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Astérix arrasa en las librerías españolas con un nuevo álbum contra la autoayuda y el 'coaching'
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Astérix arrasa en las librerías españolas con un nuevo álbum contra la autoayuda y el 'coaching'

'El lirio blanco', el cómic número 40, llega a España tras ser traducido a 20 lenguas, entre ellas el catalán, euskera, gallego y asturiano, y se ha convertido en todo un 'bestseller'

Foto: 'El lirio blanco', la nueva aventura de Astérix y Obélix. (Salvat)
'El lirio blanco', la nueva aventura de Astérix y Obélix. (Salvat)

El éxito de Astérix y Obélix no se acaba nunca. Hace 64 años que apareció la primera de sus historietas en la revista Pilote —29 de octubre de 1959— y, desde entonces, los personajes creados por René Goscinny y Albert Uderzo no se han bajado del top de los libros más vendidos. Y no solo en Francia. En España acaba de aparecer su último álbum, El lirio blanco (Bruño), y ya está en lo más alto en ventas en librerías (sin Amazon), solo superado por los arrasadores premios Planeta (haya críticas positivas o negativas). La pócima mágica de Panorámix, de la que esta vez se han dispuesto cinco millones de ejemplares en todo el mundo, sigue funcionando.

Además, la fórmula continúa pese al fallecimiento de sus creadores —Goscinny, el guionista, lo hizo en 1977; y Uderzo, el dibujante, en 2013—, que han sido sustituidos en varias ocasiones. De hecho, El lirio blanco cuenta con un nuevo escritor, Fabcaro, muy conocido en Francia, y mantiene a Didier Conrad, que ya le tiene cogido el trazo a los personajes. Por lo demás, todo gira en torno a lo mismo: es el año 50 a. C., poco después de que César ganara la Guerra de las Galias, Astérix y Obélix salen de la aldea en busca de aventuras, luchan contra los romanos, Julio César se cabrea y finalmente se comen unos cuantos jabalíes en el banquete final mientras el pobre bardo Asurancetúrix es atado a un árbol con la boca tapada. Todo eso en poco más de 45 páginas.

Esta vez el elemento de actualidad, que ya introdujeron Goscinny y Uderzo, y que es una de las claves de su éxito, tiene que ver con una crítica acerada a la autoayuda y el coaching. A las frasecitas que aparecen en las galletas y que se estampan en las tazas. El malo de la película es un tal Viciovirtus —bien traído ese juego de palabras para caracterizar al vendemotos— al que Julio César contrata para que atonte las cabezas de los galos con expresiones de misticismo barato y, a la vez, insufle moral en los soldados romanos mediante el pensamiento positivo. Y, al principio, la cosa funciona. Después, habrá que verlo.

placeholder Viñetas del álbum 'El lirio blanco'. (Salvat)
Viñetas del álbum 'El lirio blanco'. (Salvat)

La traducción, ese reto

A simple vista, con esta fórmula repetitiva, trabajar los álbumes de Astérix y Obélix desde la traducción parece sencillo, pero no lo es en absoluto, según confirma a El Confidencial una de sus traductoras (también están Xavier Senín y Alejandro Tovar) —al castellano y al gallego—, Isabel Soto, que lleva ya traduciéndolos desde hace más de 10 álbumes.

Es un reto, es muy difícil. Tienes que estar en un estado mental de buen humor y muy creativo, ya que es un producto muy francés y ellos juegan mucho con la pronunciación de su lengua, lo cual muchas veces es intraducible. Tenemos que acudir muchas veces a la estrategia de la compensación, es decir, lo que pierdes por un lado lo ganas por otro”, manifiesta Soto, quien reconoce que, aunque los juegos de palabras persisten en cada página, nadie ha conseguido llegar al nivel de Goscinny. “No, no, él era un genio y es inimitable. El resto hace lo que puede, pero él era único. Ese ingenio es verdad que hay mucha gente que lo echa de menos”. Y también pasa un poco con la trama, como en este álbum en el que a veces la crítica a ese pensamiento positivo se vuelve un poco rancia y se acaban criticando aspectos —como comer comida más saludable— que realmente son buenos. A priori parece mejor nutrirse con un producto fresco que con un procesado. Es posible que Goscinny, que era de ideas progresistas, no se hubiera sentido demasiado cómodo con esta trama.

"Traducirlo es muy difícil. Tienes que estar en un estado mental de buen humor y muy creativo. Juegan mucho con la pronunciación"

Pero volviendo al texto puro y duro, en esta ocasión también aparecen las canciones de Asurancetúrix, que son bastante complicadas de traducir, puesto que siempre aluden a referentes muy franceses. “Que te resulte un texto gracioso es una de las claves del éxito de Astérix, y eso es responsabilidad de los traductores. Por eso es una traducción que lleva meses. Todas las viñetas se miran del derecho y del revés. Y después los franceses vigilan mucho el producto y a veces se hacen cambios de los que nosotros no somos responsables. Y eso sí molesta porque hay cambios que no funcionan y los lectores te lo achacan a ti”, se lamenta. Por ejemplo, ocurrió con Aznavour, que los traductores españoles mantuvieron, pero los franceses cambiaron por Raphael, y el lector español se quejó aduciendo que el personaje era claramente Aznavour.

El recorrido de Astérix por las diferentes lenguas del planeta, no obstante, es enorme. Se ha traducido a 111 idiomas y en España ya aparece, además de en castellano, en catalán, gallego, euskera y asturiano. Soto también es encargada del gallego. “La jugada se complica, ya que hay que hacer un producto diferenciado”, señala. Una vez más, las canciones son lo que más trabajo da. “Te las pasan con muchas instrucciones, con un vídeo en YouTube para que veas de dónde las han sacado. Y nosotros tenemos que buscar algo reconocible en gallego. Hemos usado muchas veces canciones del programa infantil-juvenil de la TVG mítico de los ochenta Xabarín Club porque es con el que se formó toda una generación de lectores. Y también hemos recurrido mucho a la música popular que se canta en fiestas. Y hemos hecho algún homenaje como llamar a un bar Fuxan os Ventos [grupo de folk gallego de 1972]. Lo que nos dejan”, se ríe.

placeholder Fabcaro y Didier Conrad en la presentación de 'El lirio Blanco' en París el mes pasado. (EFE/Christophe Petit)
Fabcaro y Didier Conrad en la presentación de 'El lirio Blanco' en París el mes pasado. (EFE/Christophe Petit)

Desde que aparecieran en la revista Pilote en 1959 por entregas y el primer álbum fuera publicado en 1961, Astérix y Obélix cuentan ya con 40 historietas. Pero también hay películas, dibujos animados y hasta un parque temático. Son personajes muy franceses y a la vez muy globales, al menos en el mundo occidental. Por eso Soto cree que, aunque hayan muerto sus creadores, sus herederos no van a tirar la fórmula a la basura. “No, no van a renunciar a algo que les funciona”, apostilla. Y ellos, los traductores, van a seguir al pie del cañón. Al menos mientras la inteligencia artificial les deje: “De momento, creo que no es capaz de traducir a Astérix porque lo que hace es muy literal y no parece pillar el sentido del humor. Pero quién sabe. Esto cambia muy rápido”, zanja.

El éxito de Astérix y Obélix no se acaba nunca. Hace 64 años que apareció la primera de sus historietas en la revista Pilote —29 de octubre de 1959— y, desde entonces, los personajes creados por René Goscinny y Albert Uderzo no se han bajado del top de los libros más vendidos. Y no solo en Francia. En España acaba de aparecer su último álbum, El lirio blanco (Bruño), y ya está en lo más alto en ventas en librerías (sin Amazon), solo superado por los arrasadores premios Planeta (haya críticas positivas o negativas). La pócima mágica de Panorámix, de la que esta vez se han dispuesto cinco millones de ejemplares en todo el mundo, sigue funcionando.

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