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Adiós a la carrera del tenor Plácido Domingo en EEUU tras las acusaciones de abusos
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recibirá el Premio Batuta este sábado

Adiós a la carrera del tenor Plácido Domingo en EEUU tras las acusaciones de abusos

Antes del fin de la investigación sobre supuesto acoso sexual, el cantante abandona de motu propio la ópera Los Angeles, su hogar durante los últimos años

Foto: Plácido Domingo, en una foto de archivo. (EFE)
Plácido Domingo, en una foto de archivo. (EFE)

No ha hecho falta que arrecieran nuevas acusaciones. Ni la investigación del sindicato de músicos de EEUU, ni la que realiza la ópera de Los Ángeles tienen, que se sepa de momento, resultados concluyentes. Ambas continúan. Y Domingo parece tener intención, a juzgar por su comunicado de este miércoles por la tarde, de limpiar su nombre o aclarar los hechos de alguna manera. Pero al final, las nueve mujeres que acusaron a Plácido Domingo de acosarlas sexualmente (acusaciones que se extienden a lo largo de décadas y que varían en grado y concreción), más las otras diez que se unieron unas semanas más tarde a las acusaciones (de todas ellas, dos con nombres y apellidos), han bastado para que el cantante decida tirar la toalla, al menos en lo que se refiere a EEUU, y en concreto, a la ópera de Los Ángeles, su hogar, su proyecto más personal, que él mismo califica como “mi legado más querido”. Domingo dimite como director general de la L.A. Opera, no porque quiera, sino porque cree que es mejor para la institución. Eso lo dice todo sobre el futuro del cantante en este país.

Foto: El tenor español Plácido Domingo. (Reuters)

En EEUU, no hay matices ni excusas frente al Me Too. El efecto dominó que se puso en marcha en el momento en que Associated Press lanzó la bomba, en agosto pasado, ha terminado de la única manera que podía terminar. Domingo no ha esperado a ver qué dice la abogada Debra Wong Yang y su equipo, a cargo de la investigación que la L.A. Opera puso en marcha apenas dos días después de las acusaciones. Es de suponer que, aunque la ópera de Los Ángeles le deba a él más que a nadie, para su consejo directivo y la larga lista de donantes, de las que depende la subsistencia de la institución, ahora Domingo sea de pronto un nombre tóxico, en lugar de esa estrella mundial que atraía nombres y dinero.

Plácido Domingo dimite de la Ópera de LA

Cada miembro de ese consejo y cada mecenas grande o pequeño que tiene su nombre estampado en las paredes del decadente Dorothy Chandler Pavilion corre el riesgo de verse afectado por asociación. Antes, era gracias a Domingo y por Domingo. Ahora tendrá que ser sin él, y a pesar de él. El propio Domingo aludía en su comunicado a las presiones que le obligaban a tomar la decisión, “con el corazón pesado”: “Las acusaciones han creado una atmósfera en la que no puedo servir a la compañía como me gustaría”.

Las acusaciones han creado una atmósfera en la que no puedo servir a la compañía como me gustaría

La perspectiva es bastante negra para la L.A. Opera. No solo pierden al hombre que la puso en marcha, cuyos esfuerzos y “star power”, como dicen en inglés, la hicieron posible y la han mantenido todos estos años. Es que no hay una figura como Domingo en el panorama actual que pueda recoger su batuta. Domingo, con su carrera de seis décadas sin paralelo y su fama mundial, habría sido un director excelente probablemente para cualquier compañía del mundo, pero en concreto para Los Ángeles tenía una combinación hecha a medida: prestigio del viejo continente, iniciativa y don de masas “yanquis” (conocida es su afición por acercar la ópera a las masas y actuar en estadios; sus concursos de jóvenes promesas como Operalia), y conexiones con México y el mundo latino (en Los Ángeles, uno de los proyectos educativos de la compañía contaba con la colaboración del Conservatorio de Mariachis para acercar la Zarzuela al público angelino).

Renunciar a su puesto como director significa a todos los efectos abandonar su carrera en este país. El preámbulo había llegado la semana pasada, cuando inesperadamente decidió cancelar su aparición en el Metropolitan de Nueva York, una de las pocas compañías en EEUU que no había rechazado al cantante nada más conocerse las acusaciones (aunque el comunicado daba a entender que quizá había sido el Met el que había pedido al cantante que se retirara). Las demás compañías operísticas estadounidenses ya le habían dado la espalda.

Foto: Placido Domingo en Hungría el 27 de agosto (EFE)

Muy distinta es de momento la reacción de las compañías europeas, donde el barítono sigue teniendo sucesivas citas: este mismo mes en Viena, Zurich y Moscú, y más adelante en Hamburgo, Colonia, Valencia, Milán y Cracovia. Este mismo sábado, Domingo va a recibir el Premio Batuta de la excelencia en la música clásica en Ciudad de México.

La primera actuación de Domingo tras las acusaciones fue en el Festival de Salzburgo, el pasado 26 de agosto, y allí el público lo ovacionó. Aquella noche su director musical desde hace 13 años en Los Ángeles, James Conlon, debutó en Salzburgo de la mano de Domingo, lo que muchos interpretaron como apoyo incondicional. Aquello fue antes de la segunda oleada de acusaciones, más grave, en la que la soprano americana Angela Turner Wilson afirmaba que Domingo le agarró un pecho sin su consentimiento cuando entró en su camerino cuando coincidieron en la temporada 99-2000 en la ópera de Washington.

Patricia Wulf, una de las dos cantantes que dieron su nombre al acusar a Domingo, ha afirmado en un comunicado el miércoles por la noche, a través de su abogada Debra Katz, que se sentía “en paz al ver que dar la cara y hablar en público trae consecuencias y que estos cambios protegerán a la siguiente generación de mujeres en la industria de la música”.

Patricia Wulf ha afirmado que se siente "en paz al ver que dar la cara y hablar en público trae consecuencias"

En su comunicado, Plácido Domingo afirma que tiene intención de limpiar su nombre. De momento, la segunda tanda de acusaciones ha sido calificada por la representante del cantante como “llena de inconsistencias y simplemente errónea”. A la primera oleada contestó el propio cantante con un comunicado en que reconocía que los tiempos habían cambiado, y que él siempre pensó que sus avances eran correspondidos. Una respuesta demasiado ingenua quizá, que no agradó a casi nadie.

A los 78 años, es más que probable ahora la prioridad sea retirarse lo más dignamente posible antes de que arrecien más acusaciones, o el público termine por darle la espalda. Sus colegas, la mayoría de ellos, lo defienden públicamente, y se ve que Domingo es querido, que el respeto es sincero. Pero en estos momentos, para una de las mayores figuras de la ópera de todos los tiempos, la idea de mantener un legado lo más intacto posible es probablemente la prioridad, aunque signifique un retiro no deseado. Una jubilación que su mente y su cuerpo rechazaban de forma obstinada, manteniendo una agenda plagada de compromisos y eventos solo comparable con la de una estrella de rock.

Foto: Pácido Domingo durante un concierto en Salzburgo. (EFE)

Abandonado su hogar de Los Ángeles, su sede americana, sería imaginable un futuro en el que Plácido Domingo mantuviera algunas citas selectas en teatros y festivales europeos. Parece claro a estas alturas que el público y las compañías no le van a dar la espalda. Pero ¿le interesa? Su faceta de cantante ya no era todo: los proyectos que le entusiasmaban y le mantenían al pie del cañón eran también los que tenían que ver con dirigir, producir, organizar. Los que hacía en Los Ángeles como director general. Es posible que las acusaciones, aunque hayan tenido más peso en EEUU que en Europa, hayan acabado con esa fuente inagotable de energía que le permitían mantener una carrera a los 78 años como si tuviera 10 años menos.

No ha hecho falta que arrecieran nuevas acusaciones. Ni la investigación del sindicato de músicos de EEUU, ni la que realiza la ópera de Los Ángeles tienen, que se sepa de momento, resultados concluyentes. Ambas continúan. Y Domingo parece tener intención, a juzgar por su comunicado de este miércoles por la tarde, de limpiar su nombre o aclarar los hechos de alguna manera. Pero al final, las nueve mujeres que acusaron a Plácido Domingo de acosarlas sexualmente (acusaciones que se extienden a lo largo de décadas y que varían en grado y concreción), más las otras diez que se unieron unas semanas más tarde a las acusaciones (de todas ellas, dos con nombres y apellidos), han bastado para que el cantante decida tirar la toalla, al menos en lo que se refiere a EEUU, y en concreto, a la ópera de Los Ángeles, su hogar, su proyecto más personal, que él mismo califica como “mi legado más querido”. Domingo dimite como director general de la L.A. Opera, no porque quiera, sino porque cree que es mejor para la institución. Eso lo dice todo sobre el futuro del cantante en este país.

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