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Los españoles ya no saben lo que leen: "Me paso el día escribiendo para tontos"
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Los españoles ya no saben lo que leen: "Me paso el día escribiendo para tontos"

Las confusiones en el trabajo aumentan y cada vez nos cuesta más concentrarnos en un texto. Para los expertos, es el resultado de una tormenta perfecta

Foto: "He bajado al bar para desayunar y he leído en el Marca que se ha lesionado el niñato". (Foto: Reuters/Enrique Calvo)
"He bajado al bar para desayunar y he leído en el Marca que se ha lesionado el niñato". (Foto: Reuters/Enrique Calvo)
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"Trabajo en una agencia de publicidad y cada vez son más frecuentes los errores en trabajos que hay que entregar al cliente, tipo hacer curro que no es, o leerse el briefing en diagonal y no darte cuenta de que te pedían cinco mockups en lugar de tres, y todo porque la gente (yo incluida) no se lee los correos y las presentaciones o las lee en diagonal. Esto me genera ansiedad, porque tengo la sensación de que me paso el día escribiendo cosas a la gente indicando lo que tienen que hacer y van a pasar de mí, con lo cual los voy a tener que ir persiguiendo para comprobar si han entendido lo que tenemos que hacer, y tengo la sensación de que escribo para dummies, como si redactara libros de texto para niños: todo con bullets, frases cortas, negritas, subrayados y destacados para tratar de crear jerarquías de lectura de modo que aunque lo lean en diagonal pillen de qué va".

Si hay una experiencia que comparta todo empleado moderno es la de haber trabajado de más por un correo electrónico mal redactado o una confusa cadena de mensajes de WhatsApp. Casi cualquiera puede sentirse identificado con las historias de esas personas, quizá ellas mismas, que se presentaron en un restaurante una semana antes de la cita por no haberse fijado lo suficiente. La sensación es la misma: una mezcla de saturación, frustración y la promesa, seguramente incumplida, de que a la próxima leeremos mejor.

"Personas escribiendo rápido para personas que leen con prisas, malentendido seguro"

La semana pasada, los resultados de la prueba PIRLS mostraban que los niños españoles habían empeorado sensiblemente su rendimiento en comprensión lectora desde 2016. Pero es posible que también esté ocurriendo entre los adultos, como valora Cristina Vela Delfa, profesora del Departamento de Lengua Española de la Universidad de Valladolid y autora de Los emojis en la interacción digital escrita (Arco Libros): "No conozco informes, pero la intuición me dice que es así: una lectura acelerada es siempre de peor calidad que una reposada. La multitarea en la que vivimos ahora resta capacidad de concentración a adultos y niños".

La investigadora califica de "combinación explosiva" nuestro contexto: "Personas escribiendo rápido para personas que leen con prisas, malentendido garantizado".

placeholder Thibaut Deleval. (H.G.B.)
Thibaut Deleval. (H.G.B.)

Quien también ha percibido un deterioro de nuestra capacidad de comprensión es Thibaut Deleval, autor de Distraídos (Aguilar) y abogado, profesor y emprendedor. Por ejemplo, al ver cómo a su propia hija le cuesta descifrar los correos que detallan los pasos que debe seguir para matricularse en el Erasmus, o las confusiones de fechas ("¿qué martes, este o el que viene?"), o la cantidad de viajeros que se equivocan de asiento en el avión. "Es sorprendente la cantidad de gente que se sienta donde no es porque no entiende dos simples coordenadas", lamenta.

Los seres humanos tenemos dos circuitos de atención, explica Charo Rueda Cuerva, profesora de Neurociencia Cognitiva en el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada y autora de Educar la atención con cerebro (Alianza Editorial). El primero, que tiene que ver con los estímulos externos que captan instantáneamente nuestra atención, nos permitió sobrevivir en la naturaleza pero es muy superficial, y el segundo, que permite un procesamiento más profundo, que está en sintonía con nuestros objetivos y que nos permite tomar decisiones voluntarias y conscientes. Hoy utilizamos de nuevo sobre todo el primer sistema.

"Es el resultado del desprecio por el tiempo de los demás"

"Cuando vamos a un ritmo frenético, el primer sistema nos hace funcionar en modo automático sin mucha demanda", explica Rueda. Si aparcamos el coche en el mismo lugar todos los días, no hay problema y consumiremos pocos recursos atencionales. Si lo cambiamos de sitio, tal vez nos demos cuenta de que no sabemos dónde lo hemos dejado. Algo semejante ocurre con los mensajes cortos: "Calan bien y son más fáciles de procesar, pero nos entrenan para un tipo de atención especialmente efímera que no podemos mantener en el tiempo, excesivamente dependiente del exterior, no interna".

Un mundo lleno de ruido

"Nos llegó el rumor de que un monitor de mi gimnasio había fallecido. Tenía el contacto de otro monitor y le pregunté si era verdad que había fallecido 'Carlos'. La respuesta fue que sí, que el viernes estaba bien y el sábado le dio un infarto. 39 años tenía. O tiene, porque al día siguiente el gimnasio estaba abierto y el renacido, allí. Resulta que el que había fallecido era su padre, y el receptor del mensaje lo leyó mal".

Foto: Ilustración: Irene de Pablo.
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Uno de los motivos para que dediquemos cada vez menos atención a cada texto es por su abundancia. El abaratamiento de la comunicación ha generado ciertas particularidades comunicativas como que resulte mucho más fácil, sencillo y cómodo (para ti) escribir muchos mensajes muy vagos que pocos y concretos, como había ocurrido en otros momentos de la comunicación humana. "Escribimos los textos muchas veces con prisas y no incorporamos los detalles que ayudarían a nuestro interlocutor", recuerda Vela. "Y nuestro interlocutor tiene prisa y no tiene tiene tiempo de compensar esas carencias con su esfuerzo cognitivo".

El ejemplo más extremo del ruido comunicativo que nos obliga a la lectura en diagonal son los chats grupales, donde resulta imposible "rescatar" información y es complicado seguir el hilo porque se cruzan varias conversaciones y unos mensajes pueden contradecir a otros. "Estoy en chats de estudiantes y hay gente que ni se molesta en leer los mensajes, simplemente pregunta para que sean otros los que recupere la información por ellos: 'oye, ¿qué dijisteis la semana pasada?''" añade Deleval. "Hay cierto desprecio por el tiempo del otro, el egoísmo de quien considera que los demás son sus secretarios".

"Como son gratis, la gente se ha acostumbrado a mandar muchos mensajes malos"

Los mensajes cortos nos han entrenado para que nos resulte complicado leer (y redactar) textos con más profundidad. "No se lee igual una receta de cocina que una carta de amor", explica la experta en análisis lingüístico. "En algunos géneros discursivos podemos prever más fácilmente dónde estará la información importante y la propia estructura puede guiarnos para encontrarla de forma más rápida". Es lo que ocurre en una noticia periodística, donde los titulares y las negritas sirven para destacar información, pero también en la mayoría de mensajes que consumimos. Las formas modernas de comunicación nos han amaestrado para leer en diagonal.

Esa cosa que se usa "taca, y a comer"

"Hace un tiempo, tonteando con una recién conocida por WhatsApp, me dijo (entendí) que le gustaría que le hiciera fotos exóticas. Le pregunté a qué se refería, si quería fotos con palmeras de fondo y un coco en la mano. Me dijo que leyera de nuevo. Eróticas".

Las personas no leemos pero tampoco nos esforzamos demasiado en hacernos entender, una carga que depositamos en nuestro receptor. "Al ser gratuitos, la gente no cuida sus mensajes y se ha acostumbrado tanto a que puedas añadir 25.000 matices en 25.000 mensajes diferentes que nadie se molesta en que la comunicación sea clara en el primero, como si diesen por hecho que envías una aproximación y proporcionas detalles en futuros mensajes", lamenta Deleval. "Es la pescadilla que se muerde la cola: si recibes 15 mensajes de algo que se podría haber resumido en uno, te quedas sin tiempo. Si todo el mundo pusiese más de su parte, llegaríamos una mayor calidad y un menor esfuerzo".

placeholder Mucho texto. (Reuters/Simon Dawson)
Mucho texto. (Reuters/Simon Dawson)

En el pasado se destinaban días a redactar una carta. Hoy nos parece inconcebible dedicar más de cinco minutos a redactar un texto, porque sabemos que el canal de comunicación sigue (eternamente) abierto y podemos aclarar lo que haga falta. Algo que contribuye aún más al bombardeo de mensajes. "Yo insisto a mis alumnos que escribir un texto es una tarea compleja que demanda mucha energía", recuerda Vela. "La escritura requiere varias fases, al menos tres: planificación, redacción y revisión. Si ignoramos la planificación y la revisión, nuestros textos son deficitarios". Cuando escribimos hoy, estamos planificando sobre la marcha. No nos paramos a leer antes de escribir.

Deleval obtuvo la obsesión por la claridad de los mensajes de su carrera como abogado, un entorno profesional donde un término mal expresado puede cambiar la vida de una persona. "He pasado por despachos muy buenos donde he tenido jefes muy detallistas y terminas obsesionándote por dejar las cosas claras, porque en abogacía, algo que no está claro es un desastre", explica.

Joder, no sé

"La frase que más repito a diario en el trabajo es 'no entiendo nada'. Creo que tengo la sensación constante de que la gente, por lo que sea (agotamiento, pereza, todo a la vez) no se explica bien, y por mi parte pasa que tampoco quiero poner más de una neurona para entender (por agotamiento, pereza, todo a la vez). A veces es una venganza ante quien no consideras que se haya esforzado lo suficiente para hacerse entender. Por ejemplo, las siglas, o los enlaces a documentos sin contexto. A veces me pasa que realmente leo, y releo, y releo una frase y no la entiendo. Y a veces pasa también que la releo una vez, y tiro la toalla. Y paso a lo siguiente. Twitter nos ha dejado tontos".

"Cierra WhatsApp mientras contestas. Destaca, resume y marca fragmentos clave"

El último informe PIRLS, que mide la capacidad de comprensión de textos de los niños de 4º de Primaria, mostraba un descenso de siete puntos en comparación con 2016. Aunque los datos han bajado en toda la OCDE debido al cierre de los colegios por la pandemia, el descenso en nuestro país ha sido aún mayor. España se encuentra, con 521 puntos, por debajo de la media de la OCDE (533) y de Europa (528).

Este año debería publicarse una nueva oleada del informe PIACC (Programa para la valoración internacional de competencias de adultos), que analiza las habilidades de los adultos de entre 16 y 65 años. En su última edición, de 2013, España salía también mal parada: tan solo Italia obtenía peores resultados que nuestro país, debido a los altos niveles de analfabetismo que hemos arrastrado.

Para algunos, como Deleval, estos resultados son la muestra de la importancia cada vez menor que se le da a la lectura, y que no afecta solamente a los niños: "Es fruto de cierta dispersión, y dedicamos menos tiempo del que deberíamos a la lectura, que es la base de todo", explica. "Pero afecta a los adultos también: si tu hijo no te ha visto nunca con un libro entre las manos, cómo vas a leer".

Las dificultades actuales de comunicación podrían aliviarse con determinadas "pautas de higiene", como las denomina Vela: "Cierra el WhatsApp mientras contestas los e-mails. Establece una hora para cada tarea. Destaca la información importante, resume, marca los fragmentos clave", aconseja. Entre ellos se encuentran los consejos para grupos, como "marcas del tipo: [hora reunión]". "La semana pasada falté a una reunión el equipo decanal de mi Facultad porque apunté la fecha y hora que dijimos en un mensaje, pero no procesé que 40 líneas más abajo se había adelantado", sugiere.

"Deberíamos leer los textos como si fuesen de alguien de quien estamos enamorados"

Por su parte, Rueda Cuerva aconseja intentar entrenar ese segundo circuito de atención más profundo, más lento y más consciente, intentando alejarnos de las interrupciones constantes y dedicando más tiempo a leer (y redactar) cada texto, porque lo rápido termina saliendo lento. La neurocientífica proporciona una recomendación final: "Deberíamos leer los textos como si fuesen de una persona de la que nos acabamos de enamorar, con ganas de querer entenderlo todo en profundidad".

"Trabajo en una agencia de publicidad y cada vez son más frecuentes los errores en trabajos que hay que entregar al cliente, tipo hacer curro que no es, o leerse el briefing en diagonal y no darte cuenta de que te pedían cinco mockups en lugar de tres, y todo porque la gente (yo incluida) no se lee los correos y las presentaciones o las lee en diagonal. Esto me genera ansiedad, porque tengo la sensación de que me paso el día escribiendo cosas a la gente indicando lo que tienen que hacer y van a pasar de mí, con lo cual los voy a tener que ir persiguiendo para comprobar si han entendido lo que tenemos que hacer, y tengo la sensación de que escribo para dummies, como si redactara libros de texto para niños: todo con bullets, frases cortas, negritas, subrayados y destacados para tratar de crear jerarquías de lectura de modo que aunque lo lean en diagonal pillen de qué va".

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