El alucinante 'Experimento del taxi de Londres' y lo que dice de tus recuerdos
'El libro de la memoria', de las brillantes hermanas noruegas Hilde e Ylva Ostby, se pregunta si recordamos o en realidad inventamos nuestras vidas
¿Se ha fijado en que la mayoría de las persecuciones motorizadas de las películas de acción ambientadas en Londres concluyen con el bueno saliendo del vehículo y persiguiendo al malo a la carrera, trepando por cercas y muros? Y es que una ciudad que se extiende en el tiempo a lo largo de más de dos mil años también lo hace en el espacio en un dédalo de callejuelas serpenteantes interrumpidas por toda clase de monumentos, iglesias, torres, cárceles, museos, estatuas, palacios. Un caos arquitectónico, una pesadilla urbanística habitada por millones de personas que no tienen ni dea de cómo llegar desde un punto a otro... pero que esperan que alguien lo sepa por ellos. Hoy esto no es problema para la mayor parte gracias a esa muletilla milagrosa que es el gps que todos llevan incorporado en sus smartphones. Pero para una muy interesante minoría, sí lo es.
Uno de los más alucinantes estudios sobre la memoria humana y de las inesperadas transformaciones que el recuerdo intenso provoca en nuestro cerebro tuvo como sujetos de estudio precisamente a los taxistas londinenses. Conducir uno de los célebres taxis negros de la capital británica no es tarea fácil. Para acceder al preciado permiso hay que superar un exhaustivo examen llamado The Knowledge que habría angustiado al mismísimo Funes el memorioso de Borges. Se trata de demostrar el conocimiento de 25.000 calles y 320 rutas concretas sin ninguna ayuda, sin gps ni mapas. Cuando la neurocientífica Eleanor Mguire de la University College de Londres se puso a investigar el cerebro de estos taxistas se topó con un descubrimiento espectacular.
[La foto que destapó una ciénaga en la Guardia Urbana de Barcelona]
Los resultados los recoge un título recién publicado en España, 'El libro de la memoria: Buceando en busca de nuestros recuerdos' (Ariel). Escrito por las hermanas noruegas Hilde e Ylva Ostby -novelista y neuropsicóloga respectivamente-, sus apasionadas y brillantes páginas ponen al día todo lo que sabemos en la actualidad acerca de cómo se quedan grabadas nuestras impresiones, sobre la manera en que se urde, contamina y recrea nuestra memoria, nos describe, en definitiva, de qué materia están hechos nuestros recuerdos. Y el 'experimento del taxi' resume un punto crucial.
Estirar la memoria
"Descubrimos, para nuestra sorpresa, que incluso el hipocampo de los taxistas había cambiado; la parte posterior era mucho mayor que la de la mayoría de la gente", explicó Maguire a las autoras, que añaden: "Londres no es solo un laberinto de calles y callejuelas antiguas y modernas, sino que, además, funciona de manera natural como un entorno que estira la memoria hasta el límite". Los conductores de los taxis londinenses invierten más de dos años de media en aprenderse las rutas, tiempo durante el que se les puede ver dando vueltas y vueltas por la ciudad con una L y un mapa pegado al manillar de sus motos mientras atienden a las calles en torno suyo. No sólo deben aprenderse las rotondas, los semáforos o los innumerables pubs sino también cómo llevar a los clientes a la dirección correcta permitiéndoles bajarse del vehículo por el lado izquierdo. Y esto ha agrandado su cerebro en una de las demostraciones más claras de cómo el hábito, y no sólo los genes, determina nuestros rasgos físicos. Por cierto, que Maguire recibió un premio Ig Nobel por su descubrimiento, la contrapartida humorística a los Nobel que reconoce hallagos científicos completamente serios.
La conclusión es esperanzadora: el cerebro puede ser más moldeable, más plástico de lo que se pensaba hasta hoy. No sólo es que aquellos que han sufrido lesiones y daños cerebrales que han afectado a su memoria cuentan con opciones de recuperación sino que todos nosotros podemos mantener nuestro cerebro en las mejores condiciones si lo cuidamos. Pero ojo, esta potencialidad no es ilimitada y, además, podría repercutir en otras partes del órgano. Los experimentos detallados mostraron que el crecimiento hipertrofiado del hipocampo de los taxistas que almacena la memoria de lugares trajo consigo la reducción de la parte delantera del cerebro que tiene que ver con recordar figuras.
Todos nosotros podemos mantener nuestro cerebro en las mejores condiciones si lo cuidamos
El libro de las hermanas Ostby recoge otros muchos increíbles experimentos que informan sobre el funcionamiento, las capacidades y los errores de la memoria humana con buzos en busca de caballitos de mar, paracaidistas, cucos, o elefantes. La cita que abre estas páginas, del escritor estadounidense John Irving, sirve aquí de colofón: "La memoria es un monstruo. Tú olvidas, pero ella no. Se limita a archivar las cosas. Te las guarda y te las esconde y las vuelve a evocar por su propia voluntad. crees que tienes memoria pero es ella quien te tiene a ti".
¿Se ha fijado en que la mayoría de las persecuciones motorizadas de las películas de acción ambientadas en Londres concluyen con el bueno saliendo del vehículo y persiguiendo al malo a la carrera, trepando por cercas y muros? Y es que una ciudad que se extiende en el tiempo a lo largo de más de dos mil años también lo hace en el espacio en un dédalo de callejuelas serpenteantes interrumpidas por toda clase de monumentos, iglesias, torres, cárceles, museos, estatuas, palacios. Un caos arquitectónico, una pesadilla urbanística habitada por millones de personas que no tienen ni dea de cómo llegar desde un punto a otro... pero que esperan que alguien lo sepa por ellos. Hoy esto no es problema para la mayor parte gracias a esa muletilla milagrosa que es el gps que todos llevan incorporado en sus smartphones. Pero para una muy interesante minoría, sí lo es.