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Lo que tapa el rascacielos que arruina las vistas a medio Madrid
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Lo que tapa el rascacielos que arruina las vistas a medio Madrid

Medio siglo de uno de los edificios inevitables del 'skyline' madrileño. Historia de una controversia que dividió al tardofranquismo y aún colea

Foto: La Torre de Valencia desde el Parque del Retiro. (EC)
La Torre de Valencia desde el Parque del Retiro. (EC)

Oh, los cielos del otoño madrileño: azules, soleados, luminosos. ¡Qué relajado es mirar las nubes mientras paseas por el Retiro! Pero un momento: ¿Qué demonios es ESO que tapa el cielo? La Torre de Valencia... No importa: siempre puede uno dirigirse al estanque del parque para disfrutar del horizonte: el agua, las barcas, las columnas del monumento a Alfonso XII… y la Torre de Valencia... Quizá la solución sea salir del Retiro, bajar hasta Cibeles y deleitarse con las vistas… Pero, ¡ay!, un edificio se echa literalmente encima de la Puerta de Alcalá: la Torre de Valencia.

Y así hasta media docena de localizaciones clásicas de la capital. Bienvenidos a la historia del rascacielos que chafa las vistas a medio Madrid. ¿Necesitan los madrileños una orden de alejamiento para que la Torre de Valencia deje de perseguirlos?

Proyectado hace medio siglo por el arquitecto Javier Carvajal e inaugurado hace 45 años (1973), la Torre de Valencia nació con polémica. Su construcción —94 metros, 26 plantas, el edificio de viviendas más alto de la ciudad en aquel entonces— llegó a detenerse temporalmente en 1971 por las quejas vecinales. La principal causa de la discordia era que arruinaba las vistas del Madrid histórico, pero había más...

placeholder La Torre de Valencia 'dentro' de la Puerta de Alcalá. (EC)
La Torre de Valencia 'dentro' de la Puerta de Alcalá. (EC)

Contra el pegote

Aunque se tiende a analizar el tardofranquismo como un bloque monolítico —a un lado, el régimen; al otro, la oposición clandestina— también había sitio para los conflictos cotidianos intermedios, marcados muchas veces por las contradicciones y las luchas de poder dentro de un régimen en descomposición.

Según el arquitecto, el edificio "no rompe la estética del paisaje, sino que lo cambia"

El 5 de abril de 1971, el Ayuntamiento de Madrid paralizó las obras de la Torre de Valencia a instancias del Ministerio de Vivienda y ante la presión popular: se pedía —nada más y nada menos— el derribo de un rascacielos a medio construir. Según el arquitecto Javier Carvajal, "la decisión adoptada por la autoridad revela una incoherencia administrativa... la Torre de Valencia no rompe la estética del paisaje, sino que lo cambia", contó 'ABC' el 6 de abril de ese año.

El periódico también incluyó ese día un artículo de Luis María Ansón defendiendo el edificio: "Son injustas las atrocidades que se han dedicado en las últimas semanas a la Torre de Valencia".

placeholder El estanque del Retiro, al fondo a la derecha, la Torre de Valencia. (EC)
El estanque del Retiro, al fondo a la derecha, la Torre de Valencia. (EC)

No obstante, seis días después, y al amparo de la paralización oficial del rascacielos, 'ABC' cargó con todo contra la Torre de Valencia: ¡seis páginas! de su edición dominical sobre el "escándalo" del edificio. La entradilla no dejaba lugar a dudas sobre la posición del periódico: "Pocos escándalos populares de la magnitud del producido por la llamada Torre de Valencia se recuerdan en la larga historia de la Villa del oso y el madroño. Una de las más bellas perspectivas de la ciudad ha quedado truncada. La indignación popular estalló en seguida y la paciencia de los madrileños llegó al límite. Por fortuna el ministro de Vivienda ha tomado cartas en el asunto para impedir que se consume el atropello".

El especial de 'ABC' era un pim pam pum contra el rascacielos por parte de arquitectos, 'celebrities' e intelligentsia. He aquí algunos extractos:

Ángel María de Lera (novelista): "La nefanda Torre de Valencia, nefanda vista desde cualquier sitio, tapa la Puerta de Alcalá y corta con un telón de ladrillos la maravillosa panorámica".

Enrique Segura (pintor y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando): "No acabo de comprender cómo se ha llegado a realizar este verdadero disparate".

Rafael Leoz (arquitecto y escultor): "El cataclismo estético-urbanístico que supone la aparición de este edificio… es algo que consterna a cualquier ciudadano consciente y con sensibilidad".

No acabo de comprender cómo se ha llegado a realizar este verdadero disparate

Natalia Figueroa (periodista y aristócrata): "Estoy asombrada e indignada ante esta Torre, que se carga una de las perspectivas más bonitas de Madrid, que rompe toda armonía, que aparece como un horrible pegote… Me parece un auténtico disparate".

Pero no crean que las críticas se limitaban al aspecto estético: también había cera para el pelotazo inmobiliario que supuestamente escondía el rascacielos:

Manuel Manzano-Monis (arquitecto y escritor): "Es un ejemplo increíble de la impunidad municipal… Es inexplicable que una razón crematística, es decir, de economía política, por muy municipal que sea, desvirtúe una de las grandes concepciones del gran alcalde de Madrid que fue Carlos III… debido a las presiones irresistibles de los grupos financieros y a los que le prestan su colaboración, su equivocada vanidad o simplemente su ligereza".

Proyecté la torre, y la torre ahí sigue. Defendí la torre, y la torre permanece

Manuel Halcón (escritor, periodista y político): "Se percibe un creciente clamor contra esa barbaridad. No estoy de acuerdo con el final de la bravería de 'ABC' que dice: 'Lo que no pedimos es que se atente contra los legítimos derechos de quienes han invertido su dinero de acuerdo con la legislación… y en desacuerdo con la estética urbana'. ¿Legítimos derechos el destrozar por aquí, por allí, por todas partes, una hermosa ciudad, capital de la nación? No sé quiénes han invertido su dinero. Opino que la construcción ha sido el filón que ha enriquecido como ningún otro negocio en los últimos años a determinados edificios agrupados en sociedades. Millones, incontables millones".

Cinco días después del ataque de 'ABC', el arquitecto (Javier Carvajal) y la empresa responsable del edificio se defendieron en el rotativo: "Hubiera sido justo no hablar de 'escándalo', sino de polémica, porque esto es lo único que existe, opiniones y solo encontradas opiniones sobre un tema de estética opinable", alegó el arquitecto, que interpretó la polémica en clave modernos (él) contra conservadores. "Tal vez choque en unos primeros momentos a quienes tienen su pupila habituada a una determinada visión que por cotidiana parece intocable. Madrid tiene hoy una perspectiva distinta, una nueva perspectiva que nuestros nietos, o nuestros hijos o nosotros mismos, cuando se aleje la barahúnda de tanta información deformada, llegaremos a considerar tan nuestra como lo que ahora a algunos les parece intocable".

Mingote, histórico dibujante de 'ABC', llegó a publicar una viñeta donde se mofaba de la Torre de Valencia y su capacidad para arruinar las vistas a medio Madrid. Con ironía:

placeholder Viñeta de Mingote contra la Torre de Valencia.
Viñeta de Mingote contra la Torre de Valencia.

Pero tras la tempestad llegó la calma. El 30 de junio de 1971 —coincidiendo casualmente con el inicio de las vacaciones— se reanudaron las obras. La autoridad vigente había reculado (previo acuerdo monetario con parte de los vecinos díscolos): "Aunque esta edificación levantó muchas controversias, la suspensión de sus obras se debió legalmente a un recurso interpuesto por parte de un grupo de vecinos que se consideraba afectado por la construcción de la torre... Posteriormente, estos vecinos retiraron su recurso ante el ofrecimiento por parte de la empresa constructora de 23 plazas de garaje y un millón de pesetas a la comunidad de propietarios de la finca… El Ayuntamiento de Madrid, en el pleno celebrado el pasado mes de junio, consideró, con un voto en contra, que la cuestión carecía de 'interés general' por lo que consideraba que podía levantarse la suspensión de las obras", resumió un ya sosegado 'ABC' el 1 de julio de 1971. Circulen: aquí no ha pasado nada.

Foto: Escrivá de Balaguer en Andorra tras el paso de los Pirineos (Fundación Valentí Claverol/Editorial Crítica)

Pero sí que habían pasado cosas. Entre otras: se había recurrido a un trapicheo urbanístico para plantar un rascacielos en pleno barrio de Salamanca.

"El solar, ocupado anteriormente por un parque de bomberos, fue subastado por el Ayuntamiento, el cual —para obtener mayor rendimiento— le dio máxima edificabilidad, hecho que provocó fuerte polémica durante su construcción", según la guía de la arquitectura madrileña del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM).

Se sacaron de la manga que la edificabilidad se aplicara a la manzana y no al solar

El truco de la Torre de Valencia se cuenta en las facultades de arquitectura, como recuerda un antiguo alumno de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid de la UPM: "Nos lo contaron en clase de urbanismo. Ahí no se podía construir una torre: era el barrio de Salamanca, el número de plantas estaba limitado, pero se inventaron que el solar era una manzana independiente, aunque no lo era. Si pasas por ahí, verás que hay un pasaje peatonal con un jardincillo separado del edificio; pues bien: se inventaron que era una calle peatonal privada para asignar la edificabilidad de una manzana. Dijeron: ¿cuántos metros cuadrados se pueden construir en una manzana del barrio de Salamanca? Tantos. Pues esos mismos. ¿Y cómo metemos todos esos metros en este espacio que en realidad es bastante reducido? Pues construyendo un rascacielos. Imagínate una manzana del barrio de Salamanca de, por ejemplo, 100 x 100 metros y compárala con una de 20 x 20 metros, o los que tuviera la Torre de Valencia. Se sacaron de la manga que la edificabilidad se aplicara a la manzana y no al solar".

Fontanería política

Más allá de la protesta popular, que la hubo, parte de las críticas al edificio quizá vinieran marcadas por las luchas internas típicas de los últimos años del régimen. A grandes rasgos: tecnócratas del Opus Dei contra falangistas del Movimiento, más el amplio sector pragmático que basculaba según soplara el viento. La construcción de la Torre de Valencia se convirtió en un tira y afloja entre el Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio de Vivienda y presidencia del Gobierno.

placeholder Anuncio de la promoción.
Anuncio de la promoción.

Javier Carvajal —que recibió más de un premio internacional y educó a varias generaciones de futuros arquitectos— tenía mucho prestigio profesional; bien merecido, según los expertos, que lo consideran uno de los nombres destacados de la arquitectura española del siglo XX. Pero Carvajal también tenía buenas conexiones con el 'establishment' franquista: fue Decano del Colegido de Arquitectos de Madrid (1971), comisario delegado del ministerio de Educación para las reformas de las enseñanzas de Arquitectura, (1986) y director general de Ordenación del Turismo (1973). Estuvo casado con Blanca García-Valdecasas, hija de un miembro fundador de la Falange.

Carlos Arias Navarro —entonces alcalde de Madrid y futuro (1973) presidente del Gobierno— llegó a insinuar que Carvajal había ejercido su influencia para sacar adelante la Torre de Valencia. El arquitecto, de hecho, habló con el presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, tras la paralización de las obras. Sus gestiones llegaron a buen puerto.

El arquitecto se implicó aún más en política llegada la democracia: fue uno de los fundadores de Alianza Popular (AP). En las primeras elecciones democráticas —junio de 1977— se presentó al Senado por AP junto a Arias Navarro y Torcuato Luca de Tena. No resultó elegido. A finales de ese año, dimitió de la junta directiva nacional de Alianza Popular tras criticar la tibieza de Manuel Fraga.

placeholder Torre de Valencia. (EC)
Torre de Valencia. (EC)


Una polémica que no cesa

Hace unos años se activó la reivindicación de Carvajal y su obra más polémica. Se habló de "desagravio" y de persecución "sádica y cruel" por motivos políticos. "Tu trabajo ejemplar demasiadas veces ha sido retribuido no con laureles, sino con desapego… Qué le vamos a hacer; este viejo, admirable, maravilloso e ingrato país nuestro suele pagar, muchas veces, así a sus mejores hombres; mientras tanto, sirva nuestra gratitud de sucedáneo", escribió Ignacio Vincens en un libro homenaje a Carvajal.

Tu trabajo ejemplar ha sido retribuido no con laureles, sino con desapego… Qué le vamos a hacer; este viejo, maravilloso e ingrato país nuestro suele paga así a sus mejores hombres


A todos ellos les contestó el escritor, periodista y político Fernando Delgado en 'EL País', en un artículo de 2010 que resumimos en tres puntos:

1) "Los alumnos de su autor, Javier Carvajal, queriendo ahora reivindicar la obra de su maestro, subrayan como virtud del reivindicado lo que no parece haber sido tenido en cuenta en el caso de su torre: que Carvajal pensaba que no cualquier edificio vale para cualquier sitio. Claro que no… Su Torre de Valencia es sin duda la proclamación de todo lo contrario. Y no parece que el hecho de que permanezca ahí ese atentado contra el paisaje de Madrid pueda ser tomado por un triunfo de la sensatez frente a un teórico sectarismo de los que razonablemente sostenían que rompía, y rompe, la perspectiva de la Puerta de Alcalá desde Cibeles".

2) "No sé si, como afirman ahora los seguidores de Carvajal, en el contexto histórico en el que se desarrolló el debate sobre la inconveniencia de la Torre de Valencia, debate necesario y a la postre inútil, los cargos políticos del famoso arquitecto en el Régimen, o su propia suficiencia, arrogancia o supuesta antipatía, influyó o no en aquella campaña llena de argumentos. Tal vez sí. Pero del mismo modo puede atribuirse a la privilegiada situación política de Carvajal, cuando la política era cosa solo de unos pocos, el hecho de que tantos años después, sus admiradores, lejos de silenciar un desafuero condenable, reivindiquen lo contrario atribuyendo a los que no sostuvieron igual opinión a la de ellos nada menos que una persecución sádica y cruel. No dudo de que haya otras meritorias obras de Javier Carvajal, que sea un maestro en el arte de unir tradición y modernidad o crea en una arquitectura enraizada, tal cual proclaman sus discípulos, pero nada de eso se da en este escarnio contra la fisonomía de la ciudad".

No parece que el hecho de que permanezca ahí ese atentado contra el paisaje de Madrid pueda ser tomado por un triunfo de la sensatez

3) "Quizá no esté bien que seamos tan desmemoriados como para no pedir cuentas, o al menos afearles la conducta, a los que nos estropean la ciudad, y puede que lo más piadoso sea no incomodar la ancianidad de los que, con provecho propio, cometieron errores contra Madrid. Ahora bien, cosa muy distinta es que se lamente una falta de reconocimiento al culpable de un error, se achaque a circunstancias políticas la condena de algo que describe el sentido común y no se reconozca que por razones políticas más oscuras que claras está precisamente ahí esa Torre de Valencia".

Un edificio de nota

Al margen de presuntos pelotazos urbanísticos, ¿qué podemos decir de la Torre de Valencia desde el punto de vista estético?

placeholder La torre tras su construcción (COAM).
La torre tras su construcción (COAM).

“El edificio está constituido por un elemento basamental de tres plantas, destinado a comercios y oficinas, y un cuerpo superior en torre con 26 plantas para 91 viviendas, de superficies comprendidas entre 100 y 280 m2, agrupadas en torno a cuatro núcleos de comunicación vertical. La distribución de viviendas, producto de un concienzudo estudio de la planta y de su relación con el Retiro, permite las vistas al parque en la mayoría de los casos y una similar orientación. Se edifica mediante prefabricados de hormigón, aplicando Carvajal su experiencia en el Pabellón de España en la Expo de Nueva York. El descuidado cierre de terrazas está alterando la rotundidad de su imagen y composición, donde juega la verticalidad de los machones ciegos con la horizontalidad de las grandes terrazas", resume el COAM.

El arquitecto y periodista David García-Asenjo lo valora así: "Dejando al margen su trasfondo urbanístico, a mí el edificio me gusta, aunque no sea Torres Blancas. Funciona mejor de cerca que de lejos e igual no está bien rematado del todo; está cortado un poco a capón. Y claro: es mucho más resultona la fachada que da al Retiro. Tiene el problema de cómo maltrata el eje Cibeles/Puerta de Alcalá, pero como edificio está bien resuelto. Son unas viviendas estupendas. Carvajal era un arquitectazo, pero no podemos obviar que casi no te puedes hacer una foto en el Retiro sin que aparezca la torre por detrás".

"Sin duda, este edificio es uno de los que me siento más satisfecho de cuantos he construido. La torre está bien, a mi entender, fuerte, clara, con buenas plantas y con buena imagen. Proyecté la torre, y la torre ahí sigue. Defendí la torre, y la torre permanece", diría Carvajal muchos años después.

La Torre de Valencia no es tan alta como parece desde algunos lugares de Madrid: resulta que está en una de las cotas más altas de la ciudad: Alcalá/O'Donnell/Retiro. Como definió con agudeza el arquitecto Santiago Fajardo: "Un extraordinario edificio extraordinariamente mal situado". Poco más se puede añadir.

Oh, los cielos del otoño madrileño: azules, soleados, luminosos. ¡Qué relajado es mirar las nubes mientras paseas por el Retiro! Pero un momento: ¿Qué demonios es ESO que tapa el cielo? La Torre de Valencia... No importa: siempre puede uno dirigirse al estanque del parque para disfrutar del horizonte: el agua, las barcas, las columnas del monumento a Alfonso XII… y la Torre de Valencia... Quizá la solución sea salir del Retiro, bajar hasta Cibeles y deleitarse con las vistas… Pero, ¡ay!, un edificio se echa literalmente encima de la Puerta de Alcalá: la Torre de Valencia.

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