Cómo identificar las dietas milagro y sus riesgos para la salud

Volvemos del verano, de días de relax, de eventos sociales y de indulgencia con los caprichos. No es raro que hayamos cometido algún que otro exceso y que esto se vea reflejado en nuestro peso. Por ello, tampoco es raro que en esta época empiecen a vendernos las conocidas como dietas milagro.

Al hablar de ellas es necesario recordar que el sobrepeso no es tan solo una cuestión estética, sino que aumenta el riesgo de padecer otras enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, apnea del sueño, problemas articulares, ginecológicos e, incluso, determinados tipos de cáncer. Precisamente por eso es importante no dejarnos tentar por estas dietas que pueden hacer más daño que beneficio.

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El factor común de todas las dietas milagro es que prometen un imposible: una pérdida de peso masiva (más de cuatro kilos al mes) y sin apenas sacrificio. Otra de sus propiedades es que suelen suprimir un grupo alimentario (por ejemplo, eliminación de los carbohidratos) o que se basan en un alimento concreto para conseguir bajar los kilos (dieta de la piña, dieta de la alcachofa...).

Las dietas milagro, corrobora Belén Fontán Calvo, especialista en Nutrición y Dietética del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, “prometen una pérdida de peso rapidísima con resultados mágicos. Suelen recomendar el consumo de preparados nutricionales que tienen un coste económico alto. Tienen un listado de alimentos buenos y otros malos. Suelen restringir grupos de alimentos como por ejemplo los hidratos de carbono, las grasas, y normalmente tienen un aporte energético muy bajo”.

Además, suelen ser dietas iguales para todo el mundo, es decir, no están personalizadas y lo mismo valen para un hombre que para una mujer, independientemente del peso y de la condición física. También acostumbran a incluir testimonios de personas a las que les ha ido fenomenal y que han perdido peso de forma muy rápida.

Si seguimos una dieta de este tipo, bajaremos de peso sí, pero esta pérdida se producirá a expensas de nuestra masa magra (masa muscular, agua corporal...) y no de masa grasa, que es lo que se tiene que reducir cuando existe un exceso de peso. Además, suelen causar frustración, irritabilidad, nula adherencia y problemas en nuestra salud si se mantienen estas conductas en el tiempo.

“Debemos huir de este tipo de dietas”, continúa la especialista, “porque no sabemos si están adaptadas a nuestra situación fisiológica actual y ese déficit energético puede tener una consecuencia muy negativa en el efecto rebote posterior, haciendo que cojamos aún más peso y provocando que en el futuro tengamos todavía más dificultades para perderlo, lo que puede tener consecuencias en nuestra salud”.

Además, suponen un peligro real para la salud debido a la ingesta deficiente de nutrientes, lo que puede producir trastornos metabólicos, gastrointestinales, insomnio, ansiedad, irritabilidad y distorsión de la imagen corporal.

La alternativa saludable

La alimentación es un pilar básico para la salud y por ello debemos recurrir a profesionales sanitarios cualificados y formados para asesorar de forma individualizada a cada paciente que requiera modificar sus hábitos. Una de las funciones de los dietistas-nutricionistas es ayudar a perder peso sin riesgos, mediante la adopción de un estilo de alimentación saludable que pueda mantenerse en el tiempo y sin la necesidad de recurrir a ningún producto milagro.

Es el caso de la prohibición de un determinado tipo de alimento, el cual la nutricionista lo califica como "contraproducente, puesto que, cuanto más se prohíba, más se incrementarán las ganas de consumirlo y esto puede causar más ansiedad". Como ejemplo, un buen objetivo podría ser tomar un solo vaso de refresco al día en personas que toman un litro diariamente; de esta manera, se irá valorando la evolución según se alcancen los objetivos.

Asimismo, realizar un registro de los alimentos o comidas que tomamos durante la semana nos puede ayudar a darnos cuenta de todo lo que comemos y también a valorar si realmente estamos llevando una alimentación saludable; para ello es crucial consultar con un nutricionista, pues no todos los alimentos que parecen saludables lo son.

Finalmente, organizar el menú semanal es fundamental, según Belén Fontán, para realizar las compras de productos frescos y no tener que acudir a los precocinados o ultraprocesados. Lo más importante es tener en casa alimentos como frutas, verduras, sopas o cremas caseras, carnes magras (pollo o pavo), y pescados frescos o congelados, pero sin elaborar.

A modo de conclusión, la nutricionista reconoce que "lo más importante es que haya adherencia del tratamiento nutricional en el tiempo y para ello es fundamental que la persona disfrute del proceso de cambio de hábitos y que estos nuevos hábitos sean sostenibles". En este sentido, habla sobre el programa Aprende a comer, en el que "ofrecemos una visión mucho menos simplista de lo que supone una dieta milagro: nos centramos en la educación nutricional, basándonos en un tratamiento totalmente personalizado en el que también se tiene en cuenta la composición corporal de cada persona y su ritmo de vida, además de contar con un acompañamiento durante todo el proceso que nos garantice los mejores resultados para cada paciente".

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para mejorar nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con el Hospital Universitario Ruber Juan Bravo​.