David Rieff: "Por primera vez en mi vida dudo de que la UE sobreviva"

Hay citas negativas, desalentadoras, citas deprimentes... y luego está lo de Chéjov: "Es necesario que en la puerta de cada hombre satisfecho, feliz, esté parado alguien con un martillo, y le recuerde con un martillazo de modo constante, que hay hombres infelices, que por muy feliz que él sea, la vida tarde o temprano le enseñará sus garras, llegará la desgracia, la enfermedad, la pobreza, la pérdida, y nadie lo verá ni lo oirá a él, como él no ve ni oye ahora a los otros" ('Las grosellas', 1898). Esta es, por supuesto, la cita que eligió el rey de los pesimistas para encabezar 'El oprobio del hambre' (Taurus) su último libro publicado en 2016. Antes escribió sobre el olvido o la solidaridad.

Rieff es hijo de Susang Sontag, una optimista irredenta. Pero si para él el mundo es básicamente un matadero no se debe a la clásica reacción generacional. Como suele decir con su sonrisa triste: "Yo ya era pesimista cuando nací". Y, de hecho, en 'Un mar de muerte' narró descarnadamente cómo el optimismo de su madre- referencia capital de la intelectualidad progresista norteamericana del pasado siglo- le impidió despedirse de ella el día en que el cáncer la devoró.

Cuando le preguntamos a Rieff si la epidemia de coronavirus dejará herida de muerte a la globalización al mostrar, por ejemplo, que la deslocalización y la 'piratería' internacional en competencia por recursos cruciales como los sanitarios son terribles para los países en tiempos de crisis, responde socarrón: "Hubo una vez un jugador de béisbol estadounidense llamado Yogi Berra, famoso por sus malapropismos que afirmó: 'es difícil hacer predicciones... especialmente sobre el futuro'. Pero si usted insiste en que mire mi bola de cristal inexistente, diría que no hay razón para creer que la globalización haya sido especialmente interesante. En una era en la que no hay una alternativa viable al capitalismo (estoy de acuerdo con Branko Milanovic en esto), sin importar lo que crean los jóvenes seguidores de Pablo Iglesias o Bernie Sanders, y la autarquía capitalista no es una opción, creo que veremos cambios en la globalización, pero de ninguna manera su 'reemplazo' por algún otro sistema".

No hay razón para creer que la globalización haya sido especialmente interesante. Pero tampoco hay alternativa viable

Lo decía este fin de semana en otra entrevista a este medio Neil Mervin, director de Estudios Internacionales de Seguridad del reputado Royal United Services Institute: "La pandemia no va a cambiar el mundo, va a acelerar lo que ya estaba pasando". ¿Se volverán así más radicales aún las identidades nacionales cerradas en torno a sí mismas y proseguirá el penúltimo renacimiento del estado nación que ya venía fortaleciéndose en los últimos tiempos una vez que la pandemia finalmente se controle? Responde Rieff: "Eso depende del país. Dada la forma en que la UE ha traicionado a Italia (y en el proceso demostró ser básicamente un sistema donde, cuando todo está dicho y hecho, Alemania dirige el espectáculo). Es fácil imaginar que Salvini regrese al poder. También creo que las perspectivas para Marine Le Pen son mejores que antes de la llegada de la pandemia. Y los argumentos de los movimientos xenófobos, alimentados por el hecho de que casi todos los países de la tierra están cerrando sus fronteras, incluso en el Sur Global, ciertamente se fortalecerán".

China no 'reemplazará' a Estados Unidos como el hegemón global; la multipolaridad me parece un resultado más probable

"Cicerón escribe en algún lugar", prosigue Rieff, "que no entiende cuando dos adivinos se encuentran en el camino y no se echan a reír. Pero si tengo que predecir, entonces diría que es un error pensar en términos de que China 'reemplazará' a Estados Unidos como el hegemón global. La multipolaridad me parece un resultado más probable, aunque obviamente China se volverá relativamente más fuerte y Estados Unidos relativamente más débil. Sobre Europa, su influencia y su papel dependen de si la UE sobrevive en cualquier otra forma que no sea la de ser otra palabra de lo que quiere Berlín. Por primera vez en mi vida, ya no estoy convencido de que sobrevivirá".

Termómetros en todas partes, pasaportes biológicos, geolocalización obligatoria ... ¿Es inevitable la radicalización hacia una sociedad hipercontrolada en estas circunstancias? ¿Cómo podríamos proteger la libertad individual? "Nada excepto la muerte es inevitable", recuerda Rieff. "Pero nuevamente, me parece que la pandemia fortalecerá lo que ya era la tendencia, es decir, una mayor vigilancia en todos los sentidos. Pero de nuevo, creo que esto iba a ocurrir de todos modos, dado que la mayoría de las sociedades dinámicas en este mundo, que es otra forma de decir el noreste de Asia, ya iban en esa dirección".

La gente es irracional; quieren explicaciones donde no existen; quieren milagros; Quieren culpar a alguien

P. Vivimos en una situación paradójica. Por un lado, la ciencia nunca ha sido tan avanzada para ayudarnos en situaciones como esta. Por otro lado, tantos engaños y mentiras nunca se han extendido a través de la tecnología y las redes, sino también de prominentes políticos populistas. ¿Por qué?

R. Lea a Freud o, mejor aún, a Le Bon o a Canetti. La gente es irracional; quieren explicaciones donde no existen; quieren milagros; quieren culpar a alguien. Pensamos en nosotros mismos como haber ido más allá de todo eso. Pero no lo hemos hecho.

P. ¿Nos perjudica tener optimismo liberal y fe en el progreso al darnos un falso sentido de omnipotencia sobre la naturaleza?

R. Al igual que mi amigo John Gray, no entiendo el optimismo de ningún tipo, liberal o de otro tipo.