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¿Quién es Inés Plana? El insólito y negrísimo fichaje editorial que huele a bestseller
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'Morir no es lo que más duele'

¿Quién es Inés Plana? El insólito y negrísimo fichaje editorial que huele a bestseller

Una periodista desconocida publica su primer libro y Espasa la quiere convertir en la próxima gran autora de novela negra

Foto: Extracto de la portada de 'Morir no es lo que más duele'. (Planeta)
Extracto de la portada de 'Morir no es lo que más duele'. (Planeta)

Todo viene de una imagen traumática. Hace diez o quince años —no recuerda exactamente— Inés Plana viajaba junto a su marido en un tren que recorría el litoral catalán. Estaba amaneciendo. Los primeros rayos de sol recortando la silueta de los árboles y, en uno de ellos, un hombre ahorcado. Una figura oscura y rígida de una persona colgada de un árbol. "Vi gente que corría hacia él, pero el tren se puso en marcha y nunca supe qué había pasado. Me quedé muy impactada", cuenta Plana. Tanto que su primera novela, 'Morir no es lo que más duele' (Espasa, 2018), comienza con el hallazgo de un ahorcado, esta vez en un bosque de la Comunidad de Madrid. En un bolsillo del pantalón del ahorcado, un nombre, el de Sara Azcárraga, la protagonista de esta historia policíaca y el único hilo que tienen los agentes de la Guardia Civil Julián Tresser y Guillermo Coira para encontrar a un asesino bastante inusual.

placeholder Portada de 'Morir no es lo que más duele'
Portada de 'Morir no es lo que más duele'

El caso del debut de Inés Planas también es inusual. Dicen que conseguir que una editorial grande publique un manuscrito recibido de mano de un primerizo es más improbable que avistar un unicornio. Pero precisamente, sin agente literario, sin experiencia y sin más nombre que el suyo, Plana se estrena en el mundillo editorial ya no sólo en un sello como el de Espasa, sino como la principal apuesta del mismo para este comienzo del año, con una primera tirada normalmente restringida a autores muy consagrados y muy vendidos. Y quieren apostar por ella como la nueva autora de novela negra de la casa.

"Ellos mismos dicen que soy un caso insólito", admite Plana, emocionada ante el inminente lanzamiento de su libro esta misma semana. "Yo me había enamorado de esta historia y era la primera vez que me atrevía a escribir un libro, porque aunque había escrito varios guiones de cine, sentí la necesidad de escribir esta historia como novela. Es un lenguaje que te expone mucho más, pero así como en el cine hay muchos intermediarios, aquí es una relación directa entre el folio y tú. Estuve trabajando en ella durante cinco años, porque tengo un periódico que no me deja mucho tiempo libre. Así que después de muchos avatares y de mucha corrección decidí meterla en un sobre. Una amiga mía que es periodista, Amparo Mendo, la leyó y la recomendó a Espasa, porque ella había publicado un libro allí. Tenía un e-mail por ahí perdido y ese mail se reenvió de una dirección hasta otra dirección hasta que llegó a la que es hoy mi editora, Belén Bermejo. Y entonces por curiosidad, como venía tan recomendada… y dijo que el e-mail estaba bien escrito y que eso también era un valor, mandó la novela a un lector profesional. Y ahí empezó todo. Si soy la Cenicienta, la carroza de calabaza se ha convertido en una carroza preciosa".

Sin experiencia ni agente literario ni nombre más que el suyo, Plana se estrena como la gran apuesta de Espasa para novela negra

Siguiendo la estela de otros autores de novela negra que se convirtieron en bestsellers con su primer libro, Plana explota el paisaje local de su entorno como escenario de la trama policíaca. No son los bosques del Baztán como Dolores Redondo ni las callejuelas adoquinadas del centro de Valladolid de Pérez Gellida, sino el cinturón urbanístico de la sierra madrileña, las hileras infinitas de adosados y urbanizaciones fantasmales en horario laboral. "Yo vivo en esa zona, en Galapagar, y la conozco muy bien. Y a la zona le vi muchísimas posibilidades: el hecho de que esté llena de pueblos que están al lado unos de otros, que no disten más de diez minutos en coche, que apenas puedas ir por allí de compras porque para todo tienes que coger el coche… Me apetecía escribir sobre esas zonas que están tan urbanizadas pero que son tan diferentes a la capital, con esas filas de chalés inmensas encajadas en un pueblo que anteriormente no tenía más de cuatro casas. Son ciudades dormitorio que sólo se disfrutan en fin de semana".

placeholder Inés Plana. (Espasa)
Inés Plana. (Espasa)

Un espacio en las antípodas del pueblo abulense que acaba cobrando importancia a medida que se desarrolla la investigación del crimen. "Yo soy de Barbastro y he tenido una infancia y una adolescencia en un ambiente rural, así que quería reflejarlo. He querido establecer ese contrapunto entre lo que es la sociedad rural y la urbana. Porque ¡qué difícil era todo en las sociedades rurales! Incluso investigar un crimen. No tenían medios ni herramientas, aparte de la manera cerrada de ver el mundo que tenían, lo que a veces llevaba a errores e injusticias como los que ocurren en la novela. Yo no sé si en una ciudad hubiera sido igual. En las zonas rurales la gente tiene unas singularidades muy especiales: la vida es mucho más incómoda y sufrida, uno vive del clima, del tiempo. Es la austeridad, el carácter recio. Tienen otro ritmo de vida, otra forma de pensar. La particularidad del paisaje de Ávila, que con el frío tiene esas colinas peladas de arbustos, de piedra y de granito, me pareció un escenario perfecto".

Precisamente, Plana ha querido localizar su historia en ese momento en el que esas urbanizaciones-dormitorio que habían fagocitado los alrededores de Madrid como una especie invasora empezaron a morir, aunque ellas no lo sabían todavía. Año 2007: primeros signos de la crisis, el estallido de la burbuja. "Era el momento en el que la crisis empezaba ya a asomar sus garras, en el que la crisis ya estaba apuntando maneras", explica la autora. "Me parecía muy interesante en tanto que uno de los personajes está obsesionado con comprar una casa. Yo en mi periódico lo vi muy claro; sólo un año antes, las casas tardaban en venderse de seis a cuatro meses, mientras que entonces tardaban en venderse ya más de un año. Intuí que ahí estaba empezando algo. Y me pareció interesante juntar a los personajes dentro de una crisis que empezaba a despuntar. En ese momento de una España un poco ingenua en la que nos sentíamos modernizados y europeizados, esa España en la que teníamos unas casas y unos coches estupendos, un sueño que se rompió". Ahora, en su segunda novela —en la que ya está trabajando— la crisis ya ha estallado.

La novela está ambientada en el 2007, el año pre-crisis, en esa España un poco ingenua en la que nos sentíamos modernizados y europeizados

Plana, además, siempre tuvo claro que los protagonistas de su novela iban a ser guardiaciviles. "Son los únicos que controlan la seguridad de las zonas rurales y muchas veces forman parte de los pueblos; ni los pueblos pueden sobrevivir sin ellos ni ellos pueden sobrevivir sin los pueblos. Se forman unas relaciones muy especiales", reflexiona. "He contado con la ayuda de un guardia civil, un sargento, que leyó la novela y al que le hice unas preguntas, sobre todo en relación a los protocolos. Soy periodista y no quería hacer el ridículo. Además conversamos sobre la Guardia Civil y me inspiró muchísimo, me dio datos muy interesantes, porque la Guardia Civil tiene la singularidad de seguir una jerarquía militar. No admiten 'colegueo' y viven condiciones muy duras. Tienen una obediencia ciega y militar que pone a prueba su propia psicología, lo que es muy interesante".

Cinco años de voluntarioso pico y pala, robándose horas libres y enfrentándose al reto de levantar una novela de más de 400 páginas. ¿Qué ha sido el obstáculo más arduo de superar para alguien sin experiencia? "Lo más difícil ha sido explicar lo complejo desde lo sencillo, y escribir sencillo es muy complicado. La trama ha ido avanzando a base de mucha reflexión, aunque la novela está viva y muchas veces te lleva por nuevos lugares. Pero encajar el puzle también me ha costado mucho; lo hice una vez terminada la novela, cuando estuve casi ocho meses con la corrección, encajando y moviendo la estructura. Ha sido una novela complicadísima, pero me lo he pasado fenomenal", admite. "Y la verdad es que no hay un libro concreto en el que me haya inspirado. Sí hay autores de referencia y películas de los años cuarenta del cine negro, que tenían unos guionistas estupendos y tramas que daban muchos giros inesperados, como 'La mujer del cuadro' o 'Regreso al pasado'. Como autores, diría Patricia Highsmith o Rendell o Mankell. Pero sobre todo Highsmith y sus atmósferas y como trata la culpa y el crimen. Para mí, ella es la maestra".

Todo viene de una imagen traumática. Hace diez o quince años —no recuerda exactamente— Inés Plana viajaba junto a su marido en un tren que recorría el litoral catalán. Estaba amaneciendo. Los primeros rayos de sol recortando la silueta de los árboles y, en uno de ellos, un hombre ahorcado. Una figura oscura y rígida de una persona colgada de un árbol. "Vi gente que corría hacia él, pero el tren se puso en marcha y nunca supe qué había pasado. Me quedé muy impactada", cuenta Plana. Tanto que su primera novela, 'Morir no es lo que más duele' (Espasa, 2018), comienza con el hallazgo de un ahorcado, esta vez en un bosque de la Comunidad de Madrid. En un bolsillo del pantalón del ahorcado, un nombre, el de Sara Azcárraga, la protagonista de esta historia policíaca y el único hilo que tienen los agentes de la Guardia Civil Julián Tresser y Guillermo Coira para encontrar a un asesino bastante inusual.

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