"El confucianismo puede que tenga que ver con su mentalidad, pero también hay que ser conscientes de que el karōshi, lo de que echen tantas horas también está muy relacionado con que, históricamente, los sindicatos en Japón apenas se han preocupado por los derechos del trabajador", añade. "Y hay que tener en cuenta que el país salió muy victorioso de las crisis del petróleo del 73 y del 79, asombrando a todo el mundo, pero no hay que olvidar que eso se consiguió aumentando las horas de trabajo de la gente".

El pasado 1 de marzo falleció el mítico dibujante de manga Akira Toriyama, padre de Goku, Vegetta y otros ídolos de toda una generación global (o de varias). El legendario mangaka (como se llama a los dibujantes de cómic japonés) había cumplido los 68 años y, según trascendió, el motivo de su fallecimiento fue un hematoma subdural. Tenía 14 años más que Kentaro Miura, creador de otro mítico manga (Berserk), que también conmocionó al mundo cuando falleció en 2021, a los 54 años, por una disección caórtica aguda, dejando su obra sin terminar.

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