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Las 30 indestructibles iglesias españolas del Altiplano: en pie tras 500 años de terremotos
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EN PLENA RUTA DE LA PLATA

Las 30 indestructibles iglesias españolas del Altiplano: en pie tras 500 años de terremotos

En una de las zonas con más actividad sísmica del mundo, varias construcciones realizadas por los colonizadores españoles en el XVI siguen en pie. Ahora estudian cuál es su secreto

Foto: Iglesia de San Pedro en Esquiña, una aislada localidad de 23 casas en la región norteña de Arica y Parinacota. (EFE/Arica de Nazca)
Iglesia de San Pedro en Esquiña, una aislada localidad de 23 casas en la región norteña de Arica y Parinacota. (EFE/Arica de Nazca)

Hay que bucear muy profundo en los manuales de arquitectura colonial de Nueva España para encontrar alguna referencia a estas iglesias, si es que existe. Desde luego, la ambición estética de estos edificios palidece ante otros de la época, como el ostentoso Convento de San Felipe Neri (Sucre, Bolivia) o la Iglesia de la Merced (Comayagua, Honduras), pero cuidado. Estas 30 iglesias levantadas por los misioneros en el Altiplano chileno, a más de 2.000 kilómetros de Santiago, pueden presumir de dos cosas: una, que sirvieron para el fin con que fueron construidas: evangelizar a los infieles, y dos, que siguen en pie pese a haber sido edificadas hace más de 500 años en una de las zonas con más actividad sísmica del mundo.

En un principio, fueron unas 40 las construidas en la remota región chilena de Arica y Parinacota, cerca de la frontera boliviana. El imperio español había trazado un camino entre las explotaciones mineras de la Villa Rica Imperial Potosí, en la actual Bolivia, y el puerto de San Marcos de Arica, lo que entonces se bautizó como la Ruta de la Plata. Y a ambos lados de esa lucrativa vía comercial, los españoles construyeron numerosos asentamientos rurales, cada uno de los cuales contaba con una iglesia católica.

De aquellas 40 iglesias, unas 30 siguen enhiestas hasta nuestros días, una tasa impresionante de supervivencia teniendo en cuenta que solo entre 1934 y 2018 en la región han padecido seis terremotos de magnitud superior a seis.

Ahora, el arquitecto y profesor de la Universidad de Extremadura José Carlos Salcedo ha publicado un estudio en la revista 'Ge-conservación' donde analiza los porqués de la resiliencia de estas construcciones religiosas y cómo el ejemplo de estas pequeñas iglesias acabó inspirando una arquitectura a prueba de terremotos.

"Son iglesias extremadamente sencillas, que son para lo que son, para cristianizar a los indios en sus propios poblados", indica Salcedo a El Confidencial. "Y a mí me han servido para analizar sus materiales y sistemas constructivos y llegar a conclusiones", por ejemplo, sobre las estructuras de fábrica, basadas en mampostería de piedra y tierra, y de madera.

En un principio, cuando los conquistadores llegaron a la región siguiendo los pasos de Pizarro, las iglesias construidas no eran muy distintas de una iglesia peninsular sencilla. "En América se emplearon los mismos sistemas", dice el investigador, con la salvedad de los materiales, que en lo esencial tampoco eran demasiado diferentes, si acaso otras especies de árboles para la madera.

placeholder Fachada de la iglesia de Parinacota. (Wikimedia Commons)
Fachada de la iglesia de Parinacota. (Wikimedia Commons)

"Las recientes investigaciones están describiendo que en la hispanización de América se emplearon los mismos pliegos de condiciones de las iglesias de aquí para construir las de allí", puntualiza Salcedo, "pero eso fue al principio; debieron darse cuenta enseguida de que los continuos temblores producían daños y entonces implementaron una serie de modificaciones estructurales clave para reducir su vulnerabilidad sísmica". Evidentemente, estos cambios funcionaron, como demuestra el hecho de que las iglesias siguen allí tras varios siglos de grandes seísmos.

No es solo mérito de los constructores, también de los pobladores locales, que repararon las iglesias tras un terremoto usando los mismos sistemas. "No han sido alterados", subraya el profesor de la UEX.

Salcedo explica que la función de estas iglesias tuvo un papel fundamental a la hora de determinar su forma y su construcción, así como sus características únicas y no compartidas por las iglesias que en España —la investigación usa como comparativa las que se levantaron en Canarias— se construyeron hacia la misma época.

placeholder Antigua iglesia de Cariquima, en los Andes chilenos. (Wikimedia Commons)
Antigua iglesia de Cariquima, en los Andes chilenos. (Wikimedia Commons)

"Las del Altiplano tenían un 'atrio' que se utilizaba para catequizar a los indios antes de entrar en la iglesia, es decir, que la fachada era como una 'iglesia exterior' a la propia iglesia, con unos poyos de piedra, y una vez que recibían la primera iniciación ya entraban", aclara.

Entre las peculiaridades de estas iglesias está que la pequeña torre-campanario, siempre sin espadaña, suele estar separada de la nave principal, lo cual ahorraría a los fieles más de un disgusto si esta estructura no lograba resistir a los terremotos. Además, las iglesias son menos esbeltas que aquí para un mismo grosor de muros, usan contrafuertes sin existencia de arcos o bóvedas, armaduras de madera sin tirante o cubiertas de extrema ligereza.

"Son cosas que nunca he visto en España", dice Salcedo, cuyo trabajo, entre otros que se han publicado recientemente, está ayudando a reescribir la historia de esta región. Hasta ahora, el relato vigente es que los españoles se inspiraron de los sistemas locales para construir sus casi indestructibles iglesias —evidentemente, han sido restauradas a lo largo de los años y, las que siguen en pie, no se han abandonado— pero, como apunta Salcedo, "el estudio de los pliegos nos dice que no: por ejemplo, se puede leer 'se usará tierra si es de buena calidad y si no se empleará la piedra local', es decir, exactamente igual que aquí, no son los sistemas prehispánicos".

Hay que bucear muy profundo en los manuales de arquitectura colonial de Nueva España para encontrar alguna referencia a estas iglesias, si es que existe. Desde luego, la ambición estética de estos edificios palidece ante otros de la época, como el ostentoso Convento de San Felipe Neri (Sucre, Bolivia) o la Iglesia de la Merced (Comayagua, Honduras), pero cuidado. Estas 30 iglesias levantadas por los misioneros en el Altiplano chileno, a más de 2.000 kilómetros de Santiago, pueden presumir de dos cosas: una, que sirvieron para el fin con que fueron construidas: evangelizar a los infieles, y dos, que siguen en pie pese a haber sido edificadas hace más de 500 años en una de las zonas con más actividad sísmica del mundo.

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