Es noticia
Las canciones hechas con IA son el nuevo grupo de tu barrio haciendo versiones malas de AC/DC
  1. Cultura
TRINCHERA CULTURAL

Las canciones hechas con IA son el nuevo grupo de tu barrio haciendo versiones malas de AC/DC

Lo que distingue a los grandes artistas es su capacidad para romper el algoritmo, para producir obras que nadie esperaba, para sorprenderse incluso a sí mismos

Foto: Aunque una IA tal vez nos habría librado de Axl Rose. (Reuters/Marcelo del Pozo)
Aunque una IA tal vez nos habría librado de Axl Rose. (Reuters/Marcelo del Pozo)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Ha circulado una supuesta colaboración de Drake con The Weeknd y la gente ha reaccionado como suele reaccionar la gente, llevándose las manos a la cabeza, escandalizada, o abriendo los ojos como platos, alucinada. La canción, generada por IA, resulta convincente porque es previsible. La mejor falsificación del mundo. También se ha hablado de Iasis, un grupo que ha compuesto ocho canciones a la manera de Oasis, emulando la voz de Liam Gallagher con IA. Es fácil tragárselo también: suena como las peores canciones del grupo de Manchester.

Lo más interesante de la inteligencia artificial no es la inteligencia artificial, sino que nos obliga a reflexionar sobre nuestra relación con la música. Massive Attack se preguntaban el otro día si el debate no era si la IA debía hacer música, sino más bien si la música contemporánea no "es tan homogénea y formulaica que resulta fácil de copiar". La música que produce la inteligencia artificial ya lleva años haciéndose. Son todos esos grupos tributo que emulan a bandas consolidadas, son las grandes bandas que ya no tienen nada que contar y solo se copian a sí mismas, son los Rutles parodiando a los Beatles.

Los grandes artistas crean el universo que el resto de músicos han de habitar

Nadie quiere escuchar "otra" canción de Rosalía que suene a Rosalía porque lo que quiere es algo que le sorprenda, porque lo que diferencia a los grandes artistas es ir por delante del resto. No solo ir por delante de su época, sino crear el universo que el resto de músicos han de habitar. Su capacidad para romper el algoritmo. Ninguna IA podría haber previsto Motomami tras El mal querer, ninguna IA podría haber previsto El mal querer tras Los Ángeles y probablemente ninguno puede saber qué será lo próximo. Lo hacían los Beatles, Dylan, Bowie y lo hace ahora ella: aunque sepamos que no es posible, es algo parecido a generar arte desde la nada.

Habrá quien diga que la inteligencia artificial más perfecta debería ser capaz, en un futuro quizá no tan lejano, de anticipar esos pasos. Puedes pedir a la IA que te produzca una canción de Rosalía cantando doom metal, pero ¿para qué querría Rosalía cantar doom metal? El arte viene de un rincón inexplorado. La inteligencia artificial definitiva sabría todo lo que Rosalía sabe, lo que está escuchando en su casa, lo que pasa por su cabeza, aquella conversación casual que tuvo en un cuarto de baño con una fan o la pesadilla que sufrió el otro día. Es más, la inteligencia artificial definitiva sabría cosas que ni siquiera Rosalía sabe. Incluso ese pequeño rincón indescifrable de lo humano, el lugar donde se esconde la chispa de la creación.

placeholder A Nick Cave no le gusta la IA. (Foto: EFE/Tiago Petinga)
A Nick Cave no le gusta la IA. (Foto: EFE/Tiago Petinga)

Lo explicaba Nick Cave cuando un fan le envió una canción que había creado con ChatGPT imitando su estilo. "Puede escribir un discurso o un ensayo o un sermón o un obituario, pero no puede escribir una canción de verdad", respondía. "Puede crear en algún momento una canción que sea, en su apariencia, indistinguible del original, pero siempre será una réplica. Lo que hace que una canción sea buena no es su parecido con un trabajo reconocible. Escribir una buena canción no es mímica ni réplica ni pastiche, sino lo opuesto, un acto de autoasesinato que destruye todo lo que uno ha aspirado a construir en el pasado". "Lo bueno de escribir una buena canción es que te dice algo sobre ti mismo que no sabías", añadía a The New York Times.

En Devs, la serie de Alex Garland, un grupo de desarrolladores es capaz de obtener proyecciones perfectas del pasado de la historia humana a partir del presente; por ejemplo, imágenes de la crucifixión de Jesucristo. Pero también aspira a algo aún más complicado, que es, siguiendo el mismo procedimiento, anticipar el futuro. Una inteligencia artificial perfecta sería capaz de saber qué decisión vamos a tomar incluso antes de tomarla, porque tiene más información que tú. Una visión completamente determinista de la experiencia humana.

Todo el futuro que vemos no es más que el pasado reconfigurado una vez más

Por ahora, esta tecnología es más capaz de reconstruir el pasado que de anticipar el futuro, lo que nos convierte aún más en una sociedad nostálgica. Incluso la tecnología más vanguardista no hace otra cosa que obligarnos a volver sobre las ruinas del pasado una y otra vez para recombinarlas de manera que parezcan nuevas y brillantes. Pero no lo son: todo ese futuro no es más que el pasado reordenado una vez más.

La música funcional

Si estamos de acuerdo en que una inteligencia artificial puede (hoy) emular el talento humano, quizá se deba a que los propios músicos (y la industria musical) nos han enseñado a pedirles poco. Un amigo me decía que el último disco de Metallica parece producido por una inteligencia artificial, porque es precisamente lo que uno esperaría de ellos a estas alturas, pero peor: buenos riffs, canciones mediocres, ninguna sorpresa, más de lo mismo.

placeholder Más-de, más-de lo mismo. (Foto: EFE)
Más-de, más-de lo mismo. (Foto: EFE)

No es solo AC/DC y sus discos miméticos, una de sus principales señas de identidad, sino la horda de imitadores de AC/DC que han surgido a lo largo de las décadas. A medida que la industria se fragmentaba y había cada vez menos dinero para apostar por grupos emergentes, el único refugio para muchos de ellos era seguir haciendo lo mismo de siempre, encajando en parámetros preestablecidos que les permitían colocarse en festivales, playlists o escenas musicales. Ser bichos raros, reinventarse en cada disco o cambiar de género ha sido mala jugada durante los últimos años, salvo que seas Rosalía y hayas alcanzado el estatus que te permita convertirte en tu propio subgénero.

*Si no ves correctamente el módulo de suscripción, haz clic aquí

La lógica del "si te gusta esto, amarás aquello" ha propiciado esta lógica de proximidad en la cual lo máximo a lo que pueden aspirar muchos músicos es a cumplir su función. Música de baile, música para poner de fondo, música para cuando estás triste, música para cocinar, música para cuando no quieres escuchar el silencio, como sabía Brian Eno cuando desarrolló la música para aeropuertos: lo importante de la música actual es que pueda ser ignorada si alguien la quiere ignorar, y que sea interesante si alguien decide prestarle atención. Vivimos una época manierista, en la medida en que gran parte de la música está hecha a la manera de otra música. Esa es precisamente la máxima aspiración de la IA, al menos por ahora: la de ofrecer "aquello" a quienes les gustó "esto".

La Bzrp Music Sessions nos gusta por el salseo que nos proporciona el contexto personal

Lo resumía bien Nacho Vigalondo en Twitter: "Pensamos que las IA nos amenazan con un futuro en el que seremos bombardeados con todo tipo de remezclas y collages, cuando el cambio de paradigma será otro: nosotros pondremos los tags en nuestros dispositivos y generaremos música, literatura y cine automático y desechable", escribía. "‘Quiero diez horas de música country cantada por Freddie Mercury’. Hecho. ‘Quiero una película muda de misterio al estilo de Fritz Lang con Miley Cyrus, con un final que me sorprenda’. Hecho. ‘Quiero toda la serie de Los Soprano, con más comedia y protagonizada por mí’. Hecho".

Lo que no contemplan dichas ecuaciones es lo que no sabemos que nos va a gustar porque no lo conocemos, como toda esa música que descubrimos al azar en un bar o la radio o las películas que vimos porque alguien nos las recomendó, a pesar de que no se parecían a nada que nos hubiese gustado anteriormente. En la música, además, como cantaban los Rolling Stones, es el cantante, no la canción, y eso no lo puede emular ninguna inteligencia artificial. La Bzrp Music Sessions, Vol. 53 no nos gusta porque formalmente sea una obra de arte, sino por el salseo que nos proporciona el contexto personal de la cantante, porque sabemos quién es Shakira, quién es Piqué queremos leer entre las líneas de su relación. Ninguna IA podría haberse liado con Piqué.

placeholder Ninguna IA mueve las caderas como ella. (Instagram/@shakira)
Ninguna IA mueve las caderas como ella. (Instagram/@shakira)

Olvidamos que la música es más contextual de lo que pensamos, que nos gusta por quien la produce, por quien la escucha, por dónde la escuchamos, con quién y cómo la descubrimos. Pero esa capacidad de reinventarse solo se la pueden permitir unos pocos, como Rosalía y Shakira; como ocurre en otros ámbitos, el resto de músicos pueden verse obligados a repetirse a sí mismos y a no salirse del guion para no abandonar de la rueda del "esto" y el "aquello". El problema de las máquinas no es que nos roben el trabajo, es que nos conviertan a todos en máquinas.

Ha circulado una supuesta colaboración de Drake con The Weeknd y la gente ha reaccionado como suele reaccionar la gente, llevándose las manos a la cabeza, escandalizada, o abriendo los ojos como platos, alucinada. La canción, generada por IA, resulta convincente porque es previsible. La mejor falsificación del mundo. También se ha hablado de Iasis, un grupo que ha compuesto ocho canciones a la manera de Oasis, emulando la voz de Liam Gallagher con IA. Es fácil tragárselo también: suena como las peores canciones del grupo de Manchester.

Trinchera Cultural Rosalía Inteligencia Artificial
El redactor recomienda