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La foto que destapó una ciénaga en la Guardia Urbana de Barcelona
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La foto que destapó una ciénaga en la Guardia Urbana de Barcelona

El periodista Toni Muñoz analiza las claves ocultas del crimen del pantano de Foix en un libro

Foto: Rosa y Albert, principales sospechosos del crimen del pantano, en una comida con otros agentes
Rosa y Albert, principales sospechosos del crimen del pantano, en una comida con otros agentes

Arroces y mariscos. 4 de mayo de 2017, restaurante Els Peixaters, comida de despedida a un compañero de la Guardia Urbana de Barcelona. Asisten veinte agentes, entre otros, Rosa, Albert y Ángel. A Ángel le parece sospechoso el comportamiento de Rosa y Albert, pero aún no sabe por qué. Rosa se hace un selfi sacando la lengua [ver foto que encabeza este artículo].

Arroces, mariscos... y fiambres. Al mismo tiempo que transcurre la velada, se descubre en el pantano de Foix (Garraf, Barcelona) un coche quemado con cuerpo calcinado dentro. Informe forense: "Sexo: no se puede apreciar. Edad aparente: persona adulta. Posición: decúbito lateral izquierdo. Hábito externo: persona adulta quemada plenamente. Lesiones externas: no se aprecian debido al grado de quemado". Primera hipótesis policial: ¿Nueva víctima de la guerra entre narcos dominicanos que se cobró ese año cinco muertos en Cataluña? Pues no: el muerto no era un narco dominicano, sino un guardia urbano de Barcelona: Pedro Rodríguez.

placeholder Portada del libro
Portada del libro

Volvamos al restaurante: "Para sorpresa de todos los asistentes, Albert López y Rosa Peral entraron juntos. '¿Pero estos no lo habían dejado?', cuchicheaban los unos con los otros. Con un simple vistazo, Ángel sintió algo extraño... Asumió como una traición el hecho de que llegaran juntos, una traición a su amigo Pedro [Rodríguez] porque creyó que Rosa lo estaba engañando... Una de las fotos que inmortalizó aquel encuentro fue un selfi de Rosa. Ella aparecía distendida sacando la lengua en primer plano con Albert al lado, mientras detrás de ellos posaban el resto de los guardias... Durante toda la comida, Pedro ya estaba muerto. Su cadáver será descubierto en cuestión de minutos".

Lo cuenta el periodista de 'La Vanguardia' Toni Muñoz en 'Solo tú me tendrás' (Península, 2019), ensayo de no ficción sobre el crimen de la guardia urbana.

Horas después de identificar el cadáver de Foix, los Mossos se presentan en casa de la guardia urbana Rosa Peral: el cuerpo sin vida es el de su pareja: Pedro Rodríguez. De primeras, Rosa no reacciona como una 'viuda' afligida.

Al agente Ángel -que había salido de la comida con la mosca detrás de la oreja- le dio una paranoia épica cuando supo que el muerto era Pedro Rodríguez. Y empezó a tener flashbacks inquietantes: dos semanas antes del crimen, había estado patrullando con Albert López, que medio en broma medio en serio le había preguntado: "Si tú tuvieras que deshacerte de un cuerpo, ¿cómo lo harías?".

La foto de la comida simboliza la frialdad con la que actúa Rosa Peral, su escaso sentimiento de pena o de culpa

"En las investigaciones tienen una importancia vital las primeras horas, los primeros testimonios, las contradicciones, el entorno de la víctima, aunque a veces pueden intervenir el azar y la suerte, como sucedió en este caso con la aparición de Ángel", escribe Muñoz.

Pocos días después de la comida y de la aparición del cadáver, Rosa y Albert fueron detenidos. Acusados del asesinato de Pedro Rodríguez. Rosa y Albert están ahora en prisión a la espera de juicio (ambos se echan la culpa de lo sucedido). “El móvil de Albert queda ubicado en el chalet de Rosa las noches del 3, 4, 5, 6, 7 y 8 de mayo. Todos los días posteriores a la quema del cadáver, Albert y Rosa duermen juntos. La vacante de Pedro queda ocupada desde el primer minuto. Cuando reciben las localizaciones de los teléfonos, los Mossos se sorprenden por la desfachatez con la que actúa la pareja”, se lee en el libro.

"La foto de la comida simboliza la frialdad con la que actúa Rosa Peral, su escaso sentimiento de pena o de culpa. Para la acusación es muy importante el comportamiento de Rosa Peral después del crimen. No podemos afirmar tajantemente si participa directamente en el crimen o simplemente coopera, pero sí que estaba en el pantano de Foix el día que se quemó el coche. Los días posteriores a la desaparición de su pareja no cuenta nada a nadie pese a estar rodeada de policías. Alega que tenía un miedo insuperable, pero es dudoso: va a una comida con otros agentes y no da señales de pena o pesadumbre -la foto con la lengua fuera es icónica en ese sentido: hace tres días que alguien quemó a su novio, ella lo sabía, pero saca la lengua a cámara distendida. Durante esos días, además, intercambia fotos sexuales con su vecino. No da imagen de persona vulnerable o afectada por lo sucedido. No siente ningún tipo de remordimiento", cuenta Muñoz a este periódico.

He aquí un triángulo sexual entre compañeros de trabajo en el que Rosa llevaba la voz cantante. 'Instinto básico' en la Guardia Urbana. Todo esto ya es mucho de por sí, pero solo explica una parte de la montaña de mierda que aireó el caso...

El lodazal

"Lo que la investigación destapó a continuación —mentiras, encubrimientos, relaciones paralelas, episodios de violencia policial, pornovenganzas, manipulaciones y chapuceros intentos de taparlo todo— aún está pendiente de juicio, pero de lo que quedan pocas dudas es de que lo ocurrido entorno al triángulo amoroso formado por Pedro, Rosa y Albert no podría haberlo imaginado ni el guionista con la imaginación más desbocada", escribe Muñoz, cuyo libro trasciende la crónica periodística diaria: es un gélido retrato sobre qué ocurre cuando las relaciones sentimentales tóxicas se cruzan con las labores policiales.

El libro es un gélido retrato sobre qué ocurre cuando las relaciones sentimentales tóxicas se cruzan con las labores policiales

Lo que salió a la luz al reventar el caso tenía una vertiente individual (relaciones sexuales entre los agentes) y otra social: prácticas policiales sórdidas de esos mismos agentes: de un caso de chantaje dentro del cuerpo (bautizado como pornovenganza), a un policía suspendido de empleo y sueldo por atizar a un motorista; pasando por la (muy) sospechosa muerte 'accidental' de un hombre durante un operativo contra la venta ambulante.

Ocurre que ambas vertientes -la individual y la social- se mezclan aquí de un modo viscoso: varios episodios de violencia policial ocurren -quizá no por casualidad- en momentos en los que la situación sentimental de los guardias no es la mejor, por celos, por altibajos o por el carácter enfermizo que adquieren las triangulaciones sexuales en comisaría. "Lo que he intentado en el libro es contextualizar. Cuando Pedro Rodríguez estalla y protagoniza un incidente lamentable en el que casi apaliza a un motorista, se estaba separando de su mujer, abandonando a un niño de un año e iniciando su relación con Rosa. Sus familiares me confirmaron que el día que estalló pasaba un momento personal muy complicado. Igualmente, cuando Albert López golpeó a un mantero de forma indiscriminada, se estaba separando e iniciando su relación con Rosa. ¿Hay causa/efecto? Digamos que todo ello coincide en el tiempo", cuenta Muñoz. En otras palabras: a veces no es fácil no llevarse el trabajo a casa, y viceversa. La falta de controles internos tampoco ayudó: las patrullas se convirtieron en campo de batalla donde desahogar las frustraciones personales.

Una triple vida

Capítulo aparte merecen las habilidades de Rosa Peral para llevar una doble y hasta una triple vida. Una sucesión de hechos cotidianos que, si ocurrieran en un filme, parecerían inverosímiles, de ahí que Toni Muñoz optara por contar la historia en tono seco y sin pisar el acelerador barroco: los hechos ya eran lo suficiente enrevesados por sí mismos.

1) "De cara a sus compañeros, la mujer esconde que sigue casada, que vive con su marido y con sus hijas. El engaño es doble. Oculta a Rubén [ex marido cuando estalla la trama] en la Guardia Urbana y esconde a Albert fuera de ella. Mantener sepultada esa doble vida requiere mucho empeño por parte de Rosa. Utiliza dos móviles. Uno para los compañeros del trabajo y el otro para Rubén. Es la misma técnica que ha utilizado antes con otras relaciones. La logística se vuelve complicada, pero Rosa sabe exactamente qué papel jugar con cada cual. En el móvil destinado al trabajo, Rosa tiene una foto de perfil junto a Albert. Todos la ven. A los que sí conocen a Rubén y saben de la existencia de su marido, eso les sorprende. En el otro móvil, la mujer posa junto a su marido y sus hijas. La imagen refuerza el concepto de familia tradicional bien avenida que en realidad solo responde a una mera apariencia… Albert conoce a las niñas y juega con ellas cuando quedan los cuatro en algún centro comercial. Se hacen fotos vestidos con las camisetas del Barça. Se convierten en una familia paralela".

2) "Rosa mantenía tres relaciones al mismo tiempo. Y además, no eran simples aventuras sexuales sino que se trataba de idilios con una alta dosis de emotividad. Salía con Albert, con quien llevaba cuatro años de novios y de quien esperaba que diera el paso definitivo; con Rubén, con quien estaba casada en un matrimonio que daba los últimos coletazos pero con quien mantenía un vínculo sentimental muy fuerte porque tenían dos niñas pequeñas, y por último, con Pedro, el hombre con el que Rosa esperaba llenar el vacío de Rubén y dar el paso que Albert no se atrevía a dar", resume Muñoz en el libro, que no es el primero sobre el caso: hace unos meses se publicó '29 balas y una nota de amor', de Alfonso Egea.

La femme fatale

Se ha retratado a Rosa Peral como una femme fatale y una manipuladora sexual. No es un retrato falso, pero sí incompleto. El libro de Muñoz llega donde la crónica de sucesos no puede o no suele llegar: acumula fuentes y datos para elaborar un perfil de Peral más allá de los arquetipos. O cómo una mujer descubre la seducción (el sentirse deseada) como herramienta para superar la inseguridad y la baja autoestima (todo ello en el mundo testosterónico de las comisarías). Una mujer que -debido quizá a un carácter infantil y poco capaz de digerir las frustraciones- se acabará pasando (mucho) de frenada.

Es un alma libre, quiere disfrutar del sexo, pero al mismo tiempo, está atrapada en una vida familiar

La doble vida profundiza la escisión mental de Rosa, que reventará los días del crimen, pero que venía de lejos: o la tensión entre lo que Rosa quería hacer (tener varias relaciones) y lo que Rosa sentía que tenía que hacer (tener una familia 'como dios manda'). "Vive en una eterna contradicción entre lo que siente y lo que debe (hacer). Es un alma libre, quiere disfrutar del sexo y de la vida, pero al mismo tiempo, está atrapada en una vida familiar que quiere exhibir; es decir, atrapada en las apariencias", razona Muñoz.

Rosa trata de llevar una vida familiar normal, casada y con hijas, siguiendo el modelo de unos padres a los que quiere agradar; pero, ¡ay!, "sus instintos le hacen sentirse frustrada con esa vida, busca otra cosa en su entorno, explora su necesidad de sentirse querida y reivindicarse como mujer en un terreno hipermasculinizado: la Guardia Urbana, donde arranca en perfil bajo y con poca autoestima, pero acaba descubriendo sus dotes de seducción. Es el principio de la Rosa Peral que acabaremos viendo luego y que se irá exacerbando: mientras está en la Guardia Urbana, irá trampeando, compaginando las relaciones con secretos y engaños, pero después del crimen, cuando el engaño se viene abajo y llega a prisión, ya es un personaje desbocado, y generará conflictos tóxicos entre los grupos de reclusas, hasta ser trasladada", explica el periodista.

"Probablemente nada hubiera pasado si Rosa hubiera podido seguir con su doble vida escindida: por un lado, la familia tradicional, con su marido y las niñas; por el otro, sus amantes. Su marido o no sabía nada o lo toleraba, y ella logró así un equilibrio perfecto. Pero todo se precipitó cuando su marido se separó y se fue con otra. Rosa no se lo esperaba. Le duele muchísimo, se convierte en una mujer despechada, siente una ira desenfrenada hacia su ex. Entonces intenta que uno de sus dos amantes ocupe -por una vía exageradamente rápida- el rol de padre de familia, y volver otra vez a su doble vida, pero no sale bien: Pedro no es como su ex marido, no tolera los cuernos, no se fía, se pone celoso, la vigila. Rosa siente como le coartan su libertad, y el triángulo acaba estallando a lo bestia", zanja Muñoz.

Arroces y mariscos. 4 de mayo de 2017, restaurante Els Peixaters, comida de despedida a un compañero de la Guardia Urbana de Barcelona. Asisten veinte agentes, entre otros, Rosa, Albert y Ángel. A Ángel le parece sospechoso el comportamiento de Rosa y Albert, pero aún no sabe por qué. Rosa se hace un selfi sacando la lengua [ver foto que encabeza este artículo].

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