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director deportivo del club, EX DEL OPORTO

Antero Henrique, el silencioso portugués que diseñó la fuga de Neymar al PSG

Llegó a París con el objetivo de fichar un crack mundial. Dos meses después, tras un laborioso trabajo, Antero Henrique, el nuevo director deportivo del PSG, está a un paso de completar la faena

En la imagen, Antero Henrique (i), director deportivo del PSG, junto a Maxwell (c) y Al-Khelaifi (d). (Imago)

“El París Saint Germain me ha confiado importantes responsabilidades deportivas, que asumo con mucho rigor. Estoy impaciente por poner mi experiencia al servicio de un club que se ha convertido en sólo unos años en uno de los mejores de Europa. Tengo la ambición y la voluntad de hacerlo, día tras día, para crear la dinámica capaz de situar de manera permanente al PSG en el más alto nivel”.

Todo buen plan debe contar siempre con un director de orquesta entre bastidores. Una cabeza pensante que mueva los hilos para que los hechos se vayan desarrollando según la estrategia diseñada. Que el PSG se acabe llevando a Neymar a la liga francesa, algo que ha anunciado el propio interesado a sus compañeros este miércoles, se debe a un cúmulo de circunstancias que, en gran medida, han sido azuzadas desde el Parque de los Príncipes por Antero Henrique.

El hombre que desplazó a primeros de junio a Patrick Kluivert de su puesto al frente de la dirección deportiva del PSG (el holandés rechazó ser ‘degradado’ a embajador de la entidad y pidió la cuenta) llegó a la Ciudad de la Luz en plena primavera con un objetivo prioritario: convencer a un crack de talla mundial para que vistiera la próxima temporada los colores del club presidido por Nasser Al-Khelaifi, testaferro a la sazón del emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Thani. Con la chequera repleta de petrodólares por castigo, aunque carente del pedigrí deportivo que sí tienen clubes como el Madrid, el Barça, el Bayern o el United, el otrora gestor del ‘calciomercato’ en el Oporto lanzó de inmediato sus redes en tres direcciones: Londres (Alexis Sánchez), Mónaco (Mbappé) y Barcelona (Neymar). Tres objetivos y tres estrategias confeccionadas a medida para tratar de seducir, al menos, a uno de ellos.

En la imagen, Neymar junto a su padre. (Cordon Press)

El hombre adecuado

Lo que seguramente no podía imaginar el dirigente portugués de 49 años es que acabaría cantando “eureka” con la operación más complicada de todas y en un tiempo récord. O tal vez sí. Y es que las cartas que debían lanzar un órdago a la grande a los catalanes estaban marcadas de antemano. En el PSG sabían desde mediados de marzo que Neymar había empezado a sopesar seriamente, por vez primera desde que aterrizó en la Ciudad Condal, la posibilidad de tirarse del barco azulgrana y ponerse al mando de un proyecto sólido que le garantizase a corto plazo poder subir a lo más alto del podio reservado a los mayores genios del balompié. Léase, Messi y Cristiano Ronaldo.

Con el ‘set’ al propio PSG en el Camp Nou empezó todo, que diría Piqué. El calentón del brasileño al ver que el foco de la remontada se centraba en Messi, y no el verdadero artífice de la misma, fue de aúpa. Tanto, que hizo llegar hasta el cuartel general de los galos el mensaje de que “este año sí”. Con semejante ‘servilleta’ en el bolsillo, Al Khelaifi necesitaba dar con la persona idónea para lanzarse al ruedo sin titubeos y torear con el jugador, su complicado entorno, el vestuario azulgrana y la previsible hostilidad de Bartomeu y su grandilocuente cuadrilla de directivos. Y la encontró en Antero.

Quien fuera la mano derecha de Pinto da Costa en Do Dragao durante más de una década diseñó al milímetro todos los pasos a dar para ir conduciendo poco a poco a Neymar hasta la capital francesa. Sin hacer apenas ruido, pero tomando decisiones cruciales que han ido alejando al 11 azulgrana de la órbita barcelonesa, para sorpresa de la ‘culerada’ y del propio PSG.

Aunque en el vestuario del conjunto galo sabían que los 222 millones de euros que cuesta la libertad del brasileño no eran un obstáculo insalvable, tenían serias dudas de que Antero fuera capaz de hacer irresistible a los ojos del astro paulista el proyecto de futuro de una escuadra que pocos meses antes había dejado escapar un 4-0 en los octavos de la Champions. Pero con el paso de las semanas se han ido convenciendo de que el ‘milagro’ de verle vestir la elástica del cuadro capitalino tenía cada vez más visos de hacerse realidad.

Messi y Neymar, durante el Clásico de Miami. (EFE)

El trabajo de Maxwell

El lusitano, eso sí, ha contado desde el principio con la inestimable ayuda de Maxwell. Retirado de las canchas este verano para ocupar un puesto en la dirección deportiva parisina, el ex lateral azulgrana fue determinante para convencer a Dani Alves de que recalara en París, desoyendo los cantos de sirena de Guardiola y el City. Con una oferta económica sobre la mesa que doblaba literalmente lo que percibe actualmente en el Barça, sospechaba Antero que no habría mejor señuelo para atraer definitivamente a Ney hasta el Parque de los Príncipes que el contar en sus filas con quien es su mejor amigo, al que tanto extrañó en Barcelona durante el pasado ejercicio tras su inesperada decisión de marcharse a la Juventus.

Maxwell, al que conoce bien de la selección brasileña, ha sido el encargado de mantener en todo momento encendida la llama parisina en el corazón de Neymar, incluso cuando sus compañeros en el Barça fueron con toda la artillería durante la pasada semana para tratar de convencerle de que su lugar en el mundo de la pelota no podía ser otro que la Ciudad Condal. Para contrarrestar el peso anímico de los Messi, Suárez, Iniesta o Piqué, Antero activó a todo el clan brasileño del PSG nada más conquistar, la noche del sábado, la Supercopa de Francia ante el Mónaco. Thiago Silva, Marquinhos, Motta, Lucas y Dani Alves, en especial el lateral derecho, animaron públicamente al atacante blaugrana para que “sea valiente” y se lance de cabeza a la aventura de pilotar el once de Unai Emery. Fue el golpe de gracia definitivo a las esperanzas blaugrana por evitar que la bomba acabe estallando.

Neymar, durante uno de los actos publicitarios que cumplimentó en Shanghai. (Reuters)

Verratti

Con la inminente llegada de Neymar a la capital francesa, sólo falta por saber qué jugadores se verán obligados a hacer las maletas para equilibrar la balanza de pagos de un PSG ‘fichado’ por la UEFA desde que en 2014 le impusiera una sanción negociada de 60 millones de euros por saltarse a la torera el ‘fair play’ financiero. Cierto es que, como recordó la pasada semana en las páginas de ‘L’Equipe’ el italiano Andrea Traverso, máximo responsable en cuestiones de control económico y sostenibilidad de los clubes del órgano rector del balompié europeo, “el PSG, como cualquier otro equipo, debe demostrar que no tiene pérdidas de más de 30 millones de euros en un plazo de tres años. No conozco sus planes de mercado porque el período de supervisión de sus operaciones que teníamos acabó en junio, pero siempre pueden vender dos, tres o cuatro jugadores por un montante equivalente o superior al de un eventual fichaje de Neymar”.

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En otras palabras, que el PSG tiene por delante tres ejercicios para contrarrestar el efecto negativo en sus cuentas de una operación de la envergadura de la del ‘10’ de la Canarinha, aunque el dirigente italiano advierte que “de llevarse a cabo, la economía del club se resentiría varios años”. Precisamente para minimizar ese daño colateral que producirá la contratación de Neymar, Antero y su equipo de trabajo ya están sondeando a los clubes con mayor músculo económico del continente para saber cuál de sus primeros espadas sería el candidato ideal para abandonar la capital francesa. Di María figura a la cabeza de esa lista de posibles damnificados de la que será la mayor transacción en la historia del fútbol. Sin perder de vista a Thiago Silva, Pastore, Matuidi, Lucas o Draxler. Verratti y Cavani, por cierto, no entran en esa ruleta rusa.

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