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Las veces que la humanidad ha estado a punto de extinguirse
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nada nuevo bajo el sol

Las veces que la humanidad ha estado a punto de extinguirse

Aunque parece que estamos a 100 segundos de la medianoche, observando cómo se las apañaron nuestros antepasados en momentos peores, uno puede respirar un poco tranquilo

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

"Lo que fue, eso será. Lo que se hizo, eso se hará. No hay nada nuevo bajo el sol". Lo advertía el Eclesiastés hace miles de años y tenía bastante razón: solemos creer que somos la última generación que poblará la Tierra y que, después de nosotros, la humanidad se extinguirá como lo hicieron los dinosaurios cuando alzaron la cabeza al cielo y observaron cómo se precipitaba un meteorito. A la hora de la verdad, lo cierto es que son pocas las probabilidades de que algo así vaya a suceder, y más allá de los cenizos y los que ven apocalipsis en todas partes, el resto del mundo vive con la tranquilidad del deber bien hecho.

Y eso que las noticias, como señalamos anteriormente, son funestas. Pandemias, cambio climático, guerras... el futuro que se avecina no parece muy prometedor, lo que puede dar lugar a teorías conspiratorias. Pero, si echamos un vistazo atrás, lo cierto es que la humanidad ha tenido que enfrentarse en otras ocasiones a problemas de gran magnitud y hemos estado al borde de la extinción en más de una ocasión (saliendo ilesos, como es lógico). Aquí van algunos ejemplos.

Mucho, pero que mucho frío

¿Cuándo? Hace 150.000 años

Como suele suceder con los cambios climáticos extremos, la bajada de temperaturas en invierno no vino nada bien hace 150.000 años. En aquella época, los glaciares se expandieron y hábitats enteros fueron completamente destruidos. El mundo se convirtió en un lugar frío y seco, llegó una etapa glaciar y los humanos en África se separaron, probablemente en la búsqueda de zonas habitables cada vez más reducidas. Algunos expertos hablan de cifras impensables, como que la población reproductora humana se redujo a tan solo 600 personas.

Algunos expertos hablan de cifras impensables, como que la población reproductora humana se redujo a tan solo 600 personas

Desde luego los que sobrevivieron tuvieron la suerte y la inteligencia de su parte. Muchos de ellos se establecieron en lo que hoy en día es Sudáfrica, donde el agua del mar estaba suficientemente tibia y se pudieron alimentar de mariscos. Las muestras en el yacimiento arqueológico de Pinnacle Point dan evidencia de que, además, se usaban las conchas de los mariscos como herramientas. La lección de supervivencia es clara: ser inteligente da puntos extra, pero no hay nada que hacer si no buscamos una ubicación adecuada. Ahora con Google Maps parece que las cosas son más sencillas.

Los volcanes causan problemas

¿Cuándo? Hace 70.000 años

En 1993, la periodista científica Ann Gibbons postuló una teoría que a día de hoy sigue siendo un poco controvertida pues, como sucede con todo el conocimiento de la prehistoria humana, es en gran medida teórico. De cualquier forma, la hipótesis es así: hace 70.000 años Sumatra estalló. La explosión se conoce como la super erupción del volcán Toba, que arrojó cenizas y oscureció el sol durante seis años, provocando una atmósfera llena de gases nocivos y varios años de invierno absoluto.

Según Gibbons se produjo lo que se conoce como un "cuello de botella" de la humanidad (la población, según algunos expertos, podría haberse reducido hasta llegar a entre 1.000 y 10.000 personas). Estos pocos humanos no solo sobrevivieron, sino que prosperaron. De cualquier manera, la teoría es controvertida, pues algunos opinan que la erupción de Toba no tuvo un efecto tan catastrófico ni en el clima terrestre ni en la evolución humana.

Otro año sin verano

¿Cuándo? 1816

En aquel tiempo (conocido como el año sin verano, el verano que nunca fue o el año de la pobreza) se produjeron una serie de anomalías en el clima global, probablemente causadas por la combinación de una histórica caída en la actividad solar y varias importantes erupciones volcánicas, tanto en el volcán Mayon en Filipinas como en el monte Tambora. La temperatura mundial disminuyó entre 0,4–0,7 °C, y provocó tal escasez de alimentos que el historiador John D. Post bautizó al suceso como la última gran crisis de supervivencia del mundo. Desde luego, no fue una época recomendable para vivir, pero no solo sobrevivimos, sino que por serendipias de la vida sirvió para que, por ejemplo, Mary Shelley concibiese Frankenstein.

Foto: John William Polidori.

La peste negra o la llegada de la modernidad

¿Cuándo? Siglo XIV

El coronavirus parece, a su lado, un juego de niños. La pandemia de peste más devastadora de la humanidad (la peste negra), tuvo su peor momento entre 1346-1353. Aunque es difícil saber el número de fallecidos en la época, puesto que no se contaba con los sistemas actuales para registrar las muertes, los expertos apuntan que un tercio de la población pudo sucumbir a la enfermedad, que se produjo en Eurasia, y consideran optimista esa cifra. En Alemania, por ejemplo, se estima que uno de cada diez habitantes perdió la vida. En una época en la que el pensamiento mágico era el predominante, es lógico creer que la población consideró todo aquello una suerte de castigo divino por los pecados cometidos, y que el fin se encontraba muy cerca.

La Peste Negra se caracteriza por ser la única epidemia en el mundo con efectos económicos positivos, por lo menos en el viejo continente

Pero lo cierto, aunque se informe menos al respecto, es que la Peste Negra se caracteriza por ser la única epidemia en el mundo con efectos económicos positivos, por lo menos en el viejo continente. Contribuyó a que Europa se posicionara económicamente en una situación de lujo, que no abandonaría hasta muchos siglos después e incluso cambiaron los hábitos alimenticios y la dieta se 'democratizó' y se volvió muy parecida tanto en ricos como en pobres.

No hay que olvidar que, desde la Guerra Fría (otro momento de pánico absoluto en el que parecía bastante factible el hecho de desaparecer de la faz de la Tierra), el Reloj del Juicio Final, creado en 1947, apunta con sus agujas peligrosamente hacia la catástrofe inminente. Estamos a tan solo 100 segundos de la medianoche. Sin embargo, observando cómo se las apañaron nuestros antepasados en momentos peores, uno puede respirar un poco tranquilo.

"Lo que fue, eso será. Lo que se hizo, eso se hará. No hay nada nuevo bajo el sol". Lo advertía el Eclesiastés hace miles de años y tenía bastante razón: solemos creer que somos la última generación que poblará la Tierra y que, después de nosotros, la humanidad se extinguirá como lo hicieron los dinosaurios cuando alzaron la cabeza al cielo y observaron cómo se precipitaba un meteorito. A la hora de la verdad, lo cierto es que son pocas las probabilidades de que algo así vaya a suceder, y más allá de los cenizos y los que ven apocalipsis en todas partes, el resto del mundo vive con la tranquilidad del deber bien hecho.

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