Un atentado nazi, una familia rota y una madre con sed de venganza

Eran las cuatro de la tarde del 9 de junio de 2009 en el barrio de Mülheim en Colonia, una zona comercial de la ciudad alemana a orillas del Rin, cuando la bomba explotó. Lo hizo delante de una peluquería que acabó destrozada. La policía encontró cascotes en un radio de más de cincuenta metros. Entre ellos, clavos de más de diez centímetros de longitud. Hubo veintidós heridos, algunos de ellos muy graves. ¿Por qué un atentado en una peluquería? Porque la calle Keupstrasse, donde estalló el artefacto casero, era conocida coloquialmente como 'la pequeña Estambul'. La mayor parte de los negocios tenían dueños de origen turco. La mayor parte de las víctimas eran de origen turco. En la mayor parte de los periódicos españole, poco más de tres párrafos de una nota de agencias. Más de siete años después, el grupo neonazi Nationalsozialistischer Untergrund (NSU) reivindicó el atentado. Y los asesinatos de al menos nueve inmigrantes. Y una agente de policía.

Atentados olvidados o ignorados por la memoria colectiva que el director alemán Fatih Akin vuelve a poner de actualidad en su última película, 'En la sombra', que se estrena este fin de semana en España y que ganó el Globo de Oro a Mejor película extranjera a principios de año. Con una Diane Kruger crudísima —se llevó el Premio a Mejor actriz en el pasado Festival de Cannes— en el papel de una madre que pierde a su marido y a su hijo en un atentado muy similar al ocurrido hace casi quince años en Colonia, Akin dispara contra los grupos de ultraderecha que cada día se hacen más fuertes en Europa, pero sobre todo intenta comprender el dolor de una mujer que lo pierde todo a causa de la violencia y de cómo esta acaba generando más violencia, incluso en los pequeños gestos domésticos. La sed de venganza.

Akin no elude la polémica. Es más, hasta parece que la disfruta. Siente que si no hay provocación no está haciendo bien su trabajo. Y cuando la opinión pública occidental recela —y acusa— del fundamentalismo islámico de muchas de sus desdichas, el director apunta hacia el enemigo de dentro. "Cuando te documentas en profundidad y comparas las matanzas a manos de los neonazis desde 1945 hasta hoy te encuentras con más de mil asesinatos", ilustra Akin. "Y si piensas en los muertos por los atentados islamistas en Alemania no llegan al centenar. Entonces uno se pregunta, pero ¿de qué estamos hablando? Creo que, al final, de lo que trata ‘En la sombra’ no es de lo importante que es saber quién cometió el atentado; podría haber sido un atentado yihadista, podría haber sido un loco o un asunto de drogas. Lo que importa es el dolor y las reacciones de la madre, que no hubieran cambiado nada en ninguno de los casos".

Akin: "El racismo tiene mucho que ver con la pereza"

En su nueva película, Katja (Kruger) es una joven alemana casada con un inmigrante turco que, después de haber pasado una temporada en la cárcel por tráfico de hachís, decide alejarse del ambiente del hampa y monta una agencia para ayudar a sus compatriotas con asuntos burocráticos. Un trasfondo social, racial y delictivo que después no pasan por alto la policía y los jueces en el esclarecimiento de su asesinato, quienes apuestan al principio casi exclusivamente por culpables externos, arrastrados por los prejuicios. "Hay algo en la sociedad construido sobre los prejuicios. No significa que quienes tengan prejuicios son malvados, sino que son simples. El prejuicio es lo más sencillo, es el atajo. Es más fácil trabajar sobre un prejuicio que tratar de entender una realidad más compleja. Tuvimos un caso en Alemania, el caso real en el que está basada la película, y algunas personas propusieron —¡incluso las víctimas lo dijeron!— que los asesinatos podían haber sido cometidos por neonazis. ‘¿Por qué no investigáis a los grupos neonazis?’, sugirieron. Incluso algunos políticos. Pero no lo hicieron. Y no lo hicieron no porque fueran malvados, sino porque era lo más fácil. Porque son perezosos. Y el racismo tiene mucho que ver con la pereza".

Aunque la opinión de Akin sobre la policía tampoco carece de cierto prejuicio. "No creo que la policía sea permisiva con los criminales nazis, pero hay un dicho aquí que es que la policía está ciega del ojo derecho. Ni siquiera creo que yo mismo esté de acuerdo con ese dicho, pero no encuentras muchos simpatizantes de izquierdas en las fuerzas del orden. Cuando te adentras en la historia de la policía alemana, allá por 1945, cuando cae la Alemania de Hitler, los aliados tuvieron que crear una nueva policía tanto en las secciones del este como del oeste. Porque, ¿quiénes podían ser la policía si la mayor parte de los socialdemócratas habían pasado por los campos de concentración y la mayoría de los que quedaban eran antiguos nazis? Así que el sistema policial se cimenta sobre antiguos nazis. No quiero decir que no hubiese resistencia dentro del sistema. Y conocemos casos de miembros de la policía también son miembros de agrupaciones neonazis. También hay policía de izquierda, pero muy poca".

Akin: "El arte siempre debe retar a la sociedad"

Como con casi todas sus películas anteriores, Akin ha abrazado la polémica suscitada por 'En la sombra' entre la prensa y la opinión pública de su país. "El arte siempre debe retar a la sociedad. Siempre he tenido curiosidad por descubrir dónde está el límite en una sociedad, el límite de la moralidad, que dependiendo del momento va cambiando. Y creo que eso nos dice mucho de una sociedad, cuando una película como la mía incomoda. Esta película no está hecha para agradar a todo el mundo"."Me encanta el peligro. He tenido problemas antes: me han amenazado integristas islámicos, radicales turcos —por la película de ‘El padre’, que trataba el genocidio armenio— y ahora provoco a los neonazis".

Algunos medios lo acusaron de elegir a una mujer blanca como protagonista de una película sobre racismo. Él se defiende. "Yo formo parte de un matrimonio ‘mixto’. Mi mujer es blanca —es en parte alemana y en parte mexicana, pero tiene más pinta de alemana— y, como no hago películas en Hollywood sino cine de autor, hago películas sobre mi mundo. Pero también hubiese sido muy fácil hacer que la protagonista, la heroína, fuese turca. Sería muy fácil para el público blanco ver la película y no participar, ser simples observadores. Yo quiero atravesar a la gente, quiero que sientan dolor, quiero golpearlos con mis películas".