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Miopía, astigmatismo... Qué cirugía me conviene más para decir adiós a las gafas
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Miopía, astigmatismo... Qué cirugía me conviene más para decir adiós a las gafas

En la actualidad, se dispone de distintas técnicas quirúrgicas que permiten corregir los defectos visuales en función de la patología, su magnitud y las características del paciente

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Foto: iStock.

Cuatro décadas después de que comenzaran a realizarse las primeras intervenciones para corregir la miopía, la cirugía refractiva ha experimentado un gran desarrollo. La tecnología y las nuevas técnicas no solo han conseguido minimizar los efectos secundarios de aquellas primeras operaciones, sino que también han extendido el campo a otras patologías oculares, como la presbicia, el astigmatismo o la miopía, y han facilitado soluciones para los distintos tipos de pacientes.

Si nos planteamos qué es lo que nos hace ver bien o mal, tenemos que entender que la visión nítida de los objetos depende de la adecuada potencia del sistema óptico del ojo. “Cuando la potencia de este sistema óptico es mayor de lo normal”, explica el doctor Ignacio Jiménez-Alfaro Morote, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, “la imagen se focaliza por delante de la retina, y se obtiene una visión borrosa. Es el defecto llamado miopía. El problema contrario, es decir, un sistema óptico menos potente de lo normal y, por tanto, formación de la imagen por detrás de la retina, ocurre en la hipermetropía”.

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En otras ocasiones, el problema reside en que la córnea no es una superficie perfectamente esférica, como una pelota de fútbol, sino que presenta distintas curvaturas en su superficie anterior que hacen que se asemeje más a una pelota de rugby. En estos casos también se obtiene una imagen distorsionada de los objetos: es el astigmatismo. Con mucha frecuencia, subraya el especialista, “este defecto va asociado a uno de los anteriores, es decir, la mayor parte de los ojos miopes o hipermétropes presentan también cierto grado de astigmatismo. Este también puede aparecer como consecuencia de un procedimiento quirúrgico practicado sobre el globo ocular, especialmente tras cirugía de cataratas y trasplante de córnea”.

Por otra parte, a partir de los 40 años se comienza a perder de manera fisiológica el mecanismo de acomodación, que es el aumento de potencia del cristalino que nos permite enfocar a distancias próximas. Es lo que se denomina presbicia, comúnmente conocida como vista cansada. Su aparición obliga a usar gafas para ver de cerca, cuya potencia hay que ir aumentando cada cuatro o cinco años hasta llegar a los 60, momento en que se estabiliza.

Así es la cirugía refractiva

Todos estos problemas refractivos pueden corregirse eficazmente con una graduación adecuada, tanto en gafas como en lentes de contacto. Pero existe también la posibilidad de corregirlos mediante cirugía refractiva. El doctor Jiménez-Alfaro explica que “comprende diversas técnicas quirúrgicas desarrolladas para reducir la dependencia de las gafas o de las lentes de contacto. El propósito de todas estas técnicas es introducir una serie de cambios en el globo ocular con objeto de mejorar la focalización de la imagen en la retina sin necesidad de corrección”.

placeholder El doctor Ignacio Jiménez-Alfaro Morote, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. (Foto cortesía de Quirónsalud)
El doctor Ignacio Jiménez-Alfaro Morote, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. (Foto cortesía de Quirónsalud)

Es importante aclarar que estas técnicas tienen como finalidad liberar al paciente de su dependencia de las gafas o lentes de contacto, y no mejorar su agudeza visual. “Es decir, tras la cirugía, el paciente alcanzará la misma visión que tenía previamente con sus gafas o lentillas. Y también es importante resaltar que los defectos refractivos, en particular la miopía, son procesos muchas veces evolutivos que pueden seguir aumentando con el paso del tiempo, con independencia de que se haya realizado o no cirugía refractiva”.

Existen distintas técnicas en función del defecto refractivo del paciente, de su magnitud y de su edad. El médico debe indicar la más adecuada para cada caso, ya que cada una de ellas tiene sus indicaciones, además de suministrar información objetiva y veraz sobre posibles riesgos y beneficios para que el paciente pueda decidir libremente, al tratarse de una cirugía electiva.

En la consulta preoperatoria, a la que el paciente debe acudir tras permanecer al menos siete días sin lentes de contacto, se realizarán las pruebas necesarias que permitirán establecer la indicación más adecuada. “Consisten en una exploración oftalmológica general, encaminada a descartar cualquier otra patología ocular; una determinación del defecto refractivo del paciente, en la que es necesaria graduar bajo dilatación pupilar; y unas pruebas especiales como la topografía corneal o la biometría ocular, destinadas a determinar si el paciente cumple los criterios de selección exigidos en cada técnica para que el procedimiento sea seguro”.

Cirugía con láser

Dentro de las intervenciones que actúan sobre la superficie corneal sin entrar en el interior del globo ocular, tenemos la PRK y el Lasik. Ambas son técnicas en las que se emplea el láser Excimer, que permite modificar la superficie anterior de la córnea mediante la acción de una luz invisible de alta energía. “Al eliminar tejido en la porción central de la córnea se consigue disminuir la curvatura anterior. El resultado final es una córnea más plana y, por consiguiente, con menor potencia óptica. De este modo se corrige la miopía", apunta el especialista.

Por su parte, "en la hipermetropía se elimina tejido de la parte periférica de la córnea para conseguir una central más curva y, por tanto, más potente. Y para corregir el astigmatismo se eliminan cantidades diferentes de tejido en los dos meridianos principales de la córnea, intentando transformar esa morfología de pelota de rugby, en una forma más esférica y similar a la de un balón de fútbol”, describe el oftalmólogo.

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Foto: Freepik.

De este modo, la técnica Lasik es adecuada para las miopías bajas y moderadas, inferiores a las seis o siete dioptrías, así como para el astigmatismo y las hipermetropías inferiores a las cuatro dioptrías. Se realiza un corte horizontal sobre la córnea con un instrumento denominado microqueratomo o con un láser de femtosegundos. “Con dichos equipos se realiza la resección incompleta de un lentículo corneal. Sobre la córnea restante se realiza la eliminación de tejido con el láser Excimer para corregir el número de dioptrías deseado. Tras ello, se coloca nuevamente el lentículo en su lugar original, donde queda firmemente adherido tras secarse cuidadosamente sus bordes, sin necesidad de sutura alguna”.

Con el PRK, en cambio, se produce la eliminación directa del tejido corneal necesario para modificar su curvatura, tras la retirada del epitelio. Esta técnica, explica el especialista, “está indicada en aquellas situaciones en las que, por determinadas características de la córnea (escaso grosor corneal, irregularidades corneales, anomalías topográficas u ojo seco), o por circunstancias del paciente (deportes de contacto, profesiones de riesgo...), se desaconseja la realización de un lentículo corneal. Su límite está en torno a las cuatro dioptrías, ya que por encima pueden aparecer fenómenos cicatriciales adversos”.

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Foto: Freepik.

Ambas intervenciones se realizan de forma ambulatoria. Se utilizan gotas de anestésico tópico y su duración es inferior a los diez minutos. No es necesario tapar el ojo tras la cirugía y la recuperación visual es muy rápida: generalmente, en 24-48 horas se recupera la máxima visión. Tras la PRK pueden existir molestias dolorosas y sensación de cuerpo extraño, cuya duración no suele exceder las 48 horas. Al finalizar esta cirugía se coloca una lente de contacto que se retirará en un plazo de dos a cinco días. “En cuanto la córnea está epitelizada, se suele alcanzar una visión útil que permite realizar una vida prácticamente normal. Aunque es cierto que la máxima visión a alcanzar puede tardar entre uno y tres meses, dependiendo de la magnitud del defecto inicial”.

Lentes intraoculares

Los pacientes con defectos refractivos superiores a las siete u ocho dioptrías no pueden ser intervenidos con láser Excimer por sobrepasar el límite que es capaz de corregir. En estos casos, aclara el doctor Jiménez-Alfaro, "se recurre a la implantación de lentes intraoculares. Este tipo de intervenciones se realiza también de una manera ambulatoria, sin ingreso, pudiendo llevarse a cabo bajo anestesia tópica, local o general, según las condiciones del ojo y del paciente".

En el caso de los pacientes con menos de 45-50 años, "que aún tienen una acomodación conservada y no usan gafas de cerca, implantamos lentes encima del cristalino sin extraerlo. Son las llamadas lentes fáquicas, cuyo modelo más extendido es la lente ICL", indica. Para poder implantarlas es necesario que el ojo cumpla unos requisitos, por lo que previamente es necesario realizar algunas exploraciones especiales, ya que si no los cumplen podrían producirse daños a largo plazo, como subida de la presión intraocular o cataratas.

En los pacientes por encima de 50-55 años, cuando el cristalino ya no es del todo transparente, es necesario recurrir a su extracción para corregir su defecto refractivo. “En este caso sí que la intervención es idéntica a la de la catarata, siendo sustituido el cristalino por una lente con la corrección adecuada”, concluye el especialista.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para mejorar nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con la Fundación Jiménez Díaz​.

Cuatro décadas después de que comenzaran a realizarse las primeras intervenciones para corregir la miopía, la cirugía refractiva ha experimentado un gran desarrollo. La tecnología y las nuevas técnicas no solo han conseguido minimizar los efectos secundarios de aquellas primeras operaciones, sino que también han extendido el campo a otras patologías oculares, como la presbicia, el astigmatismo o la miopía, y han facilitado soluciones para los distintos tipos de pacientes.

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