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'La peste': asesinatos, prostitución y epidemias en la Sevilla del Siglo de Oro
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'La peste': asesinatos, prostitución y epidemias en la Sevilla del Siglo de Oro

Se presenta en la cita donostiarra 'La peste' de Alberto Rodríguez, la serie más ambiciosa de Movistar+ que ya trabaja en una segunda temporada

Foto: Pablo Molinero y Paco León en un momento de 'La peste'. (Movistar )
Pablo Molinero y Paco León en un momento de 'La peste'. (Movistar )

Una picadura de pulga. Mínima, un puntito rojo apenas perceptible bajo toda la roña acumulada. El principio del fin. Luego llegan los bubones, la fiebre los vómitos, las hemorragias y, en la mayoría de los casos, la muerte. El 21 de mayo de 1649, Madrid cerró sus puertas a toda persona o cosa procedente de Sevilla. La ciudad portuaria más cosmopolita de la península, que había llegado a tener alrededor de 140.000 habitantes; más de 60.000 morirían ese año en el peor brote de peste bubónica de la historia de la capital hispalense y había que evitar como fuere que la enfermedad atravesase las compuertas de la capital.

"La ropa, como guardamaciles, cueros y pellejos, se hayan de rociar diversas veces con vinagre" y las "cosas sucias y viles y contagiosas se podrán quemar", sugerían los avisos que se repartían por las mismas ciudades en las que la mayor parte de la población no sabía leer. Un siglo antes, a las sucesivas epidemias de peste en la península hubo que añadirles otro de lúe venérea —o sea sífilis, que dejó un rastro de penes ulcerosos—, plagas de "langostas bermejas y perstilenciales que venían de Turquía", "viruelas y sarampión pestilenciales", hambrunas y todo los males imaginables. El Siglo de Oro, qué paradoja. Y en la Sevilla del XVI es donde tiene lugar 'La Peste', la serie más ambiciosa de Movistar+10 millones de euros de presupuesto— que se estrenará en enero de 2018 y que se acaba de presentar en el Festival de San Sebastián.

Foto: Paco León interpreta a Zúñiga, un personaje secundario de 'La peste'.

Un hombre misterioso que llega a una Sevilla en la que los barrios más pobres están siendo asolados por una enfermedad contagiosa. Hay quienes dicen que es peste. Un joven que vive de llevar encargos a las casas que están en cuarentena por contagio. Si efectivamente lo es, Sevilla se verá obligar a cerrar sus murallas, y eso puede suponer grandes pérdidas económicas para los comerciantes del Puerto de Indias. Y una serie de asesinatos que probablemente tenga que ver con todos ellos. El director Alberto Rodríguez y el guionista Rafael Cobos vuelven a trabajar juntos en el proyecto de televisión más grande y más ambicioso de la industria española de los últimos años. Su objetivo: crear una máquina del tiempo catódica para sumergir al espectador en una Sevilla de contrastes, de putas, inquisidores y mercaderes, de efervescencia económica y cultural y de misera humana y moral.

placeholder Sergio Castellanos en una imagen de 'La peste'. (Movistar )
Sergio Castellanos en una imagen de 'La peste'. (Movistar )

¿Sabías que el tomate se había traído de América pero nadie lo comía porque se consideraba demoníaco y venenoso?, pregunta Rodríguez, al que todos sus prejuicios le saltaron por los aires a medida que iba aprendiendo más sobre la Sevilla del siglo XVI. "Creo que tardó como 200 años en empezar a comerse. También resulta que cuando la plata llegaba en los barcos, los precios fluctuaban en Asia. Todo eso me parece alucinante". Porque estudiando la Sevilla del Siglo de Oro, los creadores de 'La peste' se encontraron con costumbres plenamente normalizadas que ahora mismo escandalizarían a derecha e izquierda, arriba y abajo. "Cuando empezamos con el tema de la documentación nos encontramos con cosas tan fascinantes como un barrio entero destinado a la prostitución y controlado por el Gobierno y por la Iglesia", añade Cobos, que ha tenido que mudarse mentalmente al Imperio español de cinco siglos atrás durante más de dos años para escribir las alrededor de 600 páginas de guión que han dado forma a la primera temporada de 'La peste'. Y además, habrá una segunda.

En Sevilla había un barrio entero destinado a la prostitución y controlado por el Gobierno y por la Iglesia

La idea nació el verano de 2014, antes de que director y guionista presentasen 'La isla mínima' en el Festival de San Sebastián. Antonio Félez, productor de cabecera de Rodríguez, les llamó y les comentó que Movistar+ estaba buscando ideas para desarrollar series de producción propia. "Yo no tenía nada, no sabía lo que decirle", confiesa el director. "Siempre había fantaseado con dar un paseo por la Sevilla del XVI, saber cómo se movía la gente, cómo era la vida…. Y le presentamos una sinopsis muy pequeña a Movistar, de una página o página y media, y prácticamente incluye lo que se cuenta en el capítulo uno: alguien que está proscrito, a quien mandan a buscar al hijo de un amigo que se ha muerto y que se ve inmerso en la investigación de unos crímenes".

placeholder Patricia López es Teresa en 'La peste'. (Movistar )
Patricia López es Teresa en 'La peste'. (Movistar )

"Aunque es un 'thriller' básicamente, a nosotros principalmente nos interesaba hacer un fresco de una ciudad en determinado momento", añade Cobos. Por ejemplo, enseñamos que "los niños en esa época no tenían ningún tipo de protección y no eran tenidos en consideración. Por el contrario, hacían los trabajos más infames de la sociedad y sin ellos básicamente no se sostenía la ciudad. También vemos el trato hacia la mujer, que estaba sometida a Dios o a su marido o a un chulo. Curiosamente vivimos un momento de esplendor y riquezas y oropeles y, por el contrario, perseguimos a lo distinto: perseguimos a los judíos, a los gitanos, a los homosexuales y hacemos que la mujer sea lo mínimo". Sin embargo "un 7% de la población era negra y se hablaban hasta 50 lenguas".

Se perseguía a judíos, gitanos y homosexuales. Pero un 7% de la población era negra y se hablaban hasta 50 lenguas

Entre toda esa documentación que les ha servido de base, también han encontrado personajes históricos sobre los que han construido a alguno de sus protagonistas. "Siempre los personajes se contaminan de figuras reales, por así decirlo. No es que sean trasuntos de personajes reales, pero tienen algo. Por ejemplo, existió una pintora llamada Josefa de Óbidos, que no firmaba con su nombre, sino que firmaba con el nombre de su padre, como en el caso del nuestro personaje de Teresa [Patricia López Arnaiz]. También hay un personaje que es Monardes un médico que aparece con el personaje de Paco León por los arrabales, y también existió un médico que se llamó Nicolás Monardes que trabajó con muchísimas de las sustancias con las que hacía medicina en el nuevo mundo, que trajo la piña, que utilizaba el tomate…". "Hemos tenido un documentalista que nos ha ayudado muchísimo y que ha ido marcándonos prácticamente el camino. Y ha hecho un trabajo maravilloso, con independencia del que hace uno cuando escribe sobre cualquier cosa".

placeholder Manolo Solo en 'La peste'. (Movistar )
Manolo Solo en 'La peste'. (Movistar )

Desde su primera secuencia 'La peste' sorprende por su ambientación. Por fin caras sucias, ropas desharrapadas, calles llenas de fruta podrida, de barro, de animales. Y gente, mucha gente, muchos más figurantes caracterizados de lo que cualquiera pudiera haber imaginado para una serie española. "Realmente es una serie ambiciosa en cuanto al presupuesto", admite Alberto Rodríguez. Recordemos: 10 millones de euros para seis capítulos de 50 minutos. "Pero también ha habido mucho ingenio. Ha sido complicado recrear una ciudad que en sí no existe; es una mezcla del trabajo de departamento de Arte, del de cámara, de los efectos digitales. Yo sí que he estado preocupado desde el primer momento de que todo pareciera de verdad. El espectador tenía que acabar realmente metido en las calles de esta Sevilla".

Otra temporada... ¿sin Rodríguez?

A poco más de tres meses del estreno, la posproducción de 'La peste' todavía no ha acabado. Falta el etalonaje de algún capítulo y la mezcla de sonido de los últimos cuatro. Y aun así, Rafael Cobos ya ha empezado a trabajar en la segunda temporada, aunque inicial y oficialmente 'La peste' se iba a limitar a una única temporada. "Han sido casi dos años para escribir un guion desde el desarrollo. No ha sido el tiempo lógico, se ha desbordado y ha sido todo un poco errático", reconoce Cobos. "Pagas la novatada. La segunda temporada va a ser mucho más rápida, te diría".

placeholder Alberto Rodríguez en el set de rodaje. (Movistar )
Alberto Rodríguez en el set de rodaje. (Movistar )

"Una segunda temporada que no sé si haré. Probablemente no", confiesa Rodríguez. "El año pasado asistí a la ceremonia de los Goya con 'El hombre de las mil caras' y al día siguiente estaba rodando. Para que te hagas una idea de lo intensos que han sido los tres o cuatro últimos años". "Queda trabajo todavía para mes y medio o dos. En los cuatro meses de rodaje me lo he pasado bastante bien, porque se ha producido una energía muy particular: éramos el viejo equipo de siempre, que llevamos muchas películas juntos, combinado con otra gente nueva, más joven, que ha venido con otras ideas y probablemente más energía y se ha creado muy buen ambiente. También es bonito escribir, porque ahí sueñas y todo es bonito. Luego en el rodaje todas las ideas se meten en liza, se concretan y a veces te queda mucho más corto de lo que esperabas. Cuando hemos terminado de rodar es cuando ha empezado la fase dura: la posproducción. Lo que sí es cierto es que se me está haciendo un poco larga la serie, pero es que es lógico".

Confiesa que se siente como un personaje de videojuego al que se le está acabando la barra de energía. "Realmente necesito descansar. ¡Me hace falta cargar la vida! No sólo por salud mental, sino porque además no te queda mucho que contar. Necesito recuperar el gusto por ir al cine como espectador, por ver a los amigos, por leer libros...". Por vivir, en definitiva.

Una picadura de pulga. Mínima, un puntito rojo apenas perceptible bajo toda la roña acumulada. El principio del fin. Luego llegan los bubones, la fiebre los vómitos, las hemorragias y, en la mayoría de los casos, la muerte. El 21 de mayo de 1649, Madrid cerró sus puertas a toda persona o cosa procedente de Sevilla. La ciudad portuaria más cosmopolita de la península, que había llegado a tener alrededor de 140.000 habitantes; más de 60.000 morirían ese año en el peor brote de peste bubónica de la historia de la capital hispalense y había que evitar como fuere que la enfermedad atravesase las compuertas de la capital.

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