Los revolucionarios del grupo Kamikaze se llevan el Premio Nacional de Teatro

El proyecto Kamikaze Teatro ha recibido hoy el Premio Nacional de Teatro 2017 en lo que supone un auténtico espaldarazo para una compañía y un teatro que han revolucionado desde 2009 la escena madrileña. En septiembre del año pasadoMiguel del Arco, Aitor Tejada, Israel Elejalde y Jordi Buxó abrían las puertas del Pavón Teatro Kamikaze, una nueva sala que pronto se convertiría en un punto neurálgico de la creación escénica para público y profesión apostando por el teatro de repertorio y los dramaturgos contemporáneos nacionales.

El galardón, dotado con 30.000 euros, ha sido concedido "por la puesta en marcha de un proyecto colectivo en el que se desarrollan con excelencia las diversas ramas de la creación escénica: dirección, dramaturgia, producción e interpretación". El jurado también ha destacado "la valentía de sus propuestas y la adhesión de un público fiel que respalda este proyecto único en el panorama actual de nuestro teatro".

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Pero todo empezó en realidad en 2009 cuando Miguel del Arco dirigió en el hall del Teatro la romperdora 'La función por hacer'. Desde ahí hasta aquí, recuerda el director y dramaturgo en conversación con El Confidencial, no ha pasado tanto tiempo pero sí muchas cosas. Le siguieron éxitos como 'Misántropo', 'Juicio a una zorra', 'Hamlet' o la más reciente 'Antígona', títulos todos que han arrasado en público y han ido pasando en este año por su teatro. El 8 de septiembre de 2016 fue la fecha elegida por estos cuatro 'kamikazes' para liarse la manta a la cabeza, alquilar el Teatro Pavón tras la salida de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y abrirlo al público. Un proyecto económicamente inviable con un alquiler que les supone el grueso de sus ingresos —aún hoy lo es—, pero que artísticamente ha renovado y dinamizado la escena teatral.

"Es un subidón. Estamos súper contentos y es un espaldarazo", asegura Del Arco a este periódico. Cuenta que Buxó le ha sacado de un ensayo, algo tan poco habitual que se ha asustado, para que cogiera el teléfono y conociera la noticia. "Esta trayectoria empezó relativamente hace muy poco. El antes y después fue 'La función por hacer', que se estrenó en diciembre de 2009 en el hall de un teatro a deshoras. Ha sido una travesía entusiasmante. Lo más difícil que hemos hecho ha sido poner en marcha el teatro, pero seguimos en la ola del entusiasmo. Siempre hemos tenido la respuesta del público y la profesión, aunque está siendo muy duro por cuestiones económicas, y ahora llega el entusiasmo de las administraciones, que espero que se traduzca en ayudas concretas", añade.

A Elejalde la noticia le ha pillado grabando una serie. "Es una noticia maravillosa que no esperábamos. Estamos muy orgullosos porque es un premio al proyecto, a un grupo de gente que está trabajando durante un año, a los técnicos, actores, a la profesión que ha estado empujando. Es algo que me produce mucha ilusión porque es una cuestión colectiva porque el teatro lo es", dice. Se toma el galardón como una especie de sello de calidad que puede servir para decir al público que merece la pena sentarse en una de sus butacas para ver ahora mismo obras como 'Ensayo', 'El amante' o 'Venus'. "Nos va a dar más visibilidad entre el público, que es el que al final da sentido a todo lo que hacemos". "Lo que queremos es llegar a mucha gente. No quiero que el teatro esté vacío porque no no hemos sabido comunicar que estamos aquí, así que si esto sirve para que la gente se acerque y curiosee, bienvenido sea", agrega Del Arco.

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Para Aitor Tejada el premio supone "un espaldarazo tremendo" que llega al año de la apertura del teatro y arrancando su segunda temporada. "Estamos en un momento en el que todavía no es viable económicamente y que ahora hayan decidido darnos este premio es un empujón importante para nosotros porque la sensación es que el espacio se ha instalado en Madrid, el proyecto avanza y se ve desde fuera. Pero era impensable, de verdad". Tras 36 producciones, casi 500 representaciones y 80.000 espectadores de ese primer año que superó todas las expectativas, Tejada contaba a El Confidencial el pasado mes de agosto que si artísticamente han cumplido sus objetivos, el dinero es el gran caballo que les trae de cabeza. Todo el capital es privado y los cuatros fundadores no cobran ni un euro. De hecho, Del Arco reconoce que la dotación económica del galardón ayuda pero el agujero económico es mucho mayor y lo importante es hacer el teatro sostenible y eso depende de la oferta teatral y conseguir esas líneas de ayudas de las instituciones.

"La realidad es que si no conseguimos que sea rentable, tendremos que cerrar. Ahora seguimos metiéndonos en líos económicos porque pensábamos y seguimos pensando, y más después de esta primera temporada, que puede ser rentable sino no seguiríamos. Somos kamikazes pero no gilipollas, como dice Jordi. Cuando empiezas un negocio no puedes pretender en un año dar beneficios. Ahora beneficios no hay. Nos encantaría que el 33% del presupuesto entrara por taquilla (ha entrado mucho más), otro 33% viniera por instituciones públicas y otro 33% por aportaciones privadas", explicaba entonces Tejada. Y se muestra optimista respecto a las vías de diálogo que hay abiertas con las administraciones para obtener ayudas públicas. "Hay opciones reales. Quiero ser optimista, pero también soy realista".

Hoy añade que estos premios dejan patente que este tipo de iniciativas privadas "hay que apoyarlas, pero en este país siempre vamos por detrás. Cuando presentamos el Teatro de la Ciudad todos lo vieron interesante pero no se querían pringar, pero nosotros decidimos seguir adelante igualmente", rememora. Algo similar pasó cuando decidieron que querían una casa donde mostrar sus producciones e invitar a otras compañías, dramaturgos y autores españoles (cuentan con una beca anual que financia a jóvenes autores para escribir un texto que después se estrenará en el teatro, el año pasado fueron Lucía Carballal y Antonio Rojano).

"Hay proyectos que deberían mirarse un poquito mejor. Este tipo de locuras deberían apoyarse públicamente al igual que nosotros desde un teatro privado apoyamos a autores y directores jóvenes. Tiene que existir esa renovación, y solo lo pueden hacer las instituciones incentivando a esa gente que ya está despuntando dándoles un espacio donde poder exhibir sus obras con más días y en salas grandes. Ahora nosotros hacemos esa labor pero tenemos que mirar mucho las cuentas. En el futuro o nos renovamos o dentro de unos años no habrá repuesto. Esa labor falta en este país por falta de oportunidades porque parece que da miedo arriesgarse".

En este sentido, Elejalde añade que en solo un año han conseguido "situar el Pavón en unas altas cotas de calidad peleando con los que tienen más medios. Nuestro afán es comercial evidentemente, pero tenemos un deseo de hacer un tipo de teatro que no solo sea fácilmente digerible, de hacer un teatro que haga reflexionar a la ciudadanía y creo que las instituciones deberían invertir ayudándonos. Espero que suceda y he de reconocer que este año hay mucha más receptibilidad por parte de las tres administraciones". Mientras se materializan esas ayudas que supondrían un gran balón de oxígeno para el nuevo Premio Nacional de Teatro, esta noche Del Arco, Buxó, Tejada y Elejalde (él desde el escenario) volverán a recibir al público, como cada día, al inicio de la función para seguir convirtiendo su casa en la de todos los amantes del teatro.