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Hicimos cosas terribles entre 2003 y 2013, pero nadie lo sabrá jamás
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'TRINCHERA CULTURAL'

Hicimos cosas terribles entre 2003 y 2013, pero nadie lo sabrá jamás

Si cree que hay demasiadas imágenes, intente encontrar una fotografía suya de hace 15 años: probablemente, no lo conseguirá. Nuestra memoria reciente está desapareciendo

Foto: Lo fotografiamos, lo olvidamos. (iStock)
Lo fotografiamos, lo olvidamos. (iStock)

Estos días era el cumpleaños de un amigo, así que tuvimos una de esas originales ideas que se le han ocurrido antes a todo el mundo: buscar fotos en las que apareciésemos juntos para montar alguna clase de 'souvenir' emotivo. Como sabrá cualquiera que haya intentado algo parecido, fue imposible. La mayoría de las fotografías tomadas durante las últimas décadas han desaparecido, se han esfumado, nunca las volveremos a ver.

Sabemos que existen, o que existieron, pero no qué fue de ellas. Descansarán en algún disco duro que coge polvo dentro de una caja desde la antepenúltima mudanza, será un mausoleo de ceros y unos en una red social que ya no usamos, se encontrará en la cuenta de Facebook de un amigo que nos eliminó o en una cuenta de correo electrónico que ya no utilizamos. Perdidas para siempre. Hablo del año 2003 porque creo que fue la última vez, en mi graduación del instituto, que llevé un carrete a revelar; y 2013, porque empecé a sincronizar con Dropbox las fotos de mi móvil.

Me resultaría mucho más fácil encontrar una (dos, veinte, cincuenta) fotos mías del año 1997 que del año 2007

Pensamos que retratamos cualquier cosa, que el mundo está lleno de imágenes y que las fotografías nos inundan. Es al revés. Hay pocas fotografías, vivimos en un vacío de nuestro pasado. Sí, de acuerdo, nos pasamos todo el día apretando el botón del móvil, pero tenemos muy pocos registros fotográficos del pasado inmediato. Me resultaría mucho más fácil encontrar una (dos, veinte, cincuenta) fotos mías del año 1997 que del año 2007. Saque el móvil y revise sus galerías. En unos años, cuando no meses, no sabrá qué ha sido de todas esas fotos.

Paradójicamente, existen muchas menos fotos de los últimos veinte años que de los veinte anteriores: sé perfectamente dónde conservan mis padres los álbumes de fotos que fueron coleccionando con mimo a lo largo de mi infancia, pero el día que no estén, no sé qué ocurrirá con todas esas fotografías que mi padre se divierte haciendo todos los días. Seguramente nada. Desaparecerán. En el salón de su casa solo hay una foto tomada durante los últimos veinte años, en una comunión familiar. La única clase de ritual que da lugar a fotografías físicas.

Creemos que la fotografía digital es eterna, pero está siempre a una tarde tonta de salir de nuestras vidas. ¿Qué han sido de todas esas fotos "buenísimas, ja, ja, ja, tronco, qué noche" que llegaron al WhatsApp de los colegas y se perdieron en la noche de los tiempos? ¿De la carpeta "Fotos" de tu escritorio? ¿Qué pasó con todas esos gigas y gigas de jóvenes de fiesta que llenaban Tuenti? ¿Y esa novelita que empezaste a escribir y guardaste en un disquete, ahora inaccesible? Internet es un agujero negro donde todos esos mensajes, ideas, conversaciones desaparecen tarde o temprano.

Hace unos años, MySpace perdió más de cincuenta millones de las canciones que los usuarios habían ido subiendo a lo largo de los años. La empresa, tal vez el famoso Tom, se limitó a encogerse de hombros y pedir perdón. A nadie le importó demasiado. Yo me acabo de enterar, documentándome para este artículo. Pero cincuenta millones de canciones es un cancionero infinito. El de Agapito Marazuela en Castilla la Vieja apenas tenía 337.

Los aliens se encontrarán con huesos de dinosaurios, pero no con nuestras fotografías

Los padres advierten a sus hijos que tengan cuidado con lo que suben a internet, porque no sabemos si años después su próximo jefe se topará con ese exabrupto a destiempo o esa fotografía en la que sale vomitando por la ventana. Yo le daría la vuelta: tienes que tener cuidado con lo que subes a internet hoy mismo o ayer, pero en la mayoría de casos, a uno solo le hurgan en la basura cuando se hace famoso o molesta demasiado. El resto de nosotros simplemente languidecemos en la red. Todos esos rastros que hemos abandonado en redes sociales, foros y blogs se van esfumando como el color de una fotografía.

Lo que está claro es que ningún alienígena encontrará dentro de varios millones de años nuestros restos fotográficos. Se topará con una tablilla sumeria, con un hueso de tiranosaurio, con las fotografías sepia de tus abuelos, pero tú habrás desaparecido. Incluso en el caso de que los visitantes consiguiesen desentrañar cómo acceder a ese misterioso disco duro, solo se iban a encontrar con ruido. Memes de Alfredo Duro, pornografía que utilizarán para sus análisis biológicos, documentos incomprensibles y, al fondo de todo, una imagen tuya bebiendo kalimotxo con tus amigos en las fiestas de algún pueblo. Puro ruido.

placeholder Lo que se encontrarán los aliens. (Neox)
Lo que se encontrarán los aliens. (Neox)

Seamos optimistas. Quizá simplemente todas esas imágenes cumplieron su función. Lo que nos gusta es el acto de fotografiar, no el de recordar. No tenemos vocación de archivistas, sino de artistas diletantes. Somos como Georges Rouault, que al final de su vida quemó cientos de sus cuadros. No hacemos fotos para la posteridad, sino para el presente: tomarla, compartirla, comentarla, olvidarla. Si el futuro no existe, no necesitamos crear ningún pasado que recordar. En el albor de la fotografía se intentaba luchar contra el paso del tiempo; hoy, fotografiar es aceptar nuestro fracaso en esa pelea.

Un shock inexplicable

Esto es, como todo, una metáfora. El protagonista de 'Memento', ultrasobadísima referencia popular, no era capaz de formar nuevos recuerdos. Tan solo podía rememorar su pasado lejano, es decir, todo lo que le había ocurrido antes de la traumática muerte de su esposa. A nosotros nos ocurre como a Leonard Selby. Somos incapaces de generar nuevos recuerdos. Como sociedad, nos detuvimos en algún momento del pasado y repetimos una y otra vez lo mismo. Las viejas canciones, las películas míticas, la sociedad que fuimos.

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Quizá no sea casualidad que la época en la que dejamos de llevar los carretes a revelar coincidiese, más o menos, con la crisis. Ese fue nuestro equivalente traumático a partir del cual dejamos de generar nuevas imágenes, paralizados ante el presente continuo impuesto por las crisis sin fin. Me pregunto qué imágenes recordaremos de esa época en la que no tuvimos imágenes. Supongo que se parecerá a lo que proponen los artículos de 'Buzzfeed', a un consenso generado 'a posteriori'. Como ocurre con todas las épocas, que no se parecen a lo que fueron, sino a lo que pensamos que fueron.

Las fotografías suelen contradecir nuestra memoria. Haga la prueba, saque un álbum de fotos del pasado y revíselo con su familia. Se dará cuenta rápidamente cómo los recuerdos no coinciden, de que las imágenes niegan aquello de lo que estábamos seguros; las fotografías nos ponen en nuestro sitio. En una época sin imágenes del pasado y abotargada de instantáneas del presente, lo que nos quedará será contar historias, reinventar nuestras leyendas, endulzarlas o darles épica liberadas de la tiranía del registro fotográfico. Podremos decir que hicimos cosas terribles o bellísimas, porque nadie podrá comprobarlo nunca.

Estos días era el cumpleaños de un amigo, así que tuvimos una de esas originales ideas que se le han ocurrido antes a todo el mundo: buscar fotos en las que apareciésemos juntos para montar alguna clase de 'souvenir' emotivo. Como sabrá cualquiera que haya intentado algo parecido, fue imposible. La mayoría de las fotografías tomadas durante las últimas décadas han desaparecido, se han esfumado, nunca las volveremos a ver.

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