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'Iribarne': sátira sobre Fraga que carga contra la Transición y que es más de 2015 que de 2023
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Del 12 de octubre al 12 de noviembre

'Iribarne': sátira sobre Fraga que carga contra la Transición y que es más de 2015 que de 2023

Los gallegos Esther Carrodeguas y Xavier Castiñeira firman esta obra irreverente que se estrena este jueves en el Valle-Inclán de Madrid

Foto: Los actores en Iribarne. (Geraldine Leloutre)
Los actores en Iribarne. (Geraldine Leloutre)

Franco es Paquita. Fraga era el niño “bastardo” del cole, según le llamaban los compañeros. Adolfo Suárez, el perrito faldero de Juan Carlos I; Felipe González, prácticamente un vendido de la Transición; PRISA una empresa franquista —y por ende El País de Juan Luis Cebrián—, y la sociedad española, casi una pusilánime por haber aguantado los 40 años de dictadura. Iribarne, con texto de Esther Carrodeguas y dirección de Xavier Castiñeira, no deja títere con cabeza. Es una sátira irreverente sobre Fraga que, obvio, carga contra el franquismo, pero también sin sutilezas contra la Transición y el bipartidismo a ritmo de tecno fiesta de verbena. Y, a pesar de que se estrena este 12 de octubre en el Teatro Valle-Inclán del CDN, parece mucho más 2015 —y nostalgia 15-M— que de este 2023.

La obra adopta un tono mitinero —sobre todo al final—, pero tiene destellos muy notables y divertidos (la escena de Carmen y su muñeco está muy conseguida). Como los propios creadores han indicado en distintas ruedas de prensa y entrevistas, se titula Iribarne, va sobre Fraga, pero no es un biopic. Y es cierto que han exprimido todos los recursos de la teatralidad. La historia comienza cuando nace el político gallego aunque coge ritmo desde la Guerra Civil, un dinamismo que no para hasta su muerte en 2012. Por el escenario, los actores Xurxo Cortázar, Jorge de Arcos, Mónica García, Anxo Outumuro, Lidia Veiga y la propia Esther Carrodeguas se van convirtiendo en sucesivos Fragas que reflejan todo tipo de matices del político y de etapas con un juego de la escenografía —la dirección es fabulosa— que deja sin respiro al espectador. Y, sí, la obra dura tres horas, pero principalmente la primera hora y media sucede sin que te des cuenta. Un ballet perfectamente acompasado.

"Fraga estuvo en parrilla de salida para algo importante siempre y nunca lo consiguió"

“El proyecto nació durante un viaje en furgoneta por la costa valenciana y sus Benidorm en distintas escalas. Y pensamos, esto es la política de Fraga, nuestro abuelo gallego, el fragosaurio, pero con alcance nacional”, comenta Castiñeira. Así nació la pregunta Who the f* is Iribarne? —que también es un hit musical de la obra— y un texto que intenta responder a ello y que como Carrodeguas reconoce “es político, de acción política porque interpela a los espectadores”.

La dramaturga, que tiene en su haber otras piezas que han tenido éxito como Supernormales, sobre el sexo de las personas con discapacidad, manifiesta que el gallego fue ante todo “un superviviente”, ya que pasó por todas las fases de la política española del siglo XX y el principio del XXI y en todas tuvo un papel relevante. De hecho, ganó hasta cuatro veces las elecciones en Galicia ya en democracia después de haber sido ministro de Franco. Quizás es que este es el recorrido normal. “Consiguió sobrevivir a la Transición y durante 16 años fue presidente de una Autonomía dándole la vuelta a su propio ideario. A mí me gusta decir que es un creador de contenidos”, manifiesta Carredeguas. Para la actriz Mónica García, que capta espíritu fraguista con una bis cómica muy sobresaliente, fue “un fracasado. Estuvo en parrilla de salida para algo importante siempre y nunca lo consiguió”. En definitiva, la obra ofrece muchas caras de Fraga, “el más franquista entre los franquistas, el más demócrata entre los demócratas y el más autonomista entre los autonomistas”, como se dice en uno de los momentos del texto.

placeholder 'Iribarne', a ritmo de verbena. (Geraldine Leloutre)
'Iribarne', a ritmo de verbena. (Geraldine Leloutre)

Los creadores han querido insistir en que no se trata de un teatro panfletario. “No nos gusta”, apostilla Castiñeira, “queremos contar cómo Fraga nos transformó”. “No, no es un texto contra Fraga. El interés era investigar la Transición con un personaje que va de la mano. Pero no es propagandística ni hay un interés en machacar a nadie. El interés era generar pensamiento”, añade Carrodeguas.

El problema es que algunas bromas parecen más un tuit cuñado. Ese es el desagüe por el que se va lo que podría ser una buena propuesta escénica

Sin embargo, la obra no escatima en dardos. Tampoco tiene por qué, ya que, además, es una obra de ficción. Utiliza elementos clowns y el humor para reírse de Franco, del régimen, del propio entierro del dictador y, por supuesto, de todo lo que siguió después. Hasta hay un momento en el que la famosa foto de Dolores Ibárruri y Rafael Alberti, exiliados durante el franquismo, queda en entredicho. La escritura de la Constitución, en la que también participó Fraga —es cierto que fue el perejil de todas las salsas— se presenta como una mariscada entre amigotes en la que se carcajean de algunos artículos como el de la vivienda, las comunidades autónomas o los referéndums. El problema es que muchas veces estas bromas parecen más un tuit cuñado que una verdadera gracia. Y ese es el desagüe por el que se va lo que podía haber sido una buena propuesta escénica.

Porque el juego interpretativo está fabuloso. Hay que felicitar a los actores por cómo se meten en la piel de un político que lo cierto es que no acaba de quedar mal del todo. Casi quedan peor algunas puyas lanzadas veladamente a Mariano Rajoy. La escenografía de la primera parte es fantástica con ese juego de puertas y ventanas. El ritmo, trepidante. El vestuario, más evidente con esos tirantes muy españoles. Un buen recurso el de Carrodeguas como maestra de ceremonias. Pero la segunda parte se diluye, hay minutos de más cuando ya llevas más de dos horas escuchando un medio mitin. El espectador llega a Galicia exhausto.

placeholder Franco es Paquita en 'Iribarne'. (Geraldine Leloutre)
Franco es Paquita en 'Iribarne'. (Geraldine Leloutre)

Todo termina con la muerte, como suele ocurrir en todos los casos de la vida. En ese momento el personaje de la nieta de Fraga afirma que se alegra de que su abuelo muriera antes de que se rompiera su creación, el bipartidismo. La contradicción es que eso podía ser en 2015, no en un 2023 en el que la cosa sigue siendo de dos (bloques). Igual Fraga hubiera vuelto a (casi) acertar.

Franco es Paquita. Fraga era el niño “bastardo” del cole, según le llamaban los compañeros. Adolfo Suárez, el perrito faldero de Juan Carlos I; Felipe González, prácticamente un vendido de la Transición; PRISA una empresa franquista —y por ende El País de Juan Luis Cebrián—, y la sociedad española, casi una pusilánime por haber aguantado los 40 años de dictadura. Iribarne, con texto de Esther Carrodeguas y dirección de Xavier Castiñeira, no deja títere con cabeza. Es una sátira irreverente sobre Fraga que, obvio, carga contra el franquismo, pero también sin sutilezas contra la Transición y el bipartidismo a ritmo de tecno fiesta de verbena. Y, a pesar de que se estrena este 12 de octubre en el Teatro Valle-Inclán del CDN, parece mucho más 2015 —y nostalgia 15-M— que de este 2023.

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