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Quizá se llamase Iván, pero seguro que sois unos buitres
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Quizá se llamase Iván, pero seguro que sois unos buitres

¿Aciertan estas personas sin escrúpulos cuando convierten en mártir de la causa que causalmente defienden a un menor de edad que acaba de suicidarse?

Foto: Una manifestación contra el acoso recorre las calles de Sallent. (EFE/Siu Wu)
Una manifestación contra el acoso recorre las calles de Sallent. (EFE/Siu Wu)

Lo que sabemos: dos gemelas de 12 años saltaron por la ventana en Sallent para matarse. Una está muerta, la otra ingresada. Llevaban en España desde 2019 y no se adaptaron. A la familia le iba mal la economía. Se les cruzó la pandemia en el camino a la prosperidad. Recientemente, la madre había encontrado trabajo de camarera. En la escuela, a las hermanas las marginaban.

Ahora, lo que suponemos: por boca del abuelo se dice que a las niñas las acosaban por tres motivos, a saber, no hablar catalán, el acento argentino y el cambio de sexo anunciado por una de ellas. Se puede elegir uno de estos ítems como la causa para explicar el suicidio, es cuestión de preferencias, pero supone aventurarse y ser imprudente. No hay nada hoy que se pueda afirmar a ciencia cierta. Y, sin embargo...

Nacidas como Alana y Leila, la primera dijo ser Iván en las últimas semanas, y esto ha sido suficiente para la ministra de Igualdad, a quien ya oí hace días la frase “se llamaba Iván” en forma de lema y luego en carburante para su negociado. Repetir “se llamaba Iván” en estas circunstancias de incerteza y de dolor, con este aplomo, no es un acto de reconocimiento, sino la negación del otro para validarse a uno mismo. Es abyecto.

En TikTok ha tirado su ministerio un vídeo donde un montón de señoras que asistían a un encuentro feminista financiado con dinero del contribuyente repetían el lema “se llamaba Iván” y era como si murmurasen padrenuestros. ¿Una cierta sensación de triunfo? Igual son cosas mías, pero en la consigna no me pareció notar interés por el otro, ni compasión institucional, ni solidaridad, sino aprovechamiento. Barrer para casa, zahoríes que han dado con un manantial subterráneo. Tampoco es la primera vez.

¿Aciertan estas personas sin escrúpulos cuando convierten en mártir de la causa que causalmente defienden a un menor de edad que acaba de suicidarse? Para esto, que yo sepa, ni la familia ni nadie les ha dado permiso. Tanto hablar del consentimiento y luego hacen estas cosas...

Y sí, podría ser que Alana hubiera descubierto que era un chico y que su muerte esté relacionada con esta circunstancia, aunque en las cartas de suicidio las dos hablan de sí mismas en femenino. Pero también podría ser que esa supuesta disforia de género no fuera sincera. Digo que no fuera sincera para Alana, para Iván. Hoy sabemos que autismos, depresiones y otras insatisfacciones del espíritu se enmascaran como cosa trans, en particular en adolescentes con problemas.

Yo sería muy cauto a la hora de imaginar a Alana, a Iván, más todavía con un desenlace como ese. Sería cuidadoso.

¿Prudencia? ¿Espera? ¿Compasión? Ni de coña. Propaganda. Les ha sobrado tiempo. Fijaos en qué lugar ponen ahora los buitres del ministerio a Leila, la que ha sobrevivido. En circunstancias normales, ella y su familia no serían personajes públicos, y ahora es como si los forzaran a dar explicaciones. Debiera ser decisión íntima aclarar cualquier circunstancia sobre el suicidio, pero los buitres ya han gruñido.

Tengo además la impresión de que, si el tal Iván hubiera nacido varón, la ministra no habría abierto el pico. Es decir, que "se llama Iván" porque esto puede usarse, pero ningún Iván importa si es como lo bautizaron. ¿Pruebas? Casi al mismo tiempo, un quinceañero con autismo se ha tirado por la ventana en Barcelona en parecidas circunstancias. ¿Ha usado Montero su nombre? No.

Ya escribí sobre esta charcutería de propaganda política con los filicidios, que importan al ministerio según el sexo del asesino, como si la víctima fuera secundaria. Vuelvo a constatar que eligen con esmero los pedazos de carne para hacer su mortadela, y nada más. Que no importa que te mates o te maten, sino que encajes en el molde. Como abstracción te utilizan, como ser humano te ignoran.

Para esta gente no mueres, no vives, computas. Como si el memo verso de Shakira (no lloran, facturan) fuera producto del cálculo en vez de serlo del desprecho, mucho más humano. ¡Qué fauna! Si nos va bien en el futuro, miraremos atrás y no nos creeremos las cosas que vimos hacer a los buitres.

Lo que sabemos: dos gemelas de 12 años saltaron por la ventana en Sallent para matarse. Una está muerta, la otra ingresada. Llevaban en España desde 2019 y no se adaptaron. A la familia le iba mal la economía. Se les cruzó la pandemia en el camino a la prosperidad. Recientemente, la madre había encontrado trabajo de camarera. En la escuela, a las hermanas las marginaban.

Irene Montero Trinchera Cultural
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