LAS CONSECUENCIAS LASTRAN SUS CARRERAS
La generación perdida entre dos crisis: "Nos toca postergar todo, otra vez"
La situación de los 'millennials' es complicada, con una crisis económica a los inicios de sus proyectos vitales que empezaba a recuperarse cuando otra ha vuelto a azotarles
Adriana es educadora infantil y socióloga, tiene 32 años y hace poco más de uno que se ha independizado de sus padres. Aprovechó su primer contrato indefinido para coger un piso con compañeros de trabajo en Madrid. “No era el sitio de mis sueños, pero tenía un sueldo mileurista que por primera vez me permitía ser autónoma”.
Justo antes de la crisis del coronavirus, iba a ascender a responsable de selección en el departamento de recursos humanos de una cadena de estética. Ahora, se encuentra en un ERTE, sin saber si cuando todo esto pase su sector no será de los más castigados. “Empezaba a ver la luz, a coger carrerilla. Hace un mes, tenía planes, proyectos, pero ahora puede ser que tenga que volver a casa de mis padres, empezar todo otra vez. Intento no pensarlo, pero da miedo. Ya ni me puedo plantear a corto plazo un piso para mí, ni ser madre ni tener un coche… Es postergar todo. Otra vez”.
Aunque el coronavirus está afectando al conjunto de toda la sociedad, desde los recién nacidos hasta los más ancianos, las consecuencias dependen del momento vital en que les coja la pandemia. Por eso, la situación de los 'millennials', sobre todo la de los nacidos entre mediados de los ochenta y finales de los noventa (entre 25 y 35 años actualmente), es especialmente dramática, con una crisis económica al inicio de sus proyectos vitales que empezaba a recuperarse cuando otra ha vuelto a azotarles.
Hace un mes, tenía planes, proyectos, pero ahora puede ser que tenga que volver a casa de mis padres
El mantra de ‘generación perdida’ que ya arrastraba desde el hundimiento de la economía en 2008 adquiere ahora otro significado: no solo se encontraron una crisis económica en la edad en que empezaban a incorporarse al mercado laboral, sino que ahora, cuando muchos —ni siquiera todos— empezaban a estabilizarse en sus carreras, vuelven a estancarse. Ya hablan de generación C, de coronavirus, toda la que va a verse afectada a largo plazo por la pandemia.
“Es una generación que va a vivir dos traumas en poco tiempo. Ya la crisis pasada, los jóvenes fueron el sector más afectado económicamente, y a esto hay que sumar los problemas asociados a su edad, como mayor precariedad o un acceso más difícil a la vivienda, que es propio de esta generación”, explica la socióloga y directora de la agencia 40db, Belén Barreiro. “Su situación de partida para hacer frente a esto es peor: ya estamos viendo que son a los que más está afectando el paro provocado por la pandemia”.
El 53% de los puestos perdidos ya por el coronavirus los ocupaban menores de 35 años
Desde el inicio del contagio en España, se han perdido cerca de un millón de empleos. El 53% fueron de menores de 35 años, a pesar de que suponen apenas el 25% de los trabajadores. Y eso, sin haber llegado todavía a ganar lo que otras generaciones ya ganaban a su edad. Al inicio de la crisis, en 2008, los jóvenes de entre 25 y 29 años tenían un sueldo anual, con el IPC actualizado, de unos 19.400 euros de media. En 2017, esa misma franja de edad ganaba de media 16.400, un 15% menos. Lo mismo ocurre en el siguiente tramo, de 30 a 34: los casi 23.000 que ganaban de media se han reducido a 20.000 euros (menos del 15%). Todos han perdido, pero estas franjas han sido las más afectadas junto a las todavía menores.
Con estos sueldos, otro de los grandes problemas es que la mayoría se enfrenta a esta segunda crisis sin ningún colchón que les permita aguantar los meses de incertidumbre que se avecinan, porque no les ha dado tiempo a ahorrar. En España, el 63% de los jóvenes no tiene capacidad de ahorro, un 30% menos que entre los jóvenes de 2008, según una encuesta de Esade realizada a 900 personas. Y no es que no quieran: el 19% no ahorraba porque no podía; el 32% pensaba hacerlo en cuanto tuviese oportunidad, y un 27% lo hizo en el pasado y cuando tiene oportunidad.
“Jamás he podido ahorrar, he trabajado siempre por menos de 1.000 euros al mes, y ahora es la primera vez que tengo un sueldo mileurista. Y aun así, no me da…”, cuenta Esther, madrileña de 29 años, fotógrafa y editora de vídeo. “Mi carrera lleva en crisis toda la vida. He tenido siempre que compaginar mi profesión con otros trabajos, y nunca viviendo de ello. Después de tres años trabajando en una tienda de ropa, a finales de 2018 por fin conseguí un trabajo fijo de editora de vídeo en un medio, pero me han hecho un ERTE del 50% y vuelvo a no saber qué va a pasar. Me da miedo perder este trabajo, el que me gusta y para el que me he formado”, añade.
Para José Ignacio Conde-Ruiz, economista y profesor de la Universidad Complutense, las consecuencias dependerán mucho del nivel formativo: “Va a haber mucha desigualdad dentro de los jóvenes, lo sufrirán más los que menos estudios tengan, o los que no puedan teletrabajar. Unos se irán a la calle y otros trabajarán 14 horas. Pero el problema no es el coronavirus, es la precariedad, que ya estaba antes, porque nunca nadie ha querido arreglarla. Seguimos siendo el país industrializado con más precariedad junto a Grecia, y se está volviendo a ver con esta crisis”.
Va a haber mucha desigualdad entre los jóvenes, lo sufrirán más los que menos estudios tengan
Según Conde-Ruiz, en toda crisis económica española ocurren dos cosas: los primeros que se van a la calle son los contratos temporales y se dispara el paro juvenil. Pero esta vez afectará de manera diferente a la de 2008, por lo que puede que no sea tan dramática si no se alarga demasiado: “En la anterior, muchos jóvenes estaban en la construcción, o en sectores donde ya no iba a haber futuro. Ahora es distinto, no tienes que sustituir un sector por otro, porque el turismo y la hostelería van a volver, y cuando llegue la recuperación tendrán otra vez expectativas de trabajo. El problema es que seguirá siendo igual de precario, pero no solo para los jóvenes, también para los inmigrantes, las mujeres o los parados de larga duración”.
Un segundo golpe socioeconómico en menos de una década sin apenas tiempo de recuperación es algo que, guardando las distancias, no había vivido ninguna otra generación reciente en su juventud desde la de entreguerras. Y a muchos les ha pillado todavía en una situación inestable y con sueldos precarios. “No es lo mismo pasar una crisis a una edad madura que más joven, porque te deja huella en tu imagen del mundo y genera muchas inseguridades. No te afecta igual cuando estás estable, a cierta edad, que cuando tienes el futuro por delante”, cuenta Barreiro. “De hecho, estamos viendo en encuestas que ya hay bastante gente que cree que la vida no va a ser igual a corto plazo después de esto. En el último CIS, problemas como el cambio climático o el feminismo, que estaban en primeras posiciones, están quedando ya en un segundo plano y lo que más preocupa a los jóvenes otra vez es el paro y la economía”.
No es lo mismo cuando estás estable, a cierta edad, que cuando tienes el futuro por delante
“Yo ya me he mentalizado de que el concepto ‘estabilidad’ aplicado a mi generación no tiene el mismo sentido que para la de mis padres. A menos que quieras frustrarte. He trabajado en China, Reino Unido y desde hace cinco años resido en Madrid, donde he tenido seis empleos diferentes, a veces más de dos a la vez. Y nunca he llegado a ganar más de 1.200 euros al mes. Vivo prácticamente al día, o como mucho con uno o dos meses vista de alquiler si me quedase en paro”, cuenta José, nacido en Jerez de la Frontera hace 31 años.
Dos meses antes del estado de alarma, José había comenzado un trabajo a media jornada de coordinador en una academia y gestionaba varios 'shows' de comedia. Ahora se encuentra con un ERTE en uno de sus trabajos, y con el otro parado. “Me he mudado cuatro veces a diferentes zonas de Madrid, sobre todo desde que los alquileres empezaron a estar por las nubes. Vivo con la ropa de invierno o de verano en la maleta que dejo abierta al mudarme y el resto de ropa que ya ni me molesto en deshacer”.
Las consecuencias de una crisis al inicio de la carrera laboral pueden prolongarse 20 años
Las consecuencias de una crisis al inicio de la carrera laboral pueden prolongarse hasta 20 años, según algunos estudios. Primero, porque tardarán más en encontrar su primer trabajo, que, además, tendrá un sueldo más bajo por la situación económica. Eso afectará también a sus ascensos, que se darán en momentos vitales más tardíos, y también a la movilidad para mejorar sus condiciones, que se paraliza durante las crisis. En Estados Unidos, se calcula que por cada aumento de un punto porcentual en la tasa de desempleo, los recién graduados pierden el 7% de sus ganancias al comienzo de sus carreras, y el 2% de sus ganancias casi dos décadas después. Todo eso afectará a su vez al cuándo sean padres, a poder ahorrar para una entrada a una casa e incluso a su jubilación. A esta generación ya le que le ha pasado dos veces, pero también tendrá consecuencias si se alarga sobre la que viene detrás, la generación Z.
Los 'millennials' estamos intentando construir algo con pies de barro. Somos una generación que vive de ensoñaciones y se van rompiendo
“Los 'millennials' estamos intentando construir algo con pies de barro, porque la crisis de 2008 ya fue un palo. Somos una generación a la que se nos vendió que con carrera y máster teníamos trabajo y está visto que no, que el sistema no está hecho así. Somos una generación que vive de ensoñaciones y se van rompiendo”, cuenta Iván, cordobés de 24 años y comunicador audiovisual. “Ni siquiera hablo de trabajar de lo mío, es que estos años ha sido difícil trabajar de cualquier cosa a no ser que tuvieras un contacto”.
Ahora mismo, sin embargo, es imposible saber durante cuántos años los jóvenes van a verse perjudicados. “Estamos pendientes de la economía para empezar a sacar conclusiones, hasta que no veamos indicadores que muestren que vamos saliendo, no podemos saberlo”, explica Barreiro. “Si la salida no es rápida o a la velocidad adecuada, o si empiezan a cerrar empresas de forma definitiva… Nos vamos a encontrar un porcentaje que no saldrá a flote pronto y llevará más tiempo su recuperación. Cuando más tiempo sea, más profunda será la cicatriz”, añade Conde-Ruiz.
En la pasada crisis, tuvieron un papel fundamental los más mayores para sostener la economía. “Muchos abuelos se convirtieron con sus pensiones en la red de sus familias, pero ahora esa población se está reduciendo por el coronavirus y los jóvenes tampoco contarán con este apoyo”, según Conde-Ruiz, para quien la precariedad de los jóvenes no debería ser un problema exclusivo de su edad: “No solo es injusto para los que lo sufren, es muy ineficiente para la economía en su conjunto. Si yo puedo contratar un lunes y despedir un viernes, ¿qué incentivo tienen los que les contratan? ¿Y el joven qué incentivo tiene, que bastante aguanta, para ser más productivo y mejor?”.
“Todo lo que he conseguido ahorrar estos años currando de lo que sea ha ido para pagarme un máster en Bilbao de 3.300 euros que ahora no sé ni si va a poder continuar. Hace un mes, planeaba irme a Madrid cuando acabase el máster para buscar por fin curro de lo mío", cuenta Iván sobre su plan de vida. "Y ahora, de repente, me planteo volver a mi pueblo a recoger aceituna. Todo se ha volatilizado, literalmente”.