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Ribera desnuda su infierno a lápiz y tinta
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hasta el 19 de febrero

Ribera desnuda su infierno a lápiz y tinta

El Museo del Prado se adentra en la faceta de dibujante del pintor valenciano con una exposición en la que se descubre su gusto por lo grotesco, la tortura y la fealdad

Marsias se retuerce mientras Apolo le desolla vivo. Su rostro, casi a la altura de los ojos del espectador, emana sufrimiento, crueldad y horror. Con la boca abierta en un grito ensordecedor y los ojos desorbitados, su torso se contrae y sus piernas se retuercen ante el castigo del dios. Su expresiva cara, rota por el dolor y asustada, aúlla interpelando al público. Suena el desgarro. Antes de convertir la parte final de sus piernas en patas de cabra, José de Ribera esbozó a tinta parda el suplicio del sátiro Marsias. No es un mero boceto ni un escorzo preparatorio. El Españoleto se desnuda en sus dibujosy la fealdad y la tortura se contraen y funden con la religión, la mitología o la cotidianidad.

Los personajes de Ribera se contorsionan ahorcados, defecando, torturados por la Inquisición o en su máxima repulsión.El Ribera dibujante es el precursor del Goya más negro. Es un Goya barroco de la tinta y la aguada. Es inquietante, le gusta explorar y en este universo de papel, tinta y lápiz se despoja de la solemnidad de sus lienzos para explorar la cara más retorcida de la anatomía. A pocos metros, un murciélago acoge bajo sus alas dos orejas izquierdas. Debajo leemos en latín: "la virtud refulge siempre". Es su dibujo más enigmático y misterioso. El más desconcertante, pero también el más autorreferencial. El quiróptero formaba en el siglo XVII parte del escudo de armas de su Valencia natal y esas orejas se asemejan a los estudios anatómicos que recurrentemente plasmó en papel. Ribera no necesita de óleos y pinceles para demostrar su virtuosismo detallista y su inclinación porla alegoría y el dolor.Demuestra la maestría de la que su pulso es capaz combinando la sanguina y la aguada roja. O lápiz negro y tinta parda con losque hace retocerse a unos cuerposcon la misma precisión anatómica ya pertenezcan a San Bartolomé que a unos acróbatas o a un joven muriendo ahorcado por una soga.

El Ribera dibujante se deja fascinar por lo feo, por los despojados, los condenados y castigados, lo grotesco y terrorífico. De hecho, no es de extrañar que en los siglos XVIII y XIX fuera estigmatizado con la etiqueta de artista sádico y cruel por ese morbo e inclinación por representar los martirios y las torturas de santos, vírgenes, reos o seres fantásticos. Lord Byron decía que pintaba con la sangre de los santos por su desgarrada anatomía y lo truculento de muchas de sus composiciones. No fue el único. Théophile Gautierhabló del placer que sentía'el terrible Ribera' por enseñar los más crueles suplicios Frente a su trabajo de pintor de Corte, el dibujo es su territorio privado. El Museo del Prado se adentra en él en 'Ribera. Maestro del dibujo' (del 22 de noviembre al 19 de febrero), una exposición en la que se pueden ver 52 dibujos, de los casi 160 que se conocen, junto a 10 pinturas y ocho estampas. De ellos, una decena nunca antes se han visto en España como las Adoraciones procedentes de Berlíny Nueva York o el 'Hércules descansando'.

A principios del siglo pasado apenas se conocía la faceta de dibujante de Ribera. Hoy se sabe que el dibujo era un medio en sí mismo para él. Era un territorio autónomo donde experimentar, ensayar y progresar sin necesidad de preparación. "Ribera era un auténtico maestro del dibujo. Sin duda, antes de Goya, Ribera es el gran dibujante español", afirma Miguel Zugaza, director del Museo del Prado. De hecho, destaca sorprendentemente que un caravaggista como él cultivara el dibujo con esta precisión y con una producción inusual para los seguidores del padre del tenebrismo. "Ribera encarna lo que parece una síntesis desconcertante de posiciones contrarias: es un pintorcaravaggescode la primera hora, ligado durante toda su carrera al lenguaje delcaravaggismo, y es además un artista académico comprometido con la tradiciónidealizantedel arte del Renacimiento y la práctica del dibujo en todas sus manifestaciones. Es, dicho con el paradójico título que emplea Farina,'uncaravaggistadisegnatore", escribeGabrieleFinaldi, comisario de la exposición y actual director de laNationalGalleryde Londres,en el catálogo razonado que recoge por primera vez todo el corpus de dibujos de Ribera y que ha motivado esta exposición, que en marzo recalará en el Museo Meadows de Dallas.

Lo más interesante de los minuciosos dibujos de Ribera es que hablan de su esfera más íntima. "Es un artista pensando, criticando, autocorrigiendo y explorando cosas que el ámbito público no le permite", añade Finaldi. Su producción sobre papel muestra a un dibujante "empedernido"que considera el dibujo no como algo separado de producción pictórica sino integrado. De ahí, que le defina como un dibujante muy pictórico. Casi nunca Ribera hace un dibujo vinculado a un cuadro. Son muy escasos los dibujos preparatorios -uno de cada diez, asegura el comisario-. De estos, la mayoría son esbozos a tinta de pluma. Destacan 'Apolo y Marsias' o dos grandes y elaborados dibujos de 'Sansón y Dalila' y 'David y Goliat', con unas tonalidades y una profundidad sorprendentes ya que están hechos únicamente con lápiz negro, sanguina y tinta parda a pluma. Ambos se cree que fueron dibujos de presentación para Felipe IV para las pinturas que después colgarían en las paredes del Alcázar de Madrid y que fueron pasto de las llamas en 1734.

Para Ribera el dibujo es territorio de ensayo y exploración, de observación y especulación. Los santos, la mitología y los estudios anatómicos conviven con dos de sus temas más recurrentes: lo grotesco y la tortura, ya sea de un mártir que de un moribundo, y los hombres atados a árboles, una composición constante y casi fetiche en su producción en papel que le sirvió para experimentar con la latente violencia de la pose de sus modelos y demostrar una minuciosidad y maestría en el trazo de muy alto nivel. 'Eremita (Santo)atado a un árbol' es un buen ejemplo de esa importancia que tiene el dibujo para el Españoleto ya que está firmado para dar cuenta de su entidad de obra independiente. 'El martirio de San Bartolomé' o 'San Bartolomé atado a un árbol', dos piezas que le dieron una fama considerable, también demuestran su dominio de la anatomía y la musculatura humana.

El infierno del Españoleto

Si los santos,los mártires y los dioses mitológicos centraron su producción celestial, el infierno del Españoletoes lo más interesante de esta exposición. El castigo y la tortura fueron dos de los puntales de sus dibujos. Están los testimoniales, hechos con trazo apresurado y rápido con el objetivo de captar el momento. Incluso algunos van firmados (algo inusual en su obra sobre papel) precisamente para dejar constancia de que presenció esos acontecimientos. Un 'yo fui testigo' de la tortura, la ejecución y los ajusticiamientos hechos por el Tribunal de la Vicaría en las plazas de Nápoles. 'Anciano atado a árbol y joven defecando' u 'Hombre atado a un poste' llevan esa firma testimonio. Son dos dibujos de contornos esquemáticos y concisos y de trazos cortos enmarcados en la premura de crear una obra rápida. No los pinta para después incluirlos en sus obras sino que son testigos mudos movidos por su curiosidad y, especialmente, por la singularidad y el morboque encontraba Ribera en el castigo y la violencia física.

Junto a ellos, también exploró los dibujos de fantasía por el mero hecho de experimentar. Esos 'caprichos' de Ribera están monopolizados por cabezas deformes, repletas de verrugas vellosas y bocios, narices ampulosas y perfiles grotescos. La exploración de la cabeza, presente 25 dibujos de los casi 160 conocidos, fue otra de las grandes constantes de sus dibujos y demuestran su interés por Leonardo. Pero son personajes exagerados y grimosos que buscan explorar la fealdad y la deformidad como ejercicio académico y expresivo.

Desde esta perspectiva, destacan sus seres satíricos, caricaturescos y tétricos que se inclinan con la misma naturalidad a la tortura y lo grotesco que a un mundo imaginario y fantástico nacido de su imaginación y sus inquietudes. Estas criaturas son las que le valen la etiqueta de precursor de Goya. De hecho, ya Bernardo de Dominici, biógrafo del XVII de artistas napolitanos, hablaba entonces de los 'capricci de Ribera'. 'Acróbatas en la cuerda floja', uno de sus dibujos más célebres, o 'Escena fantástica: caballero con hombrecillos encaramándose a su cuerpo', que le sirve para burlarse de la pretenciosidad del capitán de la Comedia dell'Arte, son buena muestra de este universo fantástico.

Del Ribera joven apenas se conocen dibujos, excepto'Cabeza de guerrero', que coincide con la etapa en la que el pintor valenciano vivió y se formó en Roma. Esta cabeza hecha en sanguina posiblemente se integrara después en la 'Negación de San Pedro'. Es su dibujo más temprano. La exposición del Prado parte desde aquí para adentrarse en susmártires, enlas composiciones mitológicas -entre las que destaca 'Aquiles entre las hijas de Licomedes', con una complejidad y un detallismoexquisito- o los estudios de anatomía con los que enseñaba, según sus biógrafos, a sus alumnos en la 'scuola'.Ribera se formó en laAccademiadi SanLucade Roma y es por ello queconcedía al dibujo del natural unaimportancia enorme.

En el lado opuesto, la exposición cierra consus últimos dibujosde trazos más rápidos, líneas más finas y menos sutiles. El Ribera viejo, enfermo y tembloroso, retoma en sus últimos años algunos de sus temas predilectos como son 'El martirio de San Bartolomé' (1649) o las adoraciones. 'La Adoración de los pastores' (1950), que podría ser el último dibujo que se conserva del artista valenciano y, al parecer, está relacionado con su Adoración del Museo Louvre del mismo año, esuna espléndida hoja llena de rectificaciones, tachadurasy saltos de escalas en el que el corsé de las normas y la proporción ya no le importa. El dibujo deja, ahora más si cabe, campo libre para la invención y para explorar ese territorio íntimo de Ribera repleto de sadismo e infiernos.

Marsias se retuerce mientras Apolo le desolla vivo. Su rostro, casi a la altura de los ojos del espectador, emana sufrimiento, crueldad y horror. Con la boca abierta en un grito ensordecedor y los ojos desorbitados, su torso se contrae y sus piernas se retuercen ante el castigo del dios. Su expresiva cara, rota por el dolor y asustada, aúlla interpelando al público. Suena el desgarro. Antes de convertir la parte final de sus piernas en patas de cabra, José de Ribera esbozó a tinta parda el suplicio del sátiro Marsias. No es un mero boceto ni un escorzo preparatorio. El Españoleto se desnuda en sus dibujosy la fealdad y la tortura se contraen y funden con la religión, la mitología o la cotidianidad.

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