Arcángel rompe las barreras del flamenco: ¿el próximo Enrique Morente?
Actúa cuatro días en el Teatro La Latina para presentar 'Al este del cante', con las Nuevas Voces Búlgaras
Un total de 11 vocalistas búlgaras detrás del cantaor. Un contrabajo, percusiones y una guitarra. También el director, Giorgi Petkov. Son los ingredientes de ‘Al este del cante’ (Universal, 2018), uno de esos discos inesperados que se pueden colar sin que te des cuenta entre lo que más escuchas del año. Se trata de un encuentro entre el folclore búlgaro y el flamenco actual, que hace dos décadas tiene uno de sus valores más sólidos en Francisco Javier Arcángel Ramos (Huelva,1977). Esta tradición del este de Europa sedujo al mundo a finales de los años ochenta, cuando él apenas tendría 10 años, gracias a una fascinante serie de discos titulados ‘El misterio de las voces búlgaras’.
Arcángel se enganchó tarde, pero con ganas. “Fue con el disco ‘Lorca’, de Enrique Morente, en el programa que le dedicó Miguel Bosé en 'El Séptimo de Caballería'. Sería por 1999. Enrique me invitó a cantar los coros, escuché esta música que él incorporaba y quedé fascinando por su tradición. Me atrae ese sonido polifónico, que es lo más opuesto al flamenco. El cante es solo una voz y los instrumentos aportando armonía. El flamenco empezó como un folclor, canciones de muchas voces, sin la complejidad de las búlgaras, pero muchas a la vez. Luego, poco a poco, se fue centrando en una voz individual. Quizá me atrae porque es el otro lado”, explica.
Renovador y purista
Pregunto qué fue lo más complicado de este proyecto. “Como siempre, terminarlo. Por eso me gusta cada vez más grabar en directo, ya que te pone límites. Tienes menos posibilidades de volverte loco quitando y poniendo cosas. Manejas unas pocas opciones y has de jugar con ellas, lo que hay es lo que hay. Lo más difícil en cualquier disco es decir 'ya está' y admitir que has acabado”, afirma. Su anterior trabajo, ‘Tablao’ (2015), reivindicaba las tradiciones, los locales clásicos donde el cantaor no usa micro y puede ver las caras de cada aficionado. En cambio, su último trabajo busca nuevas texturas para el flamenco. “No entiendo esa dicotomía de puristas contra renovadores, ni voy a aceptar nunca que me hagan renunciar a una parte, que es algo implícito en esa división. Yo quiero divertirme con todo. La tradición la respeto, intento comprenderla, pero también busco tener un pie o mejor un pie y medio en el futuro. Cuando vas cumpliendo etapas, quieres hacer cosas nuevas”, subraya.
¿El nuevo Morente?
Hace 17 años, cuando entrevisté a Estrella Morente por su primer álbum, me contaba que ella y Arcángel no tomaban ninguna decisión sin consultar a su padre. Le pregunto cómo recuerda aquello. “Ese tipo de relación existió. Yo vivía a 300 kilómetros, pero estábamos en contacto permanente. Más que consultarle, necesitábamos su aprobación. Mirábamos cómo ponía la ceja, si p'arriba o p'abajo. Lo grandioso de Morente es que creaba pensamiento y corrientes y escuelas sin pretenderlo. No hay nada más bonito que conseguir las cosas de forma natural. Nunca quiso ser maestro, pero acabó siéndolo porque la gente se lo reclamábamos de muchas maneras. La frase ‘a ver qué dice Enrique’ nos salía sola”, afirma.
El maestro se fue hace ocho años y Arcángel ha quedado como el cantaor más dispuesto a romper barreras. No habrá nunca otro Enrique, pero alguien tiene que seguir ese camino. “Buff, bueno, yo no me quiero ver en eso. Es cierto que soy un inconformista, cuando ya conozco algo quiero buscar lo siguiente, moverme hacia otro lado. Me interesa la música como fuente de conocimiento de mi vida”, improvisa, abrumado. Sobre los escenarios, Arcángel es de sobra reconocido, ahora empieza a serlo también en ámbitos académicos. Este verano, le ofrecieron la cátedra de flamencología de la Universidad de Córdoba, donde comenzará a trabajar en noviembre. “Me dio mucho vértigo al principio, porque tengo bastantes conciertos —gracias a Dios— y esto supone una dedicación extra. Acepté porque el flamenco necesita difusión en otros ámbitos, por ejemplo el universitario, donde hay gente joven y preparada que puede aportar mucho. Ahí tenemos investigadores y público futuros”, apunta.
Pitingo y Rosalía
También le pido opinión sobre el debate de moda: el apropiacionismo del que han acusado a Rosalía. “La ecuación está mal planteada. No es cuestión de apropiarse o no, sino de reconocer que cualquier músico necesita hacer incursiones en géneros que no son el suyo principal. Quien se acerca al flamenco es para aprovecharse, igual que el flamenco se ha aprovechado de muchas otras músicas. Mi opinión es que los músicos que se han acercado al flamenco desde fuera lo han beneficiado más de lo que lo han perjudicado. Ese tipo de debates me parecen absurdos y no tengo ganas de alimentarlos. Cuando me preguntan si algo es flamenco o no, les respondo que me da igual, lo que importa es si te emociona”, resume.
Sigo con el caso de Pitingo, posiblemente el cantaor peor tratado de nuestro tiempo. “Es cierto que no tiene el respeto que se merece, habría que tomarle más en serio. Para mí es un grandísimo artista. Lo que hace tiene mucha calidad y conocimiento. Entiendo que a alguien pueda no gustarle su forma de mezclar cosas, que no le entre su producto, pero los que sabemos de esto entendemos que canta muy bien. Todos los profesionales le tenemos un gran respeto”, señala.
Vergüenza nacional
Hablando sobre la difusión del género, hay una pregunta que llega sola: ¿por qué no hay un programa de flamenco en Televisión Española? “Más que algo llamativo, me parece una vergüenza. Pero voy más allá: que no lo haya en la española lo puedo medio tolerar, pero que no lo haya en la andaluza es la hostia. De eso deberíamos preocuparnos más que del apropiacionismo”, denuncia. La cuestión queda tan clara que no explica más. Termino preguntando si es real la sensación de algunos músicos y expertos de que al flamenco se le trata con más respeto fuera que dentro de nuestras fronteras. “Para mí es una percepción equivocada, que debemos ir cambiando. El problema de verdad es que fuera tratan mejor todo, cualquier cosa relacionada con la cultura. Obviamente, fuera el flamenco también sale ganando. En otros países, la gente tiene el hábito de ir al cine, ver teatro y leer. Por cada entrada que se vende aquí, en Europa vendes siete. Se consume cultura con naturalidad. No es algo especifico del flamenco”, remata.
Arcángel actúa en el Teatro La Latina de Madrid el jueves 6, viernes 7, sábado 8 y domingo 9, este último día en sesión de mañana.
Un total de 11 vocalistas búlgaras detrás del cantaor. Un contrabajo, percusiones y una guitarra. También el director, Giorgi Petkov. Son los ingredientes de ‘Al este del cante’ (Universal, 2018), uno de esos discos inesperados que se pueden colar sin que te des cuenta entre lo que más escuchas del año. Se trata de un encuentro entre el folclore búlgaro y el flamenco actual, que hace dos décadas tiene uno de sus valores más sólidos en Francisco Javier Arcángel Ramos (Huelva,1977). Esta tradición del este de Europa sedujo al mundo a finales de los años ochenta, cuando él apenas tendría 10 años, gracias a una fascinante serie de discos titulados ‘El misterio de las voces búlgaras’.