El famoso año 536 o el momento en el que estuvimos 18 meses sin luz del sol

El año 2020 nos pareció el peor que habíamos vivido en mucho tiempo. Pero, si miramos hacia atrás en el tiempo, nos encontramos épocas en las que nuestros antepasados también tuvieron que vivir un mal año, o años, llenos de incertidumbre y peligros. Este es el caso del año 536, preludio de una de las peores décadas de toda la historia.

Nos encontrábamos en un contexto de expansión de culturas, con el Imperio Romano Bizantino gobernando parte de Europa, China en plena expansión y los pueblos bárbaros asentándose en el Antiguo Imperio Romano de Occidente debido a una bajada global de las temperaturas. El año 536 comenzó muy normal, hasta que una nube de polvo cubrió todo el hemisferio norte.

Comenzaba el llamado “periodo negro”, donde la luz del sol dejó de brillar durante 18 meses, un fenómeno llamado “invierno volcánico”, parecido al que ocurrió en 1816, el año sin verano. A su vez, bajó hasta 2,5 grados la temperatura global, provocando grandes desequilibrios en la vida de las personas, en los cultivos y en los animales. Fueron 18 meses en los que la luz del sol era inexistente, hasta que la nube de polvo comenzó a deshacerse poco a poco.

¿La responsable? Una erupción volcánica

Como explica National Geographic, gracias a estudios recientes, se cree que el responsable de esta nube de polvo fue un volcán situado en Islandia, aunque otros expertos apuntan a que fueron varios volcanes, algunos situados en Egipto o en Sudamérica. El verano no existió ese año, hacía frío y los cultivos se morían. En consecuencia, la gente fallecía de hambre y de enfermedad. Los niños crecían débiles a causa de la escasa luz solar, los animales fallecían.

El senador romano Casiodoro señaló en el año 538 que “el sol parece haber perdido su luz habitual y tiene un color azulado. Nos maravilla no ver las sombras de nuestros cuerpos al mediodía y sentir que el poderoso vigor de su calor se ha debilitado”. Tenemos varias muestras históricas que, junto con el análisis de los anillos de los árboles milenarios, nos confirman lo aciago de este periodo oscuro.

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En China, se dieron nevadas en pleno verano, y el invierno estuvo marcado por las sequías, las hambrunas y los fallecimientos. Este fenómeno llegó incluso a América, donde Teotihuacán, la ciudad más grande en ese momento, también sufrió de sequía y hambruna. Todo esto provocó conflictos internos que fueron empeorando la situación. Otras dos erupciones volcánicas, en el 546 y el 547, contribuyeron a esta década oscura.

A su vez, el emperador Justiniano, del Imperio Bizantino, en un intento de recuperar los territorios que poseía el Antiguo Imperio Romano, movilizó a sus soldados. Todo ello a pesar de la nube de polvo permanente y de la escasa luz solar. Este movimiento de tropas tuvo sus fatídicas consecuencias unos años más tarde, en el año 541 que, aunque el sol volvía a brillar con algo de fuerza, una plaga de peste bubónica llegó a Constantinopla desde Egipto.

La llamaron “la peor época para estar vivo”, y no les faltaba razón

Se la conoce como la Plaga de Justiniano porque sus soldados contribuyeron a propagar la enfermedad al llevarla a otras partes del imperio. Se dice que esta plaga acabó con la vida de entre el 25 y el 60 % de la población europea en esa época. Por si no fuera suficiente, la plaga se extendió también por Asia y África, durante cientos de años, hasta el año 750. La peor época para vivir de nuestra historia.